Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel
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Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ dominio, por el contrario, se encuentran en casa en el territorio de la diferencia y la individuación; aquí se toma seriamente la individuación en un sentido último, no desvalorizado como ‘velo de maya’; trabajo y dominio son los dos modos como el hombre da espacio, en su existencia, al tremendo poder de lo negativo, de este poder del mundo, [trabajo y dominio] son modos como él subsiste sobre la base de la confrontación y la disensión, como afirma el polemos pater panton, la guerra en tanto padre de todas las cosas. Trabajo y dominio acentúan la individuación. Ellos, de ninguna manera, están asentados sobre el suelo de la individuación, no son comportamientos serenos; están caracterizados por una inquieta movilidad, son posicionamientos. El trabajo es posicionamiento inquieto, en tanto la fuerza productiva no se agota en el producto, no se aniquila en el consumo o, donde el medio (instrumento, máquina y otros), incrementa la mediación y agranda el aparataje hacia algo gigantesco. Y también el dominio carece en sí mismo de reposo. Precisamente porque siempre intenta la estabilización de la violencia, porque apasionadamente anhela duración, porque quiere escribir su voluntad por milenios, como en bronce, 41 delata su esencial movimiento, es anhelo de poder y sobre-poder. Si bien trabajo y dominio son en principio distintos, en tanto que pertenecen a dos dimensiones existenciales diferenciables, el ser-junto-a y el ser-con, coinciden en varios aspectos y tienen una cercanía por completo peculiar. Bajo los títulos “trabajo” y “dominio” hemos deslindado dos fenómenos existenciales diferentes, pero estructuralmente semejantes, lo que Nietzsche determina como “voluntad de poder”. Voluntad de poder es para él la esencia del ser, la esencia del hombre, de la naturaleza, del cosmos todo, es para él la formula fundamental de una interpretación de mundo “más allá del bien y del mal” que permanece fiel al mundo real, terrenal, que no huye a “trasmundos” imaginarios. Donde el hombre es concebido bajo la óptica de la “voluntad de poder” se abren camino al primer plano determinados rasgos del ser humano, la autoafirmación, la personalidad, la libertad. En este respecto, Nietzsche no contradice la imagen tradicional del hombre de la metafísica occidental. La sustancia del hombre es vista en la “mismidad”, en el carácter espiritual de persona, en el “alma individual inmortal”, en la yoidad, en el individuo singular. Pero esto significa al mismo tiempo que otros rasgos determinados son relegados al trasfondo, son desvalorizados como mera fachada, como un estado animal natural que alguna vez nos afectó, pero que no nos tocaría en el núcleo de 41 Cfr. F.Nietzsche: Werke (Colli/Montinari), Berlin 1968. Bd. VI, 1,264. 198
Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ nuestra esencia. De acuerdo a la imagen externa el hombre pertenece al reino animal. Y hay todavía suficientes elementos de la animalidad en nosotros: los instintos, deseos, los afectos sordos. El hombre está en peligro de perderse, de ser avasallado por las fuerzas de la naturaleza animal interna. En tanto ser espiritual, tiene que defenderse contra este peligro, tiene que sustraerse a la esclavitud, enseñorearse de sus pasiones, alcanzar el autodominio, la autodeterminación racional. En tanto ser híbrido vale el hombre como una desafortunada mezcla de naturaleza y espíritu, de sensibilidad y razón, como una criatura centáurica con la divina chispa del alma en el cuerpo animal. Esta especie de antropología es tan antigua como la metafísica occidental, su predominio ha impedido que fenómenos fundamentales de nuestra existencia hayan podido ser vistos y verdaderamente comprendidos en su contenido humano-originario. Debemos aprender lentamente a formular y sostener la pregunta de si el bosquejo de nuestra existencia [Existenz] apunta tan exclusivamente a la personalidad, individualidad, racionalidad y libertad, de si se expresa en la mismidad y la independencia, según lo sostiene la tradición de dos mil quinientos años. Quizá deberíamos cesar de querer lograr nuestra autocomprensión a partir de distancias consientes con respecto al animal y a Dios – debemos comprendernos a partir de la apertura extática al mundo, de nuestra correspondencia con “cielo” y “tierra” y de la relación oscura con el reino de los muertos. Esto no mienta ahora una “posición contraria” al espiritualismo metafísico tradicional en la interpretación del ser humano. No se trata de liberar la “naturaleza en nosotros”, de hablar a favor de la sensibilidad, de darle rienda suelta a los resentimientos contra el espíritu. Tales contraposiciones románticas naturalistas dan tanto más urgente testimonio del dominio de la tradición, significan sólo los intentos impotentes de una inversión, de una desfiguración. Mucho más esencial es comprender la interpretación de la existencia orientada de acuerdo al modelo de la persona como un momento extremo, unilateral de una tensión polar, y pensarla conjuntamente con los fenómenos existenciales en los cuales el hombre está ahí originariamente en “pánico”. El concepto de “pánico” es de antemano un concepto confuso, una señal formal de modos de ser pre- y supra- individuales, son modos como existimos en el todo, en el pan, en la corriente profunda del ser del hombre, sin que estos estados y temples existenciales sean mal interpretados como lo animal. Lo pánico no es un elemento extraño que se adose, no es un resabio terrenal que tenemos que soportar penosamente, que tira hacia bajo el vuelo espiritual del hombre, que impide el autodespliegue de la personalidad – lo pánico es el medio vital, el acontecer fundamental, por lo general 199
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Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />
nuestra esencia. De acuerdo a <strong>la</strong> imagen externa el hombre pertenece al reino animal. Y<br />
hay todavía suficientes elementos <strong>de</strong> <strong>la</strong> animalidad en nosotros: los instintos, <strong>de</strong>seos, los<br />
afectos sordos. El hombre está en peligro <strong>de</strong> per<strong>de</strong>rse, <strong>de</strong> ser avasal<strong>la</strong>do por <strong>la</strong>s fuerzas<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza animal interna. En tanto ser espiritual, tiene que <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse contra este<br />
peligro, tiene que sustraerse a <strong>la</strong> esc<strong>la</strong>vitud, enseñorearse <strong>de</strong> sus pasiones, alcanzar el<br />
autodominio, <strong>la</strong> auto<strong>de</strong>terminación racional. En tanto ser híbrido vale el hombre como<br />
una <strong>de</strong>safortunada mezc<strong>la</strong> <strong>de</strong> naturaleza y espíritu, <strong>de</strong> sensibilidad y razón, como una<br />
criatura centáurica con <strong>la</strong> divina chispa <strong>de</strong>l alma en el cuerpo animal. Esta especie <strong>de</strong><br />
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que fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> nuestra <strong>existencia</strong> hayan podido ser vistos y<br />
verda<strong>de</strong>ramente comprendidos en su contenido humano-originario. Debemos apren<strong>de</strong>r<br />
lentamente a formu<strong>la</strong>r y sostener <strong>la</strong> pregunta <strong>de</strong> si el bosquejo <strong>de</strong> nuestra <strong>existencia</strong><br />
[Existenz] apunta tan exclusivamente a <strong>la</strong> personalidad, individualidad, racionalidad y<br />
libertad, <strong>de</strong> si se expresa en <strong>la</strong> mismidad y <strong>la</strong> in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, según lo sostiene <strong>la</strong><br />
tradición <strong>de</strong> dos mil quinientos años. Quizá <strong>de</strong>beríamos cesar <strong>de</strong> querer lograr nuestra<br />
autocomprensión a partir <strong>de</strong> distancias consientes con respecto al animal y a Dios –<br />
<strong>de</strong>bemos compren<strong>de</strong>rnos a partir <strong>de</strong> <strong>la</strong> apertura extática al mundo, <strong>de</strong> nuestra<br />
correspon<strong>de</strong>ncia con “cielo” y “tierra” y <strong>de</strong> <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción oscura con el reino <strong>de</strong> los<br />
muertos. Esto no mienta ahora una “posición contraria” al espiritualismo metafísico<br />
tradicional en <strong>la</strong> interpretación <strong>de</strong>l ser humano. No se trata <strong>de</strong> liberar <strong>la</strong> “naturaleza en<br />
nosotros”, <strong>de</strong> hab<strong>la</strong>r a favor <strong>de</strong> <strong>la</strong> sensibilidad, <strong>de</strong> darle rienda suelta a los<br />
resentimientos contra el espíritu. Tales contraposiciones románticas naturalistas dan<br />
tanto más urgente testimonio <strong>de</strong>l dominio <strong>de</strong> <strong>la</strong> tradición, significan sólo los intentos<br />
impotentes <strong>de</strong> una inversión, <strong>de</strong> una <strong>de</strong>sfiguración. Mucho más esencial es compren<strong>de</strong>r<br />
<strong>la</strong> interpretación <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> orientada <strong>de</strong> acuerdo al mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> <strong>la</strong> persona como un<br />
momento extremo, uni<strong>la</strong>teral <strong>de</strong> una tensión po<strong>la</strong>r, y pensar<strong>la</strong> conjuntamente con los<br />
fenómenos <strong>existencia</strong>les en los cuales el hombre está ahí originariamente en “pánico”.<br />
El concepto <strong>de</strong> “pánico” es <strong>de</strong> antemano un concepto confuso, una señal formal<br />
<strong>de</strong> modos <strong>de</strong> ser pre- y supra- individuales, son modos como existimos en el todo, en el<br />
pan, en <strong>la</strong> corriente profunda <strong>de</strong>l ser <strong>de</strong>l hombre, sin que estos estados y temples<br />
<strong>existencia</strong>les sean mal interpretados como lo animal. Lo pánico no es un elemento<br />
extraño que se adose, no es un resabio terrenal que tenemos que soportar penosamente,<br />
que tira hacia bajo el vuelo espiritual <strong>de</strong>l hombre, que impi<strong>de</strong> el auto<strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
personalidad – lo pánico es el medio vital, el acontecer fundamental, por lo general<br />
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