Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel

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Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ 25. Estructura de la antropología existencial Nuestro análisis del juego concluyó con una señal a la relación de juego y fiesta. En la economía de la vida adviene al juego la especial significación de la liberación aligeradora ; casi puede decirse: de la salvación. Hace feliz en tanto trae la existencia ante sí misma, la hace intuible en el espejo de una apariencia irreal precisamente en su constitución esencial, sin cargar este encuentro consigo misma con la tensión pesada, fatigosa, del pensar. El juego logra más fácilmente y en una claridad imaginativa lo que la reflexión pensante sólo consigue a través de una turbación y perturbación insoslayable de la ingenuidad de la vida humana: precisamente la autopresentación de la existencia. El juego permite que aparezca el sentido. Esto vale tanto para el juego infantil que parece inocuo como para la tragedia. Se desestima el juego de los niños cuando se lo describe como un mero juego de imitación que llegaría a tener un valor de representación; en la medida en que imitase la vida llena de sentido de los adultos quedaría atrapado en una ulterior relación mimética. La mimesis es, pues, el modo de poner expresamente un sentido en imagen [y], representando, dejar aparecer. La imitación, la mimesis, es ella misma un modo destacado del comportamiento productivo. Una comparación entre juego e imagen se haya próxima; la comparación no es del todo inofensiva, sobretodo porque Platón la utilizó en su lucha contra los poetas, para una acentuación erísticamente considerada de la “irrealidad” perteneciente al juego. Para Platón se trataba de un certamen entre el arte conceptual socrático y la interpretación vital enraizada en el mito de Homero y de los trágicos. Se trataba de hacer no creíble la verdad de la poesía cargada de imágenes simbólicas, de levantar el pensar sobre la intuición. La fundamentación de la metafísica se realizó en una declaración de guerra a la sensibilidad, como una determinación del lugar de la verdad en relación a las ideas supra-sensibles, como un desechar el juego poético debido a su poder seductor mágico. Con gran maestría y con una dialéctica ya refinada polemiza Platón contra el momento de la irrealidad que, como vimos, de hecho pertenece al juego; afirma que la apariencia lúdica del mundo procede de la llana realidad de cualesquiera cosas, de las cuales sería mera copia – y porque las cosas sensorialmente intuibles de nuestro entorno habitual serían ya copias sombrías de las ideas verdaderasreales, eternas, arquetípicas, por ello estaría el poeta, en vez de morar en la verdad, de 262

Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ hecho “tres niveles abajo” 52 de ella, sería el imitador del imitador: como el artesano que construye una mesa o una cama necesita ya de la mirada previa directriz al prototipo de la idea de mesa o cama, con el fin de imitar el arquetipo imperecedero en la materia perecedera, así imita el poeta de nuevo al artesano, él sería en el fondo un artesano, un técnico, pero precisamente sólo en el arte lamentable de terminar una cosa en la mera apariencia. El desenmascaramiento del arte homérico-trágico como un mero ilusionismo es la meta del combate de Platón. Con ello ha creado el modo de contemplación que ve el momento de irrealidad del juego humano como una defecto, como algo que mejor no debería ser. La apariencia lúdica del mundo se mide según el parámetro que está dirigido a la realidad de la idea sólo accesible en el pensar. Pero el problema es precisamente si el jugar finalmente deba medirse desde el pensar. Una imagen, sea ella o no una copia de una cosa llanamente real, tiene en sí ciertamente el momento de la “apariencia irreal”, precisamente en tanto momento estructural: “mundo de imagen”. Con ello la imagen misma no es “irreal” – es más bien la realidad de una cosa extraña que trae algo al aparecer en una esfera ya preparada de “apariencia”. La imagen sólo puede aparecer en el medio de su mundo de imagen. Y es incorrecto interpretar como defecto lo que constituye su específica efectividad. La “irrealidad” del mundo de imagen, en tanto momento estructural de la imagen, es la condición de posibilidad del señalar imaginativo. De modo análogo sucede también con el juego. Sólo porque el juego abre en sí el “mundo lúdico” irreal, imaginario, porque crea la “escena” y “se hace patente” para la comunidad lúdica de los espectadores, puede significar – las tablas del escenario pueden significar el mundo. La fiesta es ella misma la situación lúdica notable de una asociación vital cerrada, que acaso, como la polis antigua o el Helenismo, alcanza en los juegos festivos una autointuición de su mundo, una interpretación existencial imaginativo-simbólica y que se sabe puesta en la parousía de todos los poderes santificadores y terribles. El juego-fiesta trae la presentación de la esencia de todas las cosas, la profundidad terráquea ctónica con sus dioses subterráneos que protegen el juramento, el poder de la Némesis, la pequeñez de las cosas humanas ante el imperar del destino, la maldición sobre razas poderosas como lo Átridas, culpa y expiación incomprensible. La existencia en toda su amplitud y esencial profundidad, en pena y alegría, en su aspecto trágico y, a la vez, cómico se expone a la comunidad del juego festivo de tal modo que aquí arte y religión mítica se amalgaman en una unidad 52 Rep. 597e 6-8, 602c 1-2 263

Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

25. Estructura <strong>de</strong> <strong>la</strong> antropología <strong>existencia</strong>l<br />

Nuestro análisis <strong>de</strong>l juego concluyó con una señal a <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> juego y fiesta. En <strong>la</strong><br />

economía <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida adviene al juego <strong>la</strong> especial significación <strong>de</strong> <strong>la</strong> liberación<br />

aligeradora ; casi pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse: <strong>de</strong> <strong>la</strong> salvación. Hace feliz en tanto trae <strong>la</strong> <strong>existencia</strong><br />

ante sí misma, <strong>la</strong> hace intuible en el espejo <strong>de</strong> una apariencia irreal precisamente en su<br />

constitución esencial, sin cargar este encuentro consigo misma con <strong>la</strong> tensión pesada,<br />

fatigosa, <strong>de</strong>l pensar. El juego logra más fácilmente y en una c<strong>la</strong>ridad imaginativa lo que<br />

<strong>la</strong> reflexión pensante sólo consigue a través <strong>de</strong> una turbación y perturbación<br />

insos<strong>la</strong>yable <strong>de</strong> <strong>la</strong> ingenuidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida humana: precisamente <strong>la</strong> autopresentación <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

<strong>existencia</strong>. El juego permite que aparezca el sentido. Esto vale tanto para el juego<br />

infantil que parece inocuo como para <strong>la</strong> tragedia. Se <strong>de</strong>sestima el juego <strong>de</strong> los niños<br />

cuando se lo <strong>de</strong>scribe como un mero juego <strong>de</strong> imitación que llegaría a tener un valor <strong>de</strong><br />

representación; en <strong>la</strong> medida en que imitase <strong>la</strong> vida llena <strong>de</strong> sentido <strong>de</strong> los adultos<br />

quedaría atrapado en una ulterior re<strong>la</strong>ción mimética. La mimesis es, pues, el modo <strong>de</strong><br />

poner expresamente un sentido en imagen [y], representando, <strong>de</strong>jar aparecer. La<br />

imitación, <strong>la</strong> mimesis, es el<strong>la</strong> misma un modo <strong>de</strong>stacado <strong>de</strong>l comportamiento<br />

productivo. Una comparación entre juego e imagen se haya próxima; <strong>la</strong> comparación no<br />

es <strong>de</strong>l todo inofensiva, sobretodo porque P<strong>la</strong>tón <strong>la</strong> utilizó en su lucha contra los poetas,<br />

para una acentuación erísticamente consi<strong>de</strong>rada <strong>de</strong> <strong>la</strong> “irrealidad” perteneciente al<br />

juego. Para P<strong>la</strong>tón se trataba <strong>de</strong> un certamen entre el arte conceptual socrático y <strong>la</strong><br />

interpretación vital enraizada en el mito <strong>de</strong> Homero y <strong>de</strong> los trágicos. Se trataba <strong>de</strong><br />

hacer no creíble <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong> <strong>la</strong> poesía cargada <strong>de</strong> imágenes simbólicas, <strong>de</strong> levantar el<br />

pensar sobre <strong>la</strong> intuición. La fundamentación <strong>de</strong> <strong>la</strong> metafísica se realizó en una<br />

<strong>de</strong>c<strong>la</strong>ración <strong>de</strong> guerra a <strong>la</strong> sensibilidad, como una <strong>de</strong>terminación <strong>de</strong>l lugar <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad<br />

en re<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as supra-sensibles, como un <strong>de</strong>sechar el juego poético <strong>de</strong>bido a su<br />

po<strong>de</strong>r seductor mágico. Con gran maestría y con una dialéctica ya refinada polemiza<br />

P<strong>la</strong>tón contra el momento <strong>de</strong> <strong>la</strong> irrealidad que, como vimos, <strong>de</strong> hecho pertenece al<br />

juego; afirma que <strong>la</strong> apariencia lúdica <strong>de</strong>l mundo proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> l<strong>la</strong>na realidad <strong>de</strong><br />

cualesquiera cosas, <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cuales sería mera copia – y porque <strong>la</strong>s cosas sensorialmente<br />

intuibles <strong>de</strong> nuestro entorno habitual serían ya copias sombrías <strong>de</strong> <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as verda<strong>de</strong>rasreales,<br />

eternas, arquetípicas, por ello estaría el poeta, en vez <strong>de</strong> morar en <strong>la</strong> verdad, <strong>de</strong><br />

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