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Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel

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Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

En <strong>la</strong>s socieda<strong>de</strong>s arcaicas también se concibe <strong>la</strong> fiesta como <strong>la</strong> conjura mágicohechizante<br />

<strong>de</strong> los po<strong>de</strong>res supra-humanos, como <strong>la</strong> invocación <strong>de</strong> los <strong>de</strong>monios<br />

favorablemente predispuestos, como expulsión <strong>de</strong> los gnomos malvados, como una<br />

notable oportunidad para <strong>la</strong> epifanía <strong>de</strong> los dioses. La cena festiva se convierte en cena<br />

sacrificial cúltica en <strong>la</strong> cual los mortales se amalgaman con los inmortales, gozando el<br />

cuerpo <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra en el pan y su sangre en el vino. El teatro reúne <strong>la</strong> comunidad cúltica<br />

en el gran juego que significa e interpreta el mundo, reve<strong>la</strong> en imagen, en <strong>la</strong>s figuras<br />

enmascaradas <strong>de</strong> <strong>la</strong> escena mundanal lúdica, a los dioses y semidioses, que <strong>de</strong> otro<br />

modo se sustraen a los ojos humanos. La función representativa <strong>de</strong>l juego se efectúa<br />

aquí, en cierto modo, <strong>de</strong> dos formas, una vez como <strong>la</strong> función vicaria <strong>de</strong> una figura<br />

mundanal lúdica para algo que tiene <strong>la</strong> supra-realidad <strong>de</strong> lo ente y, luego, como <strong>la</strong><br />

función vicaria <strong>de</strong> una escenografía para <strong>la</strong> totalidad <strong>de</strong>l mundo. En re<strong>la</strong>ción con los<br />

dioses no se mantiene, pues, el hombre en un mero vínculo consigo mismo o sus<br />

iguales, él se vincu<strong>la</strong>, sobre <strong>la</strong> base <strong>de</strong> <strong>la</strong> creencia, con entes a los cuales les confía <strong>la</strong><br />

regencia <strong>de</strong>l mundo. Lo humano se <strong>de</strong>ja simbolizar manifiestamente <strong>de</strong> modo más fácil<br />

en el juego humano, que aquellos entes elucubrados, que no trabajan, luchan, aman ni<br />

mueren como nosotros. El dios sabe siempre <strong>de</strong> <strong>la</strong> totalidad, sus ojos c<strong>la</strong>rivi<strong>de</strong>ntes<br />

atraviesan sin esfuerzo <strong>de</strong> un confín a otro confín el mundo, sin esfuerzo remece – dice<br />

Anaxágoras – el todo con su po<strong>de</strong>r pensante. Si hay tales entes no lo sabemos con<br />

seguridad confiable, in<strong>de</strong>smentible. Que en el juego humano hayan personajes <strong>de</strong> dioses<br />

– y los hay <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que el hombre juega, aún no es prueba que existan. El juego no pue<strong>de</strong><br />

sólo <strong>de</strong>jar que al fenómeno mundanal lúdico llegue lo que fuera <strong>de</strong>l juego existe en los<br />

ámbitos vitales <strong>de</strong>l trabajo, dominio, etc. El juego no es continua y exclusivamente un<br />

espejo <strong>de</strong> <strong>la</strong> realidad dotado <strong>de</strong> sentido, no todo lo que pue<strong>de</strong> ser jugado tiene por ello<br />

ya que subsistir – el juego pue<strong>de</strong> repetir lúdicamente su propia fuerza fabu<strong>la</strong>dora y traer<br />

<strong>la</strong>s criaturas oníricas <strong>de</strong> <strong>la</strong> fantasía a una presencia imaginaria. La fantasía <strong>de</strong>l poeta ha<br />

producido entes fabulosos <strong>de</strong> especies múltiples, sirenas y lémures; <strong>la</strong> quimera consiste<br />

en <strong>la</strong> representación. El juego humano es, sin duda, más que un mero “figurarse”<br />

cualesquiera imágenes ilusorias, más que un comportamiento sólo representacional. En<br />

su visión pragmática y objetualizadora, el juego abre posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> escenas<br />

mundanales lúdicas, que precisamente están puestas ante nuestros ojos en <strong>la</strong> dimensión<br />

<strong>de</strong> una apariencia fenoménica. Los dioses entran en el juego humano, tienen en ello una<br />

“estadía”, a saber, <strong>de</strong> un modo penetrante que nos hechiza. El culto, el mito, <strong>la</strong> religión<br />

tiene, en tanto es <strong>de</strong> origen humano como el arte, hondas raíces en el fenómeno<br />

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