Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel

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23.01.2015 Views

Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ costumbres y usos establecidos, reglas y disposiciones vinculantes. El juego, en tanto sondeo de posibilidades, tiene una enorme significación en la economía de la praxis social, si bien su sentido existencial jamás se agota en esta función. Una antropología filosófica tiene que ir más allá de una concepción empírica de los juegos humanos y, sobre todo, debe elaborar la estructura de principio, la constitución ontológica y la comprensión ontológica inmanente del juego. Difícil es la delimitación del juego humano frente a lo que se designa precisamente como juego de los animales en la investigación biológico-zoológica del comportamiento. ¿No hay indesmentiblemente en el reino animal numerosos y variados modos de comportamiento que debemos designar como un “jugar” ¿No podemos encontrar otra expresión para ello Sobre todo el comportamiento de los cachorros parece emparentado de muchas formas con el de los niños, en cuanto a su estilo conductual sorprendentemente similar. El recíproco cazar y huir, el juego de captura, la puesta a prueba de las fuerzas crecientes en riñas y aparente lucha, la inquietud, la urgentemente vital descarga de fuerza y alegría vital, la conocemos tanto en el animal como en el hombre. Desde su modo de presentarse hay similitudes notables. Sin embargo, hay similitudes entre el hombre y el animal no sólo en modo de comportamiento de las crías humanas y animales – en tanto ser vivo, en tanto “animal” estamos emparentados y somos similares al animal en innumerables rasgos, tan similares y emparentados que el hombre, desde milenios, busca siempre una y otra vez nuevas fórmulas para distinguirse del animal. La antropología tiene quizás uno de sus más fuertes impulsos en esta voluntad de diferenciación. El animal teme al hombre, al menos el animal salvaje en su instinto todavía no quebrantado nos hace una finta, huye del perturbador de la paz de la naturaleza, pero él no se “distingue” de nosotros. El hombre es la criatura natural que sin cesar traza los límites que él mismo se pone contra el fundamento natural, contra la naturaleza en torno a él y en él – el desdichado animal que ha caído fuera del alero de instintos que guían con seguridad, que tiene que oponerse – que no es lisa y llanamente simple, sino que, más bien, está reflejado, remitido a su ser, que se comporta con respecto a sí mismo y con respecto al ser de todo lo ente, que busca continuamente el camino perdido y requiere fórmulas para su autocomprensión, que se siente como la “cúspide de la creación” a “imagen y semejanza de Dios”, como el lugar donde todo lo que es llega a la palabra – o como recipiente del espíritu del mundo. El espíritu humano ha planteado ya muchas fórmulas para afirmarse en su unicidad y su tremenda relevancia, para distanciarse de todas las otras criaturas 230

Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ naturales. Y puede ser difícil separar, en tales distinciones, lo que proviene de nuestro orgullo, de nuestra soberbia y de la diáfana verdad. Puede que varias de estas fórmulas sean falsas – [pero] que nos distinguimos y existimos en tales distinciones, es cierto. El acto humano de la conceptualización de sí mismo tiene como presupuesto la contraposición con respecto a todos los otros seres. El animal no juega en el trato fantasioso con posibilidades, no juega comportándose con respecto a una apariencia imaginaria. Lo humano-específico del juego no puede ponerse a la vista desde la perspectiva de la investigación del comportamiento. El aseguramiento del concepto de juego, que mienta un fenómeno fundamental de nuestra existencia, en contraste con el uso más amplio y vago de la palabra “juego”, en el marco de una investigación zoológica del comportamiento, sigue siendo una tarea urgente de meditación filosófica, que llegará a ser tanto más urgente, cuanto más fructíferos se ofrezcan los hallazgos de la psicología animal. Que el hombre requiere una “antropología”, una autocomprensión conceptual, que vive con una imagen de sí mismo proyectada por él mismo, con una visión de su tarea, con una determinación local de su ubicación, con un sondeo de su posición en el cosmos – que sólo se puede comprender si, al mismo tiempo, se contrapone a todos los otros ámbitos de lo ente y se comporta con respecto al todo en su conjunto, con respecto al universo; esto es ello mismo un dato antropológico de enorme relevancia. El animal no tiene “zoología” y no necesita ninguna y mucho menos tiene – en cierto modo, visto desde la contraparte – una “antropología”. Ciertamente conoce el animal doméstico al hombre, el perro a su amo, el animal salvaje a su enemigo. Pero tal conocimiento del ente de otra especie no es parte constitutiva de un autoconocimiento. La antropología no es una ciencia más, una cualquiera en la larga lista de las ciencias humanas. No somos nunca un “tema” para nosotros, como la materia natural, la materia sin vida, tampoco como el reino vegetal y la animalidad. En sí mismo está el hombre infinitamente interesado y por mor de sí mismo investiga el mundo objetivo. Todo conocimiento de cosas en última instancia es por mor del autoconocimiento. Todas las ciencias volcadas hacia fuera se arraigan en un interés antropológico del hombre en sí mismo. El sujeto de todas las ciencias busca en la antropología el concepto verdadero de sí mismo, a saber, el concepto de sí como el ser que comprende. La posición excepcional de la antropología – no sólo en el sistema de las ciencias ejecutadas por el hombre, sino también en el conjunto de todos los intereses e impulsos humanos – se funda pues, en definitiva, en el autocuidado y autopreocupación originarios de la existencia [Existenz] humana. El trabajo es una expresión clara de tal autocuidado; sólo 231

Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

naturales. Y pue<strong>de</strong> ser difícil separar, en tales distinciones, lo que proviene <strong>de</strong> nuestro<br />

orgullo, <strong>de</strong> nuestra soberbia y <strong>de</strong> <strong>la</strong> diáfana verdad. Pue<strong>de</strong> que varias <strong>de</strong> estas fórmu<strong>la</strong>s<br />

sean falsas – [pero] que nos distinguimos y existimos en tales distinciones, es cierto. El<br />

acto humano <strong>de</strong> <strong>la</strong> conceptualización <strong>de</strong> sí mismo tiene como presupuesto <strong>la</strong><br />

contraposición con respecto a todos los otros seres. El animal no juega en el trato<br />

fantasioso con posibilida<strong>de</strong>s, no juega comportándose con respecto a una apariencia<br />

imaginaria. Lo humano-específico <strong>de</strong>l juego no pue<strong>de</strong> ponerse a <strong>la</strong> vista <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

perspectiva <strong>de</strong> <strong>la</strong> investigación <strong>de</strong>l comportamiento. El aseguramiento <strong>de</strong>l concepto <strong>de</strong><br />

juego, que mienta un fenómeno fundamental <strong>de</strong> nuestra <strong>existencia</strong>, en contraste con el<br />

uso más amplio y vago <strong>de</strong> <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra “juego”, en el marco <strong>de</strong> una investigación<br />

zoológica <strong>de</strong>l comportamiento, sigue siendo una tarea urgente <strong>de</strong> meditación filosófica,<br />

que llegará a ser tanto más urgente, cuanto más fructíferos se ofrezcan los hal<strong>la</strong>zgos <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> psicología animal. Que el hombre requiere una “antropología”, una autocomprensión<br />

conceptual, que vive con una imagen <strong>de</strong> sí mismo proyectada por él mismo, con una<br />

visión <strong>de</strong> su tarea, con una <strong>de</strong>terminación local <strong>de</strong> su ubicación, con un son<strong>de</strong>o <strong>de</strong> su<br />

posición en el cosmos – que sólo se pue<strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r si, al mismo tiempo, se<br />

contrapone a todos los otros ámbitos <strong>de</strong> lo ente y se comporta con respecto al todo en su<br />

conjunto, con respecto al universo; esto es ello mismo un dato antropológico <strong>de</strong> enorme<br />

relevancia. El animal no tiene “zoología” y no necesita ninguna y mucho menos tiene –<br />

en cierto modo, visto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> contraparte – una “antropología”. Ciertamente conoce el<br />

animal doméstico al hombre, el perro a su amo, el animal salvaje a su enemigo. Pero tal<br />

conocimiento <strong>de</strong>l ente <strong>de</strong> otra especie no es parte constitutiva <strong>de</strong> un autoconocimiento.<br />

La antropología no es una ciencia más, una cualquiera en <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga lista <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ciencias<br />

humanas. No somos nunca un “tema” para nosotros, como <strong>la</strong> materia natural, <strong>la</strong> materia<br />

sin vida, tampoco como el reino vegetal y <strong>la</strong> animalidad. En sí mismo está el hombre<br />

infinitamente interesado y por mor <strong>de</strong> sí mismo investiga el mundo objetivo. Todo<br />

conocimiento <strong>de</strong> cosas en última instancia es por mor <strong>de</strong>l autoconocimiento. Todas <strong>la</strong>s<br />

ciencias volcadas hacia fuera se arraigan en un interés antropológico <strong>de</strong>l hombre en sí<br />

mismo. El sujeto <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s ciencias busca en <strong>la</strong> antropología el concepto verda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong><br />

sí mismo, a saber, el concepto <strong>de</strong> sí como el ser que compren<strong>de</strong>. La posición<br />

excepcional <strong>de</strong> <strong>la</strong> antropología – no sólo en el sistema <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ciencias ejecutadas por el<br />

hombre, sino también en el conjunto <strong>de</strong> todos los intereses e impulsos humanos – se<br />

funda pues, en <strong>de</strong>finitiva, en el autocuidado y autopreocupación originarios <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

<strong>existencia</strong> [Existenz] humana. El trabajo es una expresión c<strong>la</strong>ra <strong>de</strong> tal autocuidado; sólo<br />

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