Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel
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Eugen Fink<br />
Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />
tiene una expresa “autoconciencia”, un Yo, ni pue<strong>de</strong> pensar ni expresar lo percibido<br />
como “ente”, no vive en el espacio <strong>de</strong> sentido <strong>de</strong>l lenguaje. No vive en absoluto en el<br />
espacio espiritual <strong>de</strong>l “sentido”, no tiene un sentido <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida al que persiga, una<br />
representación <strong>de</strong> felicidad, <strong>de</strong> tarea, <strong>de</strong> <strong>de</strong>ber. No es oprimido por <strong>la</strong> “inconcebilidad”<br />
<strong>de</strong> su ser-Aquí y su ser-Ahora, no es atormentado por <strong>la</strong> pregunta, qué sea el mismo. No<br />
se encuentra en <strong>la</strong> menesterosidad <strong>de</strong> tener que interpretar su vida para po<strong>de</strong>r vivir. Ni el<br />
dios ni el animal tienen que “interpretar” su ser. Para el dios no hay ningún enigma,<br />
porque es omnisciente, y para el animal no hay ni siquiera enigma en tanto enigma.<br />
Únicamente el hombre es el ente en todo el amplio universo que esencialmente se<br />
comporta respecto <strong>de</strong> sí mismo y <strong>de</strong>l ser <strong>de</strong> todo lo ente, admirándose, preguntando,<br />
“interpretando”. Por ello, <strong>la</strong> “interpretación <strong>existencia</strong>l” no es un negocio que pueda ser<br />
llevado a cabo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> fuera o sólo ocasionalmente, que tenga sus motivaciones en<br />
cualesquiera contextos científicos. La <strong>existencia</strong> humana acontece como interpretación,<br />
como exégesis incesante <strong>de</strong> enigma vital y enigma mundanal. Este acontecer tiene<br />
muchas formas y figuras, muchas máscaras e instrumentos – no se realiza sólo en<br />
pa<strong>la</strong>bras, en enseñanzas, frecuentemente <strong>de</strong> modo más impresionante y violento en<br />
acciones, <strong>de</strong>cisiones, costumbres y usos, en morales y legis<strong>la</strong>ciones, en <strong>la</strong> acuñación <strong>de</strong><br />
instituciones, en <strong>la</strong> fundación <strong>de</strong> ciuda<strong>de</strong>s y estados. No requerimos esforzarnos para<br />
“a<strong>de</strong>ntrarnos” en este acontecer, estamos ya en él, nos envuelve como tradición, como<br />
lo público. Pero <strong>de</strong>bemos esforzarnos, sosteniéndonos en este acontecer, para ganar una<br />
distancia respecto a él, a saber, para salir con ímpetu <strong>de</strong> <strong>la</strong> interpretabilidad pública y<br />
tradicional, y regresar a <strong>la</strong>s fuentes vivas. Una tal vuelta pue<strong>de</strong> reconducirnos, en una<br />
radicalidad <strong>de</strong> principio, sólo a nuestro propio presente vital, al Aquí y Ahora <strong>de</strong> una<br />
tensa comprensión <strong>existencia</strong>l originaria.<br />
Con ello se seña<strong>la</strong> una primacía <strong>de</strong> nosotros mismos que, al mismo tiempo, no<br />
es <strong>de</strong> ningún modo fácilmente concebible y expresable en su sentido genuino. No<br />
tenemos una primacía porque fuéramos acaso más inteligentes y comprensores que en<br />
antiguos tiempos, porque somos más “ilustrados”, más “progresistas”, “mo<strong>de</strong>rnos”,<br />
porque tenemos menos mitología y más ciencia. Es más que cuestionable si nuestro<br />
propio saber acerca <strong>de</strong>l hombre podría en absoluto son<strong>de</strong>ar y compren<strong>de</strong>r ulteriormente<br />
<strong>la</strong> profundidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> antigua interpretación <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong>. El ingente trabajo que ha<br />
llevado a cabo <strong>la</strong> historia <strong>de</strong>l espíritu humano no queda con ello invalidado en tanto que<br />
hombres <strong>de</strong> <strong>la</strong>s postrimerías ape<strong>la</strong>n a una “autopensaduria”. Y no somos simplemente el<br />
“tribunal” ante el cual tuvieran recién que justificarse todos los p<strong>la</strong>nteamientos <strong>de</strong>l<br />
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