Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel

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Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ juega con su muñeca se muestra segura y sabedora en pasadizos entre “mundos”, va sin esfuerzo del mundo real al imaginario y viceversa, puede incluso estar al mismo tiempo en ambos. Ella no es víctima de una confusión, tampoco de un autoengaño, ella sabe al mismo tiempo de la muñeca como juguete y del rol lúdico de la muñeca y de sí misma. El mundo del juego no está ni en ninguna parte ni en ningún momento y, sin embargo, tiene un espacio lúdico en el espacio real y un tiempo lúdico en el tiempo real. Las medidas de estos espacios y tiempos dobles no necesitan cubrirse, una hora de “juego” puede abarcar una vida. Mundo del juego tiene su propio presente inmanente. El yojugador y el yo-mundo-lúdico tienen que ser diferenciados a pesar de ser la misma persona. Esta ipseidad es el presupuesto para la diferencia de la persona real y su “rol”. Una cierta analogía entre imagen y juego nos puede aclarar aquello. Cuando contemplamos una imagen que representa cualquier cosa objetiva, podemos distinguir del modo más corriente: la cosa-cuadro, que cuelga de la pared, que consiste de tela, colores, marco, y el paisaje representado. Vemos a la vez las partes reales de que consta y las cosas presentes en el cuadro. El color de la tela no nos encubre el color del cielo en el paisaje del cuadro, al contrario, vemos a través del color de la tela los colores de las cosas en el cuadro. También podemos distinguir aquí los colores simplemente reales y los colores representados; podemos distinguir, por una parte, el lugar espacial y el tamaño espacial del objeto total “cuadro” y, [por otra parte], la espacialidad en el cuadro y el tamaño pintado de cosas en el cuadro. En un cuadro que representa un paisaje vemos, como a través de una ventana, hacia lo abierto – de modo similar y a la vez no exactamente así. El cuadro libera una mirada hacia un “mundo de imagen” – a través de un pedazo espacial estrechamente delimitado, que está encerrado por el marco del cuadro, vemos un “paisaje” y sabemos que él no está tras la pared del cuadro, que el cuadro actúa de modo similar a una ventana y que en verdad no lo es. Una ventana permite ver desde un espacio cerrado a lo abierto, una imagen nos brinda la mirada a un “mundo de imagen” que vemos fragmentariamente. El espacio abierto ante la ventana coincide de modo continuo con el espacio de la habitación. Al contrario, el espacio de la habitación no se transpone de modo continuo en el espacio del paisaje del cuadro, aquel determina sólo lo que en el cuadro es “real”, la tela pintada. El espacio del mundo de imagen no es un pedazo del espacio real en el cual el cuadro como cosa tiene lugar. Pero, en un lugar del espacio real, vemos hacia dentro en el espacio “irreal” del paisaje de mundo de imagen. La representación del espacio irreal emplea el real, sin confundirse con él. No se trata de aquello en que descansa el fenómeno ilusorio, o mejor 236

Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ imaginario, del paisaje del mundo de imagen– si acaso y cómo se utilizan efectos ilusorios después de que han sido reconocidos y dominados como medios artísticos para la producción de una apariencia ideal. Dentro de nuestro contexto es importante prestar atención al modo corriente como enfrentamos la distinción entre el cuadro mismo y el “mundo de imagen” representado en él (sin utilizar estas distinciones conceptuales). No confundimos dos ámbitos, el campo de las cosas reales y de los objetos intra-pictóricos – o si acaso alguna vez se produjera una tal equivocación y confusión, no percibiríamos en absoluto ningún “cuadro”. La percepción del cuadro (dejando completamente aquí de lado toda pregunta estética) se relaciona con una “apariencia” objetiva a disposición, que representa el medio para la mirada al paisaje del mundo de imagen. Por otra parte, en el mundo de imagen mismo está la realidad, no la auténtica en la cual vivimos, sufrimos y obramos, sino una “realidad”-como-si. En el paisaje del mundo de imagen, también podemos figurarnos de modo representativo a seres humanos, para los cuales, pues, el mundo de imagen significa su “entorno real”; ellos son los sujetos inmanentesal-mundo-pictórico, mientras que nosotros, los espectadores del cuadro, somos los sujetos de la percepción-del-cuadro. Nuestra situación es otra que la de los hombres representados en el cuadro. Vemos el cuadro y vemos, al mismo tiempo, intrapictóricamente, nos encontramos en una coexistencia perceptual real con los otros espectadores del cuadro y en una coexistencia-como-si con los personajes en el mundo de imagen. Pero el estado de la cuestión es mucho más complicado. Porque cada cuadro, independientemente del “mundo de imagen” que le es propio, siempre necesita de un soporte real (tela, color, fenómeno especular, etc.) y, en este sentido, es un pedazo de simple realidad, [cada] cuadro puede ser también representado figurativamente y entonces tenemos repeticiones (iteraciones) de la figuratividad. Acaso un cuadro represente un “interieur”, un espacio interno cultivado con espejos y cuadros en la pared. Entonces la escenografía del mundo de imagen se comporta con respecto a los cuadros que se presentan en ella, como nuestra realidad [se comporta con respecto] la totalidad del cuadro como tal. La modificación-como-si de la “apariencia” figurativa es repetible – podemos representarnos fácilmente cuadros en cuadros de un mundo de cuadros. Pero las relaciones iterativas no son, de ningún modo, fáciles de ver. Sólo en el medio imaginario de la apariencia figurativa aparece posible la repetición, cuya frecuencia es arbitraria, de la relación de la realidad con el mundo pictórico; en sentido estricto una figuratividad de nivel más elevado no agrega nada más al carácter imaginario del cuadro. El cuadro en el cuadro no es más imaginario que el primer 237

Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

imaginario, <strong>de</strong>l paisaje <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> imagen– si acaso y cómo se utilizan efectos<br />

ilusorios <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que han sido reconocidos y dominados como medios artísticos para<br />

<strong>la</strong> producción <strong>de</strong> una apariencia i<strong>de</strong>al. Dentro <strong>de</strong> nuestro contexto es importante prestar<br />

atención al modo corriente como enfrentamos <strong>la</strong> distinción entre el cuadro mismo y el<br />

“mundo <strong>de</strong> imagen” representado en él (sin utilizar estas distinciones conceptuales). No<br />

confundimos dos ámbitos, el campo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas reales y <strong>de</strong> los objetos intra-pictóricos<br />

– o si acaso alguna vez se produjera una tal equivocación y confusión, no percibiríamos<br />

en absoluto ningún “cuadro”. La percepción <strong>de</strong>l cuadro (<strong>de</strong>jando completamente aquí <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>do toda pregunta estética) se re<strong>la</strong>ciona con una “apariencia” objetiva a disposición,<br />

que representa el medio para <strong>la</strong> mirada al paisaje <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> imagen. Por otra parte,<br />

en el mundo <strong>de</strong> imagen mismo está <strong>la</strong> realidad, no <strong>la</strong> auténtica en <strong>la</strong> cual vivimos,<br />

sufrimos y obramos, sino una “realidad”-como-si. En el paisaje <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> imagen,<br />

también po<strong>de</strong>mos figurarnos <strong>de</strong> modo representativo a seres humanos, para los cuales,<br />

pues, el mundo <strong>de</strong> imagen significa su “entorno real”; ellos son los sujetos inmanentesal-mundo-pictórico,<br />

mientras que nosotros, los espectadores <strong>de</strong>l cuadro, somos los<br />

sujetos <strong>de</strong> <strong>la</strong> percepción-<strong>de</strong>l-cuadro. Nuestra situación es otra que <strong>la</strong> <strong>de</strong> los hombres<br />

representados en el cuadro. Vemos el cuadro y vemos, al mismo tiempo,<br />

intrapictóricamente, nos encontramos en una co<strong>existencia</strong> perceptual real con los otros<br />

espectadores <strong>de</strong>l cuadro y en una co<strong>existencia</strong>-como-si con los personajes en el mundo<br />

<strong>de</strong> imagen. Pero el estado <strong>de</strong> <strong>la</strong> cuestión es mucho más complicado. Porque cada<br />

cuadro, in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong>l “mundo <strong>de</strong> imagen” que le es propio, siempre necesita<br />

<strong>de</strong> un soporte real (te<strong>la</strong>, color, fenómeno especu<strong>la</strong>r, etc.) y, en este sentido, es un pedazo<br />

<strong>de</strong> simple realidad, [cada] cuadro pue<strong>de</strong> ser también representado figurativamente y<br />

entonces tenemos repeticiones (iteraciones) <strong>de</strong> <strong>la</strong> figuratividad. Acaso un cuadro<br />

represente un “interieur”, un espacio interno cultivado con espejos y cuadros en <strong>la</strong><br />

pared. Entonces <strong>la</strong> escenografía <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> imagen se comporta con respecto a los<br />

cuadros que se presentan en el<strong>la</strong>, como nuestra realidad [se comporta con respecto] <strong>la</strong><br />

totalidad <strong>de</strong>l cuadro como tal. La modificación-como-si <strong>de</strong> <strong>la</strong> “apariencia” figurativa es<br />

repetible – po<strong>de</strong>mos representarnos fácilmente cuadros en cuadros <strong>de</strong> un mundo <strong>de</strong><br />

cuadros. Pero <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones iterativas no son, <strong>de</strong> ningún modo, fáciles <strong>de</strong> ver. Sólo en el<br />

medio imaginario <strong>de</strong> <strong>la</strong> apariencia figurativa aparece posible <strong>la</strong> repetición, cuya<br />

frecuencia es arbitraria, <strong>de</strong> <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> <strong>la</strong> realidad con el mundo pictórico; en sentido<br />

estricto una figuratividad <strong>de</strong> nivel más elevado no agrega nada más al carácter<br />

imaginario <strong>de</strong>l cuadro. El cuadro en el cuadro no es más imaginario que el primer<br />

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