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Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel

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Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

“eternidad” como “ahora estático”, como “nunc stans”. El “reino <strong>de</strong> los muertos” no es<br />

un ámbito en medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> presencia universal, no es una provincia apartada, no es una<br />

zona espacio-temporal. No existe este “reino” – es en más <strong>de</strong> un sentido una “tierra <strong>de</strong><br />

nadie”, un reino inane <strong>de</strong> sombras, una nada. L<strong>la</strong>mamos a esta nada enigmática, que tan<br />

sólo para nosotros se muestra como el retiro <strong>de</strong>l moribundo, el “ausentarse” – a saber,<br />

en re<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong> pregunta, si <strong>la</strong> esencia <strong>de</strong>l ser se agota o no en el “presencia”, en el<br />

“aparecer”, en el articu<strong>la</strong>do, diferenciado y reunido surgir <strong>de</strong> entes <strong>de</strong> diversa variedad.<br />

El difunto se convierte en una figura c<strong>la</strong>ve <strong>de</strong>l problema <strong>de</strong>l ser. ¿Debe ser pensado así<br />

el concepto <strong>de</strong> ser, que en lo fundamental permanece referido al ente en <strong>la</strong> forma <strong>de</strong> lo<br />

“individuado” y “singu<strong>la</strong>rizado”, junto con sus “estructuras universales” – o acaso es<br />

necesario, a partir <strong>de</strong> lo individuado, pensar <strong>de</strong> retrospectivamente en un fundamento<br />

originario en el cual todo es uno<br />

El difunto significa por <strong>de</strong> pronto para nosotros los vivientes el esfumarse <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

individuación; un hombre cesa <strong>de</strong> ser este “sí-mismo” <strong>de</strong>terminado. Cada viviente se<br />

distingue <strong>de</strong> otro viviente no tan so<strong>la</strong>mente a través <strong>de</strong>l contorno externo su <strong>la</strong> figura<br />

corporal, a través <strong>de</strong> su cuerpo vivo, a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> separación real <strong>de</strong>l organismo<br />

corporal propio <strong>de</strong> otras cosas y organismos, sino más esencialmente a través <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

autore<strong>la</strong>ción pura, <strong>la</strong> autoposición y autoafirmación. Con <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong>saparece <strong>la</strong><br />

imagen fenoménica <strong>de</strong> tal autoafirmación. El individuo cesa <strong>de</strong> sostener y <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r su<br />

individualidad; entrega el espíritu, el saber y <strong>la</strong> voluntad, y sobre todo <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> ser<br />

sí mismo; se aparta, se escabulle <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> <strong>la</strong>s diferencias, se sustrae en lo inesencial,<br />

en <strong>la</strong> enigmática “nada”. Pero precisamente esta caída en <strong>la</strong> nada, que notamos nosotros,<br />

los sobrevivientes, en el difunto – este apartarse e irse y entregarse – tiene para nosotros<br />

una tremenda significación. Es un enigma y un secreto que nos conmueve y apremia en<br />

lo más íntimo. Aparte <strong>de</strong> eso hay muchos secretos y enigmas insoldables. El ser <strong>de</strong><br />

todas <strong>la</strong>s cosas permanece para nosotros impenetrable – compren<strong>de</strong>mos siempre algunas<br />

cosas mientras que <strong>la</strong> mayor parte <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s rehúsa el compren<strong>de</strong>r. Pero cuando nosotros<br />

persistimos, así asombrados y admirados <strong>de</strong> cara al ser incomprendido <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas<br />

circunmundanas, experimentamos en el<strong>la</strong>s el dolor <strong>de</strong>l no-saber, así estamos nosotros,<br />

estos insipientes, sin embargo, ciertos <strong>de</strong> nosotros mismos. Esta incomprensión <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

cosas circunmundanas es un momento <strong>de</strong> nuestra <strong>existencia</strong>. Si bien esta <strong>existencia</strong> es<br />

llevada, a través <strong>de</strong> ello, a confusión, existe en ello, sin embargo, en tanto confundida.<br />

La enigmaticidad <strong>de</strong> lo extraño, <strong>de</strong>l ente no-humano lo sobrellevamos. Tal<br />

enigmaticidad pertenece, pues al estilo <strong>de</strong> nuestra comprensión finita <strong>de</strong>l ser. Los<br />

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