Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel

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23.01.2015 Views

Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ y al temor, y finalmente nos alberga cual confiable capricho de la tierra. Y también el amor es placer y sufrimiento siempre a la vez, embeleso y extrañamiento. Pero, ante todo, la conexión de amor y muerte es más compleja y multívoca de lo que sería una simple oposición. El amor es la experiencia pánica del fondo vital originariamente uno, indestructible, y está esencialmente referido a la muerte, es siempre perforador de la muerte; y la muerte no es para el hombre la conciencia del noser sin más, ella significa la negación de la figura finita, la supresión y, junto con ello, la liberación para el fondo originario, a partir de cuyo presentimiento el amor produce sus más elevados éxtasis. “¡Jovialidad áurea, ven! ¡Tú, el más secreto y más dulce goce anticipado de la muerte!” – canta Nietzsche en los “Ditirambos de Dioniso” 45 . El amor es aquel fenómeno fundamental de la existencia en el que estamos abiertos a la inmortalidad de los mortales. En esta breve fórmula queremos expresar que [el amor] no se agota en una relación interhumana –que alcanza su sentido propio en la relación existencial del hombre finito con el fondo vital inagotable –, que en el anhelo de los amantes palpita secretamente el “Gran Anhelo” de lo entero y pleno, del todo-uno. Los amantes captan la vecindad y la esencial cercanía a todos los que procrean, dan a luz, cobijan y conservan el vasto mundo entero. Pero lo fructífero está siempre, al mismo tiempo, ligado con lo terrible, la salud con la discordia, lo que suscita la vida con lo aniquilador – el amor con la muerte. Lo procreador que da a luz se acopla con lo destructor, lo constructor con lo demoledor, lo que se ajusta con lo que rompe. La identidad atraviesa la diversidad y la diversidad atraviesa la unidad, el cosmos y la existencia humana se encuentran en la correspondencia de sus estructuras trágicas. No es posible un mundo donde todo fuera paz y mera felicidad, donde el dolor y el trabajo de lo negativo quedasen fuera, donde el dominio renunciase a toda opresión, donde el amor sin pena persistiera sin relación con la muerte. Esto lo hay sólo en sueños idealistas, en los sueños de una metafísica utópica. El mundo verdadero, el mundo real: nuestro mundo humano, es el calvario de la muerte y el anillo nupcial del amor, el terreno espinoso del trabajo y el campo de batalla de la lucha por el dominio. Trabajo y dominio son dos manifestaciones de lo que Nietzsche tuvo en la mirada como “voluntad de poder”. Amor y muerte configuran, en su necesaria trabazón, un juego alternativo de ascensión y decadencia. Inmortalidad de los mortales no quiere decir un ilusorio pasar por alto la realidad de la muerte, sino una inmortalidad del hombre en el espacio de 45 F. Nietzsche: Werke (Colli/Montinari), Berlin 1969, tomo VI, 3, 394. 216

Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ sentido del género sexual, que es, pues, mucho más que sólo un hecho biológico de índole sumamente casual y siempre peligroso. Sólo cuando la muerte es entendida como algo tan esencial como la eternidad de la vida, no siendo menoscabada como mera manifestación inauténtica – cuando la vida es reconocida en la muerte y la muerte en la vida, como un contrajuego humano y cósmico, cuando irrumpe el conocimiento de que la “eternidad”, en el entendimiento terrenal, no sucede fuera del tiempo, sino en el tiempo, entonces la relación fundamental de muerte y amor: la inmortalidad de los mortales en la permanentemente renovada reiteración en el hijo y en los hijos de los hijos, se convierte en una copia humana del cósmico “eterno retorno de lo mismo”, pensado por Nietzsche. Para hombre y mundo vale entonces la sentencia de Heráclito: “El camino arriba y abajo es uno y el mismo”. (Frg. 60). 217

Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

y al temor, y finalmente nos alberga cual confiable capricho <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra. Y también el<br />

amor es p<strong>la</strong>cer y sufrimiento siempre a <strong>la</strong> vez, embeleso y extrañamiento.<br />

Pero, ante todo, <strong>la</strong> conexión <strong>de</strong> amor y muerte es más compleja y multívoca <strong>de</strong><br />

lo que sería una simple oposición. El amor es <strong>la</strong> experiencia pánica <strong>de</strong>l fondo vital<br />

originariamente uno, in<strong>de</strong>structible, y está esencialmente referido a <strong>la</strong> muerte, es<br />

siempre perforador <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte; y <strong>la</strong> muerte no es para el hombre <strong>la</strong> conciencia <strong>de</strong>l noser<br />

sin más, el<strong>la</strong> significa <strong>la</strong> negación <strong>de</strong> <strong>la</strong> figura finita, <strong>la</strong> supresión y, junto con ello, <strong>la</strong><br />

liberación para el fondo originario, a partir <strong>de</strong> cuyo presentimiento el amor produce sus<br />

más elevados éxtasis. “¡Jovialidad áurea, ven! ¡Tú, el más secreto y más dulce goce<br />

anticipado <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte!” – canta Nietzsche en los “Ditirambos <strong>de</strong> Dioniso” 45 . El amor<br />

es aquel fenómeno fundamental <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> en el que estamos abiertos a <strong>la</strong><br />

inmortalidad <strong>de</strong> los mortales. En esta breve fórmu<strong>la</strong> queremos expresar que [el amor]<br />

no se agota en una re<strong>la</strong>ción interhumana –que alcanza su sentido propio en <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción<br />

<strong>existencia</strong>l <strong>de</strong>l hombre finito con el fondo vital inagotable –, que en el anhelo <strong>de</strong> los<br />

amantes palpita secretamente el “Gran Anhelo” <strong>de</strong> lo entero y pleno, <strong>de</strong>l todo-uno. Los<br />

amantes captan <strong>la</strong> vecindad y <strong>la</strong> esencial cercanía a todos los que procrean, dan a luz,<br />

cobijan y conservan el vasto mundo entero. Pero lo fructífero está siempre, al mismo<br />

tiempo, ligado con lo terrible, <strong>la</strong> salud con <strong>la</strong> discordia, lo que suscita <strong>la</strong> vida con lo<br />

aniqui<strong>la</strong>dor – el amor con <strong>la</strong> muerte. Lo procreador que da a luz se acop<strong>la</strong> con lo<br />

<strong>de</strong>structor, lo constructor con lo <strong>de</strong>moledor, lo que se ajusta con lo que rompe. La<br />

i<strong>de</strong>ntidad atraviesa <strong>la</strong> diversidad y <strong>la</strong> diversidad atraviesa <strong>la</strong> unidad, el cosmos y <strong>la</strong><br />

<strong>existencia</strong> humana se encuentran en <strong>la</strong> correspon<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> sus estructuras trágicas. No<br />

es posible un mundo don<strong>de</strong> todo fuera paz y mera felicidad, don<strong>de</strong> el dolor y el trabajo<br />

<strong>de</strong> lo negativo quedasen fuera, don<strong>de</strong> el dominio renunciase a toda opresión, don<strong>de</strong> el<br />

amor sin pena persistiera sin re<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong> muerte. Esto lo hay sólo en sueños<br />

i<strong>de</strong>alistas, en los sueños <strong>de</strong> una metafísica utópica. El mundo verda<strong>de</strong>ro, el mundo real:<br />

nuestro mundo humano, es el calvario <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte y el anillo nupcial <strong>de</strong>l amor, el<br />

terreno espinoso <strong>de</strong>l trabajo y el campo <strong>de</strong> batal<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> lucha por el dominio. Trabajo y<br />

dominio son dos manifestaciones <strong>de</strong> lo que Nietzsche tuvo en <strong>la</strong> mirada como “voluntad<br />

<strong>de</strong> po<strong>de</strong>r”. Amor y muerte configuran, en su necesaria trabazón, un juego alternativo <strong>de</strong><br />

ascensión y <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia. Inmortalidad <strong>de</strong> los mortales no quiere <strong>de</strong>cir un ilusorio pasar<br />

por alto <strong>la</strong> realidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte, sino una inmortalidad <strong>de</strong>l hombre en el espacio <strong>de</strong><br />

45 F. Nietzsche: Werke (Colli/Montinari), Berlin 1969, tomo VI, 3, 394.<br />

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