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CAPÍTULO 1 - Universidad de Deusto

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crucial (año y medio o los dos primeros años <strong>de</strong> vida), tratamos <strong>de</strong> incorporarlo a la vida<br />

humana normal, se muestra totalmente incapaz <strong>de</strong> hacerlo. Por tanto -y es la consecuencia que<br />

obtenemos-, no pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que el niño esté naturalmente <strong>de</strong>terminado a ser un adulto<br />

humano en todos los sentidos <strong>de</strong>l término.<br />

2.2.2. Deficiencias estructurales y funcionales <strong>de</strong>l ser humano<br />

¿Cuáles son las principales <strong>de</strong>ficiencias estructurales y funcionales con que viene al mundo<br />

el recién nacido Po<strong>de</strong>mos distinguir cinco niveles en los que se presentan y a los que afectan<br />

esas <strong>de</strong>ficiencias: 1) el nivel <strong>de</strong> la estructura corpórea; 2) el nivel <strong>de</strong> la estructura afectiva; 3)<br />

el nivel <strong>de</strong> la estructura biográfica; 4) el nivel <strong>de</strong> la consciencia o estructura psicológica; 5) el<br />

nivel <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo cultural.<br />

1. En primer lugar, el recién nacido es <strong>de</strong>ficiente en cuanto a su estructura orgánicofuncional<br />

o corpórea. El cuerpo humano, al nacer, no está preparado para actuar, ni siquiera<br />

con una mínima eficacia que le permita sobrevivir. Basta <strong>de</strong>jarlo <strong>de</strong>satendido para que en muy<br />

poco tiempo <strong>de</strong>je <strong>de</strong> existir. Necesita por tanto, y urgentemente, adquirir automatismos, mediante<br />

la habituación, <strong>de</strong> todo aquello que no le viene dado por naturaleza. Ese proceso <strong>de</strong><br />

habituación es un proceso lento <strong>de</strong> integración, física y psíquica, que afecta sobre todo a la<br />

actividad sensomotriz y a la percepción. (El recién nacido no percibe con claridad: no ve bien,<br />

no oye bien, y lo que ve y lo que oye no le dice apenas nada, porque no sabe interpretarlo; no<br />

controla sus propios movimientos; le faltan los reflejos más elementales, etc.)<br />

2. En segundo lugar, también es <strong>de</strong>ficiente su estructura afectiva. Los impulsos afectivos<br />

tampoco están programados biológicamente, y la respuesta que en el animal es instintiva, en<br />

el hombre se abre a diferentes alternativas que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n, en muy buena medida -casi totalmente-,<br />

<strong>de</strong>l trato que se le dé al niño <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer momento, e incluso <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antes <strong>de</strong> nacer.<br />

Por ejemplo, un sentimiento <strong>de</strong> angustia, <strong>de</strong> miedo o <strong>de</strong> inseguridad que tenga la madre, o, por<br />

el contrario, una actitud tranquila y serena, el bebé las capta inmediatamente y las vive como<br />

suyas. (Siempre y cuando, naturalmente, se trate <strong>de</strong> bebés normales, que no sufran alteraciones<br />

patológicas que <strong>de</strong>svíen su comportamiento normal.)<br />

3. En tercer lugar, la <strong>de</strong>ficiencia alcanza igualmente a su estructura biográfica. Con esta<br />

expresión -estructura biográfica- nos referimos, por oposición a la estructura biológica, a<br />

aquella que es específicamente humana, y que está representada sobre todo por la capacidad<br />

<strong>de</strong> elegir libremente. En este tercer nivel nos encontramos ya con una clara contraposición<br />

entre el instinto y la libertad. El animal no elige: su naturaleza, su instinto, le da hecha su<br />

elección. Ante una <strong>de</strong>terminada circunstancia, actúa <strong>de</strong> una <strong>de</strong>terminada manera. El hombre,<br />

en cambio, aun con todos los condicionamientos, internos y externos, a los que está sujeto,<br />

conserva siempre un núcleo no reducible a leyes. Este núcleo in<strong>de</strong>terminado y abierto es lo<br />

que llamamos el “libre albedrío”, y es lo que nos permite referirnos al hombre como proyecto,<br />

como algo que está siempre por hacer. Y en este hacernos -que es la tarea primordial que a<br />

todos se nos impone-, es don<strong>de</strong> vamos adquiriendo nuestra personalidad, nuestro propio ser<br />

diferente <strong>de</strong>l <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más.<br />

4. En cuarto lugar, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la estructura biográfica, distinguimos un nivel más profundo:<br />

es el nivel <strong>de</strong> la conciencia psicológica, lo que llamamos consciencia, tener conciencia <strong>de</strong> uno<br />

mismo como individuo, y <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más y <strong>de</strong> las cosas como diferentes <strong>de</strong> uno. Aquí no nos<br />

referimos a la conciencia en sentido moral sino a la conciencia como reflexión o autoconocimiento.<br />

Significa la posibilidad que tiene el hombre <strong>de</strong> pensarse a sí mismo, <strong>de</strong> darse cuenta<br />

<strong>de</strong> su historia pasada y <strong>de</strong> proponerse objetivos futuros. El recién nacido carece <strong>de</strong> esta consciencia,<br />

que poco a poco <strong>de</strong>berá ir alcanzando.<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 21

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