Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel
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Eugen Fink<br />
Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />
costumbres y usos establecidos, reg<strong>la</strong>s y disposiciones vincu<strong>la</strong>ntes. El juego, en tanto<br />
son<strong>de</strong>o <strong>de</strong> posibilida<strong>de</strong>s, tiene una enorme significación en <strong>la</strong> economía <strong>de</strong> <strong>la</strong> praxis<br />
social, si bien su sentido <strong>existencia</strong>l jamás se agota en esta función. Una antropología<br />
filosófica tiene que ir más allá <strong>de</strong> una concepción empírica <strong>de</strong> los juegos humanos y,<br />
sobre todo, <strong>de</strong>be e<strong>la</strong>borar <strong>la</strong> estructura <strong>de</strong> principio, <strong>la</strong> constitución ontológica y <strong>la</strong><br />
comprensión ontológica inmanente <strong>de</strong>l juego.<br />
Difícil es <strong>la</strong> <strong>de</strong>limitación <strong>de</strong>l juego humano frente a lo que se <strong>de</strong>signa<br />
precisamente como juego <strong>de</strong> los animales en <strong>la</strong> investigación biológico-zoológica <strong>de</strong>l<br />
comportamiento. ¿No hay in<strong>de</strong>smentiblemente en el reino animal numerosos y variados<br />
modos <strong>de</strong> comportamiento que <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>signar como un “jugar” ¿No po<strong>de</strong>mos<br />
encontrar otra expresión para ello Sobre todo el comportamiento <strong>de</strong> los cachorros<br />
parece emparentado <strong>de</strong> muchas formas con el <strong>de</strong> los niños, en cuanto a su estilo<br />
conductual sorpren<strong>de</strong>ntemente simi<strong>la</strong>r. El recíproco cazar y huir, el juego <strong>de</strong> captura, <strong>la</strong><br />
puesta a prueba <strong>de</strong> <strong>la</strong>s fuerzas crecientes en riñas y aparente lucha, <strong>la</strong> inquietud, <strong>la</strong><br />
urgentemente vital <strong>de</strong>scarga <strong>de</strong> fuerza y alegría vital, <strong>la</strong> conocemos tanto en el animal<br />
como en el hombre. Des<strong>de</strong> su modo <strong>de</strong> presentarse hay similitu<strong>de</strong>s notables. Sin<br />
embargo, hay similitu<strong>de</strong>s entre el hombre y el animal no sólo en modo <strong>de</strong><br />
comportamiento <strong>de</strong> <strong>la</strong>s crías humanas y animales – en tanto ser vivo, en tanto “animal”<br />
estamos emparentados y somos simi<strong>la</strong>res al animal en innumerables rasgos, tan<br />
simi<strong>la</strong>res y emparentados que el hombre, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> milenios, busca siempre una y otra vez<br />
nuevas fórmu<strong>la</strong>s para distinguirse <strong>de</strong>l animal. La antropología tiene quizás uno <strong>de</strong> sus<br />
más fuertes impulsos en esta voluntad <strong>de</strong> diferenciación. El animal teme al hombre, al<br />
menos el animal salvaje en su instinto todavía no quebrantado nos hace una finta, huye<br />
<strong>de</strong>l perturbador <strong>de</strong> <strong>la</strong> paz <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza, pero él no se “distingue” <strong>de</strong> nosotros. El<br />
hombre es <strong>la</strong> criatura natural que sin cesar traza los límites que él mismo se pone contra<br />
el fundamento natural, contra <strong>la</strong> naturaleza en torno a él y en él – el <strong>de</strong>sdichado animal<br />
que ha caído fuera <strong>de</strong>l alero <strong>de</strong> instintos que guían con seguridad, que tiene que<br />
oponerse – que no es lisa y l<strong>la</strong>namente simple, sino que, más bien, está reflejado,<br />
remitido a su ser, que se comporta con respecto a sí mismo y con respecto al ser <strong>de</strong> todo<br />
lo ente, que busca continuamente el camino perdido y requiere fórmu<strong>la</strong>s para su<br />
autocomprensión, que se siente como <strong>la</strong> “cúspi<strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> creación” a “imagen y semejanza<br />
<strong>de</strong> Dios”, como el lugar don<strong>de</strong> todo lo que es llega a <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra – o como recipiente <strong>de</strong>l<br />
espíritu <strong>de</strong>l mundo. El espíritu humano ha p<strong>la</strong>nteado ya muchas fórmu<strong>la</strong>s para afirmarse<br />
en su unicidad y su tremenda relevancia, para distanciarse <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s otras criaturas<br />
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