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Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel

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Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

trabajo queda siempre referido al “estado salvaje”, es una lucha con el estado salvaje. El<br />

esfuerzo <strong>de</strong>l trabajo apunta a <strong>de</strong>limitar el estado salvaje, arrancarle su terreno, relegarlo<br />

cada vez más al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l mundo humano – para finalmente convertirlo en un<br />

humanum, al modo <strong>de</strong> un museum, <strong>de</strong> una “reserva forestal”. El hombre celebra, al<br />

parecer, su victoria más orgullosa sobre el estado salvaje cuando lo exhibe en una jau<strong>la</strong><br />

cercada, cuando pue<strong>de</strong> convertirlo en sensacionalismo turístico. Él se convierte entonces<br />

en un campo aparte, en una “reserva”. Hoy parece estar casi todo el globo terráqueo<br />

sometido y sujeto al hombre. Tenemos una <strong>la</strong>rga historia tras nosotros, durante <strong>la</strong> cual el<br />

po<strong>de</strong>río <strong>de</strong>l hombre fue expandido paso a paso <strong>de</strong> manera esforzada. El suelo es campo<br />

<strong>de</strong> pastoreo y <strong>de</strong> barbecho, asentamiento humano o, en los páramos, “terreno<br />

estratégico”; los bosques no son más bosque nativo, son campos <strong>de</strong> p<strong>la</strong>ntación<br />

forestados, explotados, que arrojan su ganancia con el aporte regu<strong>la</strong>r <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra; los ríos<br />

son vías <strong>de</strong> navegación, suministradores <strong>de</strong> energía para centrales eléctricas; tierra y<br />

mar están <strong>de</strong> mil maneras incorporadas en <strong>la</strong> utilización humana, e incluso hasta <strong>la</strong><br />

g<strong>la</strong>cial alta cordillera, <strong>la</strong> solitaria ciénaga, es abierta y utilizada para <strong>la</strong> circu<strong>la</strong>ción <strong>de</strong><br />

forasteros. Esta utilización, a saber, el carácter <strong>de</strong> trabajo <strong>de</strong>l entorno, significa el<br />

precipitado <strong>de</strong> un curso histórico; los resultados <strong>de</strong> un trabajo milenario le han dado una<br />

impronta “humana” a <strong>la</strong> faz <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra. Esto no vale sólo para <strong>la</strong>s cosas inanimadas,<br />

para <strong>la</strong> tierra cultivada y el océano navegado, vale también para el mundo vegetal y<br />

animal. Des<strong>de</strong> hace mucho se han refinado <strong>la</strong>s especies silvestres <strong>de</strong> <strong>la</strong>s hierbas y los<br />

tipos <strong>de</strong> grano, se los ha convertido en p<strong>la</strong>ntas <strong>de</strong> cultivo; los árboles son cuidados, <strong>la</strong><br />

vid es preparada diligentemente; los animales caseros son domesticados,<br />

programáticamente criados. La mayoría <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas que nos ro<strong>de</strong>an no son más al<br />

modo <strong>de</strong> <strong>la</strong> forma natural originaria <strong>de</strong> lo que crece <strong>de</strong> manera silvestre, están<br />

transformadas y configuradas por el hombre. El entorno tiene en <strong>la</strong>s cosas mismas el<br />

sello violento <strong>de</strong>l hombre.<br />

Ahora bien, se podría quizás objetar y <strong>de</strong>cir que sería una banalidad tautológica<br />

que el entorno humano porte rasgos humanos; esto no es nada sorpren<strong>de</strong>nte o acaso un<br />

problema – sería más bien un problema si esto no fuera así. A través <strong>de</strong>l hecho <strong>de</strong> que el<br />

hombre vivencia el mundo, recibe éste en su totalidad el color <strong>de</strong>l que lo vivencia; al<br />

hombre lo ro<strong>de</strong>aría un mundo humano – como a <strong>la</strong> foca un mundo <strong>de</strong> focas. El hombre<br />

podría ocasionalmente presentarse en el mundo <strong>de</strong> focas, como <strong>la</strong> foca en el nuestro –<br />

con <strong>la</strong> diferencia, en todo caso, que <strong>la</strong> foca no intentaría utilizarnos, servirse <strong>de</strong><br />

nosotros, mientras que nosotros nos aprovecharíamos industrialmente <strong>de</strong> su grasa<br />

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