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cometerse por un sujeto que esté inmerso en una relación de
trabajo respecto del sujeto pasivo, opina que deben aplicarse
las reglas generales de la participación en un delito especial,
pudiendo ser partícipe cualquiera de las personas que
induzcan directamente al acosador a ejecutar el delito o
cualquiera de las personas que cooperen a su ejecución con
un acto sin el cual no se habría efectuado (inductor y
cooperador necesario) o con un acto no necesario anterior o
simultáneo (cómplice), siendo de aplicación el art. 65.3 CP, e
incluso cuando no sea este cooperador persona relacionada
laboral o funcionarialmente, puede darse entrada a la figura
del extraneus (persona que no esté unida a la víctima por la
relación laboral, pero que colabore con sus jefes o
compañeros para acosarla, por ejemplo, por ser familiar
directo del acosador y esté implicada personalmente en la
conducta, a pesar de no trabajar en la misma empresa que la
víctima) en este delito especial propio.
Al empresario que conozca la existencia de un acoso en el
trabajo por parte de uno de sus trabajadores ya hemos visto
que no puede castigársele por omisión, pero puede acusársele
de partícipe si se considera que tiene la "posición de garante"
(quien por su especial cargo o situación tiene el deber de
velar porque esa situación no se produzca), además, claro
está, si tiene consecuencias en el puesto de trabajo, de su
posible responsabilidad funcionarial o laboral, debiendo
estudiarse cada caso concreto.
Pena a imponer.
La pena de este nuevo delito de acoso laboral no varía
respecto del tipo genérico, del trato degradante del párrafo 1,
es decir, prisión de seis meses a dos años, lo que parece
normal, si se trata de una conducta de menor intensidad, pero
reiterada, que se tipifica como delito por su repetición y
consecuencias, no por la gravedad de cada episodio
individualmente considerado, de forma que el tipo especifica
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