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Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel

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Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

sujeto. El árbol, por ejemplo, echa raíces en el reino <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra y tien<strong>de</strong> con tronco y<br />

ramas a <strong>la</strong> abierta c<strong>la</strong>ridad celeste. Él “aparece” en tanto surge y florece, crece, se<br />

marchita, en el campo intermedio <strong>de</strong> cielo y tierra. Todas <strong>la</strong>s cosas finitas aparecen en<br />

este sentido elemental <strong>de</strong>l surgir y sucumbir. Y también el<strong>la</strong>s se exponen<br />

recíprocamente, tienen un <strong>la</strong>do externo, por el cual se tocan y limitan con otras cosas.<br />

Pero, en tanto el<strong>la</strong>s llegan a <strong>la</strong> vecindad <strong>de</strong>l hombre vivenciante, se convierten en objeto<br />

<strong>de</strong> su representar, sentir y querer, “aparecen” <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ahora en un nuevo sentido. Aparecer<br />

no quiere <strong>de</strong>cir ahora emerger al reino <strong>de</strong> <strong>la</strong> luz don<strong>de</strong> todo es individualizado y<br />

particu<strong>la</strong>rizado, sino más allá <strong>de</strong> eso: el llegar a ser objeto para un sujeto vivenciante (o<br />

una multitud <strong>de</strong> sujetos). El árbol es “percibido”, como objeto circunmundano es<br />

arrastrado a <strong>la</strong> situación <strong>existencia</strong>l <strong>de</strong>l hombre, es representado, e<strong>la</strong>borado, etc; él gana<br />

características que si bien en sí no se le ajustan sí se le ajustan en re<strong>la</strong>ción a un género<br />

humano vivenciante. Pero estos momentos <strong>de</strong> sentido re<strong>la</strong>tivos al sujeto exhiben una<br />

dispersión peculiar. Ellos son “cada vez”, están re<strong>la</strong>cionados con situaciones subjetivas<br />

cambiantes. El árbol es quizá percibido por muchos humanos; cada cual tiene cada vez<br />

su perspectiva, cada vez su aspecto. El ser vivenciado que se le ajusta pues, al árbol,<br />

está disperso en una multitud <strong>de</strong> lo Cada vez. Es, por <strong>de</strong>cirlo así, un compendio <strong>de</strong><br />

ocasiones (occasiones), <strong>de</strong> ocasiones <strong>de</strong> aprehensión subjetiva. El árbol mismo está<br />

dado en mi, tu, nuestro, vuestro aspecto. El aspecto <strong>de</strong>l otro congénere es el “suyo” – el<br />

suyo – pensado por mí, pensado por él mismo, porque él también pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir yo<br />

respecto <strong>de</strong> sí, <strong>de</strong>l mismo modo el “mío”; los aspectos son, si se quiere formu<strong>la</strong>r <strong>de</strong> un<br />

modo más general, estas re<strong>la</strong>ciones cambiantes <strong>de</strong> “mío” y “tuyo”, “en cada caso míos”.<br />

Precisamente el “en cada caso” en el Cada vez, en cada caso mío, en cada caso suyo, en<br />

cada caso nuestro y en cada caso vuestro, es lo difícilmente entendible. Mientas en una<br />

<strong>de</strong>terminada in<strong>de</strong>terminabilidad algo <strong>de</strong>terminado, se sostiene “en vilo”, por <strong>de</strong>cirlo<br />

así, como una señal vacía que <strong>de</strong> caso en caso se llena así y asá. El “en cada caso”<br />

indica <strong>de</strong> modo formal, mantiene abierta una posibilidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminación al modo <strong>de</strong><br />

lo que es el caso. El en cada caso tiene el carácter metódico <strong>de</strong> una indicación formal.<br />

El “Ahora”, por ejemplo, que le adjudicamos a <strong>la</strong>s cosas circunmundanas no tienen<br />

ningún sentido, como ya hemos expuesto, que pudiera extraerse <strong>de</strong>l contenido objetivo<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas, sino que tal “Ahora” mienta el darse situativo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas en el tiempo<br />

vivencial <strong>de</strong>l hombre, su aparecer en un presente humano. Los caracteres-<strong>de</strong>-cosa<br />

ocasionales, generalmente se fundan, en principio, en <strong>la</strong> “subjetividad”, a saber, en <strong>la</strong><br />

autore<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana. ¿Pero qué pasa entonces cuando <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> se<br />

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