Asepeyo - Aguas y Servicios
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En apoyo de esta idea, la sentencia del Tribunal Supremo de 2<br />
de abril de 2.003 48 establecía que si bien la acción degradante<br />
que se conceptúa como atentado a la dignidad, normalmente<br />
requerirá una conducta continuada, nada impide que la acción<br />
degradante pueda ser cumplida con una acción que presente<br />
una intensidad lesiva para la dignidad suficiente para la<br />
producción del resultado típico.<br />
Sin embargo, y como decíamos, el sentir mayoritario de la<br />
jurisprudencia discurría por otros derroteros, entendiendo que<br />
para la aplicación del delito de acoso laboral o “mobbing” se<br />
requería de una cierta continuidad.<br />
Así, las sentencias del Tribunal Supremo de 14 de noviembre<br />
de 2.001 49 , aportaban la nota de que la degradación y<br />
humillación tuviera una duración notoria y persistente, cuya<br />
gravedad ya no fuera posible recoger en la individualización<br />
de la pena del delito al que acompañan a través de las<br />
agravantes ordinarias.<br />
Igualmente, la Audiencia Provincial de Madrid 50 consideraba<br />
que dicha conducta hostil había de ser reiterativa y<br />
persistente en el tiempo, llegando a adoptar métodos de<br />
influencia muy diversos.<br />
48 Sentencia núm. 486/2003, de 2 de abril, del Tribunal Supremo<br />
(RJ 2003/4007).<br />
49 Sentencia núm. 489/2003, de 14 de noviembre de 2.001, del<br />
Tribunal Supremo (RJ 2002/1514).<br />
50 Auto núm. 1080/2009, de 3 de noviembre, de la Audiencia<br />
Provincial de Madrid (JUR 2010/71347).<br />
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