Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel
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Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ vuelca a la tierra, para organizarse aquí en lo temporal. Todas las posibilidades del bienestar terreno o la miseria dependen del “trabajo”: de la efectividad, de los beneficios del trabajo, de la distribución de la carga y la utilidad laboral, de la pregunta si los bienes logrados por el trabajo le son adjudicados al que los logra o a los extraños usufructadores – a saber, de la estructura de la “división del trabajo”, de la construcción económica de la sociedad. El hombre parece no estar dispuesto a soportar más las formas heredadas tradicionales de la organización laboral, en tanto aceptar un “orden dado por dios”. A partir de la dinámica desatada del trabajo moderno tiene que ser entendido que el trabajo se organiza primariamente a sí mismo, que trabaja en la nueva configuración de las relaciones laborales. Trabajo es – entendido formalmente – un “producir”, un efectuar de aquello que no está simplemente dado por la naturaleza. A lo largo de extensos espacios históricos el trabajo estaba atrapado, estaba organizado bajo formas sociales sacrosantas, tenía una función servil en la totalidad de la vida. El trabajo está constreñido a la producción del requerimiento necesario para la vida y de un lujo moderado. Recién la extralimitación moderna del trabajo, que condujo posteriormente en la época maquínica moderna al desatarse de energías laborales impetuosas, despertó la tendencia de que el producir se relacionaba absolutamente con la producción de condiciones del producir. El trabajo como producir extralimitado, sin límite, procura ahora construir sus propias condiciones sociales, componer su propia construcción. El trastorno revolucionario del orden social humano a través de la disputa sobre la esencia del trabajo y sobre una correcta, justa división del trabajo también determina, naturalmente, la situación de nuestra pregunta sobre un concepto filosófico del trabajo. Pero se trata decisivamente, a mi juicio, de no extraviarse en una unilateral “posición absoluta” del fenómeno laboral, aunque esta tendencia es ahora actualmente histórica. El trabajo es un fenómeno fundamental esencial de la existencia, pero no el único. Las épocas de la historia humana se caracterizan en un profundo sentido de acuerdo a qué fenómenos fundamentales llevan el notorio rumbo durante un tiempo, pasando al primer plano del escenario de la vida. Pero siempre persiste el acoplamiento, la trabazón y ligazón de los motivos existenciales elementales, aunque cambien los énfasis; siempre estaremos sometidos a la muerte, siempre se renueva la existencia desde los milagros del amor, siempre se lleva acabo la representación ritual de la posición en el mundo del hombre a través del juego – y siempre irrumpen las duras contrariedades vitales en el trabajo y el dominio. 132
Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ Vale entonces mantenerse concientes de la mirada unilateral, si nosotros alguna vez destacamos reflexivamente un fenómeno fundamental – como justo ahora, el trabajo. Decíamos ya que él no puede ser “definido”, no puede ser subsumido en un concepto general y presentado en sus diferencias específicas. Ahora bien, es empero manifiesto que el concepto del fenómeno fundamental existencial, una y otra vez utilizado por nosotros, es un concepto general, bajo el cual subsumimos muerte, amor, juego, dominio y trabajo. Cabría preguntarse cómo habría que aprehender la relación entre el concepto general y específico – si el esquema de género y especie se ajusta aquí o no. En cada caso parece casi imposible indicar la “diferentia specífica” de cada fenómeno fundamental en contraste con el concepto general. La cohesión de los cinco fenómenos no puede aprehenderse con la arquitectura de “género“ y “especie”; ello nos vincula con una lógica dialéctica todavía pendiente. Al trabajo podemos describirlo en el mejor de los casos de “modo formalindicador”, destacando algunos rasgos y caracteres. Buscamos ganar una salida con vistas al motivo del trabajo humano. El hombre tiene que trabajar para poder conservarse. No está como el animal inserto en un espacio vital biológico, en el cual aquel está constreñido; cada especie animal tiene sus condiciones medio-ambientales, encuentra ahí “alimento”, pastoreo y presa, se reproduce, y cada nueva generación tiene, a grandes rasgos, la misma vida. Se modifican las condiciones medioambientales, acaso a través de fluctuaciones climáticas y no puede la especie adaptarse, entonces precisamente sucumbe. El animal no “modifica” la naturaleza en la que vive, a pesar de que cava cuevas, construye nidos, a pesar de que el castor derriba árboles y construye diques. Tal hacer animal, que nosotros humanos llamamos “trabajo” de acuerdo a un antropomorfismo desfigurador, pertenece a la naturaleza. Ésta no es meramente el modelo de materialidad inorgánica, le pertenecen, pues, también los seres vivos, las plantas y animales, con todas sus expresiones vitales. La expresión vital animal, que de acuerdo a su imagen fenoménica externa revela similitud con el actuar humano, está, empero, mucho más cerca del crecimiento de la planta que de la acción humana. Sólo el hombre transforma la naturaleza. Él está en cierto modo abandonado de ella, se ha extrañado de ella – y por eso puede actuar contra ella. El hombre se encuentra en carencias – como todo ser viviente; pero de la planta y el animal se distingue, en principio, en cuanto sabe de esta carencia y se comporta expresamente con respecto a ella. El comportamiento tiene en ello no sólo un carácter contemplativo. Es su libertad, no sólo su inteligencia, que hace frente a la carencia, que 133
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Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />
Vale entonces mantenerse concientes <strong>de</strong> <strong>la</strong> mirada uni<strong>la</strong>teral, si nosotros alguna vez<br />
<strong>de</strong>stacamos reflexivamente un fenómeno fundamental – como justo ahora, el trabajo.<br />
Decíamos ya que él no pue<strong>de</strong> ser “<strong>de</strong>finido”, no pue<strong>de</strong> ser subsumido en un<br />
concepto general y presentado en sus diferencias específicas. Ahora bien, es empero<br />
manifiesto que el concepto <strong>de</strong>l fenómeno fundamental <strong>existencia</strong>l, una y otra vez<br />
utilizado por nosotros, es un concepto general, bajo el cual subsumimos muerte, amor,<br />
juego, dominio y trabajo. Cabría preguntarse cómo habría que aprehen<strong>de</strong>r <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción<br />
entre el concepto general y específico – si el esquema <strong>de</strong> género y especie se ajusta aquí<br />
o no. En cada caso parece casi imposible indicar <strong>la</strong> “diferentia specífica” <strong>de</strong> cada<br />
fenómeno fundamental en contraste con el concepto general. La cohesión <strong>de</strong> los cinco<br />
fenómenos no pue<strong>de</strong> aprehen<strong>de</strong>rse con <strong>la</strong> arquitectura <strong>de</strong> “género“ y “especie”; ello nos<br />
vincu<strong>la</strong> con una lógica dialéctica todavía pendiente.<br />
Al trabajo po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>scribirlo en el mejor <strong>de</strong> los casos <strong>de</strong> “modo formalindicador”,<br />
<strong>de</strong>stacando algunos rasgos y caracteres. Buscamos ganar una salida con<br />
vistas al motivo <strong>de</strong>l trabajo humano. El hombre tiene que trabajar para po<strong>de</strong>r<br />
conservarse. No está como el animal inserto en un espacio vital biológico, en el cual<br />
aquel está constreñido; cada especie animal tiene sus condiciones medio-ambientales,<br />
encuentra ahí “alimento”, pastoreo y presa, se reproduce, y cada nueva generación tiene,<br />
a gran<strong>de</strong>s rasgos, <strong>la</strong> misma vida. Se modifican <strong>la</strong>s condiciones medioambientales, acaso<br />
a través <strong>de</strong> fluctuaciones climáticas y no pue<strong>de</strong> <strong>la</strong> especie adaptarse, entonces<br />
precisamente sucumbe. El animal no “modifica” <strong>la</strong> naturaleza en <strong>la</strong> que vive, a pesar <strong>de</strong><br />
que cava cuevas, construye nidos, a pesar <strong>de</strong> que el castor <strong>de</strong>rriba árboles y construye<br />
diques. Tal hacer animal, que nosotros humanos l<strong>la</strong>mamos “trabajo” <strong>de</strong> acuerdo a un<br />
antropomorfismo <strong>de</strong>sfigurador, pertenece a <strong>la</strong> naturaleza. Ésta no es meramente el<br />
mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> materialidad inorgánica, le pertenecen, pues, también los seres vivos, <strong>la</strong>s<br />
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acuerdo a su imagen fenoménica externa reve<strong>la</strong> similitud con el actuar humano, está,<br />
empero, mucho más cerca <strong>de</strong>l crecimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nta que <strong>de</strong> <strong>la</strong> acción humana. Sólo el<br />
hombre transforma <strong>la</strong> naturaleza. Él está en cierto modo abandonado <strong>de</strong> el<strong>la</strong>, se ha<br />
extrañado <strong>de</strong> el<strong>la</strong> – y por eso pue<strong>de</strong> actuar contra el<strong>la</strong>.<br />
El hombre se encuentra en carencias – como todo ser viviente; pero <strong>de</strong> <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nta<br />
y el animal se distingue, en principio, en cuanto sabe <strong>de</strong> esta carencia y se comporta<br />
expresamente con respecto a el<strong>la</strong>. El comportamiento tiene en ello no sólo un carácter<br />
contemp<strong>la</strong>tivo. Es su libertad, no sólo su inteligencia, que hace frente a <strong>la</strong> carencia, que<br />
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