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CAPÍTULO 1 - Universidad de Deusto

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mentos ni recursos intelectuales, y necesita alguien <strong>de</strong> quien fiarse -normalmente <strong>de</strong> las propias<br />

costumbres y las vigencias sociales, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> lo que se piensa, lo que se dice, lo que se<br />

hace, lo que está en los medios <strong>de</strong> comunicación, lo social o políticamente “correcto”, y por<br />

eso le cuesta tanto oponerse a las i<strong>de</strong>as establecidas-. Pero esta seguridad se paga con la propia<br />

libertad: en la medida en que mantenemos un comportamiento social o políticamente correcto,<br />

pero que no compartimos, renunciamos a nuestro propio punto <strong>de</strong> vista y a ejercer<br />

nuestra libertad. La educación se nos presenta, por tanto, también en este nivel, como el medio<br />

para alcanzar la autenticidad personal; la autonomía, en <strong>de</strong>finitiva.<br />

2.4.5. Nivel sociogrupal<br />

Y tenemos, finalmente, el nivel sociogrupal, que se refiere a la subsistencia <strong>de</strong> un grupo<br />

como tal grupo frente a otros, es <strong>de</strong>cir, a la necesidad que todos tenemos <strong>de</strong> fundamentarnos<br />

en una i<strong>de</strong>ntidad colectiva (y no sólo individual). Decíamos que la sociedad nos es necesaria<br />

porque nos permite llegar a ser sus miembros, nos permite llegar a ser plenamente humanos.<br />

En este sentido, la sociedad no se reduce a la simple suma <strong>de</strong> los individuos que la conforman.<br />

Po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>finirla, en un sentido amplio, como el entramado o red <strong>de</strong> relaciones que, en los<br />

diversos ámbitos y niveles, cohesiona e integra al grupo <strong>de</strong> individuos y los diferencia, como<br />

grupo, <strong>de</strong> otros. Pues bien: <strong>de</strong> la misma manera que todos necesitamos autoafirmarnos como<br />

individuos, también cada grupo necesita autoafirmarse como tal frente a otros grupos (y, por<br />

supuesto, “frente a” no significa aquí “enfrentado a” o “en contra <strong>de</strong>”, sino lo contrario: autoafirmarse<br />

“con” otros grupos). Pero en la medida en que, como ocurre en la actualidad, hay un<br />

acercamiento cada vez mayor entre las distintas culturas, esa i<strong>de</strong>ntidad social y cultural se<br />

hace cada vez más problemática. En todo caso, es también la educación la que nos permite<br />

adquirir esa i<strong>de</strong>ntidad social necesaria.<br />

En conclusión, pues, si la educación, en todas las formas y niveles que hemos consi<strong>de</strong>rado,<br />

resulta absolutamente necesaria para el <strong>de</strong>sarrollo, tanto <strong>de</strong> la personalidad individual como<br />

<strong>de</strong> la social, la consecuencia que se obtiene es el <strong>de</strong>recho absoluto a ella por parte <strong>de</strong> cada<br />

persona, y, consecuentemente, la obligación <strong>de</strong> que ese <strong>de</strong>recho le sea procurado.<br />

2.5. Imágenes antropológicas <strong>de</strong>l hombre en la historia<br />

Recapitulando lo visto hasta aquí, hemos comparado al niño recién nacido con el animal,<br />

resaltando las <strong>de</strong>ficiencias estructurales y funcionales con que viene al mundo. A partir <strong>de</strong><br />

esas <strong>de</strong>ficiencias hemos planteado el problema <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> educación, no como un<br />

hecho, sino como una hipótesis que había que tratar <strong>de</strong> verificar. Eso es lo que hemos ido<br />

haciendo a través <strong>de</strong> los cinco niveles que hemos recorrido, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el biológico hasta el que<br />

hemos llamado sociogrupal. A medida que íbamos ascendiendo <strong>de</strong> nivel, esa ayuda que necesita<br />

todo ser humano se iba convirtiendo cada vez más claramente en educación. Y la conclusión<br />

a la que llegamos es justamente a la necesidad <strong>de</strong> educación entendida como necesidad<br />

absoluta o <strong>de</strong> subsistencia.<br />

Ahora bien, esa necesidad absoluta -<strong>de</strong>cíamos- engendra un <strong>de</strong>recho absoluto, que a su vez<br />

implica una obligación <strong>de</strong> satisfacerlo. Con lo cual se plantea inmediatamente un doble problema,<br />

especialmente grave por la relevancia que tiene.<br />

1. ¿Quién garantiza la educación <strong>de</strong>l niño<br />

2. ¿Con qué contenidos<br />

1. Para respon<strong>de</strong>r a la primera pregunta, seguimos el planteamiento y la solución que le<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 24

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