Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel
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Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ la danza de la luz sobre la faz de las olas, perfiladas de mil maneras, jamás está “desligada”, jamás [es] “libre”, no es un movimiento creador librado a sí mismo. Aquí dominan unívoca e inquebrantablemente las leyes ópticas; los efectos de luz son en tan escasa medida un “juego” como las crestas de las olas, con sus rompientes coronas de espuma, son los potros de blanca melena de Poseidón. Un alma soñadora, sumergida en la bella apariencia, puede utilizar aquí las metáforas poéticas con ingenua potestad – pero no el hombre que piensa, comprende y hace ciencia, o que se las ha con el concepto filosófico del juego. Pero con ello no quiere decirse que no podría o no debería haber una transposición con sentido del pensamiento del juego al ente extrahumano. Donde se realiza una extrapolación metafórica o acaso simbólica del juego, más allá del ámbito del ser humano, tiene que ser críticamente aclarado y probado el derecho, sentido y alcance de una tal transposición de límites. Pero de ninguna manera está permitido entregarse al manierismo semipoético de la contemplación natural estetizante. El problema del “antropomorfismo” es tan antiguo como el esfuerzo conceptual ontológico y cosmológico de la filosofía occidental. La comprensión del ser y del mundo, que nosotros podemos ganar, será siempre e inexorablemente una de tipo humana, es la comprensión del ser y del mundo de una criatura finita, que nace, que ama, que procrea y da a luz, que trabaja y lucha, que juega y que muere. Parménides el eleata hizo el intento de pensar el ser sólo desde sí mismo y, por otra parte, exponer la comprensión humana de ser como una nadería y presa de ilusiones, en cierto modo, de ver pensantemente con los ojos de un dios. Pero al mismo tiempo quedó su pensamiento atado a un camino, a un hodos dizesios (Frg.2), a un camino de la investigación. Lo mismo vale para Hegel que reinterpretó el camino del pensar humano en un camino del ser que se autoconoce en el hombre y a través del hombre. El antropomorfismo no está aún superado cuando se renuncia al ingenuo lenguaje imaginario con el propósito de una conceptualización más rigurosa. Nuestra cabeza, el cerebro pensante, no es menos humano que nuestros órganos de los sentidos. Para el problema del juego esto significa ahora que él es una estructura ontológica del hombre y una vía de ontología humana. Las relaciones que yacen aquí entre juego y comprensión del ser pueden recién ser tenidas a la vista cuando el fenómeno del juego humano se haya interpretado suficientemente en su constitución estructural. Nuestro análisis, hasta aquí, ha renunciado de antemano a aquel modo de contemplación poetizante, que cree encontrar fenómenos lúdicos por doquier donde un desatado discurso ingenuo, en su antropomorfismo, habla de juegos a modo de símil, 234
Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ como el los argénticos brillos de la luna en el agitado mar. El concepto de juego aparentemente “más universal” de acuerdo al cual luna, agua y luz “juegan” todos por igual como el trigal ondulante, el cachorro que se revuelca, el niño humano – o incluso el ángel y el dios – no arroja, en verdad, nada más que un impresión de neutralidad oscilante, de bello arbitrio y armonía escénica. Frente a ella insistimos en la impronta de sentido fundamentalmente humana del juego. Nuestra aclaración, hasta aquí, ha destacado, por de pronto, los momentos culmines: el temple del goce que puede abarcar también su contrario, tristeza, sufrimiento, desesperación; el “puro presente” que descansa en sí mismo, que no está arrollado por el futurismo del resto de nuestro vivir; luego hemos pasado a la aclaración de la regla del juego como una autoposición y autodelimitación del jugador y con ello al carácter fundamentalmente comunicativo, al jugar conjunto y entre sí, a la comunidad de juego; para finalmente esbozar la diferencia sutil ente “medio de juego” y “juguete”. Para nosotros es especialmente importante la distinción entre una perspectiva externa en relación a un juego ajeno en el cual no participamos y la perspectiva interna del jugador con respecto a su propio juego. La actividad del jugador es un peculiar tipo de producción, la producción de una “apariencia”, una creación imaginaria y que, al mismo tiempo, es nada, que es más bien la producción de una irrealidad, que tiene una fuerza fascinante, encantadora y arrobadora, que no está enfrente del jugador, que precisamente lo arrastra hacia sí. El concepto “jugador” es tan ambiguo como el concepto “juguete”. Como este último es una cosa real en el mundo real y, al mismo tiempo, una cosa en el imaginario mundoapariencia, con referencias sólo allí válidas, así es también el jugador, hombre que juega y también hombre de acuerdo con el “rol en el juego”. Los jugadores se sumergen, por decirlo así, en sus personajes, “descienden” y cubren con su comportamiento representado su comportamiento lúdico. El “mundo del juego” es el concepto fundamental para la exégesis de cada juego de representación. Este mundo del juego no es completamente independiente de la interioridad de los entes y de su vida anímica, como tampoco lo es el mundo real de las cosas que chocan duramente en el espacio. El mundo del juego no está afuera ni adentro; está tanto afuera como una zona imaginaria delimitada, cuyos límites conocen y respetan los jugadores reunidos, como a la vez adentro, en las representaciones, pensamientos y fantasías de los propios jugadores. La determinación-local de un “mundo del juego” es extraordinariamente difícil. La fijación conceptual resulta fatigosa precisamente frente a un fenómeno que cada niño llega a realizar. La pequeña niña que 235
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Eugen Fink<br />
Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />
como el los argénticos brillos <strong>de</strong> <strong>la</strong> luna en el agitado mar. El concepto <strong>de</strong> juego<br />
aparentemente “más universal” <strong>de</strong> acuerdo al cual luna, agua y luz “juegan” todos por<br />
igual como el trigal ondu<strong>la</strong>nte, el cachorro que se revuelca, el niño humano – o incluso<br />
el ángel y el dios – no arroja, en verdad, nada más que un impresión <strong>de</strong> neutralidad<br />
osci<strong>la</strong>nte, <strong>de</strong> bello arbitrio y armonía escénica. Frente a el<strong>la</strong> insistimos en <strong>la</strong> impronta <strong>de</strong><br />
sentido fundamentalmente humana <strong>de</strong>l juego. Nuestra ac<strong>la</strong>ración, hasta aquí, ha<br />
<strong>de</strong>stacado, por <strong>de</strong> pronto, los momentos culmines: el temple <strong>de</strong>l goce que pue<strong>de</strong> abarcar<br />
también su contrario, tristeza, sufrimiento, <strong>de</strong>sesperación; el “puro presente” que<br />
<strong>de</strong>scansa en sí mismo, que no está arrol<strong>la</strong>do por el futurismo <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> nuestro vivir;<br />
luego hemos pasado a <strong>la</strong> ac<strong>la</strong>ración <strong>de</strong> <strong>la</strong> reg<strong>la</strong> <strong>de</strong>l juego como una autoposición y<br />
auto<strong>de</strong>limitación <strong>de</strong>l jugador y con ello al carácter fundamentalmente comunicativo, al<br />
jugar conjunto y entre sí, a <strong>la</strong> comunidad <strong>de</strong> juego; para finalmente esbozar <strong>la</strong> diferencia<br />
sutil ente “medio <strong>de</strong> juego” y “juguete”. Para nosotros es especialmente importante <strong>la</strong><br />
distinción entre una perspectiva externa en re<strong>la</strong>ción a un juego ajeno en el cual no<br />
participamos y <strong>la</strong> perspectiva interna <strong>de</strong>l jugador con respecto a su propio juego. La<br />
actividad <strong>de</strong>l jugador es un peculiar tipo <strong>de</strong> producción, <strong>la</strong> producción <strong>de</strong> una<br />
“apariencia”, una creación imaginaria y que, al mismo tiempo, es nada, que es más bien<br />
<strong>la</strong> producción <strong>de</strong> una irrealidad, que tiene una fuerza fascinante, encantadora y<br />
arrobadora, que no está enfrente <strong>de</strong>l jugador, que precisamente lo arrastra hacia sí. El<br />
concepto “jugador” es tan ambiguo como el concepto “juguete”. Como este último es<br />
una cosa real en el mundo real y, al mismo tiempo, una cosa en el imaginario mundoapariencia,<br />
con referencias sólo allí válidas, así es también el jugador, hombre que juega<br />
y también hombre <strong>de</strong> acuerdo con el “rol en el juego”. Los jugadores se sumergen, por<br />
<strong>de</strong>cirlo así, en sus personajes, “<strong>de</strong>scien<strong>de</strong>n” y cubren con su comportamiento<br />
representado su comportamiento lúdico.<br />
El “mundo <strong>de</strong>l juego” es el concepto fundamental para <strong>la</strong> exégesis <strong>de</strong> cada juego<br />
<strong>de</strong> representación. Este mundo <strong>de</strong>l juego no es completamente in<strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
interioridad <strong>de</strong> los entes y <strong>de</strong> su vida anímica, como tampoco lo es el mundo real <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />
cosas que chocan duramente en el espacio. El mundo <strong>de</strong>l juego no está afuera ni<br />
a<strong>de</strong>ntro; está tanto afuera como una zona imaginaria <strong>de</strong>limitada, cuyos límites conocen<br />
y respetan los jugadores reunidos, como a <strong>la</strong> vez a<strong>de</strong>ntro, en <strong>la</strong>s representaciones,<br />
pensamientos y fantasías <strong>de</strong> los propios jugadores. La <strong>de</strong>terminación-local <strong>de</strong> un<br />
“mundo <strong>de</strong>l juego” es extraordinariamente difícil. La fijación conceptual resulta fatigosa<br />
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