Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel

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23.01.2015 Views

Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ 2. La antropología filosófica y su tema La antropología filosófica tiene dentro de su tema el ente, que somos nosotros mismos. Preguntamos entonces por los fenómenos fundamentales de la existencia humana; hacemos el intento de indagar en nosotros mismos – no sólo de traernos como los pensantes al empuñar del pensar, sino más aún a la amplitud toda de nuestra vivencia mundanalmente sostenida. Un tal propósito es fácil de enunciar, pero difícil de ejecutar. Las dificultades no se fundan tanto en que el ente por el que preguntamos acaso debiera primero ser hallado, descubierto, puesto en libertad, traído a un “darse”. Con vistas a las cosas extrañas hay diversos obstáculos para el impulso cognoscente humano. Acaso no se presentan en el campo vital inmediato, hay que escudriñarlas fatigosamente, atravesar la tierra, sondear la profundidad de los mares, observar, a lo lejos, la bóveda celeste por largos períodos temporales; con instrumentos cada vez mejores nos introducimos en las dimensiones de lo muy-grande y de lo muy-pequeño y arrancamos lo antes jamás visto de su ocultamiento primigenio. A pesar de todos los triunfos que aquí celebra el espíritu humano, sabe él, en lo fundamental, que es sólo una pequeña isla de claridad en la infinita noche del mundo, que él puede situar a su alrededor y que todo lo desoculto es sobrepasado por un ocultamiento más abarcador. Sospechamos también que la relación de saber del ser humano con las cosas extrañas reluce en una cuestionable ambigüedad, que el carácter-de-ser del saber permanece profundamente dudoso: ¿presionan las cosas por salir desde sí mismas hacia la luz del espíritu humano, para surgir nuevas, otra vez allí, transformadas y comprendidas – o se resisten y son obligadas a contravoluntad ¿Se vengan quizás por la obligación impuesta de modo tal que sólo nos muestran un lado, una superficie y nos sustraen su esencia Visto desde las cosas, desde la naturaleza, el proceso del saber humano y de la ciencia humana, ¿es un regalo que nos es dado o un robo cometido a las cosas ¿Es el hombre el portador del espíritu, el hablante en el cosmos, que libera en todas las cosas el espíritu mudo hundido en ella y lo trae al decir – o es el perturbador de la paz, que espanta el sueño del universo y altera la paz de las cosas Lo que nuestro saber de las cosas significa de acuerdo al ser es patentemente una pregunta difícil. Y similarmente lo que la objetivación “es” en el fondo, si manifiesta un sometimiento, violación del ente extraño o una apertura amorosa. Habitualmente no se dejan aquietar estas preguntas en absoluto del modo 20

Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ necesario; ya se ha decidido de antemano, por lo general, se está prejuiciado con tesis dogmáticas a través de las cuales el hombre ya ha tomado posición respecto de sí mismo. La concepción del sentido y del significado del conocimiento-de-la-cosa ya está anclada previamente en una autointerpretación acrítica del hombre. De un modo es vista y juzgada la peculiaridad del saber cuando el hombre se toma por la más elevada de las criaturas, en la que el ser es traído a la conciencia y se convierte en espíritu, cuando él se siente como el lugar destacado, donde el espíritu del mundo se percibe a sí mismo y el concepto aparece como la idea que se sabe a sí misma – al contrario, de un modo completamente distinto, se interpreta la esencia de las cosas cuando el hombre se comprende como el “hijo perdido” de la naturaleza, que se le enfrenta, que levanta la mano contra la gran madre, arrancándole los secretos. Saber – como bendición o como maldición, como mérito o como culpa, como completación humana de las cosas o como robo criminal: estos son los polos extremos de la interpretación humana del sentido del saber de las cosas extrañas. Según cómo se haya aquí tomado una decisión de antemano, se plantean ya las preguntas “gnoseológicas”, se determina la relación de ser y saber, de ser en-sí y ser para-nosotros, el carácter de objetivación y de constitución de la formación del concepto. Mientras que por lo general la concepción del saber, que obtenemos de las cosas extrañas, tácitamente depende de una determinada autoaclaración de nuestra vida, prejuicios de una naturaleza completamente distinta condicionan en su procedencia nuestras experiencias de sí, autoconocimientos y autointerpretaciones. La existencia humana es para nosotros lo más conocido, no necesita ser proporcionada ni buscada; estamos inmediatamente situados en ella, no podemos en absoluto ponernos a distancia, no nos podemos acercar ni alejar de ella; somos completamente ella misma. Pero, así quizás se objetará, debemos de alguna manera poder elevarnos sobre eso; porque pensamos sobre ella la hacemos un tema, un “objeto” del meditar, un objeto de reflexión; se distingue, pues, por una parte, la existencia humana en conjunto y la conciencia expresa de ésta, nuestra propia existencia. La referencia a tales modos de hablar habituales acentúa más la confusión, en la cual nos encontramos ya en el primer meditar sobre nosotros mismos. ¿Es acaso cierto que en la autoreflexión nos convertimos en un “objeto” de un modo igual o similar a como las cosas extrañas de tipo no humano se convierten en objetos para nuestra aprehensión sapiente El modo de hablar analógico naturalmente no es infundado. Más bien es un serio y gran problema por qué en el ámbito de la autocomprensión humana una y otra 21

Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

2. La antropología filosófica y su tema<br />

La antropología filosófica tiene <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su tema el ente, que somos nosotros mismos.<br />

Preguntamos entonces por los fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana;<br />

hacemos el intento <strong>de</strong> indagar en nosotros mismos – no sólo <strong>de</strong> traernos como los<br />

pensantes al empuñar <strong>de</strong>l pensar, sino más aún a <strong>la</strong> amplitud toda <strong>de</strong> nuestra vivencia<br />

mundanalmente sostenida.<br />

Un tal propósito es fácil <strong>de</strong> enunciar, pero difícil <strong>de</strong> ejecutar. Las dificulta<strong>de</strong>s no<br />

se fundan tanto en que el ente por el que preguntamos acaso <strong>de</strong>biera primero ser<br />

hal<strong>la</strong>do, <strong>de</strong>scubierto, puesto en libertad, traído a un “darse”. Con vistas a <strong>la</strong>s cosas<br />

extrañas hay diversos obstáculos para el impulso cognoscente humano. Acaso no se<br />

presentan en el campo vital inmediato, hay que escudriñar<strong>la</strong>s fatigosamente, atravesar <strong>la</strong><br />

tierra, son<strong>de</strong>ar <strong>la</strong> profundidad <strong>de</strong> los mares, observar, a lo lejos, <strong>la</strong> bóveda celeste por<br />

<strong>la</strong>rgos períodos temporales; con instrumentos cada vez mejores nos introducimos en <strong>la</strong>s<br />

dimensiones <strong>de</strong> lo muy-gran<strong>de</strong> y <strong>de</strong> lo muy-pequeño y arrancamos lo antes jamás visto<br />

<strong>de</strong> su ocultamiento primigenio. A pesar <strong>de</strong> todos los triunfos que aquí celebra el espíritu<br />

humano, sabe él, en lo fundamental, que es sólo una pequeña is<strong>la</strong> <strong>de</strong> c<strong>la</strong>ridad en <strong>la</strong><br />

infinita noche <strong>de</strong>l mundo, que él pue<strong>de</strong> situar a su alre<strong>de</strong>dor y que todo lo <strong>de</strong>soculto es<br />

sobrepasado por un ocultamiento más abarcador. Sospechamos también que <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción<br />

<strong>de</strong> saber <strong>de</strong>l ser humano con <strong>la</strong>s cosas extrañas reluce en una cuestionable ambigüedad,<br />

que el carácter-<strong>de</strong>-ser <strong>de</strong>l saber permanece profundamente dudoso: ¿presionan <strong>la</strong>s cosas<br />

por salir <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sí mismas hacia <strong>la</strong> luz <strong>de</strong>l espíritu humano, para surgir nuevas, otra vez<br />

allí, transformadas y comprendidas – o se resisten y son obligadas a contravoluntad<br />

¿Se vengan quizás por <strong>la</strong> obligación impuesta <strong>de</strong> modo tal que sólo nos muestran un<br />

<strong>la</strong>do, una superficie y nos sustraen su esencia Visto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

naturaleza, el proceso <strong>de</strong>l saber humano y <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia humana, ¿es un regalo que nos<br />

es dado o un robo cometido a <strong>la</strong>s cosas ¿Es el hombre el portador <strong>de</strong>l espíritu, el<br />

hab<strong>la</strong>nte en el cosmos, que libera en todas <strong>la</strong>s cosas el espíritu mudo hundido en el<strong>la</strong> y<br />

lo trae al <strong>de</strong>cir – o es el perturbador <strong>de</strong> <strong>la</strong> paz, que espanta el sueño <strong>de</strong>l universo y altera<br />

<strong>la</strong> paz <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas Lo que nuestro saber <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas significa <strong>de</strong> acuerdo al ser es<br />

patentemente una pregunta difícil. Y simi<strong>la</strong>rmente lo que <strong>la</strong> objetivación “es” en el<br />

fondo, si manifiesta un sometimiento, vio<strong>la</strong>ción <strong>de</strong>l ente extraño o una apertura<br />

amorosa. Habitualmente no se <strong>de</strong>jan aquietar estas preguntas en absoluto <strong>de</strong>l modo<br />

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