Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel

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Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ tiene muchas figuras para sus exigencias, la suave obligación de las leyes implícitas del decoro y las configuraciones de sentido sancionadas por el derecho humano y divino como propiedad, familia, Estado, etc. La costumbre prescribe como se debe vivir. Ella tiene el carácter de una moral pública. Por de pronto, las interpretaciones existenciales se mueven en el espacio de sentido de las morales dominantes y se desprenden de ellas primero lenta y paulatinamente, se unen con la creciente tendencia histórica de emancipación de los individuos respecto del grupo inicial, de la tribu, del pueblo, de la clase. Pero, en todas las morales, repercuten hondas miradas en los fenómenos fundamentales de la existencia humana. Ciertamente no al modo de cómo permiten o prohíben, sino en relación a las dimensiones existenciales que son interpeladas por permisos y prohibiciones. El estudio de la historia de las morales sobre la tierra podría ser un destacado hilo conductor para la exposición de los fenómenos fundamentales esenciales de nuestra existencia [Existenz]. Pero, de modo decisivo, se trataría de que precisamente habría que abstraerse del momento capital de cada moral, de su función permisiva o prohibitiva, de sustraerse de sus valoraciones. En las morales de tipo a menudo contrapuesto, encontramos las perspectivas que, si bien valoran de un modo distinto, se relacionan sin embargo con el mismo fenómeno fundamental. Se trata de un instinto básico del hombre, de sus pasiones de primerísimo orden, de amor y muerte, de guerra y autoafirmación, de dominio y esclavitud, de honor y vergüenza, de derecho y prescripción, de personalidad y colectividad, de orgullo y humillación, de juego y trabajo, etc. Un catálogo de tales fenómenos quiere decir todavía poco, si acaso no resulta elaborarlo en su trabazón como la configuración fundamental de nuestro ser contradictorio, paradójico. Pero, prescindiendo de la moral, sustraerse a sus decisiones previas, ver y aprehender, asimismo, de modo descomprometido los fenómenos humanos cubiertos con un negativo tabú, como los fenómenos vitales permitidos, legitimados y aceptados, no es de ninguna manera un proceder fácil, respecto del cual se requiriera sólo de la resolución. Somos de modo múltiple y de mil maneras todavía los prisioneros de modos de pensar y estimaciones de valor inveterados, aunque nos hagamos la ilusión de habernos escapado de ellos. Una óptica “más allá del bien y del mal’’ es acaso, entonces, sólo alcanzable y sostenible con esfuerzo. Ver a la existencia humana de modo desnudo y desembozado, sin las guarniciones de interpretaciones de sentido tempranas, sin los tabúes de la costumbre y la moral, es una tarea filosófica de jerarquía, que exige una disciplina conceptual estricta precisamente en relación a la 28

Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ materia fantasmal, aparentemente enemiga del concepto, de nuestra existencia [Existenz]. De ninguna manera se alcanza esto cuando la moral es simplemente puesta a un lado, ignorada; ella misma es un fenómeno vital esencial, una figura determinada de la interpretación existencial. Pero de otro modo es ver una moral ella misma “moralmente”, a saber, valorarla de acuerdo a un parámetro de la vida recta, o verla “ontológicamente”, a saber, aprehenderla como un fenómeno central del humano ser. Como cualquier otra interpretación existencial pertenece también la de tipo moral a la sustancia de la humanidad. Ella no puede ni debe quedar en absoluto fuera; ella no es un agregado casual que pudiera quedar desatendido. El intento de Nietzsche de contemplar las cosas humanas “más allá del bien y del mal” no está siempre a la altura de su planteamiento problemático fundamental; él cae frecuentemente en un sordo biologismo; habla del humano ser como si pudiera ver y juzgar con ojos extrahumanos, por decirlo así, desde la perspectiva de la vida-total misma. Su visión de los fenómenos vitales del hombre, supuestamente libre de la moralina, sobrepasa desenfrenadamente la situación existencial únicamente desde la cual podemos hablar, preguntar y tazar. Nunca vemos con los ojos de un dios o de la pan-naturaleza a nuestra vida, sino siempre nos comportamos sólo desde nuestra vida con respecto a nuestra existencia. Y en nuestra existencia nos comportamos con respecto a las cosas, la naturaleza, la historia, la totalidad del mundo, el destino. Da quizás la impresión que le daríamos demasiado peso a la situación existencial, que enfatizaríamos excesivamente la función, que nosotros, los que vivenciamos, reclamamos para la obtención de “verdades” de la existencia. Pero, de hecho, no hemos enfatizado esto de ninguna manera de modo decisivo, aquí se nos ofrece el primer cabo de un problema. El opinar habitual no ve en esto, en absoluto, una pregunta seria. Parece evidente hasta la saciedad, que cada cual puede hablar sólo desde su situación, desde su lugar, su posición. Un ejemplo banal: todos vemos esta tarima, pero cada cual desde una perspectiva distinta; cada cual tiene una donación de un perfil, un aspecto, que sólo consta así para él – pero desde el cual puede ver el todo; cada cual puede intercambiar su sitio con cualquier otro, y tener luego la perspectiva que antes tenía el otro. Una cosa espacial persistente ofrece así desde sí misma una multiplicidad de perspectivas que están en una conexión regulada, sistemática. Cada sitio que rodea a esta cosa espacial persistente predispone una ocasión de perspectiva. La misma cosa se ve de distinta manera desde “aquí” que desde “allá” y es, pues, la misma tarima. La multiplicidad de vistas ocasionales ya está abierta por la 29

Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

materia fantasmal, aparentemente enemiga <strong>de</strong>l concepto, <strong>de</strong> nuestra <strong>existencia</strong><br />

[Existenz]. De ninguna manera se alcanza esto cuando <strong>la</strong> moral es simplemente puesta a<br />

un <strong>la</strong>do, ignorada; el<strong>la</strong> misma es un fenómeno vital esencial, una figura <strong>de</strong>terminada <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> interpretación <strong>existencia</strong>l.<br />

Pero <strong>de</strong> otro modo es ver una moral el<strong>la</strong> misma “moralmente”, a saber, valorar<strong>la</strong><br />

<strong>de</strong> acuerdo a un parámetro <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida recta, o ver<strong>la</strong> “ontológicamente”, a saber,<br />

aprehen<strong>de</strong>r<strong>la</strong> como un fenómeno central <strong>de</strong>l humano ser. Como cualquier otra<br />

interpretación <strong>existencia</strong>l pertenece también <strong>la</strong> <strong>de</strong> tipo moral a <strong>la</strong> sustancia <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

humanidad. El<strong>la</strong> no pue<strong>de</strong> ni <strong>de</strong>be quedar en absoluto fuera; el<strong>la</strong> no es un agregado<br />

casual que pudiera quedar <strong>de</strong>satendido. El intento <strong>de</strong> Nietzsche <strong>de</strong> contemp<strong>la</strong>r <strong>la</strong>s cosas<br />

humanas “más allá <strong>de</strong>l bien y <strong>de</strong>l mal” no está siempre a <strong>la</strong> altura <strong>de</strong> su p<strong>la</strong>nteamiento<br />

problemático fundamental; él cae frecuentemente en un sordo biologismo; hab<strong>la</strong> <strong>de</strong>l<br />

humano ser como si pudiera ver y juzgar con ojos extrahumanos, por <strong>de</strong>cirlo así, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> perspectiva <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida-total misma. Su visión <strong>de</strong> los fenómenos vitales <strong>de</strong>l hombre,<br />

supuestamente libre <strong>de</strong> <strong>la</strong> moralina, sobrepasa <strong>de</strong>senfrenadamente <strong>la</strong> situación<br />

<strong>existencia</strong>l únicamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> cual po<strong>de</strong>mos hab<strong>la</strong>r, preguntar y tazar. Nunca vemos<br />

con los ojos <strong>de</strong> un dios o <strong>de</strong> <strong>la</strong> pan-naturaleza a nuestra vida, sino siempre nos<br />

comportamos sólo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> nuestra vida con respecto a nuestra <strong>existencia</strong>. Y en nuestra<br />

<strong>existencia</strong> nos comportamos con respecto a <strong>la</strong>s cosas, <strong>la</strong> naturaleza, <strong>la</strong> historia, <strong>la</strong><br />

totalidad <strong>de</strong>l mundo, el <strong>de</strong>stino. Da quizás <strong>la</strong> impresión que le daríamos <strong>de</strong>masiado peso<br />

a <strong>la</strong> situación <strong>existencia</strong>l, que enfatizaríamos excesivamente <strong>la</strong> función, que nosotros,<br />

los que vivenciamos, rec<strong>la</strong>mamos para <strong>la</strong> obtención <strong>de</strong> “verda<strong>de</strong>s” <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong>.<br />

Pero, <strong>de</strong> hecho, no hemos enfatizado esto <strong>de</strong> ninguna manera <strong>de</strong> modo <strong>de</strong>cisivo,<br />

aquí se nos ofrece el primer cabo <strong>de</strong> un problema. El opinar habitual no ve en esto, en<br />

absoluto, una pregunta seria. Parece evi<strong>de</strong>nte hasta <strong>la</strong> saciedad, que cada cual pue<strong>de</strong><br />

hab<strong>la</strong>r sólo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su situación, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su lugar, su posición. Un ejemplo banal: todos<br />

vemos esta tarima, pero cada cual <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una perspectiva distinta; cada cual tiene una<br />

donación <strong>de</strong> un perfil, un aspecto, que sólo consta así para él – pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cual pue<strong>de</strong><br />

ver el todo; cada cual pue<strong>de</strong> intercambiar su sitio con cualquier otro, y tener luego <strong>la</strong><br />

perspectiva que antes tenía el otro. Una cosa espacial persistente ofrece así <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sí<br />

misma una multiplicidad <strong>de</strong> perspectivas que están en una conexión regu<strong>la</strong>da,<br />

sistemática. Cada sitio que ro<strong>de</strong>a a esta cosa espacial persistente predispone una ocasión<br />

<strong>de</strong> perspectiva. La misma cosa se ve <strong>de</strong> distinta manera <strong>de</strong>s<strong>de</strong> “aquí” que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> “allá” y<br />

es, pues, <strong>la</strong> misma tarima. La multiplicidad <strong>de</strong> vistas ocasionales ya está abierta por <strong>la</strong><br />

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