CAPÃTULO 1 - Universidad de Deusto
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objetos), que obligan a estudiarlo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> diversos ángulos.<br />
2. Y la segunda es la limitación <strong>de</strong> nuestra capacidad, que se ve forzada a dividir el objeto<br />
<strong>de</strong> estudio (el propio ser humano) para po<strong>de</strong>r profundizar cada vez más en su estudio.<br />
(Vamos a pararnos un momento en esta paradoja. Resulta que somos tan complejos, pero a<br />
la vez tan limitados, que po<strong>de</strong>mos ponernos <strong>de</strong> acuerdo en lo que son las cosas -es lo que nos<br />
dice la ciencia-, pero no sin embargo en lo que más nos importa, que es justamente saber lo<br />
que somos nosotros mismos. Las cosas son simples, en el sentido <strong>de</strong> que su “existencia” no<br />
<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> ellas mismas: están por completo sometidas a las leyes <strong>de</strong> la Naturaleza. La existencia<br />
<strong>de</strong>l ser humano, por el contrario, la <strong>de</strong> cada uno, se <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> en buena parte en su conciencia,<br />
en sus creencias, i<strong>de</strong>as y actuaciones, que, en cierta medida al menos, <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> su<br />
libertad. Por supuesto, el hombre también está sometido a las leyes <strong>de</strong> la Naturaleza; sin embargo,<br />
ha encontrado -digámoslo así- la manera <strong>de</strong> hacerle trampa: ha encontrado la manera<br />
<strong>de</strong> dominarla y ponerla a su servicio. Eso es exactamente la técnica: el dominio y control <strong>de</strong><br />
(las leyes <strong>de</strong>) la Naturaleza. Esta es pues la paradoja <strong>de</strong> la existencia humana: sabemos lo que<br />
las cosas son y sabemos ponerlas a nuestro servicio; pero no sabemos lo que somos nosotros<br />
y, lo que es peor, al no ponernos <strong>de</strong> acuerdo, utilizamos las cosas para <strong>de</strong>struirnos unos a<br />
otros.)<br />
Ante nuestra complejidad, por un lado, y nuestra limitación, por otro, nos “dividimos” en<br />
partes para estudiar cada parte por separado. Y <strong>de</strong> ahí las diferentes Antropologías. Ahora<br />
bien, la cuestión es si estudiando las partes por separado -sin tener en cuenta las relaciones<br />
entre ellas- po<strong>de</strong>mos tener una visión unitaria y global <strong>de</strong>l “hombre completo”. La respuesta<br />
es obviamente negativa, y <strong>de</strong> ahí la necesidad <strong>de</strong> integrar los distintos saberes, en nuestro caso<br />
las diferentes Antropologías parciales.<br />
Des<strong>de</strong> este punto <strong>de</strong> vista, la existencia <strong>de</strong> una Antropología General respon<strong>de</strong> no a la simple<br />
acumulación <strong>de</strong> los conocimientos proporcionados por las distintas Antropologías, sino a<br />
la necesidad <strong>de</strong> mantener esa visión unitaria, es <strong>de</strong>cir, respon<strong>de</strong> a la necesidad <strong>de</strong> una ciencia<br />
que abor<strong>de</strong> su estudio con los métodos y las técnicas que se <strong>de</strong>sarrollan y aplican a partir <strong>de</strong><br />
una concepción integral <strong>de</strong>l hombre. Y esta concepción integral y unitaria será nuestro punto<br />
<strong>de</strong> partida.<br />
Para diferenciar ahora entre las distintas ramas que parten <strong>de</strong> la Antropología general vamos<br />
a utilizar un criterio cronológico. El estudio <strong>de</strong>l hombre pue<strong>de</strong> enfocarse así <strong>de</strong>s<strong>de</strong> dos<br />
puntos <strong>de</strong> vista: uno estático, que daría una perspectiva <strong>de</strong> presente y que analizaría al ser<br />
humano en sus rasgos constitutivos universales; y otro dinámico, que presenta a su vez dos<br />
direcciones posibles: a) una hacia atrás, que se remontaría hasta los orígenes <strong>de</strong> la especie, y<br />
nos daría una perspectiva <strong>de</strong> pasado; b) otra hacia <strong>de</strong>lante, que apuntaría al futuro (pero no <strong>de</strong><br />
la especie, sino <strong>de</strong> cada individuo).<br />
Tenemos, por tanto, tres perspectivas complementarias: la <strong>de</strong> pasado, la <strong>de</strong> presente y la <strong>de</strong><br />
futuro. Veamos cada una <strong>de</strong> ellas.<br />
1. La perspectiva <strong>de</strong> pasado nos permite contemplar al hombre como una naturaleza en<br />
constitución, en un largo proceso que termina haciendo <strong>de</strong> él una especie aparte <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l<br />
reino animal. A este proceso se le <strong>de</strong>nomina “hominización”, que significa, literalmente, el<br />
proceso <strong>de</strong> hacerse hombre, pero sólo en su dimensión física o biológica, es <strong>de</strong>cir, como especie.<br />
Durante este proceso <strong>de</strong> hominización, la Antropología se fija únicamente en las modificaciones<br />
físicas que se van produciendo en la estructura corpórea. La rama <strong>de</strong> la Antropología<br />
que se ocupa <strong>de</strong> estas modificaciones es la Antropología Física o Biológica, llamada también<br />
Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 5