Fenómenos fundamentales de la existencia ... - cristobal holzapfel

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23.01.2015 Views

Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ plazo que lo separa de su propia muerte se acorta. Pero tal certidumbre de la muerte no es tan sólo un saber vacío, vago sobre algo pendiente, futuro, que como tal quedará totalmente indeterminado. Cada uno sabe que su muerte es un partir desde la esfera de la individuación y diferenciación, un apartarse del campo fenoménico, un retiro a lo incierto, para lo cual carecemos de nombre, figura, concepto. Por de pronto tiene la muerte para nosotros el carácter de la aniquilación; la concebimos como decadencia, como irse y desaparecer, como un “cesar” de nuestro ser. La característica de la muerte permanece negativa de punta a cabo. Pero se pregunta, cómo a propósito de esto debemos entender tales negaciones. Podría ser el caso aquí que los caracteres negativos provinieran de una comprensión de la nada, que en principio se aloja en el espacio de lo fenoménico. La muerte no sería entonces realmente aludida en su capacidad de señalador más allá de la esfera fenoménica. A cada ontología determinada, en tanto una comprensión del ser conceptualmente elaborada, le pertenece una teoría de la “nada”. Y ciertamente una tal teoría de la nada no es de ningún modo tan sólo una complementación, un agregado para un completamiento sistemático. No se podría desarrollar jamás una determinada comprensión del ser y llevarla a concepto sin co-pensar al mismo tiempo la nada. La necesaria trabazón de ser y nada pertenece a los problemas especulativos más elevados de la filosofía. Esto no lo podemos esclarecer ahora dentro del marco limitado de nuestro especial problema. Pero preguntamos qué comprensión de la nada resuena, por de pronto, cuando caracterizamos la muerte como aniquilación. ¿Es esta nada de la aniquilación extraída realmente del saber originario, si bien también oscuro, de la muerte – o caracterizamos con ello la muerte todavía excesivamente desde la comprensión del ser válida para el mundo fenoménico ¿Cómo se experimenta y comprende allí la “nada” El mundo fenoménico es en su totalidad el surgir y el mostrar-se de las cosas finitas reunido, en una presencia de amplitud mundanal. Él no es una cosa grande, única; él está quebrado, escindido y desperdigado, desparramado de manera múltiple en inabarcables cosas singulares; y sin embargo están juntas, reunidas y enlazadas las cosas desparramadas. Con ello tampoco son todas las cosas al mismo tiempo, sino sucesivas de manera múltiple. Un torbellino del ir y venir, del emerger y desaparecer, del aumentar y disminuir, el cambio incesante domina las cosas. En este ente, que brilla en el campo de la presencia y que se le aparece al hombre percipiente, se muestra la nada bajo muchas figuras. Cada cosa es en cada caso una, es algo singular; y esto quiere decir: no es todo lo otro; en su ser-así está excluida de todo ser-otro; ella 100

Eugen Fink Fenómenos fundamentales de la existencia humana /extracto/ tiene un contorno, está comprendida por límites; el límite separa, escinde, interrumpe; él es del mismo modo un momento negativo, como por otra parte, positivo, en tanto conexión, contacto. Todo el campo de los fenómenos de amplitud mundanal está surcado por las líneas fronterizas de las cosas, y por así decir, rajado, despedazado y fraccionado de mil maneras. En tanto elemento del límite, la nada pertenece en general al ser de todas las cosas finitas. Pero las cosas-límite no configuran, por decirlo así, una red fija, no son un lineamiento estático, ellas se encuentran en un movimiento incesante; las cosas modifican sus límites, aumentan o disminuyen; en sus límites luchan todas las cosas unas contra otras; donde una crece otra tiene que decrecer, donde una llega a ser fuerte, otra llega a ser débil – donde una se inicia otra tiene que finalizar. No sólo los límites espaciales, también los límites temporales están en movimiento. Siempre emerge de nuevo lo que aparece y sucumbe otro, pero el campo del aparecer persiste. El anonadarse de lo ente es propio del estilo del mundo fenoménico. Ya aludimos a que este es un problema excitante y atormentador para la razón humana, qué y cómo en general aquello a lo que se atribuía “ser” pueda dejar de ser y disolverse en la nada. Y enfatizábamos cómo esto es sobretodo problemático en el caso de los seres vivos, planta y animal. La nada tiene muchas formas de aparición en el campo del aparecer. Sería una tarea importante, aunque inusualmente difícil, con vistas al ser de las cosas que aparecen, trazar una tabla de nada en la cual fuera catalogada la nada como límite, la nada como diferencia cualitativa, la nada como alteración, privación, atrofia, como ruina y como “extinguirse”, etc. Kant ha propuesto una tabla de la nada en la “Crítica de la razón pura” (A 292), y ha desarrollado un concepto múltiple de la nada en cuanto ens rationis, ens imaginarium, nihil privativum, nihil negativum; pero con ello no ha elaborado un modelo de todas las posibilidades, acerca de cómo el hombre comprensor del ser encuentra la nada en lo ente mismo. Hay un tipo especial de “límite” en la diferencia del yo representador con respecto a todo lo representado, en la posible escisión de todo lo ente que aparece en cuanto “yo” y “no-yo”. La significatividad del problema de la muerte descansa, en definitiva, en que contiene la exigencia de sobrepasar tanto la comprensión del ser dominante y válida en el mundo fenoménico, como también la comprensión-de-la-nada que le corresponde. Interpretar la muerte sólo como aniquilación significa tener una posición muy provisional y poco desarrollada, respecto de la cual habría que preguntar, por de pronto, cómo la nada es caracterizada en general. Si la muerte fuera simplemente una desintegración en una “nada” entendida fenoménicamente, entonces no tendría por qué 101

Eugen Fink<br />

Fenómenos <strong>fundamentales</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>existencia</strong> humana /extracto/<br />

p<strong>la</strong>zo que lo separa <strong>de</strong> su propia muerte se acorta. Pero tal certidumbre <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte no<br />

es tan sólo un saber vacío, vago sobre algo pendiente, futuro, que como tal quedará<br />

totalmente in<strong>de</strong>terminado. Cada uno sabe que su muerte es un partir <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> esfera <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> individuación y diferenciación, un apartarse <strong>de</strong>l campo fenoménico, un retiro a lo<br />

incierto, para lo cual carecemos <strong>de</strong> nombre, figura, concepto. Por <strong>de</strong> pronto tiene <strong>la</strong><br />

muerte para nosotros el carácter <strong>de</strong> <strong>la</strong> aniqui<strong>la</strong>ción; <strong>la</strong> concebimos como <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia,<br />

como irse y <strong>de</strong>saparecer, como un “cesar” <strong>de</strong> nuestro ser. La característica <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte<br />

permanece negativa <strong>de</strong> punta a cabo. Pero se pregunta, cómo a propósito <strong>de</strong> esto<br />

<strong>de</strong>bemos enten<strong>de</strong>r tales negaciones. Podría ser el caso aquí que los caracteres negativos<br />

provinieran <strong>de</strong> una comprensión <strong>de</strong> <strong>la</strong> nada, que en principio se aloja en el espacio <strong>de</strong> lo<br />

fenoménico. La muerte no sería entonces realmente aludida en su capacidad <strong>de</strong><br />

seña<strong>la</strong>dor más allá <strong>de</strong> <strong>la</strong> esfera fenoménica.<br />

A cada ontología <strong>de</strong>terminada, en tanto una comprensión <strong>de</strong>l ser<br />

conceptualmente e<strong>la</strong>borada, le pertenece una teoría <strong>de</strong> <strong>la</strong> “nada”. Y ciertamente una tal<br />

teoría <strong>de</strong> <strong>la</strong> nada no es <strong>de</strong> ningún modo tan sólo una complementación, un agregado<br />

para un completamiento sistemático. No se podría <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>r jamás una <strong>de</strong>terminada<br />

comprensión <strong>de</strong>l ser y llevar<strong>la</strong> a concepto sin co-pensar al mismo tiempo <strong>la</strong> nada. La<br />

necesaria trabazón <strong>de</strong> ser y nada pertenece a los problemas especu<strong>la</strong>tivos más elevados<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> filosofía. Esto no lo po<strong>de</strong>mos esc<strong>la</strong>recer ahora <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l marco limitado <strong>de</strong><br />

nuestro especial problema. Pero preguntamos qué comprensión <strong>de</strong> <strong>la</strong> nada resuena, por<br />

<strong>de</strong> pronto, cuando caracterizamos <strong>la</strong> muerte como aniqui<strong>la</strong>ción. ¿Es esta nada <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

aniqui<strong>la</strong>ción extraída realmente <strong>de</strong>l saber originario, si bien también oscuro, <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

muerte – o caracterizamos con ello <strong>la</strong> muerte todavía excesivamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

comprensión <strong>de</strong>l ser válida para el mundo fenoménico ¿Cómo se experimenta y<br />

compren<strong>de</strong> allí <strong>la</strong> “nada” El mundo fenoménico es en su totalidad el surgir y el<br />

mostrar-se <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas finitas reunido, en una presencia <strong>de</strong> amplitud mundanal. Él no es<br />

una cosa gran<strong>de</strong>, única; él está quebrado, escindido y <strong>de</strong>sperdigado, <strong>de</strong>sparramado <strong>de</strong><br />

manera múltiple en inabarcables cosas singu<strong>la</strong>res; y sin embargo están juntas, reunidas<br />

y en<strong>la</strong>zadas <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong>sparramadas. Con ello tampoco son todas <strong>la</strong>s cosas al mismo<br />

tiempo, sino sucesivas <strong>de</strong> manera múltiple. Un torbellino <strong>de</strong>l ir y venir, <strong>de</strong>l emerger y<br />

<strong>de</strong>saparecer, <strong>de</strong>l aumentar y disminuir, el cambio incesante domina <strong>la</strong>s cosas. En este<br />

ente, que bril<strong>la</strong> en el campo <strong>de</strong> <strong>la</strong> presencia y que se le aparece al hombre percipiente, se<br />

muestra <strong>la</strong> nada bajo muchas figuras. Cada cosa es en cada caso una, es algo singu<strong>la</strong>r; y<br />

esto quiere <strong>de</strong>cir: no es todo lo otro; en su ser-así está excluida <strong>de</strong> todo ser-otro; el<strong>la</strong><br />

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