Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel
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Eugen Fink<br />
Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />
apren<strong>de</strong>r a vernos a nosotros mismos con <strong>la</strong> fría neutralidad cósica, como observamos<br />
bacterias con el microscopio; tendríamos que poner entre paréntesis el amor propio, el<br />
“interés”, nuestro orgullo y nuestra vanidad, <strong>de</strong>jar a un <strong>la</strong>do nuestros prejuicios, si<br />
queremos conocer cómo realmente somos sin todas <strong>la</strong>s coloridas ilusiones; tendríamos<br />
que establecer en nosotros mismos el parámetro <strong>de</strong> <strong>la</strong> más rigurosa “objetividad”,<br />
tratarnos como el más extraño <strong>de</strong> todos los objetos extraños. En esta argumentación hay<br />
sin duda un motivo significativo. De seguro pertenece a un “autoconocimiento” serio<br />
<strong>de</strong>l hombre <strong>la</strong> honestidad incondicional <strong>de</strong> <strong>la</strong> mirada, <strong>la</strong> disposición <strong>de</strong> no figurarse<br />
nada, <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> falta <strong>de</strong> ilusión; hay que escudarse contra los secretos caminos<br />
subrepticios <strong>de</strong> nuestro orgullo, contra <strong>la</strong>s máscaras, con <strong>la</strong>s cuales el subconsciente e<br />
inconsciente intentan, una y otra vez, bur<strong>la</strong>r <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ridad <strong>de</strong> <strong>la</strong> autoconciencia. El<br />
autoconocimiento es un asunto completamente problemático. Así como hay una<br />
voluntad secreta <strong>de</strong> <strong>la</strong> autoi<strong>de</strong>alización ilusoria, que tiene que ser combatida, hay así<br />
también un secreto p<strong>la</strong>cer <strong>de</strong> <strong>la</strong> autoacusación, <strong>de</strong>l autoempequeñecimiento, un p<strong>la</strong>cer<br />
en <strong>la</strong> <strong>de</strong>silusión propia. Y este no es menos un impedimento <strong>de</strong> un compren<strong>de</strong>r genuino<br />
y veraz. Pero mantener el justo medio entre ambos extremos <strong>de</strong>l alma, no tiene que<br />
conducir a que el hombre se tome objetivamente a sí mismo como una cosa. El<br />
concepto <strong>de</strong> “objetividad” actúa extraviándonos a través <strong>de</strong> su ambigüedad.<br />
Hemos <strong>de</strong>limitado el humano saber <strong>de</strong>l hombre no sólo respecto <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s<br />
modalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l saber que se fundan en una re<strong>la</strong>ción cósica y están ahí alojadas. Al ser<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas no le pertenece <strong>la</strong> interpretabilidad, pero al ser <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana sí le<br />
pertenece <strong>la</strong> autointerpretación. Este enunciado lo hemos aprehendido <strong>de</strong> un modo<br />
particu<strong>la</strong>rmente agudo. De todas <strong>la</strong>s cosas, el hombre se distinguiría ya en cuanto vive,<br />
en una interpretabilidad <strong>de</strong> su vida dotada <strong>de</strong> sentido. El animal posee indiscutiblemente<br />
ciertas funciones intelectivas; también se ha <strong>de</strong> reconocer que percibe su vida, en cierto<br />
modo <strong>la</strong> siente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro, que no es, como opinaba Descartes, un tipo <strong>de</strong> máquina, un<br />
autómata sin alma. Pero el animal patentemente no vive con un “sentido”, con un<br />
“sentido vital”, no se <strong>la</strong>s ha con el sentido, carece <strong>de</strong> un proyecto general <strong>de</strong> su futuro,<br />
<strong>de</strong> una toma <strong>de</strong> posición respecto a su vida que lo hace feliz o infeliz, <strong>de</strong> un parámetro,<br />
<strong>de</strong> un i<strong>de</strong>al a partir <strong>de</strong>l cual valore su situación, estipule el tener o no tener sentido <strong>de</strong> su<br />
conducción vital. Todo aquello es, empero, esencialmente humano. Vivimos siempre en<br />
una aperturización <strong>de</strong> nuestra <strong>existencia</strong>, en una apertura al “sentido”, a <strong>la</strong> tarea, a <strong>la</strong><br />
felicidad e infelicidad, vivimos en una situación comprendida, interpretada. La<br />
“incomprensibilidad” <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida, <strong>de</strong> <strong>la</strong> que nosotros hab<strong>la</strong>mos, <strong>la</strong> inconcebibilidad, el<br />
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