Descarga - Colegio de Historia P9 - UNAM

de las mercancías negociadas, que benefició a algunos productores españoles —
muy notablemente, a los manufactureros de Cataluña— quienes vieron bajar los
precios de las importaciones. 30
En cambio, los mercaderes que se habían
enriquecido con ayuda del sistema monopólico se vieron perjudicados, porque a la
baja de precios correspondió una baja de su margen de ganancias. Además,
después de decretarse en 1789 la plena incorporación de Nueva España al libre
comercio, los canales de distribución interna de las mercancías se fueron
ampliando, y disminuyeron en mucho las posibilidades del acaparamiento que
daba tantas ventajas a los almaceneros capitalinos, quienes:
Se encontraron con que la época de utilidades monopolísticas relativamente
seguras había llegado a su fin, y tuvieron que enfrentarse a una competencia
más vigorosa y numerosa, porque el aumento en el volumen del comercio muy
pronto atrajo a un nuevo tipo de hombre, que se conformaba con utilidades
moderadas siempre que se obtuvieran con rapidez. 31
La reacción de los almaceneros fue en muchos casos la de retirar parte de
sus caudales del comercio exterior, dedicándolos a la agricultura o a la minería en
mayor proporción. De modo que mientras se elevaban las necesidades de
financiamiento —por el aumento de los tratos comerciales—, disminuían los
capitales. Muchos de los nuevos y más modestos comerciantes tuvieron necesidad
de endeudarse con casas comerciales de ultramar o de hacerse comisionistas de
otros comerciantes mayores, y el interés de los préstamos en Nueva España subió
al 8 ó 9%, el triple de lo que acostumbraba cobrarse en algunas regiones de la
Península Ibérica. 32
30 David Brading, op. cit., p. 160-161.
p. 14.
31 Ibidem, p. 162.
32 Cfr. David Brading, op. cit., p. 161; Arcila Farías, op. cit., t. II, p. 189-190; Ortiz de la Tabla, op. cit.,