Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel

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23.01.2015 Views

Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ 13. El conocimiento cotidiano del trabajo y su concepto filosófico Como fenómeno del vivir humano, el trabajo es por lo general conocido, es experimentado y sufrido por la mayoría de los hombres como penalidad, como tormento cotidiano, como tributo que saldamos – sólo pocas “excepciones” parasitarias de la sociedad, mendigos y ociosos opulentos, pueden sustraerse a él; pero también ellos viven del trabajo de sus congéneres, su existencia inútil depende de los otros, que la sostienen. El desprecio que afecta a los parásitos tiene su razón más profunda en el déficit, en la atrofia de un momento existencial esencial; son lisiados existenciales. A través del trabajo damos testimonio de manera especial de nuestra finitud, de la grandeza y la miseria de nuestra existencia. En el trabajo experimentamos la dureza, carga y esfuerzo de nuestra vida, pero también la felicidad del logro. El trabajo es una fuente de experiencias opresivas y felices, a saber, que la felicidad presupone precisamente la opresión y recién es posible sobre su fondo. Esta es una relación completamente peculiar. La felicidad humana siempre surge desde el fondo del sufrimiento – no es la bienaventuranza carente de sufrimiento del dios; está atravesada por el saber de su fragilidad, de su naturaleza fugaz. Nuestra felicidad tiene el color de la tristeza y, en nuestra tristeza, la felicidad finita futura brilla ya como una estrella en la noche. Esta ambivalencia permite aclarar que muchas de nuestras “contradicciones” estén encadenadas y atadas entre sí, que no pueden una sin la otra, que se presuponen recíprocamente. El hombre tiene su posible grandeza sólo en el espacio de su miseria. Esto vale también para el fenómeno fundamental del trabajo. Las descripciones son de poco alcance cuando sólo enfatizan los rasgos negativos, o sólo exponen los “positivos”. El trabajo no es ni una “bendición” ni una “maldición”, es al mismo tiempo bendito y maldito, al mismo tiempo esfuerzo y felicidad en el logro, al mismo tiempo esclavitud y dominio. En el trabajo humano se expresa la sumisión de un ente libre a necesidades naturales, a menesterosidades, pero también la fuerza titánica de sobrepasar ampliamente las meras necesidades, de construir un descomunal mundo de logros como documentación de la libertad humana finita. Así como estamos condenados a comer nuestro pan con el sudor de la frente, a preparar el barbecho que tiene más cardos y espinas que espigas, del mismo modo nuestro orgullo no consiste solamente en producir lo necesario para la vida, sino también lo superfluo. Esta dinámica yace implícitamente en el trabajo humano; él conduce a lo titánico-desmedido, produce nuevas necesidades 130

Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ más allá de las necesidades naturales elementales: necesidades de lujo, que pronto se convierten en una “segunda naturaleza” del hombre. En el curso del trabajo se transforma no sólo el alcance y el sentido del trabajo, se transforma también el trabajador. Esto quiere decir, formulado abstractamente: el trabajo elabora no sólo objetos, sino a la par siempre también a sí mismo. Y también en esta autorelación del trabajo se da el impulso de una poderosa dinámica. La mirada dirigida a la esencia dinámica del trabajo es importante, porque en ella se manifiesta la particular historicidad del trabajo. Ante todo, vale tener en perspectiva esta historicidad del trabajo si se hace el intento de ir más allá del conocimiento cotidiano del fenómeno del trabajo en dirección a un concepto filosófico del mismo. Un tal concepto lleva consigo inevitablemente una tensión. Tiene que ser, por una parte, “universal”, esto es, señalar absolutamente la esencia del trabajo, y tiene que ser también “histórico”, a saber, caracterizar una situación determinada de la autoevolución dinámica del trabajo humano, vale decir, de la situación de nuestro presente. Las dificultades que enfrentamos en la obtención de un concepto filosófico no radican en el hecho de que las transformaciones históricas del trabajo estén respectivamente acompañadas de colaboradoras interpretaciones de sentido, por intentos de autocomprensión del trabajador humano, por “interpretaciones” sociales de distintas clases, por la ideología de la lucha de clases, y similares. Tales interpretaciones determinan la atmósfera de la significatividad vital del trabajo. No es en ningún caso fácil sustraerse a esta disputa y “sine ira et studio” tan sólo describir lo que es. La pregunta por la naturaleza del trabajo es una pregunta-en-disputa, en el cual una y otra vez se disputa el sentido de la vida. A ratos ella tiene casi la seriedad enconada de una guerra de religión. En la época histórica del mundo, en la cual la gigantesca fuerza técnica del trabajo domina el primer plano del mundo humano, la pregunta por el sentido del trabajo tiene que convertirse en la imperiosa pregunta decisiva por el sentido de la existencia. Las épocas tempranas han combatido por fórmulas dogmáticas de la religión, porque para ellos precisamente en la relación del hombre con dios estaba soportado y conformado todo el andamiaje de la existencia, del mismo modo hoy se combate con el mismo fervor y pasión por la significación del trabajo. Parece como si el hombre hubiera encontrado en él un nuevo centro gravitacional, un nuevo núcleo vital de su existir mundanal. Después de que a lo largo de los siglos, durante la existencia terrena, soñó y anheló ir más allá, a la espera del destino post-mortal y condujo su vida en la preparación a ello, parece que ahora se 131

Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

13. El conocimiento cotidiano <strong>de</strong>l trabajo y su concepto filosófico<br />

Como fenómeno <strong>de</strong>l vivir humano, el trabajo es por lo general conocido, es<br />

experimentado y sufrido por <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> los hombres como penalidad, como tormento<br />

cotidiano, como tributo que saldamos – sólo pocas “excepciones” parasitarias <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

sociedad, mendigos y ociosos opulentos, pue<strong>de</strong>n sustraerse a él; pero también ellos<br />

viven <strong>de</strong>l trabajo <strong>de</strong> sus congéneres, su <strong>existencia</strong> inútil <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> los otros, que <strong>la</strong><br />

sostienen. El <strong>de</strong>sprecio que afecta a los parásitos tiene su razón más profunda en el<br />

déficit, en <strong>la</strong> atrofia <strong>de</strong> un momento <strong>existencia</strong>l esencial; son lisiados <strong>existencia</strong>les. A<br />

través <strong>de</strong>l trabajo damos testimonio <strong>de</strong> manera especial <strong>de</strong> nuestra finitud, <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

gran<strong>de</strong>za y <strong>la</strong> miseria <strong>de</strong> nuestra <strong>existencia</strong>. En el trabajo experimentamos <strong>la</strong> dureza,<br />

carga y esfuerzo <strong>de</strong> nuestra vida, pero también <strong>la</strong> felicidad <strong>de</strong>l logro. El trabajo es una<br />

fuente <strong>de</strong> experiencias opresivas y felices, a saber, que <strong>la</strong> felicidad presupone<br />

precisamente <strong>la</strong> opresión y recién es posible sobre su fondo. Esta es una re<strong>la</strong>ción<br />

completamente peculiar. La felicidad humana siempre surge <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el fondo <strong>de</strong>l<br />

sufrimiento – no es <strong>la</strong> bienaventuranza carente <strong>de</strong> sufrimiento <strong>de</strong>l dios; está atravesada<br />

por el saber <strong>de</strong> su fragilidad, <strong>de</strong> su naturaleza fugaz. Nuestra felicidad tiene el color <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> tristeza y, en nuestra tristeza, <strong>la</strong> felicidad finita futura bril<strong>la</strong> ya como una estrel<strong>la</strong> en <strong>la</strong><br />

noche. Esta ambivalencia permite ac<strong>la</strong>rar que muchas <strong>de</strong> nuestras “contradicciones”<br />

estén enca<strong>de</strong>nadas y atadas entre sí, que no pue<strong>de</strong>n una sin <strong>la</strong> otra, que se presuponen<br />

recíprocamente. El hombre tiene su posible gran<strong>de</strong>za sólo en el espacio <strong>de</strong> su miseria.<br />

Esto vale también para el fenómeno fundamental <strong>de</strong>l trabajo. Las <strong>de</strong>scripciones<br />

son <strong>de</strong> poco alcance cuando sólo enfatizan los rasgos negativos, o sólo exponen los<br />

“positivos”. El trabajo no es ni una “bendición” ni una “maldición”, es al mismo tiempo<br />

bendito y maldito, al mismo tiempo esfuerzo y felicidad en el logro, al mismo tiempo<br />

esc<strong>la</strong>vitud y dominio. En el trabajo humano se expresa <strong>la</strong> sumisión <strong>de</strong> un ente libre a<br />

necesida<strong>de</strong>s naturales, a menesterosida<strong>de</strong>s, pero también <strong>la</strong> fuerza titánica <strong>de</strong> sobrepasar<br />

ampliamente <strong>la</strong>s meras necesida<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> construir un <strong>de</strong>scomunal mundo <strong>de</strong> logros como<br />

documentación <strong>de</strong> <strong>la</strong> libertad humana finita. Así como estamos con<strong>de</strong>nados a comer<br />

nuestro pan con el sudor <strong>de</strong> <strong>la</strong> frente, a preparar el barbecho que tiene más cardos y<br />

espinas que espigas, <strong>de</strong>l mismo modo nuestro orgullo no consiste so<strong>la</strong>mente en producir<br />

lo necesario para <strong>la</strong> vida, sino también lo superfluo. Esta dinámica yace implícitamente<br />

en el trabajo humano; él conduce a lo titánico-<strong>de</strong>smedido, produce nuevas necesida<strong>de</strong>s<br />

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