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Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ divorcio estático. A la constitución de las cosas les pertenece la posibilidad de la esencia, de resplandecer, la posibilidad de la apariencia, de quebrarse, etc. El movimiento de lo ente está determinado de un modo múltiple por un surgir de la esencia y una retracción de la apariencia, lo que no puede ser expuesto ahora de modo suficiente. Por otra parte utilizamos el concepto de sí-mismo, para un ente que se pone a sí mismo, para un “sujeto”. El sí-mismo en este sentido de la palabra no es meramente el ser sustancial en contraposición a la apariencia, sino lo yoico, el ser que se sabe a sí mismo, la sustancia como sujeto. Cuando se dice: la existencia se comporta respecto de sí “misma” – ¿en qué sentido es usado, entonces, el concepto de “misma” ¿Retorna la existencia de modo comprensor, desde su apariencia al núcleo de su esencia – o se realiza aquí un acto de autoconciencia yoica Heidegger formula: “La referencia al serahí, de acuerdo con el carácter de ser-en-cada-caso-mío de este ente, tiene que decir conjuntamente, de modo permanente, el pronombre personal: yo soy, tu eres.” 10 ¿Qué problema yace aquí ¿Se ha decidido ya, de antemano, con el concepto fundamental del ser-en-cada-caso-mío, que la esencia de la existencia humana, porque existe consigo en cosapiencia, descansa en la “mismisdad” yoica, en la libertad y personalidad Esta pregunta queremos mantenerla viva – y, sobre todo, pensarla en el análisis de la muerte. 10 Martin Heidegger, Sein und Zeit, Tubingen 1977, 42 f. (Ser y Tiempo, p., 68) 52

Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ 6. “Ser-en-cada-caso-mío” como problema: finitud del sí-mismo La caracterización de la existencia humana por medio de la determinación formal indicadora de “ser-en-cada-caso-mío”, dio como resultado para nosotros un problema introductorio en conexión con aclaraciones metodológicas sobre el planteamiento del tema. El sentido aproximado de “ser-en-cada-caso-mío” es pues aprehendido fácilmente. A cada hombre le es familiar el hecho de que cada uno vivencia la vida “desde dentro”, que cada uno “tiene” la existencia a su modo; que ella no es una “cosa sin dueño” que se da como piedras de campo u olas del mar – que la existencia está acentuada a través de la pertenencia a un vivenciante, a un existente. Pero para la razón es difícil y está lleno de trampas el intento de pensar con precisión tal saber aproximado acerca del “ser-en-cada-caso-mío”. Y, por otra parte, tal pensar no es un asunto ocioso de una vacua sagacidad, un ejercicio de distinciones sutiles, es un pensar en el que el hombre busca una respuesta a la pregunta acerca de quién sea él, sin más. El concepto del ser-en-cada-caso-mío apunta por de pronto primero a los momentos estructurales del interno acceso vivencial humano a la existencia y, además, del carácter de tarea o proyecto, en tanto la vida humana no es sólo un “decurso” sino que cada vez le está “dada” a cada cual, exigiendo decisiones, resoluciones y acciones de la autorrealización. También el momento de la auto-interpretación de la existencia por sí misma y la “preeminencia” peculiar del presente actual frente a todos los otros presentes, sido y venideros, entran aquí. Ya hemos apuntado brevemente cuán difícil es también un aseguramiento frente a medios de pensamiento enajenantes y cuán cuestionable es, así mismo, el método que opera con la lógica del Cada vez. Pero, por sobre todo esto, la expresión “ser-en-cada-caso-mío” tiene un horizonte de significación evidentemente resonante, que no sólo no es inocuo, sino en cierto modo peligroso. ¿En qué consiste este peligro En ninguna otra cosa que en la asunción acrítica, no probada, de representaciones fundamentales sobre el hombre transmitidas desde la larga, venerable tradición de la metafísica occidental. Si “en cada caso” el “ser-mío” pertenece a la constitución de la existencia, y, aún [más], caracteriza esta constitución de principio y en totalidad, parece, entonces, confirmarse con ello de nuevo una antigua doctrina: a saber, que la esencia de la existencia humana descansa en la “personalidad”, en la mismidad yoica, en la libertad e historicidad, en la soledad del individuo y en la espiritualidad – y precisamente no en los modos de la realización vital colectiva, no en la comunidad, no en las potencias naturales de sangre y de Eros. Así, el humano ser del 53

Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

6. “Ser-en-cada-caso-mío” como problema: finitud <strong>de</strong>l sí-mismo<br />

La caracterización <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana por medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>terminación formal<br />

indicadora <strong>de</strong> “ser-en-cada-caso-mío”, dio como resultado para nosotros un problema<br />

introductorio en conexión con ac<strong>la</strong>raciones metodológicas sobre el p<strong>la</strong>nteamiento <strong>de</strong>l<br />

tema. El sentido aproximado <strong>de</strong> “ser-en-cada-caso-mío” es pues aprehendido<br />

fácilmente. A cada hombre le es familiar el hecho <strong>de</strong> que cada uno vivencia <strong>la</strong> vida<br />

“<strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro”, que cada uno “tiene” <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> a su modo; que el<strong>la</strong> no es una “cosa<br />

sin dueño” que se da como piedras <strong>de</strong> campo u o<strong>la</strong>s <strong>de</strong>l mar – que <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> está<br />

acentuada a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> pertenencia a un vivenciante, a un existente. Pero para <strong>la</strong> razón<br />

es difícil y está lleno <strong>de</strong> trampas el intento <strong>de</strong> pensar con precisión tal saber aproximado<br />

acerca <strong>de</strong>l “ser-en-cada-caso-mío”. Y, por otra parte, tal pensar no es un asunto ocioso<br />

<strong>de</strong> una vacua sagacidad, un ejercicio <strong>de</strong> distinciones sutiles, es un pensar en el que el<br />

hombre busca una respuesta a <strong>la</strong> pregunta acerca <strong>de</strong> quién sea él, sin más. El concepto<br />

<strong>de</strong>l ser-en-cada-caso-mío apunta por <strong>de</strong> pronto primero a los momentos estructurales <strong>de</strong>l<br />

interno acceso vivencial humano a <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> y, a<strong>de</strong>más, <strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong> tarea o<br />

proyecto, en tanto <strong>la</strong> vida humana no es sólo un “<strong>de</strong>curso” sino que cada vez le está<br />

“dada” a cada cual, exigiendo <strong>de</strong>cisiones, resoluciones y acciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> autorrealización.<br />

También el momento <strong>de</strong> <strong>la</strong> auto-interpretación <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> por sí misma y <strong>la</strong><br />

“preeminencia” peculiar <strong>de</strong>l presente actual frente a todos los otros presentes, sido y<br />

veni<strong>de</strong>ros, entran aquí. Ya hemos apuntado brevemente cuán difícil es también un<br />

aseguramiento frente a medios <strong>de</strong> pensamiento enajenantes y cuán cuestionable es, así<br />

mismo, el método que opera con <strong>la</strong> lógica <strong>de</strong>l Cada vez. Pero, por sobre todo esto, <strong>la</strong><br />

expresión “ser-en-cada-caso-mío” tiene un horizonte <strong>de</strong> significación evi<strong>de</strong>ntemente<br />

resonante, que no sólo no es inocuo, sino en cierto modo peligroso. ¿En qué consiste<br />

este peligro En ninguna otra cosa que en <strong>la</strong> asunción acrítica, no probada, <strong>de</strong><br />

representaciones <strong>fundamentales</strong> sobre el hombre transmitidas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga, venerable<br />

tradición <strong>de</strong> <strong>la</strong> metafísica occi<strong>de</strong>ntal. Si “en cada caso” el “ser-mío” pertenece a <strong>la</strong><br />

constitución <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong>, y, aún [más], caracteriza esta constitución <strong>de</strong> principio y<br />

en totalidad, parece, entonces, confirmarse con ello <strong>de</strong> nuevo una antigua doctrina: a<br />

saber, que <strong>la</strong> esencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana <strong>de</strong>scansa en <strong>la</strong> “personalidad”, en <strong>la</strong><br />

mismidad yoica, en <strong>la</strong> libertad e historicidad, en <strong>la</strong> soledad <strong>de</strong>l individuo y en <strong>la</strong><br />

espiritualidad – y precisamente no en los modos <strong>de</strong> <strong>la</strong> realización vital colectiva, no en<br />

<strong>la</strong> comunidad, no en <strong>la</strong>s potencias naturales <strong>de</strong> sangre y <strong>de</strong> Eros. Así, el humano ser <strong>de</strong>l<br />

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