Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel
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Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ una determinada organización corpórea. El ser-macho y el ser-hembra son radicalmente distintos, pero referidos el uno al otro, como complementación, modos fundamentales del existir humano. La existencia está en sí misma quebrada en esas dos “mitades”. El quiebre de lo humano es siempre cubierto de nuevo por Eros y siempre repuesto en los niños; siempre se repite el mismo juego de unión y disociación, sin interrupción retorna lo mismo. Mas, ¿cómo puede caracterizarse adecuadamente la diferencia de los sexos humanos Subsiste el peligro de construir una oposición tipológica, elevarla en cierto modo a principios abstractos y, con ello, hacer caso omiso de la realidad concreta del vivir, pletórico de tensiones del Eros masculino-femenino. Los hombres fácticos y las mujeres fácticas no son, por lo general, improntas puras de una entidad, son más bien formas mixtas – y sin embargo nos movemos en una diferenciación sentida de ambas figuras fundamentales, más sospechada que fijada de modo conceptualmente claro. La mujer parece ser más sana, afortunada y simple que el hombre; ella está caracterizada por lo maternal en la profundidad de su ser, vive en un comprender íntimo de todas las fuerzas se sanación, protección y cuidado; está más cercana al cobijo, porque ella misma cobija; lleva en su regazo la joven vida y es para ésta todavía por largo tiempo hogar. El hombre está más agudamente “expuesto a”, es en mayor medida actor. Él está más en la necesidad de tener que realizarse en las acciones de la libertad, mientras que la mujer lo sobrepasa a través de su ser simple, persistente. El hombre libra las batallas de la historia mundial, la mujer cura las heridas y trae nueva vida al día devastado. Ningún género sexual tiene mayor rango que el otro; ellos son recíprocamente extraños y enigmáticos – no se comprende nunca – y se atraen. Cada uno busca en el otro género sexual la parte sustraída de la existencia, cada uno quiere completarse y legitimarse en la mixtura y el matrimonio. El hombre que anhela a la mujer, en tal anhelo no se torna femenino, se retrotrae precisamente a la más masculina posibilidad de su existencia, condicionada sexualmente. Y así mismo la mujer que ama no se masculiniza, ella alcanza la plenitud de su feminidad en la maternidad. El encuentro erótico de los géneros sexuales no extingue su diferencia, sino que la profundiza hacia la trémula tensión del arco de la unidad de los contrarios. Pero es cuestionable que una tal caracterización sea suficiente para señalar el poder existencial de Eros en su sentido existencial. De seguro es importante y significativo establecer con decisión que el género sexual no es un hallazgo periférico, que pertenece a la estructura básica, elemental de nuestra vida, que estamos en cada caso destinalmente puestos en la masculinidad o feminidad y debemos asumirlo – que 204
Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ cada género sexual tiene su peculiaridad, su bíos, y requiere del otro para la consumación de su esencia, que no hay jerarquía entre ellos, sino sólo equilibrio de una tensión polar. Pero un tal modo de hablar se basa en el presupuesto implícito de que Eros domina primariamente en cuanto una relación inter-humana, en cuanto vínculo de individuos entre sí, aunque ello no concierna en primer lugar a los momentos de la personalidad y libertad, etc., sino a la atracción sexual. Sin embrago a ésta se la reconoce como un factum completamente “irracional”, como un asunto incomprensible que no se puede sondear, que sólo se puede asumir. Se mienta que ya con la escisión de sexo y erotismo se ha trazado un límite importante. En la falta de compromisos de la vida pública en las poblaciones humanas domina siempre una conexión de la excitación y del gustarse de ambos géneros sexuales humanos entre sí. Pero sólo de vez en cuando cae un rayo y encanta a un hombre de tal manera que ve en esta especial y singular muchacha el atractivo de todas las mujeres, [de tal manera] que para él – de un modo suficientemente enigmático – lo individual y lo universal inmediatamente coinciden; que para él llega a ser de significación infinita que este individuo representa lo femenino sin más, y que el por lo demás anónimo poder adquiere precisamente este rostro y este nombre. Esto ya es un fragmento de la dialéctica de Eros: el amor a un individuo genéricamente extraño no se deja dividir en una relación anímica con una persona y en una relación corporal con un cuerpo. El amor no es una pura relación entre dos personas, de dos libertades, sino dos libertades inmersas en el fundamento natural sexual; pero recién la coincidencia de lo universal y lo individual, de la mujer y esta mujer, del hombre y este hombre, constituye la exageración de todo amor, que para los amantes aparece tan infinitamente importante [y] para los espectadores tan cómico. Los amantes son para sí todo, para ellos se reduce el universo sólo a ellos. Pero, ¿mientan ellos en cada caso realmente al otro aunque esté elevado a lo universal Hasta tal punto ellos pueden dar cuenta de sí mismos. Se anhelan entre sí y expresan este anhelo en palabras antiquísimas y siempre nuevas, simples y conmovedoramente torpes, bajo el cielo de la noche. ¿Su susurro es suficientemente sabedor ¿En verdad se anhelan ellos sólo entre sí – o son los no sabedores, inocentes prisioneros de un anhelo existencial más profundo, para el cual el amado sólo es la excusa, el pasaje Si se juntan, ¿se detienen en la convivencia más íntima – o se sustraen en la nube púrpura que los sostiene ¿Quebrantan al final los límites de la individuación ¿Señala el amor, de modo similar y a la vez distinto que la muerte, más allá hacía el fundamento originario informe de toda vida y todo ser Los misterios del amor no son menores que los de la 205
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Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />
cada género sexual tiene su peculiaridad, su bíos, y requiere <strong>de</strong>l otro para <strong>la</strong><br />
consumación <strong>de</strong> su esencia, que no hay jerarquía entre ellos, sino sólo equilibrio <strong>de</strong> una<br />
tensión po<strong>la</strong>r. Pero un tal modo <strong>de</strong> hab<strong>la</strong>r se basa en el presupuesto implícito <strong>de</strong> que<br />
Eros domina primariamente en cuanto una re<strong>la</strong>ción inter-humana, en cuanto vínculo <strong>de</strong><br />
individuos entre sí, aunque ello no concierna en primer lugar a los momentos <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
personalidad y libertad, etc., sino a <strong>la</strong> atracción sexual. Sin embrago a ésta se <strong>la</strong><br />
reconoce como un factum completamente “irracional”, como un asunto incomprensible<br />
que no se pue<strong>de</strong> son<strong>de</strong>ar, que sólo se pue<strong>de</strong> asumir. Se mienta que ya con <strong>la</strong> escisión <strong>de</strong><br />
sexo y erotismo se ha trazado un límite importante. En <strong>la</strong> falta <strong>de</strong> compromisos <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
vida pública en <strong>la</strong>s pob<strong>la</strong>ciones humanas domina siempre una conexión <strong>de</strong> <strong>la</strong> excitación<br />
y <strong>de</strong>l gustarse <strong>de</strong> ambos géneros sexuales humanos entre sí. Pero sólo <strong>de</strong> vez en cuando<br />
cae un rayo y encanta a un hombre <strong>de</strong> tal manera que ve en esta especial y singu<strong>la</strong>r<br />
muchacha el atractivo <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s mujeres, [<strong>de</strong> tal manera] que para él – <strong>de</strong> un modo<br />
suficientemente enigmático – lo individual y lo universal inmediatamente coinci<strong>de</strong>n;<br />
que para él llega a ser <strong>de</strong> significación infinita que este individuo representa lo femenino<br />
sin más, y que el por lo <strong>de</strong>más anónimo po<strong>de</strong>r adquiere precisamente este rostro y este<br />
nombre. Esto ya es un fragmento <strong>de</strong> <strong>la</strong> dialéctica <strong>de</strong> Eros: el amor a un individuo<br />
genéricamente extraño no se <strong>de</strong>ja dividir en una re<strong>la</strong>ción anímica con una persona y en<br />
una re<strong>la</strong>ción corporal con un cuerpo. El amor no es una pura re<strong>la</strong>ción entre dos<br />
personas, <strong>de</strong> dos liberta<strong>de</strong>s, sino dos liberta<strong>de</strong>s inmersas en el fundamento natural<br />
sexual; pero recién <strong>la</strong> coinci<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> lo universal y lo individual, <strong>de</strong> <strong>la</strong> mujer y esta<br />
mujer, <strong>de</strong>l hombre y este hombre, constituye <strong>la</strong> exageración <strong>de</strong> todo amor, que para los<br />
amantes aparece tan infinitamente importante [y] para los espectadores tan cómico. Los<br />
amantes son para sí todo, para ellos se reduce el universo sólo a ellos. Pero, ¿mientan<br />
ellos en cada caso realmente al otro aunque esté elevado a lo universal Hasta tal punto<br />
ellos pue<strong>de</strong>n dar cuenta <strong>de</strong> sí mismos. Se anhe<strong>la</strong>n entre sí y expresan este anhelo en<br />
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cielo <strong>de</strong> <strong>la</strong> noche. ¿Su susurro es suficientemente sabedor ¿En verdad se anhe<strong>la</strong>n ellos<br />
sólo entre sí – o son los no sabedores, inocentes prisioneros <strong>de</strong> un anhelo <strong>existencia</strong>l<br />
más profundo, para el cual el amado sólo es <strong>la</strong> excusa, el pasaje Si se juntan, ¿se<br />
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sostiene ¿Quebrantan al final los límites <strong>de</strong> <strong>la</strong> individuación ¿Seña<strong>la</strong> el amor, <strong>de</strong> modo<br />
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