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CAPÍTULO 1 - Universidad de Deusto

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Una variante muy significativa <strong>de</strong> la imagen <strong>de</strong>l “homo faber” es la concepción marxista<br />

<strong>de</strong>l hombre, que ha sido capital durante todo el siglo XX y que lo sigue siendo todavía hoy. Al<br />

igual que las anteriores, y simplificando mucho, esta visión no reconoce ningún tipo <strong>de</strong> trascen<strong>de</strong>ncia<br />

y se auto<strong>de</strong>fine como materialista. Ve al hombre como un eslabón más en la ca<strong>de</strong>na<br />

<strong>de</strong> la Naturaleza, y le contempla sólo como una fuerza <strong>de</strong> trabajo. Finalmente, concibe la historia<br />

humana según una mecánica dialéctica y <strong>de</strong>terminista, que en esquema es la siguiente: a<br />

partir <strong>de</strong> una cierta infraestructura económica (dada por el modo <strong>de</strong> producción o <strong>de</strong> relación<br />

<strong>de</strong>l hombre con la naturaleza), <strong>de</strong> ella surgen mecánicamente (es <strong>de</strong>cir, necesariamente), unas<br />

estructuras y superestructuras socioculturales <strong>de</strong>terminadas.<br />

Y bien, ¿qué papel juega la educación en la imagen <strong>de</strong>l “homo faber” Frente al optimismo<br />

ilimitado <strong>de</strong>l “homo sapiens”, la imagen <strong>de</strong>l “homo faber” es más bien pesimista: en principio,<br />

la educación parecería limitarse a permitirle al hombre nada más que adaptarse a su medio<br />

y apren<strong>de</strong>r a sobrevivir entre las <strong>de</strong>más especies <strong>de</strong>l reino animal. Pero bien miradas las<br />

cosas, el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la educación en la imagen <strong>de</strong>l “homo faber” es ambivalente: en un sentido<br />

es muy reducido, pero en otro es prácticamente total.<br />

1. Es reducido en el sentido <strong>de</strong> que las posibilida<strong>de</strong>s espirituales y <strong>de</strong> perfeccionamiento<br />

ilimitado que tenía en la imagen <strong>de</strong>l “homo sapiens”, aquí no existen. No hay espiritualidad ni<br />

trascen<strong>de</strong>ncia, y por tanto no tiene sentido hablar <strong>de</strong> perfeccionamiento ilimitado.<br />

2. Ahora bien, por otra parte, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> esas posibilida<strong>de</strong>s más reducidas que tiene el hombre,<br />

el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la educación pue<strong>de</strong> llegar a ser prácticamente total. Veámoslo en dos ejemplos,<br />

el conductismo radical y el marxismo. En el primer caso, el hombre es entendido como<br />

un mecanismo que actúa a base <strong>de</strong> estímulos y respuestas. Y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la educación es total<br />

porque el hombre pue<strong>de</strong> llegar a ser cualquier cosa si se le aplican los estímulos convenientes<br />

(esto significa enten<strong>de</strong>rlo como infinitamente plástico o mol<strong>de</strong>able). En el marxismo ocurre<br />

algo parecido, aunque con una contradicción <strong>de</strong> fondo. Por un lado se dice que todo está <strong>de</strong>terminado<br />

por el modo <strong>de</strong> producción, y en este sentido el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la educación es nulo,<br />

puesto que, como la cultura -y como todas las <strong>de</strong>más instituciones pertenecientes a la estructura<br />

y a la superestructura-, está <strong>de</strong>terminada por ese modo <strong>de</strong> producción. Pero por otro lado,<br />

los marxistas aseguran que la educación tiene una gran importancia, por ejemplo al consi<strong>de</strong>rarla<br />

necesaria para adquirir “conciencia <strong>de</strong> clase”. Ahora bien, si todo está pre<strong>de</strong>terminado,<br />

¿cómo es posible adquirir “conciencia <strong>de</strong> clase” mediante la educación<br />

Si comparamos ahora las dos gran<strong>de</strong>s imágenes clásicas, la espiritualista y la materialista,<br />

po<strong>de</strong>mos sacar las conclusiones siguientes: 1) la primera, que representan dos interpretaciones<br />

antropológicas contrapuestas, y ambas con una importancia pedagógica que resulta <strong>de</strong>cisiva;<br />

2) la segunda es que, con distintas variantes, las dos recorren toda la historia occi<strong>de</strong>ntal, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

la antigüedad hasta nuestros días; 3) y la tercera, que, a pesar <strong>de</strong> estar enfrentadas, les une sin<br />

embargo una clara ten<strong>de</strong>ncia disgregadora <strong>de</strong> los dos elementos que integran al ser humano: el<br />

cuerpo y el espíritu. La imagen <strong>de</strong>l “homo sapiens” tien<strong>de</strong> a menospreciar el cuerpo, mientras<br />

que la <strong>de</strong>l “homo faber” tien<strong>de</strong> a negar la dimensión espiritual.<br />

2.5.2. Las imágenes contemporáneas<br />

Frente a esta ten<strong>de</strong>ncia disgregadora <strong>de</strong> las imágenes clásicas, las imágenes contemporáneas<br />

se presentan sobre todo con una intención integradora. Las llamamos contemporáneas<br />

por ser recientes; todas ellas han sido elaboradas a lo largo <strong>de</strong>l siglo XX.<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 28

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