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Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel

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Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

“valoración moral”. Matar es un modo propio fundamental <strong>de</strong>l trato con <strong>la</strong> muerte. Se<br />

podrá <strong>de</strong>cir quizás, que también los animales “matan”; cazan y se <strong>de</strong>voran<br />

recíprocamente. Pero en eso se muestra que nosotros no tenemos <strong>la</strong>s categorías<br />

perfeccionadas necesarias para el comportamiento <strong>de</strong> los animales, categorías que<br />

pudieran surgir a partir <strong>de</strong> una comprensión explícita. El “antropomorfismo” ingenuo<br />

oscurece tanto el ser <strong>de</strong> los animales, como también el ser <strong>de</strong>l hombre. Animales, que se<br />

eliminan entre sí, que pelean entre sí, que cazan y se <strong>de</strong>voran entre sí, no viven por ello<br />

en una apertura a <strong>la</strong> muerte como tal. Pero al matar humano le pertenece <strong>la</strong> comprensión<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte, le pertenece <strong>la</strong> anticipación p<strong>la</strong>nificadora. También hablábamos <strong>de</strong> que el<br />

hombre “mata” otros seres vivos no-humanos, <strong>de</strong> que consume p<strong>la</strong>ntas, faena animales,<br />

etc. Pero eso no es en sentido riguroso un matar, es más bien un enten<strong>de</strong>rse con lo que<br />

ocasiona el morir <strong>de</strong> otros seres vivos que no están abiertos para <strong>la</strong> muerte. En sentido<br />

propio, bajo el morir enten<strong>de</strong>mos terminológicamente <strong>la</strong> extinción <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida en el<br />

hombre abierto a <strong>la</strong> muerte. Lo fructífero <strong>de</strong>l matar <strong>de</strong>scansa, pues, en que un congénere<br />

lleva a otro a <strong>la</strong> cercanía <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte, le abre el más extremo peligro y amenaza, y lo<br />

empuja luego activamente a <strong>la</strong> aniqui<strong>la</strong>ción. En el matar, se entien<strong>de</strong> por parte <strong>de</strong>l<br />

matador que <strong>la</strong> víctima no podría seguir viviendo – y por parte <strong>de</strong> <strong>la</strong> víctima se sabe, <strong>de</strong><br />

un modo espantoso, que se acortará anticipadamente su tiempo <strong>de</strong> vida sólo a través <strong>de</strong>l<br />

po<strong>de</strong>r humano, no a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> potencia insos<strong>la</strong>yable <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza. La muerte que<br />

nos trae <strong>la</strong> naturaleza estamos dispuestos a asimi<strong>la</strong>r<strong>la</strong>, a reconocer su fatalidad; al<br />

contrario, no queremos asumir <strong>de</strong> ningún modo <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> mano humana, nos<br />

resistimos con toda energía y con el anhelo <strong>de</strong> vida más salvaje contra tales amenazas<br />

<strong>de</strong> muerte y buscamos <strong>de</strong>sesperadamente una escapatoria. Para el asesinado <strong>la</strong> muerte<br />

viene <strong>de</strong> <strong>la</strong> libertad ajena; contra eso se rebe<strong>la</strong> su propia libertad y autoafirmación.<br />

Un caso particu<strong>la</strong>rmente difícil <strong>de</strong> interpretar es el suicidio – quizás, un acto <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> más elevada liberad como en el sabio estoico, o un acto <strong>de</strong> <strong>de</strong>sesperación, cuando <strong>la</strong><br />

<strong>existencia</strong> se ha vuelto insoportable. El suicidio es <strong>la</strong> posibilidad contraria más aguda y<br />

extrema <strong>de</strong> <strong>la</strong> “auto-conservación”. Ésta no es en el hombre –como en el animal– un<br />

impulso ciego instintivo que regu<strong>la</strong> todos los comportamientos. El hombre está –<br />

normalmente – interesado con máxima intensidad en su perdurar. Y este interés incluye<br />

que él conoce y prevé peligros, los evita, los esquiva, tanto como pue<strong>de</strong>. Si él, por<br />

ejemplo, se confiara en llevar a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte su conservación tan sólo por medio <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

alimentación (al menos en nuestras regiones) en tanto encuentra alimentos en <strong>la</strong><br />

naturaleza, vale <strong>de</strong>cir, manteniéndose en el “nivel <strong>de</strong> colector”, así esto sería un lento<br />

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