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CAPÍTULO 1 - Universidad de Deusto

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CAPÍTULO 1. LA ANTROPOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN COMO<br />

DESAFÍO EPISTEMOLÓGICO<br />

1.1. Antropología: palabra, concepto, sistema<br />

1.2. Antropología y Antropologías<br />

1.3. Estatuto epistemológico <strong>de</strong> la Antropología Pedagógica<br />

1.4. Estatuto científico <strong>de</strong> la Antropología <strong>de</strong> la Educación<br />

1.4.1. La orientación sociocultural<br />

1.4.2. La orientación genética<br />

1.5. Estructura <strong>de</strong> una Antropología Pedagógica<br />

Bibliografía<br />

Dienelt, K. (1980). Antropología pedagógica. Madrid: Aguilar.<br />

Fermoso, P. (1994). Nota histórico-bibliográfica sobre la antropología pedagógica en Norteamérica y Alemania.<br />

Anthropos, 160, 78-84.<br />

Ferrero, J. J. (1992). Humanida<strong>de</strong>s humanizantes y humanida<strong>de</strong>s humanizadas. Letras <strong>de</strong> <strong>Deusto</strong>, 54, 173-206.<br />

Ferrero, J. J. (1998). La Antropología <strong>de</strong> la educación, en busca <strong>de</strong> su estatuto epistemológico y científico. Letras<br />

<strong>de</strong> <strong>Deusto</strong>, 79, 167-208.<br />

García Castaño, J. y Pulido, R. (1994). Antropología <strong>de</strong> la educación. El estudio <strong>de</strong> la transmisión-adquisición<br />

<strong>de</strong> cultura. Madrid: Eu<strong>de</strong>ma.<br />

Hamann, B. (1992). Antropología pedagógica. Introducción a sus teorías, mo<strong>de</strong>los y estructuras. Barcelona:<br />

Vicens-Vives.<br />

Ogbu, J. U. (1993). Antropología <strong>de</strong> la educación. En T. Husén y T. N. Postlethwaite (Dirs.). Enciclopedia internacional<br />

<strong>de</strong> la educación (vol. 1, pp. 291-313). Madrid: Vicens-Vives/Ministerio <strong>de</strong> Educación y Ciencia.<br />

Scheuerl, H. (1985). Antropología pedagógica. Introducción histórica. Barcelona: Her<strong>de</strong>r.<br />

Süssmuth, R. (1981). Necesidad <strong>de</strong> educación. En En J. Speck y G. Wehle (Eds.). Conceptos fundamentales <strong>de</strong><br />

pedagogía (pp. 522-542). Barcelona: Her<strong>de</strong>r.<br />

1.1. Antropología: palabra, concepto, sistema<br />

La palabra “antropología” proviene <strong>de</strong> los términos griegos “anthropos”, hombre, y “logos”,<br />

discurso, reflexión, estudio, tratado..., y po<strong>de</strong>mos enten<strong>de</strong>rla en dos sentidos: uno dinámico<br />

y otro estático. Dinámicamente la antropología es el hecho <strong>de</strong> pensar sobre el hombre.<br />

Alguien “hace antropología” cuando reflexiona sobre el ser humano. En un sentido estático, la<br />

Antropología es el conjunto sistematizado <strong>de</strong> conocimientos que tienen al hombre por objeto.<br />

(Utilizamos Antropología, con mayúscula, para referirnos a la ciencia o disciplina académica<br />

que estudia al hombre.)<br />

¿Cuándo comienza la Antropología<br />

1. Informalmente, y según la <strong>de</strong>finición en el sentido dinámico que acabamos <strong>de</strong> dar, hay<br />

Antropología <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que el hombre empieza a preguntarse por sí mismo: quién soy, qué hago<br />

aquí, qué relación tengo con el pasado, cuál va a ser mi futuro...<br />

2. Formalmente, el nacimiento <strong>de</strong> la Antropología pue<strong>de</strong> situarse con bastante precisión en<br />

el momento en el que los primeros pensadores griegos (los llamados físicos jonios) abandonan<br />

la “fisis” -la Naturaleza, el Universo, el macrocosmos- como objeto <strong>de</strong> reflexión para centrar<br />

la atención en el microcosmos que es el ser humano. Dejan <strong>de</strong> mirar hacia fuera para concentrarse<br />

en el hombre. Los sofistas, y especialmente su contrincante Sócrates, en el siglo V a.C.,<br />

representan el punto <strong>de</strong> inflexión <strong>de</strong> este giro <strong>de</strong>l pensamiento hacia lo humano. Un papel<br />

muy importante lo jugaron también los gran<strong>de</strong>s autores trágicos, los creadores <strong>de</strong> la tragedia<br />

como género literario -Esquilo, Sófocles y Eurípi<strong>de</strong>s, sobre todo estos dos últimos, que eran<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 1


contemporáneos <strong>de</strong> Sócrates y los sofistas-, al centrar sus obras en el hombre, concretamente<br />

en el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong>l hombre, que para los griegos es un <strong>de</strong>stino inexorable, por completo in<strong>de</strong>pendiente<br />

<strong>de</strong> la voluntad humana. Tras ellos siguen Platón, Aristóteles y las distintas escuelas<br />

filosóficas que van surgiendo.<br />

Casi mil años más tar<strong>de</strong>, en la frontera entre el fin <strong>de</strong> la Antigüedad y el comienzo <strong>de</strong> la<br />

Edad Media, San Agustín (ss. IV-V), continúa esta línea <strong>de</strong> profundización en el ser humano,<br />

pero <strong>de</strong> una manera más explícita y plenamente consciente, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista radicalmente<br />

cristiano. En sus Confesiones escribe que todo y lo único que le interesa es Dios y el<br />

alma humana, el mundo interior <strong>de</strong>l hombre. Suya es una frase célebre. Dice San Agustín:<br />

“No salgas fuera; entra en ti mismo, porque en el interior <strong>de</strong>l hombre está la verdad”. Se refiere,<br />

claro está, a la Verdad con mayúscula, a Dios, que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista cristiano, es lo<br />

más íntimo que tiene el hombre.<br />

Ahora bien, a pesar <strong>de</strong>l origen <strong>de</strong> la palabra, el significado actual <strong>de</strong> Antropología, como<br />

ciencia que estudia al hombre, es bastante reciente. Es en el siglo XVI cuando toma este sentido,<br />

y aunque ambos están presentes, se refiere más al elemento corporal que al espiritual.<br />

Durante los siglos XVII y XVIII continúa esta línea, y ya a finales <strong>de</strong>l XVIII, el pensador romántico<br />

alemán Her<strong>de</strong>r (1744-1803), esboza una especie <strong>de</strong> Antropología Filosófica en un<br />

libro titulado I<strong>de</strong>as sobre la filosofía <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la humanidad. Poco <strong>de</strong>spués, en la primera<br />

mitad <strong>de</strong>l siglo XIX, otros dos autores alemanes -Humboldt y Kant-, van a contribuir<br />

<strong>de</strong>cisivamente al <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la Antropología filosófica. El primero la abre a la dimensión<br />

social <strong>de</strong>l hombre en su obra Plan <strong>de</strong> una Antropología comparada, y el segundo le atribuye<br />

el rango <strong>de</strong> disciplina autónoma, también en otra obra: Antropología concebida <strong>de</strong>s<strong>de</strong> perspectiva<br />

pragmática. Tenemos ya aquí dos logros importantes: 1) por un lado, un término concreto<br />

y consolidado -el <strong>de</strong> Antropología- para <strong>de</strong>signar el estudio <strong>de</strong>l hombre; 2) por otro, un<br />

concepto que <strong>de</strong> ser un simple adjetivo -antropológico- pasa a sustantivarse para abarcar al<br />

hombre íntegro: el hombre compuesto <strong>de</strong> cuerpo y espíritu, que tiene que <strong>de</strong>sarrollarse como<br />

individuo viviendo en sociedad; que tiene carencias que <strong>de</strong>be compensar con ayuda ajena, y<br />

que está abierto a la dimensión y a los valores trascen<strong>de</strong>ntes. Es <strong>de</strong>cir, tenemos ya un sistema<br />

integrado <strong>de</strong> conocimientos, que es el requisito indispensable para la constitución <strong>de</strong> una ciencia.<br />

Esta evolución y profundización <strong>de</strong>l pensamiento sobre el hombre no es, sin embargo, resultado<br />

<strong>de</strong> una simple reflexión especulativa acerca <strong>de</strong> la naturaleza humana, sino que en ella<br />

han intervenido -y siguen interviniendo hoy- los problemas humanos fundamentales y las situaciones<br />

<strong>de</strong> crisis profundas: crisis <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad cultural y crisis <strong>de</strong> actitu<strong>de</strong>s y comportamientos,<br />

o, lo que es igual, crisis <strong>de</strong> valores <strong>de</strong> referencia capaces <strong>de</strong> orientar la vida humana<br />

cuando ésta se percibe, individual y colectivamente, como <strong>de</strong>sorientada.<br />

Estas épocas <strong>de</strong> <strong>de</strong>sorientación y crisis han mostrado que el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la reflexión educativa<br />

ha discurrido en íntima relación con el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la reflexión antropológica. Esta<br />

relación es clara ya en los comienzos. Sócrates y Platón, por ejemplo, se presentaron, en un<br />

tiempo <strong>de</strong> crisis, como educadores <strong>de</strong> su pueblo. Sócrates, en el juicio que finalmente le con<strong>de</strong>nará<br />

a beber la cicuta, se justifica diciendo que su misión es enseñar al pueblo ateniense. Y<br />

Platón, que estaba presente en el juicio, y <strong>de</strong>spués relataría en una <strong>de</strong> sus primeras obras -la<br />

Apología <strong>de</strong> Sócrates-, se <strong>de</strong>dicará con todas sus fuerzas a luchar contra esa injusticia. ¿Cómo<br />

Estudiando filosofía y política, pensando y diseñando lo que, a su juicio, sería una ciudad<br />

justa. Ese es el sentido <strong>de</strong> su obra principal -la República- en la que, como sabemos, la educación<br />

juega un papel <strong>de</strong>cisivo, y especialmente la educación <strong>de</strong> los gobernantes.<br />

En <strong>de</strong>finitiva, pues, tanto Sócrates como Platón se presentarán, cada uno a su modo, como<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 2


educadores <strong>de</strong> Atenas, y por extensión <strong>de</strong> los griegos. E igualmente, lo mismo Comenio<br />

(1592-1670) que Pestalozzi (1746-1827), en el siglo XVIII el primero y a finales <strong>de</strong>l XVIII y<br />

principios <strong>de</strong>l XIX el segundo, lo que en el fondo se plantean en sus obras no es tanto una<br />

reforma educativa cuanto una nueva concepción, una concepción radical <strong>de</strong>l hombre, <strong>de</strong> su<br />

razón <strong>de</strong> ser en el mundo y <strong>de</strong>l sentido <strong>de</strong> su vida.<br />

En las obras <strong>de</strong> estos autores (y <strong>de</strong> muchos otros a lo largo <strong>de</strong> la historia) se pone <strong>de</strong> manifiesto<br />

la relación profunda que se establece entre la Antropología como reflexión sobre el<br />

hombre y la educación como la manera <strong>de</strong> llevar esas reflexiones a la práctica. Vemos, pues,<br />

cómo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la misma Antropología van surgiendo, <strong>de</strong> manera natural, las primeras relaciones<br />

con la educación, relaciones que irán constituyendo poco a poco el fundamento <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong>spués<br />

será una Antropología Educativa.<br />

1.2. Antropología y Antropologías<br />

Vamos a ver en este punto qué relación y qué diferencias hay entre una Antropología,<br />

entendida como ciencia unitaria <strong>de</strong>l hombre, y las distintas Antropologías, que estudian a éste<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> diversos enfoques parciales.<br />

Partimos <strong>de</strong> un problema: que el hombre es una realidad sumamente compleja, un microcosmos<br />

que necesita ser estudiado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> distintos ángulos por multitud <strong>de</strong> disciplinas diferentes.<br />

Esta es la razón <strong>de</strong> que en la actualidad el término Antropología llegue a significar cosas<br />

muy distintas según cuál sea el contexto en que se emplee y la metodología que se utilice.<br />

Para diferenciar entre Antropología (en singular) y Antropologías, es preciso que nos retrotraigamos<br />

a la historia reciente. Durante el siglo XIX se había producido un gran avance en<br />

los estudios científicos <strong>de</strong> todo tipo, entre ellos los referentes al ser humano, y fue precisamente<br />

la cantidad y dispersión <strong>de</strong> esos conocimientos lo que motivó el retorno a la consi<strong>de</strong>ración<br />

unitaria <strong>de</strong>l hombre. Es lo que, a principios <strong>de</strong>l siglo XX, trataron <strong>de</strong> hacer sobre todo los<br />

pensadores existencialistas (Kierkegaard, Hei<strong>de</strong>gger, Jaspers...), y fue también lo que llevó al<br />

filósofo alemán Max Scheler (1874-1928) a <strong>de</strong>cir que la gran tarea pendiente era la creación<br />

<strong>de</strong> una Antropología Filosófica, entendida como “una ciencia básica <strong>de</strong> la esencia y la estructura<br />

fundamental <strong>de</strong>l hombre”.<br />

El interés por la creación <strong>de</strong> esa ciencia unitaria era mayor entre los antropólogos, los psicólogos<br />

y los pedagogos que entre otros científicos, por la sencilla razón <strong>de</strong> que necesitaban<br />

disponer <strong>de</strong>l mejor conocimiento posible <strong>de</strong>l hombre como punto <strong>de</strong> partida para sus intervenciones<br />

profesionales.<br />

En Psicología, lo que había ocurrido durante la segunda mitad <strong>de</strong>l siglo XIX es que se<br />

había fragmentado en multitud <strong>de</strong> ten<strong>de</strong>ncias y escuelas diferentes, perdiendo con ello el sentido<br />

<strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong>l hombre. Cada escuela trabajaba, <strong>de</strong> hecho, con su propia imagen antropológica,<br />

más o menos explícita. La causa era la concentración excesiva <strong>de</strong> los científicos en<br />

el análisis <strong>de</strong> los fenómenos aislados, perdiendo así la perspectiva <strong>de</strong>l conjunto. Y esta situación<br />

todavía no ha sido superada. La prueba es que la llamada Psicología “humanista” es solamente<br />

una <strong>de</strong> las muchas formas actuales <strong>de</strong> hacer Psicología, cuando en realidad, y por<br />

<strong>de</strong>finición, todas las Psicologías <strong>de</strong>bieran ser humanistas (porque todas tratan <strong>de</strong>l ser humano<br />

y con el ser humano). Todo esto llevó a reclamar, por parte <strong>de</strong> los mismos psicólogos, la recuperación<br />

<strong>de</strong>l “hombre entero”.<br />

Esta inquietud por una visión unitaria <strong>de</strong>l hombre se produjo igualmente en los pedagogos,<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 3


que a mediados <strong>de</strong> los años sesenta <strong>de</strong>l siglo XX comenzaron a preguntarse sobre los fundamentos<br />

antropológicos que servían <strong>de</strong> base a su labor profesional. Y lo hicieron por varios<br />

motivos: 1) en primer lugar, por la influencia <strong>de</strong> la Psicología, <strong>de</strong>bido a la cercanía que existe<br />

entre ambas ciencias; 2) en segundo lugar, por la necesidad <strong>de</strong> buscar una nueva imagen <strong>de</strong>l<br />

hombre en consonancia con los recientes <strong>de</strong>scubrimientos científicos y tecnológicos; 3) en<br />

tercer lugar, por la urgencia sentida por los propios pedagogos <strong>de</strong> fundamentar el pensamiento<br />

educativo, lo cual proporcionaría una mayor autonomía a la Pedagogía como ciencia; 4) finalmente,<br />

por las críticas que se hacían a la propia Pedagogía por carecer <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as sólidas y<br />

estables a la hora <strong>de</strong> llevar a cabo la práctica educativa.<br />

Por tanto, también en Pedagogía, al igual que había ocurrido en Psicología, las investigaciones<br />

empíricas sobre diferentes aspectos puntuales (biológicos, psicológicos, sociales...)<br />

habían <strong>de</strong>splazado a un segundo plano la fundamentación <strong>de</strong> todo el conjunto. Y lo que se<br />

busca ahora (que es también lo que nosotros nos proponemos en este primer capítulo), es justamente<br />

poner esa fundamentación en el lugar que le correspon<strong>de</strong>.<br />

En este sentido, el problema <strong>de</strong> una Antropología Pedagógica no es tanto un problema <strong>de</strong><br />

justificación racional (esa justificación <strong>de</strong>riva <strong>de</strong> la propia naturaleza <strong>de</strong>l hecho educativo: la<br />

educación trata con seres humanos, y por tanto es necesario conocer cómo son, cómo somos),<br />

sino que se trata más bien <strong>de</strong> un problema <strong>de</strong> <strong>de</strong>limitación y estructura; se trata <strong>de</strong> un problema<br />

epistemológico que <strong>de</strong>be resolver dos cuestiones:<br />

1. En primer lugar, cuál es el lugar que le correspon<strong>de</strong> entre las Antropologías existentes.<br />

2. En segundo, cuál es su contenido específico (su objeto formal) entre las <strong>de</strong>más ramas <strong>de</strong>l<br />

saber pedagógico.<br />

Estas dos cuestiones son las que ahora tenemos que plantearnos, y empezamos por la primera:<br />

el lugar <strong>de</strong> la Antropología Pedagógica entre las otras Antropologías.<br />

1.3. Estatuto epistemológico <strong>de</strong> la Antropología Pedagógica<br />

Toda ciencia tiene un objeto <strong>de</strong> estudio material y un objeto <strong>de</strong> estudio formal. El objeto<br />

material es la materia o contenido a que dicho estudio se aplica. En el caso <strong>de</strong> las ciencias <strong>de</strong><br />

la educación, el objeto material -común a todas ellas- es el hecho educativo. Todas se refieren,<br />

<strong>de</strong> una forma u otra, al hecho educativo; pues bien: esta forma <strong>de</strong> referirse o <strong>de</strong> enfocar el<br />

hecho educativo es justamente lo que diferencia a unas <strong>de</strong> otras, y lo que constituye su objeto<br />

formal. (Tanto la Historia como la Teoría <strong>de</strong> la Educación estudian el hecho educativo. Tienen<br />

el mismo objeto material. En lo que se diferencian es en la manera <strong>de</strong> tratarlo. La Historia<br />

lo enfoca <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una perspectiva temporal; se fija en la evolución, a lo largo <strong>de</strong>l tiempo, <strong>de</strong> los<br />

hechos, las i<strong>de</strong>as y las prácticas educativas, mientras que la Teoría lo hace <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una perspectiva<br />

estática, global y sistemática. Lo que diferencia a ambas, y les da entidad como ciencias<br />

es, pues, su objeto formal.)<br />

El aparente <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n que existe entre las distintas Antropologías pue<strong>de</strong> interpretarse como<br />

una confusión entre el objeto material y el objeto formal.<br />

El hecho <strong>de</strong> que existan diferentes Antropologías y no sólo una, se <strong>de</strong>be principalmente a<br />

dos causas:<br />

1. La primera, la gran riqueza y enorme complejidad <strong>de</strong>l ser humano (comparado con los<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 4


objetos), que obligan a estudiarlo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> diversos ángulos.<br />

2. Y la segunda es la limitación <strong>de</strong> nuestra capacidad, que se ve forzada a dividir el objeto<br />

<strong>de</strong> estudio (el propio ser humano) para po<strong>de</strong>r profundizar cada vez más en su estudio.<br />

(Vamos a pararnos un momento en esta paradoja. Resulta que somos tan complejos, pero a<br />

la vez tan limitados, que po<strong>de</strong>mos ponernos <strong>de</strong> acuerdo en lo que son las cosas -es lo que nos<br />

dice la ciencia-, pero no sin embargo en lo que más nos importa, que es justamente saber lo<br />

que somos nosotros mismos. Las cosas son simples, en el sentido <strong>de</strong> que su “existencia” no<br />

<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> ellas mismas: están por completo sometidas a las leyes <strong>de</strong> la Naturaleza. La existencia<br />

<strong>de</strong>l ser humano, por el contrario, la <strong>de</strong> cada uno, se <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> en buena parte en su conciencia,<br />

en sus creencias, i<strong>de</strong>as y actuaciones, que, en cierta medida al menos, <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> su<br />

libertad. Por supuesto, el hombre también está sometido a las leyes <strong>de</strong> la Naturaleza; sin embargo,<br />

ha encontrado -digámoslo así- la manera <strong>de</strong> hacerle trampa: ha encontrado la manera<br />

<strong>de</strong> dominarla y ponerla a su servicio. Eso es exactamente la técnica: el dominio y control <strong>de</strong><br />

(las leyes <strong>de</strong>) la Naturaleza. Esta es pues la paradoja <strong>de</strong> la existencia humana: sabemos lo que<br />

las cosas son y sabemos ponerlas a nuestro servicio; pero no sabemos lo que somos nosotros<br />

y, lo que es peor, al no ponernos <strong>de</strong> acuerdo, utilizamos las cosas para <strong>de</strong>struirnos unos a<br />

otros.)<br />

Ante nuestra complejidad, por un lado, y nuestra limitación, por otro, nos “dividimos” en<br />

partes para estudiar cada parte por separado. Y <strong>de</strong> ahí las diferentes Antropologías. Ahora<br />

bien, la cuestión es si estudiando las partes por separado -sin tener en cuenta las relaciones<br />

entre ellas- po<strong>de</strong>mos tener una visión unitaria y global <strong>de</strong>l “hombre completo”. La respuesta<br />

es obviamente negativa, y <strong>de</strong> ahí la necesidad <strong>de</strong> integrar los distintos saberes, en nuestro caso<br />

las diferentes Antropologías parciales.<br />

Des<strong>de</strong> este punto <strong>de</strong> vista, la existencia <strong>de</strong> una Antropología General respon<strong>de</strong> no a la simple<br />

acumulación <strong>de</strong> los conocimientos proporcionados por las distintas Antropologías, sino a<br />

la necesidad <strong>de</strong> mantener esa visión unitaria, es <strong>de</strong>cir, respon<strong>de</strong> a la necesidad <strong>de</strong> una ciencia<br />

que abor<strong>de</strong> su estudio con los métodos y las técnicas que se <strong>de</strong>sarrollan y aplican a partir <strong>de</strong><br />

una concepción integral <strong>de</strong>l hombre. Y esta concepción integral y unitaria será nuestro punto<br />

<strong>de</strong> partida.<br />

Para diferenciar ahora entre las distintas ramas que parten <strong>de</strong> la Antropología general vamos<br />

a utilizar un criterio cronológico. El estudio <strong>de</strong>l hombre pue<strong>de</strong> enfocarse así <strong>de</strong>s<strong>de</strong> dos<br />

puntos <strong>de</strong> vista: uno estático, que daría una perspectiva <strong>de</strong> presente y que analizaría al ser<br />

humano en sus rasgos constitutivos universales; y otro dinámico, que presenta a su vez dos<br />

direcciones posibles: a) una hacia atrás, que se remontaría hasta los orígenes <strong>de</strong> la especie, y<br />

nos daría una perspectiva <strong>de</strong> pasado; b) otra hacia <strong>de</strong>lante, que apuntaría al futuro (pero no <strong>de</strong><br />

la especie, sino <strong>de</strong> cada individuo).<br />

Tenemos, por tanto, tres perspectivas complementarias: la <strong>de</strong> pasado, la <strong>de</strong> presente y la <strong>de</strong><br />

futuro. Veamos cada una <strong>de</strong> ellas.<br />

1. La perspectiva <strong>de</strong> pasado nos permite contemplar al hombre como una naturaleza en<br />

constitución, en un largo proceso que termina haciendo <strong>de</strong> él una especie aparte <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l<br />

reino animal. A este proceso se le <strong>de</strong>nomina “hominización”, que significa, literalmente, el<br />

proceso <strong>de</strong> hacerse hombre, pero sólo en su dimensión física o biológica, es <strong>de</strong>cir, como especie.<br />

Durante este proceso <strong>de</strong> hominización, la Antropología se fija únicamente en las modificaciones<br />

físicas que se van produciendo en la estructura corpórea. La rama <strong>de</strong> la Antropología<br />

que se ocupa <strong>de</strong> estas modificaciones es la Antropología Física o Biológica, llamada también<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 5


Antropología Científica (los tres nombres se suelen utilizar indistintamente; nosotros vamos a<br />

llamarla Antropología Biológica [AB]).<br />

2. La segunda perspectiva es la <strong>de</strong> presente, que contempla al hombre en cuanto naturaleza<br />

ya constituida, tal como lo está actualmente. Des<strong>de</strong> la aparición <strong>de</strong> nuestra especie, el “homo<br />

sapiens sapiens”, hace entre 35.000 y 40.000 años, hasta hoy, el cuerpo apenas ha variado<br />

(véase al final <strong>de</strong>l capítulo “Algunos datos sobre la evolución”.) Esas pequeñísimas variaciones<br />

las estudia la Antropología Médica (AM), mientras que las diferencias físicas entre las<br />

distintas razas las estudia la Antropología Etnológica (AEt). Ahora bien, el hombre representa<br />

una especie aparte no tanto por su cuerpo, sino sobre todo por su capacidad <strong>de</strong> pensar, <strong>de</strong> pensarse<br />

a sí mismo, interpretar la realidad e incluso <strong>de</strong> transformarla. Del estudio <strong>de</strong> esa capacidad<br />

espiritual se encarga la Antropología Filosófica (AF), que tiene como punto <strong>de</strong> arranque<br />

la obra <strong>de</strong>l filósofo alemán Max Scheler El puesto <strong>de</strong>l hombre en el cosmos, publicada en<br />

1927.<br />

3. La tercera es la perspectiva <strong>de</strong> futuro. Consi<strong>de</strong>ra al hombre, a cada hombre, como una<br />

naturaleza en expansión, que se va haciendo a sí misma en un proceso <strong>de</strong> antropogénesis. Es<br />

el proceso evolutivo <strong>de</strong> humanización que se da en cada individuo, frente al <strong>de</strong> hominización<br />

que se refiere a la especie. Esta humanización se da hacia fuera y hacia <strong>de</strong>ntro. Hacia fuera, en<br />

un doble sentido: a) en el sentido <strong>de</strong> la comunicación interpersonal, <strong>de</strong> cuyo estudio se ocupa<br />

la Antropología Social (AS); y b) en el sentido <strong>de</strong> la producción o creación <strong>de</strong> la cultura, que<br />

es el campo <strong>de</strong> la Antropología Cultural (AC). (Estas dos Antropologías, la Social y la Cultural,<br />

se confun<strong>de</strong>n a menudo, y frecuentemente aparecen unidas en una sola: la Antropología<br />

Sociocultural. Ahora bien, aun encontrándose tan estrechamente relacionadas, sus objetos<br />

formales son claramente <strong>de</strong>limitables: mientras que la Antropología Social <strong>de</strong>berá estudiar las<br />

estructuras sociales [estructuras <strong>de</strong> las relaciones sociales], a la Antropología Cultural le correspon<strong>de</strong>rá<br />

los contenidos o productos culturales.) Estas dos correspondían a los procesos<br />

que sigue la humanización hacia fuera. Pero hay también una humanización hacia <strong>de</strong>ntro. En<br />

ella, el individuo sigue un proceso evolutivo y madurativo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que nace hasta que muere.<br />

Es un proceso <strong>de</strong> crecimiento y enriquecimiento que no ha sido tenido en cuenta por la Antropología<br />

tradicional, y que va a ser precisamente el campo que asignemos a la Antropología<br />

Pedagógica (AP). ¿Y por qué a la Antropología Pedagógica Porque la Pedagogía es justamente<br />

la ayuda que se presta al educando en ese proceso <strong>de</strong> perfeccionamiento <strong>de</strong> su yo interior<br />

al que hemos llamado humanización, y que abarca tanto a sus funciones y estructuras corporales<br />

como, sobre todo, a las psíquicas (que son las más propiamente humanas).<br />

La Antropología Pedagógica se sitúa así en el centro mismo <strong>de</strong>l proceso <strong>de</strong> humanización,<br />

un proceso que sigue también dos líneas: a) una que se centra en la cultura como asimilación<br />

y producto, entendida individualmente como enriquecimiento personal. De su estudio se encargaría<br />

la Antropología Pedagógico-Cultural (APC); b) y otra que sigue el <strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong> las<br />

estructuras biológicas, psíquicas y sociales <strong>de</strong>l individuo, y <strong>de</strong> cuyo estudio se ocuparía la<br />

Antropología Pedagógico-Humanista (APH). (Vésase un cuadro <strong>de</strong> las Antropologías al final<br />

<strong>de</strong>l capítulo.)<br />

Queda así resuelta la primera <strong>de</strong> las dos gran<strong>de</strong>s cuestiones que nos planteábamos con respecto<br />

a la Antropología <strong>de</strong> la Educación como disciplina: su estatuto epistemológico o lugar<br />

que le correspon<strong>de</strong> en el marco general <strong>de</strong> las Antropologías. Nos falta ver ahora cuál es su<br />

sitio entre las ciencias <strong>de</strong> la educación.<br />

1.4. Estatuto científico <strong>de</strong> la Antropología <strong>de</strong> la Educación<br />

Buscar el lugar que le correspon<strong>de</strong> a la Antropología Pedagógica entre las ciencias <strong>de</strong> la<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 6


educación implica consi<strong>de</strong>rar tres cosas: cómo pue<strong>de</strong> constituirse una ciencia que responda a<br />

ese nombre; cuál pue<strong>de</strong> ser su contenido específico, y cuál su estructura interna.<br />

Hay, sin embargo, un problema previo que <strong>de</strong>bemos consi<strong>de</strong>rar, y que tiene que ver con el<br />

nombre <strong>de</strong> la disciplina. Nos hemos referido a ella a veces como Antropología Pedagógica, y<br />

otras como Antropología <strong>de</strong> la Educación. ¿Cuál <strong>de</strong> los dos le correspon<strong>de</strong> La diferencia,<br />

obviamente, no es una simple cuestión terminológica, sino <strong>de</strong> enfoque y contenidos. Lo que<br />

ocurre es que, a la hora <strong>de</strong> repasar la bibliografía <strong>de</strong> esta disciplina, el lector se encuentra con<br />

dos orientaciones muy distintas y claramente diferenciadas. Por una parte, la bibliografía norteamericana<br />

(<strong>de</strong> Estados Unidos, en lengua inglesa), <strong>de</strong> ten<strong>de</strong>ncia sociocultural, que se refiere<br />

a la disciplina como Antropología Educativa o Antropología <strong>de</strong> la Educación, y consi<strong>de</strong>ra el<br />

estudio <strong>de</strong>l hombre fundamentalmente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la perspectiva sociocultural, como el individuo<br />

que se <strong>de</strong>sarrolla gracias sobre todo a la influencia <strong>de</strong> la sociedad y la cultura. La bibliografía<br />

alemana, por el contrario, es <strong>de</strong> ten<strong>de</strong>ncia antropogenética (o simplemente genética), y consi<strong>de</strong>ra<br />

al hombre sobre todo como una naturaleza individual (biológica y psicológica) en expansión.<br />

Prefiere, en consecuencia, la <strong>de</strong>nominación <strong>de</strong> Antropología Pedagógica. El propio término<br />

“pedagógica” (o “pedagogía”) sugiere que el objeto central <strong>de</strong> estudio es el educando, la<br />

naturaleza humana en expansión, mientras que el genitivo “<strong>de</strong> la educación” pone el acento,<br />

más que en el educando mismo, en su entorno sociocultural.<br />

Po<strong>de</strong>mos distinguir ahora, siguiendo a dos antropólogos españoles <strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong><br />

Granada, Javier García y Rafael Pulido, en su obra Antropología <strong>de</strong> la Educación, cuatro niveles<br />

<strong>de</strong> relación entre educación y antropología. Se suele hablar, según diferencian estos autores:<br />

1) en primer lugar, <strong>de</strong> educación y antropología;<br />

2) en segundo lugar, <strong>de</strong> antropología en la educación;<br />

3) también, <strong>de</strong> Antropología <strong>de</strong> la Educación; y<br />

4) finalmente, <strong>de</strong> antropología <strong>de</strong> cuestiones socioeducativas.<br />

Los dos primeros niveles (Antropología y educación; Antropología en la educación) se<br />

limitan a señalar la presencia <strong>de</strong> la antropología entre las <strong>de</strong>más disciplinas educativas. El<br />

cuarto nivel (Antropología <strong>de</strong> cuestiones socioeducativas) alu<strong>de</strong> solamente a cuestiones ocasionales,<br />

mientras que el tercero (Antropología <strong>de</strong> la Educación) es el único que relaciona<br />

ambas materias con una cierta profundidad, permitiendo un enfoque verda<strong>de</strong>ramente antropológico<br />

<strong>de</strong> la educación.<br />

En resumidas cuentas, tenemos dos <strong>de</strong>nominaciones: la Antropología Pedagógica y la Antropología<br />

<strong>de</strong> la Educación, que respon<strong>de</strong>n a dos orientaciones claramente diferenciadas: la<br />

antropogenética y la sociocultural, respectivamente. Para po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>limitar una posible Antropología<br />

Pedagógica o <strong>de</strong> la Educación, dándole una estructura y unos contenidos propios, tendremos<br />

que analizar primero estas dos orientaciones en que se ha <strong>de</strong>sarrollado y sigue <strong>de</strong>sarrollándose<br />

nuestra disciplina. Y a ello vamos a <strong>de</strong>dicar los dos subapartados <strong>de</strong> este punto:<br />

el 1.4.1. La orientación sociocultural, y el 1.4.2. La orientación genética (o antropogenética).<br />

(Utilizamos en término ‘genético’ en el sentido <strong>de</strong> ‘evolutivo’, y ‘antropogenético’, en consecuencia,<br />

hará referencia al ‘<strong>de</strong>sarrollo evolutivo <strong>de</strong>l individuo’.)<br />

1.4.1. La orientación sociocultural<br />

En primer lugar, la orientación sociocultural. Consi<strong>de</strong>ramos cuatro aspectos <strong>de</strong> esta ten<strong>de</strong>ncia:<br />

1) los antece<strong>de</strong>ntes históricos; 2) los objetivos y la metodología; 3) las áreas preferen-<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 7


tes que estudia; y 4) sus perspectivas <strong>de</strong> futuro.<br />

1. Antece<strong>de</strong>ntes históricos<br />

Destacamos tres etapas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> finales <strong>de</strong>l siglo XIX hasta hoy, en el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la orientación<br />

sociocultural:<br />

1. Tiene sus comienzos en los Estados Unidos <strong>de</strong> finales <strong>de</strong>l siglo XIX, cuando empiezan a<br />

aparecer ciertas actitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> crítica contra la educación, con el propósito <strong>de</strong> sensibilizar a los<br />

profesionales <strong>de</strong> la educación formalizada en lo que al respeto <strong>de</strong> la realidad multicultural<br />

existente se refiere. Entre estos primeros críticos <strong>de</strong>stacan algunos antropólogos que serían<br />

<strong>de</strong>spués muy influyentes: el norteamericano Franz Boas (1858-1942), el polaco <strong>de</strong> origen y<br />

<strong>de</strong>spués norteamericano Bronislaw Malinowski (1884-1942), y la también norteamericana<br />

Margaret Mead (1901-1978).<br />

2. Hacia los años 50, los antropólogos empiezan a <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> contemplar la educación <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

fuera para introducirse en el estudio interno <strong>de</strong> la realidad escolar. Se celebra el primer congreso<br />

mixto <strong>de</strong> antropólogos y educadores bajo el patrocinio <strong>de</strong> la Asociación Antropológica<br />

Americana (American Anthropological Association), y <strong>de</strong>l cual saldrá la primera publicación<br />

conjunta con el título <strong>de</strong> Education and Anthropology, en 1955.<br />

3. Viene <strong>de</strong>spués una tercera fase, <strong>de</strong> consolidación, en la cual se vislumbra ya la posibilidad<br />

<strong>de</strong> una Antropología <strong>de</strong> la Educación como tal (no como una simple unión o yuxtaposición<br />

<strong>de</strong> partes <strong>de</strong> una y otra disciplinas, sino como una verda<strong>de</strong>ra consi<strong>de</strong>ración antropológica<br />

<strong>de</strong> la educación), y ello fue <strong>de</strong>bido al creciente interés <strong>de</strong> los antropólogos por los problemas<br />

escolares, que se produjo como respuesta a tres circunstancias: a) los primeros amagos <strong>de</strong><br />

crisis social en algunos países avanzados, que se intentan remediar a través <strong>de</strong> una educación<br />

más sensible con respecto a las minorías étnicas; b) el <strong>de</strong>bate surgido en torno al concepto <strong>de</strong><br />

cultura, que se tendía a i<strong>de</strong>ntificar exclusivamente con las culturas <strong>de</strong> los grupos dominantes<br />

<strong>de</strong>jando aparte a los no dominantes; c) el intento <strong>de</strong> introducir en los planes <strong>de</strong> las enseñanzas<br />

medias una asignatura específica <strong>de</strong> conocimientos antropológicos elementales, basados en el<br />

estudio <strong>de</strong> comunida<strong>de</strong>s humanas diferenciadas, con el fin <strong>de</strong> llegar a i<strong>de</strong>ntificar aquellos valores<br />

elementales que las unen frente a aquellos otros que las diferencian. La consecuencia <strong>de</strong><br />

estas tres circunstancias fue la creación en 1970 <strong>de</strong>l Consejo <strong>de</strong> Antropología y Educación<br />

(Council of Anthropology and Education). Este Consejo difundía un boletín que en 1978 se<br />

convirtió en la revista Anthropology and Education Quarterly (Revista trimestral <strong>de</strong> Antropología<br />

y Educación).<br />

Como conclusión, se pue<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar que es en los años sesenta cuando empieza a existir<br />

la Antropología <strong>de</strong> la Educación como disciplina con un campo <strong>de</strong> investigación propio y<br />

diferenciado, aunque todavía subordinada a la Antropología (nos estamos refiriendo sólo a los<br />

Estados Unidos; posteriormente se exten<strong>de</strong>ría a Europa y a otros países americanos).<br />

2. Objetivos y metodología<br />

2.1. Objetivos<br />

En 1971 se establecieron tres tipos <strong>de</strong> objetivos principales <strong>de</strong> la Antropología <strong>de</strong> la Educación:<br />

1. En primer lugar, la realización <strong>de</strong> estudios históricos y comparativos sobre la educación<br />

en distintas socieda<strong>de</strong>s.<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 8


2. En segundo, el análisis <strong>de</strong> contextos socioculturales, con el fin <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminar su influencia<br />

en la educación.<br />

3. En tercer lugar, contribuir a la Antropología Aplicada. (La Antropología Aplicada es la<br />

puesta en práctica, en nuestro caso en el medio escolar, <strong>de</strong> conocimientos y resultados a los<br />

que han llegado los antropólogos a través <strong>de</strong> sus investigaciones.)<br />

Más a<strong>de</strong>lante, a estos objetivos principales fueron añadiéndose otros secundarios. Todos<br />

ellos, sin embargo, tienen un interés común: estudiar la realidad escolar y educativa, y siempre<br />

que sea posible, hacerlo a través <strong>de</strong> la observación directa <strong>de</strong> los acontecimientos.<br />

Estos objetivos -tanto los principales como los secundarios- dieron lugar a la realización <strong>de</strong><br />

investigaciones en cuatro niveles distintos:<br />

1. Primeramente, comenzaron a realizarse observaciones directas, recogiéndose todo tipo<br />

<strong>de</strong> datos que pudieran consi<strong>de</strong>rarse útiles según la investigación que fuera a realizarse. Este<br />

primer nivel po<strong>de</strong>mos llamarlo nivel <strong>de</strong>scriptivo.<br />

2. En segundo lugar, se pasa al análisis <strong>de</strong> los datos recogidos, poniéndolos en relación con<br />

su contexto sociocultural. Este segundo nivel es el nivel analítico.<br />

3. Un tercer paso supone ya el comienzo <strong>de</strong> la teorización, pasando <strong>de</strong>l análisis <strong>de</strong> los datos<br />

a la formulación <strong>de</strong> hipótesis sobre los procesos educativos (sus causas, implicaciones, consecuencias,<br />

etc.), y la comparación <strong>de</strong> distintos procesos educativos entre sí. A este nivel pue<strong>de</strong><br />

llamársele nivel sintético-integrador.<br />

4. Y, finalmente, a partir <strong>de</strong> las hipótesis y los resultados <strong>de</strong> las comparaciones entre los<br />

distintos procesos educativos, se generan nuevos conocimientos sobre la educación, <strong>de</strong> manera<br />

que pueda compren<strong>de</strong>rse mejor e intentar resolver así los problemas que se plantean. Este<br />

último nivel se conoce como nivel generativo.<br />

En realidad, se trata <strong>de</strong> cuatro tipos <strong>de</strong> investigaciones complementarias, cuatro niveles<br />

escalonados -<strong>de</strong>scriptivo, analítico, sintético-integrador y generativo- que forman un solo proceso<br />

<strong>de</strong> investigación, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la recogida <strong>de</strong> datos hasta la generación <strong>de</strong> nuevos conocimientos<br />

que la Antropología Aplicada se encargará <strong>de</strong> poner en práctica y evaluar.<br />

2.2. Metodología<br />

En cuanto a la metodología, la Antropología <strong>de</strong> la Educación <strong>de</strong>berá tener como método<br />

prioritario -aunque no el único- el mismo que tienen las restantes Antropologías: el método<br />

etnográfico o “trabajo <strong>de</strong> campo”, que consiste en la inmersión <strong>de</strong>l antropólogo en el medio<br />

que estudia, convirtiéndose <strong>de</strong> esa manera en un elemento participante <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l grupo. Este<br />

método ha recibido numerosas críticas, sobre todo por parte <strong>de</strong> los sociólogos. En términos<br />

generales, los sociólogos vienen a <strong>de</strong>cir que la participación reduce la objetividad <strong>de</strong> los resultados.<br />

Los antropólogos, sin embargo, respon<strong>de</strong>n a esta crítica con tres argumentos: a) dicen,<br />

en primer lugar, que toda investigación, y muy especialmente aquellas que se refieren al ser<br />

humano, implican siempre, necesariamente, algo <strong>de</strong> subjetividad; b) segundo, que el contacto<br />

directo con las gentes resulta indispensable para conseguir captar cierto tipo <strong>de</strong> datos (por<br />

ejemplo, el estado <strong>de</strong> ánimo <strong>de</strong> un individuo); c) y replican también que la participación en el<br />

medio no significa tener que renunciar a la utilización <strong>de</strong> los métodos cuantitativos y estadísticos<br />

(que son los utilizados principalmente por los sociólogos).<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 9


El trabajo <strong>de</strong>l antropólogo <strong>de</strong> la educación pue<strong>de</strong> ser <strong>de</strong> diferentes tipos, según las <strong>de</strong>cisiones<br />

que se tomen con respecto a tres variables: a) la orientación <strong>de</strong>l estudio; b) el tamaño <strong>de</strong>l<br />

grupo que se va a estudiar; y c) el marco o contexto <strong>de</strong>l análisis, que resulta <strong>de</strong> la combinación<br />

<strong>de</strong> las dos variables anteriores.<br />

1. Según la <strong>de</strong>cisión que se tome con respecto a la orientación <strong>de</strong>l estudio, el trabajo <strong>de</strong>l<br />

antropólogo: a) pue<strong>de</strong> tener un alcance general, cuando se intenta compren<strong>de</strong>r a todo un grupo<br />

humano, con todos sus elementos y las relaciones entre ellos; b) pue<strong>de</strong> optar también por centrarse<br />

en un solo tema o un aspecto concreto <strong>de</strong>l grupo; y c) pue<strong>de</strong> también, finalmente, reducirse,<br />

por ejemplo, a contrastar una <strong>de</strong>terminada hipótesis <strong>de</strong> trabajo.<br />

2. Con respecto a la segunda variable -el tamaño <strong>de</strong> la población-, se tienen dos opciones:<br />

a) se pue<strong>de</strong> intentar abarcar un grupo gran<strong>de</strong>, y en este caso se habla <strong>de</strong> macroetnografía; o b)<br />

se pue<strong>de</strong> optar por un grupo pequeño, y entonces se habla <strong>de</strong> microetnografía. En este último<br />

caso, cuando el grupo es excesivamente reducido (un aula, por ejemplo), se corre el riesgo <strong>de</strong><br />

per<strong>de</strong>r la perspectiva <strong>de</strong>l conjunto, y entonces conviene tener en cuenta, para compensarlo, el<br />

contexto sociocultural al que pertenece el grupo.<br />

3. Por último, tenemos la tercera variable -el marco o contexto <strong>de</strong>l análisis-, que variará en<br />

función <strong>de</strong> los valores anteriormente escogidos. Por ejemplo, no tenemos el mismo marco <strong>de</strong><br />

análisis si <strong>de</strong>cidimos estudiar un grupo gran<strong>de</strong>, y con todas las relaciones a que da lugar, que<br />

si elegimos uno pequeño y nos limitamos a contrastar una hipótesis <strong>de</strong> trabajo.<br />

Pero en todo caso, y sea cual fuere el tipo <strong>de</strong> trabajo que se elija, siempre tendremos un<br />

mismo supuesto <strong>de</strong> partida: el <strong>de</strong> que la educación es transmisión <strong>de</strong> la cultura. Y como uno<br />

<strong>de</strong> los cauces fundamentales <strong>de</strong> esa transmisión sigue siendo la escuela tradicional, esto hace<br />

que toda investigación tenga algunas implicaciones básicas; son las siguientes:<br />

1. La primera, que todo niño que acce<strong>de</strong> a la escuela, no empieza <strong>de</strong> cero, por <strong>de</strong>cirlo así,<br />

sino que lo hace <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una cierta cultura y educación que ha recibido en su medio familiar.<br />

2. La segunda es que, por esta misma razón, el proceso <strong>de</strong> transmisión cultural no pue<strong>de</strong><br />

compren<strong>de</strong>rse si tenemos en cuenta sólo lo que pasa en el niño, sino que habrá que tener en<br />

cuenta también otros factores, como por ejemplo su medio familiar.<br />

3. La tercera implicación es que la escuela, al estar en permanente relación con otras instituciones<br />

sociales, no se limita a transmitir conocimientos, sino también y sobre todo actitu<strong>de</strong>s,<br />

valores y formas <strong>de</strong> convivencia, <strong>de</strong> manera que no pue<strong>de</strong> ser estudiada in<strong>de</strong>pendientemente<br />

<strong>de</strong> esas otras instituciones.<br />

4. Y la cuarta y última implicación es que, como consecuencia <strong>de</strong> lo dicho, resulta que la<br />

escuela es un reflejo <strong>de</strong> la sociedad a la que pertenece, y esto quiere <strong>de</strong>cir que en aquélla se<br />

reproducen las mismas relaciones y los mismos conflictos que se dan en ésta, aunque, lógicamente,<br />

a una escala menor.<br />

3. Áreas <strong>de</strong> estudio preferentes<br />

La orientación sociocultural centra sus estudios principalmente en cinco áreas:<br />

1. La primera <strong>de</strong> ellas es el aspecto evolutivo o histórico <strong>de</strong> la educación como fenómeno<br />

sociocultural. En esta área se incluyen estudios acerca <strong>de</strong> las diferencias entre el hombre y el<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 10


animal en lo que se refiere a la vida en sociedad, partiendo <strong>de</strong> la premisa <strong>de</strong> que lo esencial <strong>de</strong><br />

la cultura es la adquisición <strong>de</strong> conocimientos y comportamientos y su transmisión a los nuevos<br />

miembros <strong>de</strong>l grupo. También se recogen en esta área las investigaciones sobre la evolución<br />

<strong>de</strong> la educación a través <strong>de</strong> las distintas socieda<strong>de</strong>s, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las más simples hasta las más<br />

complejas.<br />

2. Una segunda área <strong>de</strong> estudio se centra en el análisis <strong>de</strong>l medio escolar, consi<strong>de</strong>rándose la<br />

escuela como una institución social in<strong>de</strong>pendiente y estudiándose en sus aspectos más importantes:<br />

las formas <strong>de</strong>l lenguaje y comunicación entre sus miembros; las formas <strong>de</strong> organización,<br />

creencias y valores que se transmiten; la estructura <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r que tiene la propia escuela,<br />

etc.<br />

3. Una tercera área, que complementa a la anterior, profundiza en las relaciones que se dan<br />

entre la escuela y otras instituciones sociales, prestándose especial importancia a las relaciones<br />

económicas, políticas y <strong>de</strong> estructuración social.<br />

4. La cuarta trata el problema <strong>de</strong> la continuidad o discontinuidad <strong>de</strong> la transmisión cultural.<br />

Se dice que hay continuidad en la transmisión cultural cuando las actitu<strong>de</strong>s, los valores y las<br />

expectativas socioculturales <strong>de</strong> la escuela son la prolongación <strong>de</strong> las existentes en la familia;<br />

y, por el contrario, la discontinuidad se produce cuando esos factores culturales son sensiblemente<br />

distintos en el medio escolar y en el medio familiar. En este último caso, estos dos ámbitos<br />

aparecen ante el niño como dos mundos separados y enfrentados. En esta área se estudian<br />

especialmente la relación familia-escuela, los valores, las diferencias en el lenguaje, la<br />

comunicación, la motivación y los procesos cognitivos.<br />

5. La última área <strong>de</strong> estudio se centra en el po<strong>de</strong>r transformador <strong>de</strong> la escuela sobre la sociedad,<br />

que se analiza sobre todo en países <strong>de</strong>l tercer mundo. Aquí se incluyen los estudios <strong>de</strong><br />

Antropología Aplicada, que son investigaciones acerca <strong>de</strong> la inci<strong>de</strong>ncia que tienen los conocimientos<br />

antropológicos en la transformación <strong>de</strong>l medio educativo. (Con las investigaciones<br />

<strong>de</strong> los antropólogos se elaboran planes <strong>de</strong> intervención en el medio escolar, que <strong>de</strong>spués se<br />

ponen en práctica y cuyos resultados finalmente se evalúan para ver si han sido realmente<br />

efectivos o no.)<br />

4. Perspectivas <strong>de</strong> futuro<br />

La orientación sociocultural <strong>de</strong> la Antropología Educativa cuenta en la actualidad con un<br />

volumen consi<strong>de</strong>rable y creciente <strong>de</strong> publicaciones, y tiene, a<strong>de</strong>más, una repercusión e influencia<br />

mayores que la orientación genética. Pero tiene, sin embargo, algunos problemas<br />

pendientes, <strong>de</strong> tipo conceptual y metodológico. Vamos a señalar tres <strong>de</strong> ellos:<br />

1. En primer lugar, tiene problemas <strong>de</strong> nomenclatura o terminología, que se <strong>de</strong>ben a la confusión<br />

y la ambigüedad con que se utilizan ciertos términos. Por ejemplo, los autores <strong>de</strong> esta<br />

corriente suelen i<strong>de</strong>ntificar la Antropología Educativa con la Antropología Cultural <strong>de</strong> la Educación,<br />

y ésta, a su vez, con la Antropología Social <strong>de</strong> la Educación. Y lo mismo ocurre con<br />

los términos “Etnografía” y “Etnología”, que suelen i<strong>de</strong>ntificarse entre ellos, y que se i<strong>de</strong>ntifican<br />

también con la Antropología Cultural. Es ésta una confusión que se viene arrastrando<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> los orígenes mismos <strong>de</strong> la Antropología. El antropólogo estructuralista francés Clau<strong>de</strong><br />

Lévi-Strauss, que fue el más influyente en la década <strong>de</strong> los años sesenta, cuando el estructuralismo<br />

era el paradigma científico más prestigioso, diferenció estas tres disciplinas <strong>de</strong> la siguiente<br />

manera (es la diferenciación que nosotros vamos a utilizar): <strong>de</strong>finió la Etnografía como<br />

el análisis <strong>de</strong>scriptivo <strong>de</strong> socieda<strong>de</strong>s concretas; la Etnología, como una sistematización<br />

teórica parcial (es <strong>de</strong>cir, referida a un solo grupo o cultura); y la Antropología Cultural como<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 11


una sistematización teórica general aplicable al ser humano, en todo tiempo y lugar, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las<br />

socieda<strong>de</strong>s más primitivas a las más mo<strong>de</strong>rnas. En el caso que nos ocupa, lo que ha ocurrido<br />

es que los términos “Etnología” y “Etnografía”, que en un principio se referían a factores exclusivamente<br />

raciales (en el sentido biológico <strong>de</strong>l término), hoy, sobre todo en los países anglosajones,<br />

esos dos términos se asocian a factores socioculturales, in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong> las<br />

razas. Este cambio <strong>de</strong> significado se <strong>de</strong>be a que los autores americanos parten <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

que las diferencias culturales son más profundas que las diferencias <strong>de</strong>bidas a factores raciales.<br />

(Hoy en día, ser <strong>de</strong> una “raza” no implica tener una cultura, una lengua o una religión<br />

<strong>de</strong>terminadas. En realidad, prácticamente todos los antropólogos -y especialmente los más<br />

rigurosos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista científico- niegan la posibilidad <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r hablar en serio -<br />

científicamente- <strong>de</strong> “razas”, y menos aún <strong>de</strong> “razas puras”; excepción hecha, quizá, <strong>de</strong> ciertos<br />

pueblos extremadamente reducidos en cuanto al número <strong>de</strong> sus individuos y apartados <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

siempre <strong>de</strong> todo contacto con otros pueblos. Pero incluso en estos casos, el concepto <strong>de</strong> “raza<br />

pura” sigue siendo científicamente muy problemático. Véase lo que dice al respecto Marvin<br />

Harris en el capítulo seis <strong>de</strong> su Introducción a la Antropología General [“La raza, la variación<br />

humana y las fuerzas <strong>de</strong> la evolución”], pp. 103-121.)<br />

2. Otro problema, éste <strong>de</strong> tipo conceptual, es el que se presenta a la hora <strong>de</strong> diferenciar<br />

entre la Antropología, o la Etnología, o la Etnografía <strong>de</strong> la Educación, y la Sociología <strong>de</strong> la<br />

Educación. La diferencia entre las tres primeras y la Sociología es sobre todo <strong>de</strong> tipo metodológico:<br />

la Etnografía, la Etnología y la Antropología se basan en la observación directa y participativa<br />

<strong>de</strong>l antropólogo, que generalmente estudia socieda<strong>de</strong>s distintas <strong>de</strong> la suya (aunque<br />

esto es cada vez menos cierto; cada vez más antropólogos investigan en sus propias socieda<strong>de</strong>s);<br />

mientras que los sociólogos suelen investigar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la propia cultura y sobre ella. Por<br />

otra parte, la Sociología utiliza principalmente cuestionarios y estadísticas (es <strong>de</strong>cir, métodos<br />

cuantitativos), mientras que el antropólogo trabaja sobre sus propias vivencias e impresiones,<br />

a través <strong>de</strong> métodos cualitativos.<br />

Pero aparte <strong>de</strong> estas diferencias metodológicas, la Antropología y la Sociología <strong>de</strong> la Educación<br />

tienen también algunas características comunes: a) una es que ambas se originaron<br />

como ciencias partiendo <strong>de</strong> las mismas preocupaciones; b) a<strong>de</strong>más, durante algún tiempo,<br />

antes <strong>de</strong> diferenciarse constituyeron un mismo ámbito <strong>de</strong> conocimiento; y c), finalmente, en la<br />

actualidad tanto sus problemas como sus métodos y contenidos, tien<strong>de</strong>n a complementarse y<br />

enriquecerse mutuamente.<br />

3. Por último, un tercer problema que afecta a la orientación sociocultural es su pretensión<br />

reduccionista, que le lleva a presentarse o autoi<strong>de</strong>ntificarse como “la” Antropología <strong>de</strong> la<br />

Educación, como si fuera la única, cuando en realidad sólo es una <strong>de</strong> sus dos variantes. Y es<br />

esta pretensión la que le lleva a ignorar por completo a la otra variante.<br />

1.4.2. La orientación genética<br />

La orientación genética es la orientación germánica o alemana, frente a la anglosajona que<br />

acabamos <strong>de</strong> ver. Genética (o antropogenética, que utilizaremos indistintamente), se refiere<br />

aquí al <strong>de</strong>sarrollo evolutivo interno <strong>de</strong>l sujeto.<br />

Las diferencias entre ambas orientaciones son tantas y <strong>de</strong> tal magnitud, que en la práctica<br />

se ignoran mutuamente. Y la primera diferencia se encuentra ya en el punto <strong>de</strong> partida. La<br />

orientación genética no se centra en el entorno <strong>de</strong>l hombre (que es el medio social), ni tampoco<br />

en lo que le va sobreviniendo a lo largo <strong>de</strong> su vida (que es la cultura), sino que se centra en<br />

el estudio <strong>de</strong> lo que el hombre, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista psicobiológico, empieza a ser y va<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 12


siendo en el tiempo.<br />

Ambas orientaciones, la sociocultural y la genética, comparten sin embargo un problema<br />

metodológico común, que es la discrepancia entre los autores, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> cada corriente, en<br />

cuanto a la selección <strong>de</strong> los materiales antropológicos y la manera <strong>de</strong> integrarlos sistemática y<br />

coherentemente. (En realidad, es éste un problema que comparten todas las Antropologías,<br />

incluidas la Antropología General y la Antropología Cultural. Nos encontramos, así, como<br />

suele ser habitual en las ciencias humanas o sociales, con que cada autor, pertenezca a una<br />

orientación u otra, acaba por tener su propio punto <strong>de</strong> vista acerca <strong>de</strong> lo que es y <strong>de</strong>be ser la<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Y esta multiplicidad <strong>de</strong> puntos <strong>de</strong> vista es justamente el principal<br />

reproche que dirigen las ciencias naturales [también llamadas físicas o exactas] a las ciencias<br />

humanas [sociales o culturales]. Muchos científicos llegan incluso a negar que los saberes<br />

humanos puedan alcanzar alguna vez el rango <strong>de</strong> ciencias. La discusión sigue abierta y no<br />

parece que tenga solución. Conviene, sin embargo, tener en cuenta una observación que los<br />

científicos “duros” parecen pasar por alto, y que <strong>de</strong> algún modo está relacionada con lo que<br />

anteriormente hemos <strong>de</strong>nominado “la paradoja <strong>de</strong> la existencia humana”. La observación se<br />

refiere a que los objetos <strong>de</strong> conocimiento <strong>de</strong> ambos grupos <strong>de</strong> ciencias son sustancial o cualitativamente<br />

diferentes. No es lo mismo estudiar objetos i<strong>de</strong>ales perfectamente <strong>de</strong>finidos [como<br />

hace la Matemática, que es la ciencia “exacta” por antonomasia], que la materia [más “real”,<br />

y por eso mismo más compleja; objeto <strong>de</strong> estudio <strong>de</strong> la Física], la vida [mucho más compleja<br />

que la materia; <strong>de</strong> ella se ocupa la Biología], o la vida humana, individual y social [Antropología<br />

y Sociología]; en estas últimas el grado <strong>de</strong> complejidad es máximo, <strong>de</strong>bido a las<br />

características constitutivas <strong>de</strong>l ser humano, entre las que se encuentran por ejemplo la conciencia,<br />

la libertad, las creencias, los valores, el sentimiento <strong>de</strong> justicia, <strong>de</strong> igualdad, etcétera;<br />

y, sobre todo, por el hecho <strong>de</strong> que todas ellas son <strong>de</strong>terminantes a la hora <strong>de</strong> “<strong>de</strong>finir” y “valorar”<br />

la propia existencia humana. En <strong>de</strong>finitiva, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que la complejidad en el objeto<br />

<strong>de</strong> conocimiento es inversamente proporcional a la exactitud <strong>de</strong> la ciencia que lo estudia, y<br />

esto es lo que hace que las ciencias humanas sean menos “exactas” que las físicas o naturales.)<br />

Volviendo a las dos orientaciones, la sociocultural y la antropogenética, <strong>de</strong>cíamos que ambas<br />

comparten ese problema metodológico común que es la discrepancia entre los autores en<br />

cuanto a la selección <strong>de</strong> los materiales antropológicos y en la manera <strong>de</strong> integrarlos sistemática<br />

y coherentemente.<br />

Un riesgo que <strong>de</strong>be evitar la orientación antropogenética es consi<strong>de</strong>rar al educando en abstracto,<br />

porque entonces <strong>de</strong>jaría <strong>de</strong> ser Antropología Pedagógica para convertirse en Antropología<br />

Filosófica, o, cuando menos, en Antropología Filosófica <strong>de</strong> la Educación. La Antropología<br />

Pedagógica <strong>de</strong>be fijarse en el educando real, que vive un proceso <strong>de</strong> humanización partiendo<br />

<strong>de</strong> sus condicionamientos biológicos, psicológicos y sociales.<br />

Vamos a distinguir ahora, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la orientación genética, tres gran<strong>de</strong>s ten<strong>de</strong>ncias: la<br />

filosófica, la generativa o psicogenética y la integradora, que se distinguen entre sí por el modo<br />

en que cada una <strong>de</strong> ellas concibe la educación.<br />

1. Ten<strong>de</strong>ncia filosófica<br />

En primer lugar, los autores <strong>de</strong> la ten<strong>de</strong>ncia filosófica ven la educación como el proceso a<br />

través <strong>de</strong>l cual el individuo llega a realizar en sí mismo el prototipo, mo<strong>de</strong>lo o imagen <strong>de</strong><br />

hombre vigente en una época y una sociedad <strong>de</strong>terminadas. El problema que presenta esta<br />

manera <strong>de</strong> ver la educación es que resulta excesivamente abstracta con respecto a las circunstancias<br />

evolutivas <strong>de</strong>l educando. Se fija en el hombre ya constituido, no en el proceso <strong>de</strong> cons-<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 13


titución, que es propiamente el proceso educativo. Es ésta pues una ten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>masiado especulativa<br />

y que apenas podría diferenciarse <strong>de</strong> la Antropología Filosófica. Entre los autores<br />

representativos <strong>de</strong> esta corriente se encuentra por ejemplo Bruno Hamann.<br />

2. Ten<strong>de</strong>ncia generativa o psicogenética<br />

La ten<strong>de</strong>ncia generativa o psicogenética se llama así porque sus distintas variantes se fijan<br />

sobre todo en la evolución psicológica <strong>de</strong>l educando. Estas variantes son cuatro: la psicomadurativa,<br />

la genético-personalista, la genético-normativa y la genético-evolucionista. Vamos a<br />

diferenciarlas muy brevemente.<br />

1. En primer lugar, la variante psicomadurativa atien<strong>de</strong> a la maduración <strong>de</strong> la estructura<br />

psíquica <strong>de</strong>l sujeto, centrándose en su proceso constitutivo (es <strong>de</strong>cir, en cómo se va constituyendo<br />

psíquicamente el sujeto). Presta especial importancia en este proceso al problema <strong>de</strong><br />

las aptitu<strong>de</strong>s, así como a las condiciones y los límites <strong>de</strong> la capacidad <strong>de</strong> aprendizaje, tanto en<br />

las distintas etapas <strong>de</strong> la vida como en el <strong>de</strong>sarrollo global <strong>de</strong> la personalidad.<br />

2. En segundo lugar tenemos la variante genético-personalista, cuyo centro <strong>de</strong> interés<br />

está en la autorrealización “global” <strong>de</strong>l hombre, es <strong>de</strong>cir, en la evolución unitaria y total <strong>de</strong><br />

la persona, frente a las evoluciones parciales (biológicas y psicológicas) que se van dando en<br />

su <strong>de</strong>sarrollo. Esta evolución unitaria se realizaría a través <strong>de</strong> una transformación progresiva<br />

<strong>de</strong> los estados <strong>de</strong> la conciencia, que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n, a su vez, <strong>de</strong> las estructuras biológicas que les<br />

sirven <strong>de</strong> base. El paso <strong>de</strong> una estructura biológica cerebral a otra implicaría el paso <strong>de</strong> un<br />

estado <strong>de</strong> conciencia a otro (en el nivel psíquico), y este cambio continuo daría lugar a una<br />

constante renovación <strong>de</strong>l sentido <strong>de</strong> la vida. En consecuencia, la tarea <strong>de</strong> la Antropología Pedagógica<br />

consistiría, para los autores <strong>de</strong> esta variante, en explicar cómo la educación influye y<br />

condiciona este proceso evolutivo.<br />

3. En tercer lugar, la variante genético-normativa centra el interés en la legitimación<br />

<strong>de</strong>l proceso educativo. Esta legitimación proviene <strong>de</strong> su finalidad, que consiste en la “realización<br />

<strong>de</strong> lo humano en el hombre”. Esta es la norma (y <strong>de</strong> ahí el nombre <strong>de</strong> la variante) que<br />

rige toda acción pedagógica y que legitima la educación, porque sólo mediante la educación<br />

pue<strong>de</strong> llevarse a cabo la realización <strong>de</strong> lo humano en cada individuo.<br />

4. Finalmente, la cuarta y última variante es la genético-evolucionista. Para los autores<br />

que la siguen, la tarea principal <strong>de</strong> la Antropología Pedagógica sería la integración <strong>de</strong> los<br />

datos biológicos, pero no en el proceso evolutivo <strong>de</strong>l ser humano individual (como hacen las<br />

tres variantes anteriores), sino en el proceso evolutivo <strong>de</strong> la especie. Según estos autores, si<br />

todos los fenómenos orgánicos y culturales se han ido <strong>de</strong>sarrollando en largos procesos, y sólo<br />

consi<strong>de</strong>rándolos <strong>de</strong> esta manera -o sea, históricamente-, pue<strong>de</strong>n ser a<strong>de</strong>cuadamente entendidos,<br />

entonces también habrá que aplicar esta contemplación histórico-evolutiva tanto a la<br />

comprensión <strong>de</strong>l hombre como a la <strong>de</strong> la educación.<br />

3. Ten<strong>de</strong>ncia integradora o genético-integradora<br />

La tercera ten<strong>de</strong>ncia lleva el nombre <strong>de</strong> integradora <strong>de</strong>bido a que trata <strong>de</strong> contrapesar por<br />

una parte la excesiva abstracción <strong>de</strong> la ten<strong>de</strong>ncia filosófica, y por otra el exceso <strong>de</strong> psicologismo<br />

<strong>de</strong> las variantes <strong>de</strong> la ten<strong>de</strong>ncia generativa. Tanto en la variante psicomadurativa como<br />

en la genético-personalista, la genético-normativa y la genético-evolucionista, en todas ellas<br />

prevalece el enfoque psicogenético sobre el biogenético y el sociogenético, lo cual hace que<br />

resulten interpretaciones en cierto modo parciales e incompletas. La ten<strong>de</strong>ncia integradora<br />

intenta corregir tanto el esencialismo <strong>de</strong> una ten<strong>de</strong>ncia como el psicologismo <strong>de</strong> la otra insis-<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 14


tiendo en la necesidad <strong>de</strong> integrar los diversos factores empíricos <strong>de</strong>l hombre, y por esta razón<br />

se le ha dado también el nombre <strong>de</strong> ten<strong>de</strong>ncia empírica. Los autores que la representan consi<strong>de</strong>ran,<br />

en consecuencia, que la Antropología Pedagógica <strong>de</strong>be ser una ciencia integradora que<br />

investiga y estructura, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una preocupación educativa, todo tipo <strong>de</strong> datos, y especialmente<br />

los proporcionados por la Biología, la Psicología y la Sociología, aunque sin olvidar tampoco<br />

los suministrados por la Antropología Cultural.<br />

A esta ten<strong>de</strong>ncia integradora se le han hecho varias críticas. Las dos principales son las<br />

siguientes:<br />

1. La primera, que es irrealizable, técnicamente imposible <strong>de</strong> llevar a cabo. Los críticos<br />

dicen que no es posible estructurar un cuerpo científico <strong>de</strong> conocimientos hecho con trozos o<br />

partes <strong>de</strong> muchas ciencias particulares, unas empíricas y otras especulativas. La respuesta que<br />

po<strong>de</strong>mos dar a esta crítica es que también hay otras disciplinas -por ejemplo la Teoría <strong>de</strong> la<br />

Educación- que <strong>de</strong>ben integrar conocimientos <strong>de</strong> muy diversa proce<strong>de</strong>ncia (y esto es justamente<br />

lo que vienen haciendo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> siempre los teóricos <strong>de</strong> la educación). A<strong>de</strong>más, esta crítica<br />

haría imposible algo que cada día se impone y se reclama con mayor urgencia, y que es la<br />

interdisciplinariedad, es <strong>de</strong>cir, la integración, en el estudio <strong>de</strong> un mismo objeto, <strong>de</strong> distintas<br />

disciplinas que se ocupan <strong>de</strong> él. Sólo mediante esta integración es posible tener visiones globales,<br />

cada vez más necesarias para contrarrestar la excesiva especialización y no per<strong>de</strong>r la<br />

perspectiva unitaria <strong>de</strong>l objeto <strong>de</strong> estudio (en nuestro caso, el educando).<br />

2. La segunda crítica se refiere a la imposibilidad <strong>de</strong> lograr una interpretación completa <strong>de</strong><br />

los materiales que la Antropología <strong>de</strong> la Educación dice necesitar. Esta crítica la admiten explícitamente<br />

los propios autores integracionistas, pero, como en el caso anterior, esta misma<br />

objeción pue<strong>de</strong> hacerse a cualquier otra disciplina. No <strong>de</strong>be confundirse una visión integradora<br />

con una visión exhaustiva o completa, que resulta imposible para cualquier disciplina: ninguna<br />

pue<strong>de</strong> hoy abarcar su campo <strong>de</strong> conocimiento hasta los más mínimos <strong>de</strong>talles.<br />

Vistas estas dos críticas, la orientación sociocultural tiene también, como <strong>de</strong>cíamos, ese<br />

mismo problema <strong>de</strong> selección e integración <strong>de</strong> materiales. Pero con una diferencia fundamental<br />

respecto a la ten<strong>de</strong>ncia integradora, y es que los materiales que <strong>de</strong>be integrar provienen<br />

sólo <strong>de</strong>l medio sociocultural, lo cual hace que que<strong>de</strong> incompleta en comparación con la ten<strong>de</strong>ncia<br />

integradora. Y esto es lo que nos permite afirmar que la orientación sociocultural sólo<br />

pue<strong>de</strong> ser llamada antropológica <strong>de</strong> una manera secundaria, ya que la Antropología <strong>de</strong> la Educación<br />

<strong>de</strong>be tener como objeto primario <strong>de</strong> conocimiento no el entorno <strong>de</strong>l educando, sino al<br />

educando mismo en su entorno; y esto quiere <strong>de</strong>cir que <strong>de</strong>be ser una disciplina centrada en el<br />

individuo, y antes que nada en su <strong>de</strong>sarrollo psicobiológico.<br />

1.5. Estructura <strong>de</strong> una Antropología <strong>de</strong> la Educación<br />

Recapitulando lo visto hasta ahora, nos hemos encontrado con que la Antropología <strong>de</strong> la<br />

Educación se enfrenta a un doble problema epistemológico que <strong>de</strong>be resolver: a) por una parte,<br />

un problema que se refiere al concepto o naturaleza misma <strong>de</strong> dicha Antropología, al presentarse<br />

dividida en dos orientaciones distintas; b) por otra parte, el problema relativo al contenido<br />

que <strong>de</strong>bieran tener ambas orientaciones suponiendo que fuesen incompatibles. Se nos<br />

plantean así dos opciones: una disgregadora y otra integradora.<br />

1. Si optamos por la disgregadora, habrá que admitir la existencia no <strong>de</strong> una, sino <strong>de</strong> dos<br />

Antropologías <strong>de</strong> la Educación, con orientación y contenidos no solamente distintos sino realmente<br />

incompatibles. Entonces, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la orientación sociocultural, la Antropología <strong>de</strong> la<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 15


Educación sería aquella rama <strong>de</strong> las ciencias educativas que tiene por objeto el estudio <strong>de</strong>l<br />

fenómeno <strong>de</strong> la educación como instrumento <strong>de</strong> transmisión cultural, en todas sus manifestaciones;<br />

mientras que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la orientación genética, la Antropología Pedagógica sería aquella<br />

rama <strong>de</strong> las ciencias educativas que tiene por objeto el estudio <strong>de</strong>l educando en su proceso <strong>de</strong><br />

antropogénesis.<br />

2. En el segundo caso, si optamos por la hipótesis integradora, el problema se reduce a<br />

elegir una <strong>de</strong> las dos orientaciones como núcleo central y a insertar la otra en la primera.<br />

¿Cuál elegimos Si nos atenemos a la <strong>de</strong>nominación oficial <strong>de</strong> la materia (que es “Antropología<br />

<strong>de</strong> la Educación”), lo más sensato parece ser optar por la orientación genética, poniendo al<br />

educando como referente central y primario, y pudiendo así hablar propiamente <strong>de</strong> Antropología,<br />

es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> estudio <strong>de</strong>l ser humano (el educando). Y la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> la Antropología <strong>de</strong><br />

la Educación en esta opción integradora sería la siguiente: “Aquella rama <strong>de</strong> las ciencias educativas<br />

que tiene por objeto el estudio <strong>de</strong>l educando en su proceso <strong>de</strong> antropogénesis, bajo la<br />

influencia <strong>de</strong> factores internos, estimulados <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el exterior a través <strong>de</strong> la educación”.<br />

(Una observación: hemos llamado a una Antropología <strong>de</strong> la Educación y a la otra Antropología<br />

Pedagógica; sencillamente, porque así a<strong>de</strong>cuamos mejor los términos a cada una <strong>de</strong> las<br />

dos orientaciones. Pero lo <strong>de</strong>cisivo no es el nombre, sino lo que <strong>de</strong>signa ese nombre. De<br />

hecho, nosotros respetamos la <strong>de</strong>nominación oficial, que es “Antropología <strong>de</strong> la Educación”,<br />

y, sin embargo, en nuestro intento <strong>de</strong> integración, tenemos como núcleo central la orientación<br />

genética (a la que hemos llamado precisamente Antropología Pedagógica). Pero lo importante,<br />

insisto, en lo que nos hemos <strong>de</strong> fijar, no es en el nombre, sino en lo que ese nombre <strong>de</strong>signa.<br />

Y aunque el Ministerio optó en 1992 por el nombre <strong>de</strong> Antropología <strong>de</strong> la Educación (en<br />

lugar <strong>de</strong> Antropología Pedagógica), eso no significa sin embargo que se i<strong>de</strong>ntifique con la<br />

orientación sociocultural, sino que, si nos fijamos en las tres indicaciones temáticas que da<br />

para su elaboración, parece inclinarse más bien por una solución intermedia o integradora <strong>de</strong><br />

las dos.)<br />

Llegamos así a una estructuración <strong>de</strong> la asignatura, tal como la hemos propuesto al comienzo,<br />

en el programa, atendiendo a tres cosas:<br />

1. En primer lugar, a la integración <strong>de</strong> las dos orientaciones.<br />

2. En segundo, a las indicaciones oficiales (que se referían a la cuestión epistemológica, a<br />

los supuestos últimos <strong>de</strong> la educación y a los supuestos antropológicos <strong>de</strong> la cultura).<br />

3. Y tercero, atendiendo igualmente al proceso lógico que proponíamos al comienzo para<br />

el estudio <strong>de</strong> la antropogénesis o <strong>de</strong>sarrollo evolutivo <strong>de</strong>l educando.<br />

Y con esto ponemos punto final al primer capítulo, que respon<strong>de</strong> al primer bloque temático<br />

propuesto por el Ministerio.<br />

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CAPÍTULO 2. EL EDUCANDO COMO NATURALEZA HUMANA<br />

NECESITADA DE EDUCACIÓN<br />

2.1. Introducción<br />

2.2. In<strong>de</strong>terminación <strong>de</strong>l ser humano: <strong>de</strong>ficiencias y potencialida<strong>de</strong>s<br />

2.2.1. Naturaleza animal y naturaleza humana<br />

2.2.2. Deficiencias estructurales y funcionales <strong>de</strong>l ser humano<br />

2.3. La necesidad <strong>de</strong> educación como concepto y como problema antropológico<br />

2.4. Necesidad <strong>de</strong> educación y niveles educativos<br />

2.4.1. Nivel biológico<br />

2.4.2. Nivel psicológico<br />

2.4.3. Nivel espiritual<br />

2.4.4. Nivel socioindividual<br />

2.4.5. Nivel sociogrupal<br />

2.5. Imágenes antropológicas <strong>de</strong>l hombre en la historia<br />

2.5.1. Las imágenes clásicas<br />

2.5.1.1. La imagen <strong>de</strong>l “homo sapiens”<br />

2.5.1.2. La imagen <strong>de</strong>l “homo faber”<br />

2.5.2. Las imágenes contemporáneas<br />

2.5.2.1. La imagen <strong>de</strong> las gradaciones (M. Scheler)<br />

2.5.2.2. La imagen <strong>de</strong> los estratos (N. Hartmann)<br />

2.5.2.3. La imagen biologista (A. Gehlen; A. Portmann)<br />

2.5.2.4. La imagen ambientalista (F. B. Skinner)<br />

2.5.2.5. La imagen psicodinámica (S. Freud; A. Maslow)<br />

2.5.2.6. La imagen existencial (V. Frankl)<br />

Bibliografía<br />

Ferrero, J.J. (1999). La necesidad <strong>de</strong> educación. Concepto y problema clave <strong>de</strong> la Antropología Educativa. Letras<br />

<strong>de</strong> <strong>Deusto</strong>, 30 (83), pp. 153-196.<br />

Ferrero, J.J. (1998). Supuestos últimos <strong>de</strong> la educación. En Teoría <strong>de</strong> la educación. Lecciones y lecturas (pp.<br />

179-224). Bilbao: <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong> <strong>Deusto</strong>.<br />

Hamann, B. (1992). Antropología Pedagógica. Barcelona: Vicens Vives.<br />

Lucas, J. <strong>de</strong> S. (dir.). (1976). Antropologías <strong>de</strong>l siglo XX. Salamanca: Sígueme.<br />

Lucas, J. <strong>de</strong> S. (dir.). (1994). Otras Antropologías <strong>de</strong>l siglo XX. Salamanca: Sígueme.<br />

Maslow, A. (1991). El hombre autorrealizado. Barcelona: Kairós.<br />

Skinner, B. F. (1986). Más allá <strong>de</strong> la libertad y la dignidad. Barcelona: Martínez Roca.<br />

Thorpe, W. H. (1980). Naturaleza animal y naturaleza humana. Madrid: Alianza.<br />

2.1. Introducción<br />

Nuestro punto <strong>de</strong> partida para este segundo capítulo va a ser el educando en cuanto naturaleza<br />

<strong>de</strong>ficitaria, en cuanto que, cuando nace, no tiene algo que sin embargo está llamado a<br />

tener. El ser humano es, por esto, una realidad conflictiva y contradictoria, en el sentido <strong>de</strong><br />

que se mueve siempre entre lo real y lo posible, entre lo que es, <strong>de</strong> hecho, en un momento<br />

<strong>de</strong>terminado, y lo que pue<strong>de</strong> llegar a ser a través <strong>de</strong> su perfeccionamiento.<br />

Po<strong>de</strong>mos constatar fácilmente esta naturaleza <strong>de</strong>ficitaria si nos fijamos en el recién nacido,<br />

y lo comparamos con el animal (que nace ya prácticamente <strong>de</strong>sarrollado y preparado para<br />

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hacer la vida normal <strong>de</strong> su especie), y sobre todo con el adulto humano, con lo que ha llegado<br />

a ser y lo que ha logrado a través <strong>de</strong> su perfeccionamiento (que es la educación).<br />

Ahora bien, es importante hacer la siguiente distinción como punto <strong>de</strong> partida: el tener una<br />

naturaleza <strong>de</strong>ficitaria no implica la necesidad <strong>de</strong> recibir una educación, entendida como una<br />

intervención externa en el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong>l sujeto. Podría ocurrir -en principio- que ese <strong>de</strong>sarrollo<br />

<strong>de</strong>l sujeto se diera natural o automáticamente, a través <strong>de</strong> un proceso madurativo, como<br />

ocurre en el animal. Tendremos que distinguir, pues -y lo haremos más a<strong>de</strong>lante-, entre la<br />

posibilidad y la necesidad <strong>de</strong> educación.<br />

2.2. In<strong>de</strong>terminación <strong>de</strong>l ser humano: <strong>de</strong>ficiencias y potencialida<strong>de</strong>s<br />

Vamos a empezar fijándonos en la naturaleza <strong>de</strong>l recién nacido, comparándola con la <strong>de</strong>l<br />

animal, en lo que tiene <strong>de</strong> <strong>de</strong>ficiente pero también, y gracias a ello, en lo que tiene <strong>de</strong> potencialidad.<br />

2.2.1. Naturaleza animal y naturaleza humana<br />

Muchos <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s pensadores <strong>de</strong>l siglo XX, y muy especialmente los existencialistas,<br />

se han referido al hombre como un ser abandonado, in<strong>de</strong>fenso, <strong>de</strong>samparado o, incluso, como<br />

“arrojado al mundo” (Sartre). Lo que se quiere <strong>de</strong>cir con estas expresiones es sencillamente<br />

que, en comparación con el animal, el recién nacido no es lo que <strong>de</strong>bería ser. La naturaleza<br />

animal está ya, al nacer, en cierto modo acabada (literalmente, “perfecta”), y es, por lo mismo,<br />

cerrada; mientras que la <strong>de</strong>l hombre, por el contrario, es una naturaleza “imperfecta”, inacabada,<br />

y por tanto abierta. ¿Abierta a qué, cabe preguntarse. En principio permanece como<br />

una naturaleza in<strong>de</strong>terminada, aunque condicionada, y mucho, por su estructura psicofísica.<br />

Decimos condicionada, pero no <strong>de</strong>terminada a ser algo concreto; y es justamente esta diferencia<br />

entre condicionamiento y <strong>de</strong>terminación la que nos permite hablar <strong>de</strong> perfeccionamiento<br />

en el ser humano y la que nos permite hablar también <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo en principio ilimitado, en<br />

el sentido <strong>de</strong> que a ese <strong>de</strong>sarrollo no pue<strong>de</strong>n fijársele unos límites a priori, es <strong>de</strong>cir, antes <strong>de</strong><br />

la experiencia.<br />

Dicho esto, hay que hacer sin embargo la siguiente matización: no pue<strong>de</strong> hablarse en el<br />

siglo XX -y menos aún en el XXI- <strong>de</strong> naturalezas “cerradas”. La ciencia ha <strong>de</strong>mostrado que,<br />

no ya la naturaleza animal o vegetal sino incluso la materia está en continuo movimiento. Esto<br />

quiere <strong>de</strong>cir que está sometida al cambio y, por tanto, que permanece abierta, aunque sea en<br />

un grado mínimo; la materia -pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse así- tiene vida o está viva. Cuando hablamos por<br />

tanto <strong>de</strong> naturaleza “cerrada” en el animal, esto no es científicamente exacto; la naturaleza<br />

animal también está abierta. Ahora bien: la diferencia en el grado <strong>de</strong> apertura entre uno y otro<br />

es tan enorme que resultan incomparables, y por eso <strong>de</strong>cimos que la naturaleza animal, en<br />

comparación con la humana, es una naturaleza cerrada. (Pero incluso <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la misma naturaleza<br />

animal, la diferencia entre unos animales y otros es igualmente enorme.)<br />

Hecha esta matización, ¿por qué <strong>de</strong>cimos que la naturaleza humana es in<strong>de</strong>terminada A<br />

primera vista, parece que su evolución es clara: <strong>de</strong> recién nacido a niño, <strong>de</strong> niño a adolescente,<br />

joven, adulto y viejo. Esto es lo que ocurre naturalmente en cualquier animal. Ahora bien, la<br />

experiencia nos dice que en el ser humano esta evolución no se da natural o automáticamente<br />

(como se comprueba en el caso <strong>de</strong> los niños salvajes). Si el recién nacido no tiene contacto<br />

con miembros adultos <strong>de</strong> su especie, su evolución no sólo se estanca sino que inevitablemente<br />

se <strong>de</strong>grada. Pue<strong>de</strong> sobrevivir físicamente, pero se <strong>de</strong>teriora, <strong>de</strong> manera irrecuperable, biológica,<br />

psíquica y socialmente, acortándose su ciclo <strong>de</strong> vida. Y si pasado un tiempo que resulta<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 20


crucial (año y medio o los dos primeros años <strong>de</strong> vida), tratamos <strong>de</strong> incorporarlo a la vida<br />

humana normal, se muestra totalmente incapaz <strong>de</strong> hacerlo. Por tanto -y es la consecuencia que<br />

obtenemos-, no pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que el niño esté naturalmente <strong>de</strong>terminado a ser un adulto<br />

humano en todos los sentidos <strong>de</strong>l término.<br />

2.2.2. Deficiencias estructurales y funcionales <strong>de</strong>l ser humano<br />

¿Cuáles son las principales <strong>de</strong>ficiencias estructurales y funcionales con que viene al mundo<br />

el recién nacido Po<strong>de</strong>mos distinguir cinco niveles en los que se presentan y a los que afectan<br />

esas <strong>de</strong>ficiencias: 1) el nivel <strong>de</strong> la estructura corpórea; 2) el nivel <strong>de</strong> la estructura afectiva; 3)<br />

el nivel <strong>de</strong> la estructura biográfica; 4) el nivel <strong>de</strong> la consciencia o estructura psicológica; 5) el<br />

nivel <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo cultural.<br />

1. En primer lugar, el recién nacido es <strong>de</strong>ficiente en cuanto a su estructura orgánicofuncional<br />

o corpórea. El cuerpo humano, al nacer, no está preparado para actuar, ni siquiera<br />

con una mínima eficacia que le permita sobrevivir. Basta <strong>de</strong>jarlo <strong>de</strong>satendido para que en muy<br />

poco tiempo <strong>de</strong>je <strong>de</strong> existir. Necesita por tanto, y urgentemente, adquirir automatismos, mediante<br />

la habituación, <strong>de</strong> todo aquello que no le viene dado por naturaleza. Ese proceso <strong>de</strong><br />

habituación es un proceso lento <strong>de</strong> integración, física y psíquica, que afecta sobre todo a la<br />

actividad sensomotriz y a la percepción. (El recién nacido no percibe con claridad: no ve bien,<br />

no oye bien, y lo que ve y lo que oye no le dice apenas nada, porque no sabe interpretarlo; no<br />

controla sus propios movimientos; le faltan los reflejos más elementales, etc.)<br />

2. En segundo lugar, también es <strong>de</strong>ficiente su estructura afectiva. Los impulsos afectivos<br />

tampoco están programados biológicamente, y la respuesta que en el animal es instintiva, en<br />

el hombre se abre a diferentes alternativas que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n, en muy buena medida -casi totalmente-,<br />

<strong>de</strong>l trato que se le dé al niño <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer momento, e incluso <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antes <strong>de</strong> nacer.<br />

Por ejemplo, un sentimiento <strong>de</strong> angustia, <strong>de</strong> miedo o <strong>de</strong> inseguridad que tenga la madre, o, por<br />

el contrario, una actitud tranquila y serena, el bebé las capta inmediatamente y las vive como<br />

suyas. (Siempre y cuando, naturalmente, se trate <strong>de</strong> bebés normales, que no sufran alteraciones<br />

patológicas que <strong>de</strong>svíen su comportamiento normal.)<br />

3. En tercer lugar, la <strong>de</strong>ficiencia alcanza igualmente a su estructura biográfica. Con esta<br />

expresión -estructura biográfica- nos referimos, por oposición a la estructura biológica, a<br />

aquella que es específicamente humana, y que está representada sobre todo por la capacidad<br />

<strong>de</strong> elegir libremente. En este tercer nivel nos encontramos ya con una clara contraposición<br />

entre el instinto y la libertad. El animal no elige: su naturaleza, su instinto, le da hecha su<br />

elección. Ante una <strong>de</strong>terminada circunstancia, actúa <strong>de</strong> una <strong>de</strong>terminada manera. El hombre,<br />

en cambio, aun con todos los condicionamientos, internos y externos, a los que está sujeto,<br />

conserva siempre un núcleo no reducible a leyes. Este núcleo in<strong>de</strong>terminado y abierto es lo<br />

que llamamos el “libre albedrío”, y es lo que nos permite referirnos al hombre como proyecto,<br />

como algo que está siempre por hacer. Y en este hacernos -que es la tarea primordial que a<br />

todos se nos impone-, es don<strong>de</strong> vamos adquiriendo nuestra personalidad, nuestro propio ser<br />

diferente <strong>de</strong>l <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más.<br />

4. En cuarto lugar, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la estructura biográfica, distinguimos un nivel más profundo:<br />

es el nivel <strong>de</strong> la conciencia psicológica, lo que llamamos consciencia, tener conciencia <strong>de</strong> uno<br />

mismo como individuo, y <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más y <strong>de</strong> las cosas como diferentes <strong>de</strong> uno. Aquí no nos<br />

referimos a la conciencia en sentido moral sino a la conciencia como reflexión o autoconocimiento.<br />

Significa la posibilidad que tiene el hombre <strong>de</strong> pensarse a sí mismo, <strong>de</strong> darse cuenta<br />

<strong>de</strong> su historia pasada y <strong>de</strong> proponerse objetivos futuros. El recién nacido carece <strong>de</strong> esta consciencia,<br />

que poco a poco <strong>de</strong>berá ir alcanzando.<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 21


5. El quinto y último nivel es el nivel <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo cultural, que representa la culminación<br />

<strong>de</strong> los cuatro anteriores. Se refiere a que la naturaleza in<strong>de</strong>terminada y <strong>de</strong>sestructurada que es<br />

el niño, se va estructurando y <strong>de</strong>terminando a lo largo <strong>de</strong> su vida mediante la adquisición y la<br />

asimilación <strong>de</strong> la cultura.<br />

En consecuencia, la conclusión a la que llegamos, vistas estas <strong>de</strong>ficiencias estructurales y<br />

funcionales, es que estamos ante una naturaleza necesitada <strong>de</strong> expansión en esos cinco niveles.<br />

Pero esto no implica -y aquí está el núcleo <strong>de</strong> la cuestión- que esa necesidad tenga que<br />

resolverse <strong>de</strong>s<strong>de</strong> fuera. En principio, podría ocurrir, como <strong>de</strong> hecho ocurre en el mundo animal,<br />

que el propio <strong>de</strong>sarrollo natural la resolviera. Por tanto, la pregunta que <strong>de</strong>bemos hacernos<br />

es si la satisfacción <strong>de</strong> esa necesidad exige o no, <strong>de</strong> manera absoluta, la intervención <strong>de</strong><br />

intermediarios externos. Este es el problema <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> educación.<br />

2.3. La necesidad <strong>de</strong> educación como concepto y como problema antropológico<br />

Para afrontar el problema <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> educación (en el sentido <strong>de</strong> heteroeducación,<br />

<strong>de</strong> intervención <strong>de</strong> agentes externos al sujeto), vamos a empezar por recordar la distinción que<br />

hacíamos en Teoría <strong>de</strong> la Educación entre dos tipos <strong>de</strong> necesida<strong>de</strong>s: las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> conveniencia<br />

y las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> subsistencia. Llamábamos necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> conveniencia a aquellas<br />

cuya satisfacción nos resulta útil pero que, en el corto plazo al menos, no son imprescindibles.<br />

Son necesida<strong>de</strong>s que pertenecen al or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l “tener”. Por el contrario, las necesida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> subsistencia son aquellas que implican aspectos vitales y que afectan por tanto a la supervivencia<br />

<strong>de</strong> la persona. Este tipo <strong>de</strong> necesida<strong>de</strong>s, como por ejemplo el comer o el dormir en el<br />

nivel biológico, o la necesidad <strong>de</strong> afecto y comunicación en el psíquico, pertenecen al or<strong>de</strong>n<br />

<strong>de</strong>l “ser”.<br />

Pues bien: lo que nosotros vamos a sostener, como hipótesis <strong>de</strong> partida, es que la necesidad<br />

<strong>de</strong> educación que atribuimos al recién nacido es una necesidad <strong>de</strong> subsistencia. Planteamos<br />

por tanto la necesidad <strong>de</strong> educación no como algo evi<strong>de</strong>nte en sí mismo, sino como un problema<br />

antropológico, una hipótesis que <strong>de</strong>bemos intentar verificar.<br />

2.4. Necesidad <strong>de</strong> educación y niveles educativos<br />

Para ello, vamos a tratar <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir hasta qué punto el recién nacido necesita <strong>de</strong> la ayuda<br />

exterior, y vamos a hacerlo distinguiendo también cinco niveles que en cierta manera se correspon<strong>de</strong>n<br />

-aunque no exactamente- con los cinco niveles que hemos distinguido anteriormente<br />

en relación a las <strong>de</strong>ficiencias estructurales y funcionales. Estos cinco niveles son: el<br />

biológico, el psicológico, el espiritual o cultural, el socioindividual y el sociogrupal.<br />

2.4.1. Nivel biológico<br />

En el nivel biológico <strong>de</strong> la estructura corpórea, la inferioridad en que se encuentra el recién<br />

nacido con respecto a la totalidad <strong>de</strong> los animales es evi<strong>de</strong>nte (ya nos hemos referido a ello).<br />

Sin ayuda no podría sobrevivir; pero esta ayuda externa que recibe, aparte <strong>de</strong> ayudarle a sobrevivir,<br />

tiene también otra finalidad, que es la <strong>de</strong> enseñarle a valerse por sí mismo, o, lo que<br />

es igual, a ponerle en situación <strong>de</strong> que pueda seguir cuanto antes, <strong>de</strong> manera autónoma, su<br />

propio <strong>de</strong>sarrollo; pero resulta que éste es, justamente, el sentido último <strong>de</strong> la educación: la<br />

ayuda que se proporciona al individuo en la búsqueda <strong>de</strong> su propia autonomía. Esto nos permite<br />

<strong>de</strong>cir que ya en el nivel biológico, y en un cierto sentido al menos, la educación cumple<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 22


el papel primordial <strong>de</strong> ayudarle en su propia supervivencia.<br />

2.4.2. Nivel psicológico<br />

En segundo lugar tenemos el nivel psicológico. Tanto el hombre como el animal tienen una<br />

vida psíquica, esto es claro. Pero hay sin embargo una diferencia que parece <strong>de</strong>cisiva, y es que<br />

el horizonte evolutivo <strong>de</strong>l hombre es incomparablemente superior al <strong>de</strong>l animal. Esto se muestra<br />

claramente en la naturaleza <strong>de</strong> las operaciones que uno y otro son capaces <strong>de</strong> realizar gracias<br />

a sus faculta<strong>de</strong>s. En el animal, si esas faculta<strong>de</strong>s no se ponen en práctica, no se pier<strong>de</strong>n ni<br />

se atrofian, sino que se recuperan fácilmente (por ejemplo, en el caso <strong>de</strong> un perro separado <strong>de</strong><br />

otros perros y criado entre humanos; no tiene relación con miembros <strong>de</strong> su especie, ni tiene<br />

que cazar para comer...; ahora bien, si se le <strong>de</strong>ja en el campo, y tiene que buscarse la vida -<br />

como <strong>de</strong>cimos coloquialmente-, entonces empezará a cazar y lo hará <strong>de</strong> forma automática o<br />

instintiva). El ser humano, sin embargo, si se ve privado <strong>de</strong>l contacto con sus semejantes y <strong>de</strong>l<br />

ejercicio <strong>de</strong> sus capacida<strong>de</strong>s, no sólo las pier<strong>de</strong> sino que toda su estructura física y psíquica<br />

<strong>de</strong>genera <strong>de</strong> manera irreversible (y aquí se ve claramente cómo en el ser humano no sólo la<br />

capacidad psíquica <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la física, sino que la física <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la psíquica; un <strong>de</strong>terioro<br />

<strong>de</strong> esta última implica un <strong>de</strong>terioro <strong>de</strong> la primera: hay una inter<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia muy clara entre<br />

ambas). Y al contrario también <strong>de</strong> lo que ocurre en el animal, si se le trata <strong>de</strong> reincorporar a su<br />

medio natural (al entorno humano), se muestra absolutamente incapaz <strong>de</strong> adaptarse. Por tanto,<br />

también en el nivel psíquico la educación, entendida siempre como intervención externa, resulta<br />

necesaria para que el niño llegue a ser plenamente un miembro <strong>de</strong> su especie.<br />

2.4.3. Nivel espiritual o cultural<br />

La palabra ‘espiritual’ no la utilizamos aquí con ninguna connotación <strong>de</strong> tipo trascen<strong>de</strong>nte<br />

ni religioso, sino que la contraponemos sencillamente a ‘natural’, y en este sentido el nivel<br />

espiritual se i<strong>de</strong>ntifica con el nivel cultural. En el apartado anterior acabamos <strong>de</strong> referirnos al<br />

nivel psicológico, al que hemos consi<strong>de</strong>rado estructuralmente, como un conjunto <strong>de</strong> capacida<strong>de</strong>s.<br />

El nivel espiritual se refiere al contenido <strong>de</strong> esas capacida<strong>de</strong>s, y compren<strong>de</strong> la vida intelectiva,<br />

afectiva y cultural <strong>de</strong> cada ser humano concreto. Al contrario <strong>de</strong> lo que ocurre con las<br />

estructuras, que en lo esencial le vienen dadas por naturaleza, los contenidos <strong>de</strong>be obtenerlos<br />

<strong>de</strong>l medio social. Y, en este sentido, hay una relación directamente proporcional, en principio,<br />

entre el enriquecimiento espiritual <strong>de</strong> cada cual y la riqueza <strong>de</strong>l medio social en que vive, así<br />

como el grado en que es capaz <strong>de</strong> asimilar esa riqueza. Los contenidos <strong>de</strong>l nivel espiritual,<br />

que son los contenidos culturales, constituyen justamente aquello que normalmente enten<strong>de</strong>mos<br />

por educación (por contenidos educativos). Por tanto -y aquí se ve ya más claramente que<br />

en los niveles anteriores-, la educación en cuanto asimilación <strong>de</strong> la cultura es también necesaria,<br />

con necesidad absoluta, para la plena realización humana.<br />

2.4.4. Nivel socioindividual<br />

Hasta aquí, los tres niveles consi<strong>de</strong>rados -el biológico, el psicológico y el espiritual- los<br />

hemos referido al individuo, en la búsqueda <strong>de</strong> su perfeccionamiento interior. Este cuarto nivel,<br />

el socioindividual, se refiere a la conquista <strong>de</strong> su autonomía externa, frente a los otros<br />

individuos que constituyen su grupo social. La sociedad -lo sabemos por experiencia- nos<br />

condiciona enormemente en todos los sentidos. Por una parte nos es necesaria para llegar a ser<br />

miembros <strong>de</strong>l grupo, pero, por otra, nos impi<strong>de</strong> muchas veces llevar a cabo nuestros propios<br />

proyectos, e incluso nos impi<strong>de</strong> expresarnos como quisiéramos o como nos sentimos. Así, la<br />

única manera <strong>de</strong> no convertirnos en objetos manipulados social o políticamente consiste en<br />

adquirir seguridad autoafirmándonos. Y esto lo conseguimos a través <strong>de</strong> la educación. La persona<br />

analfabeta es siempre la más manipulable porque no pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse. No tiene argu-<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 23


mentos ni recursos intelectuales, y necesita alguien <strong>de</strong> quien fiarse -normalmente <strong>de</strong> las propias<br />

costumbres y las vigencias sociales, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> lo que se piensa, lo que se dice, lo que se<br />

hace, lo que está en los medios <strong>de</strong> comunicación, lo social o políticamente “correcto”, y por<br />

eso le cuesta tanto oponerse a las i<strong>de</strong>as establecidas-. Pero esta seguridad se paga con la propia<br />

libertad: en la medida en que mantenemos un comportamiento social o políticamente correcto,<br />

pero que no compartimos, renunciamos a nuestro propio punto <strong>de</strong> vista y a ejercer<br />

nuestra libertad. La educación se nos presenta, por tanto, también en este nivel, como el medio<br />

para alcanzar la autenticidad personal; la autonomía, en <strong>de</strong>finitiva.<br />

2.4.5. Nivel sociogrupal<br />

Y tenemos, finalmente, el nivel sociogrupal, que se refiere a la subsistencia <strong>de</strong> un grupo<br />

como tal grupo frente a otros, es <strong>de</strong>cir, a la necesidad que todos tenemos <strong>de</strong> fundamentarnos<br />

en una i<strong>de</strong>ntidad colectiva (y no sólo individual). Decíamos que la sociedad nos es necesaria<br />

porque nos permite llegar a ser sus miembros, nos permite llegar a ser plenamente humanos.<br />

En este sentido, la sociedad no se reduce a la simple suma <strong>de</strong> los individuos que la conforman.<br />

Po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>finirla, en un sentido amplio, como el entramado o red <strong>de</strong> relaciones que, en los<br />

diversos ámbitos y niveles, cohesiona e integra al grupo <strong>de</strong> individuos y los diferencia, como<br />

grupo, <strong>de</strong> otros. Pues bien: <strong>de</strong> la misma manera que todos necesitamos autoafirmarnos como<br />

individuos, también cada grupo necesita autoafirmarse como tal frente a otros grupos (y, por<br />

supuesto, “frente a” no significa aquí “enfrentado a” o “en contra <strong>de</strong>”, sino lo contrario: autoafirmarse<br />

“con” otros grupos). Pero en la medida en que, como ocurre en la actualidad, hay un<br />

acercamiento cada vez mayor entre las distintas culturas, esa i<strong>de</strong>ntidad social y cultural se<br />

hace cada vez más problemática. En todo caso, es también la educación la que nos permite<br />

adquirir esa i<strong>de</strong>ntidad social necesaria.<br />

En conclusión, pues, si la educación, en todas las formas y niveles que hemos consi<strong>de</strong>rado,<br />

resulta absolutamente necesaria para el <strong>de</strong>sarrollo, tanto <strong>de</strong> la personalidad individual como<br />

<strong>de</strong> la social, la consecuencia que se obtiene es el <strong>de</strong>recho absoluto a ella por parte <strong>de</strong> cada<br />

persona, y, consecuentemente, la obligación <strong>de</strong> que ese <strong>de</strong>recho le sea procurado.<br />

2.5. Imágenes antropológicas <strong>de</strong>l hombre en la historia<br />

Recapitulando lo visto hasta aquí, hemos comparado al niño recién nacido con el animal,<br />

resaltando las <strong>de</strong>ficiencias estructurales y funcionales con que viene al mundo. A partir <strong>de</strong><br />

esas <strong>de</strong>ficiencias hemos planteado el problema <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> educación, no como un<br />

hecho, sino como una hipótesis que había que tratar <strong>de</strong> verificar. Eso es lo que hemos ido<br />

haciendo a través <strong>de</strong> los cinco niveles que hemos recorrido, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el biológico hasta el que<br />

hemos llamado sociogrupal. A medida que íbamos ascendiendo <strong>de</strong> nivel, esa ayuda que necesita<br />

todo ser humano se iba convirtiendo cada vez más claramente en educación. Y la conclusión<br />

a la que llegamos es justamente a la necesidad <strong>de</strong> educación entendida como necesidad<br />

absoluta o <strong>de</strong> subsistencia.<br />

Ahora bien, esa necesidad absoluta -<strong>de</strong>cíamos- engendra un <strong>de</strong>recho absoluto, que a su vez<br />

implica una obligación <strong>de</strong> satisfacerlo. Con lo cual se plantea inmediatamente un doble problema,<br />

especialmente grave por la relevancia que tiene.<br />

1. ¿Quién garantiza la educación <strong>de</strong>l niño<br />

2. ¿Con qué contenidos<br />

1. Para respon<strong>de</strong>r a la primera pregunta, seguimos el planteamiento y la solución que le<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 24


dimos el curso pasado en el capítulo <strong>de</strong>dicado a la legitimidad <strong>de</strong> la educación. Decíamos allí<br />

que son los padres, en principio, los que tienen la obligación <strong>de</strong> asegurar que sus hijos se eduquen,<br />

y si ellos no cumplen con esa obligación, es el Estado el que asume subsidiariamente la<br />

obligación y la responsabilidad. El Estado es, pues, en última instancia, el garante <strong>de</strong> la educación<br />

<strong>de</strong>l niño.<br />

2. ¿Con qué contenidos Si en el futuro el niño va a tener que <strong>de</strong>senvolverse en una <strong>de</strong>terminada<br />

sociedad, lo lógico será que se eduque según los patrones culturales <strong>de</strong> esa sociedad,<br />

una parte <strong>de</strong> los cuales se recogen en las materias que conforman la educación formal obligatoria,<br />

y la otra parte se difun<strong>de</strong> socialmente como educación no formal y educación informal.<br />

Pero en todo caso, los contenidos (formales o no) los proporciona el medio sociocultural.<br />

Ahora bien, esta respuesta, más que solucionarla, lo que hace es complicar aún más la cuestión,<br />

por la sencilla razón <strong>de</strong> que nuestra sociedad no es una sociedad claramente <strong>de</strong>finida, con<br />

unos patrones culturales igualmente claros y una imagen <strong>de</strong> varón y mujer que necesariamente<br />

todas las personas habrán <strong>de</strong> asumir. Todo lo contrario: ni la sociedad está claramente <strong>de</strong>finida,<br />

ni los patrones culturales tienen unos contornos claros sino más bien difusos, ni hay una<br />

sola imagen sino muchas y muy dispares para las personas que en ella viven. En <strong>de</strong>finitiva:<br />

vivimos en una sociedad abierta que ofrece una gran variedad <strong>de</strong> imágenes antropológicas<br />

posibles. Son, a<strong>de</strong>más, a diferencia <strong>de</strong> lo que ocurría en el pasado, imágenes que cambian y se<br />

transforman a una velocidad cada vez mayor.<br />

Ciñéndonos a nuestra historia occi<strong>de</strong>ntal, lo primero que tendremos que hacer es clasificar<br />

esas imágenes <strong>de</strong> alguna manera, y para ello vamos a utilizar el criterio más sencillo, que es<br />

precisamente el criterio cronológico, la propia historia. Si miramos las imágenes <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un<br />

punto <strong>de</strong> vista histórico, po<strong>de</strong>mos clasificarlas en dos gran<strong>de</strong>s grupos: a) el <strong>de</strong> las imágenes<br />

clásicas (hasta el siglo XX); y b) el <strong>de</strong> las imágenes contemporáneas (a partir <strong>de</strong>l siglo XX).<br />

El punto <strong>de</strong> ruptura la marca la obra <strong>de</strong> un autor, Max Scheler, consi<strong>de</strong>rado el iniciador <strong>de</strong> la<br />

Antropología Filosófica contemporánea. A diferencia <strong>de</strong> las imágenes clásicas, que se caracterizan<br />

sobre todo por ser imágenes disgregadoras (por separar las dos dimensiones <strong>de</strong>l ser<br />

humano, la corporal y la espiritual), las imágenes contemporáneas, partiendo <strong>de</strong> la que propuso<br />

el mismo Scheler, se van a caracterizar en general por su pretensión integradora. Se va a<br />

buscar así, a partir <strong>de</strong>l siglo XX, una imagen más ajustada a la naturaleza <strong>de</strong>l ser humano.<br />

2.5.1. Las imágenes clásicas<br />

Por imágenes clásicas enten<strong>de</strong>mos aquellas que, con unas u otras variantes, se han mantenido<br />

a lo largo <strong>de</strong> la historia. Todas ellas po<strong>de</strong>mos reducirlas a dos genéricas que cruzan toda<br />

la historia <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte: la imagen <strong>de</strong>l “homo sapiens” (“el hombre que piensa”) y la imagen<br />

<strong>de</strong>l “homo faber” (“el hombre que trabaja”).<br />

2.5.1.1. La imagen <strong>de</strong>l “homo sapiens”<br />

La imagen <strong>de</strong>l hombre como ser pensante supone una contemplación <strong>de</strong>l ser humano “<strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

arriba”, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su componente espiritual, en los dos sentidos en que esta palabra<br />

pue<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rse: a) “espiritual” como aquello distinto <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> la materia o <strong>de</strong> la naturaleza<br />

(y aquí, entonces, “espiritual” equivale a “cultural”); y b) “espiritual” como partícipe <strong>de</strong><br />

un Espíritu trascen<strong>de</strong>nte al mundo, al Universo. En este segundo sentido, la componente espiritual<br />

<strong>de</strong>l hombre implica que éste es un ser hecho a imagen y semejanza <strong>de</strong> un Dios creador<br />

<strong>de</strong>l mundo y <strong>de</strong> todo lo que existe (como reza la doctrina <strong>de</strong>l Cristianismo).<br />

La imagen <strong>de</strong>l “homo sapiens” es la que mejor <strong>de</strong>scribe nuestra historia occi<strong>de</strong>ntal y esen-<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 25


cialmente cristiana. Es una imagen que tiene elementos griegos, romanos, cristianos, medievales,<br />

renacentistas y también mo<strong>de</strong>rnos y contemporáneos, que le dan unas variaciones particulares,<br />

según los casos. Pero todas estas variantes tienen en común una i<strong>de</strong>a, que es la característica<br />

principal <strong>de</strong>l “homo sapiens”: la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un principio supremo (no necesariamente un<br />

dios) que, <strong>de</strong> alguna manera, lo origina y lo gobierna todo en el Universo. Esta i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un<br />

principio supremo la encontramos ya en los presocráticos, en los siglos VII y VI a.C. (y nos<br />

remontamos sólo a los principios claros <strong>de</strong> nuestra cultura; si fuéramos más atrás veríamos<br />

que todos los grupos humanos, sin excepción, tienen siempre la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un principio superior<br />

que es el origen y el que gobierna el universo: un dios, un espíritu, la propia naturaleza -<br />

entendida como algo vivo y <strong>de</strong> alguna manera consciente-, un tótem o cualquier otra cosa).<br />

Entre los presocráticos este principio es claro. Para Tales <strong>de</strong> Mileto, por ejemplo, era el agua,<br />

que lo originaba y lo constituía todo. Para Anaximandro, el “apeiron”, lo ilimitado; para<br />

Anaxímenes, el aire; para Anaxágoras, el “nous” o inteligencia que todo lo gobierna; para<br />

Pitágoras y los pitagóricos, el número; para Empédocles, los cuatro elementos (agua, aire,<br />

tierra y fuego) y las dos fuerzas que los mueven: el amor, que une, y el odio, que separa; y<br />

sobre todo Heráclito, con la teoría <strong>de</strong>l “logos” como principio regulador <strong>de</strong>l Universo; y <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> los presocráticos y <strong>de</strong> Sócrates, Platón, con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l Bien; Aristóteles, con la i<strong>de</strong>a<br />

<strong>de</strong>l Motor Inmóvil, y como ellos muchos otros filósofos y pensadores griegos y latinos. (Entre<br />

todos ellos hay, lógicamente, muchas diferencias, y muy importantes, pero que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> nuestro<br />

punto <strong>de</strong> vista se reducen a diferencias <strong>de</strong> matiz.)<br />

Po<strong>de</strong>mos caracterizar la imagen <strong>de</strong>l “homo sapiens” como la imagen <strong>de</strong>l hombre que vive<br />

en tensión “hacia arriba”, hacia el principio supremo, y cuyo perfeccionamiento consiste en ir<br />

elevándose constantemente hacia ese principio supremo <strong>de</strong>l cual participa a través <strong>de</strong> su condición<br />

racional. El Cristianismo va a aportar un elemento nuevo y <strong>de</strong>cisivo a esta imagen: va a<br />

invertir la relación entre el hombre y la divinidad, poniendo el acento más en Dios que en el<br />

hombre, a la vez que estrecha el vínculo entre ambos. La razón <strong>de</strong> este acercamiento está en<br />

que la divinidad <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser un principio cósmico (el Logos, el Bien, el Motor Inmóvil...) para<br />

convertirse en persona. El Dios cristiano es un Dios personal, es persona: tiene inteligencia y<br />

voluntad. Con esta nueva relación, en la imagen <strong>de</strong>l “homo sapiens” el elemento puramente<br />

racional <strong>de</strong>l hombre se transforma en espiritual (es <strong>de</strong>cir, se da a la razón, y por tanto al hombre,<br />

una dimensión que trascien<strong>de</strong> la pura racionalidad, haciéndole partícipe <strong>de</strong>l Espíritu <strong>de</strong><br />

Dios, y por tanto un ser espiritual: su dignidad última y más importante no será ya la racionalidad,<br />

sino la espiritualidad). Paralelamente, se agranda la distancia entre cuerpo y alma que<br />

ya había establecido Platón. Así, a medida que se diviniza el espíritu <strong>de</strong>l hombre, se <strong>de</strong>moniza<br />

el elemento material, el cuerpo, al que se presenta con connotaciones negativas.<br />

Ya en la Edad Mo<strong>de</strong>rna (s. XVI) se mantiene esta imagen <strong>de</strong>l “hombre que piensa”, si bien<br />

su dignidad se pondrá ahora, más que en el espíritu divino <strong>de</strong>l que participa, en otras peculiarida<strong>de</strong>s<br />

que lo distinguen: el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la inteligencia (es el caso <strong>de</strong>l racionalismo e i<strong>de</strong>alismo<br />

<strong>de</strong> Descartes); en la libertad <strong>de</strong> la acción moral (Kant), o bien en su autonomía e in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />

<strong>de</strong> cualquier entidad trascen<strong>de</strong>nte, como ocurre en la Ilustración (el principio supremo<br />

es la Razón, la razón con mayúscula, divinizada). (Po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que como los griegos,<br />

pero sin la “humildad” o el sometimiento al <strong>de</strong>stino. Los ilustrados, a diferencia <strong>de</strong> los<br />

griegos, ya no creen ni en el Destino ni en Dios. Sólo creen en la Razón. Por encima <strong>de</strong> la<br />

Razón y <strong>de</strong> la libertad no hay nada, salvo el progreso <strong>de</strong> la humanidad hacia un mundo cada<br />

vez mejor. Podría <strong>de</strong>cirse, sin forzar mucho las cosas, que los ilustrados <strong>de</strong>spojan al “paraíso”<br />

<strong>de</strong> su condición ultraterrena para bajarlo a la Tierra y situarlo al final <strong>de</strong> la historia, como meta<br />

final <strong>de</strong>l progreso que sin duda alguna alcanzará un día la humanidad.)<br />

Des<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista educativo, la conclusión más importante que cabe sacar <strong>de</strong> esta<br />

primera imagen clásica es su optimismo. La visión <strong>de</strong>l hombre como “homo sapiens” se ca-<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 26


acteriza por una fe prácticamente ilimitada en las posibilida<strong>de</strong>s espirituales <strong>de</strong>l ser humano.<br />

Pedagógicamente, esto significa dos cosas: 1) la primera, que la acción educativa se va a enten<strong>de</strong>r<br />

sobre todo como el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> esa espiritualidad; 2) la segunda, que al ser ilimitadas<br />

las posibilida<strong>de</strong>s espirituales <strong>de</strong>l hombre, también lo será su capacidad <strong>de</strong> perfeccionarse mediante<br />

la educación. Kant, que es un representante <strong>de</strong> la Ilustración, resumió perfectamente<br />

este optimismo al escribir que “el hombre será lo que la educación haga <strong>de</strong> él”. (En general,<br />

todos los autores <strong>de</strong> la Ilustración comparten esta i<strong>de</strong>a.)<br />

2.5.1.2. La imagen <strong>de</strong>l “homo faber”<br />

Frente a la imagen <strong>de</strong>l “hombre que piensa”, la imagen <strong>de</strong>l “hombre que trabaja” supone<br />

una contemplación “<strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo”, o sea, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la componente material <strong>de</strong>l ser humano. Es<br />

una imagen <strong>de</strong> carácter naturalista en la que <strong>de</strong>saparece toda i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> trascen<strong>de</strong>ncia en el sentido<br />

espiritual. La imagen <strong>de</strong>l “homo faber”, al igual que la <strong>de</strong>l “homo sapiens”, también atraviesa,<br />

con sus distintas variantes, toda la historia occi<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la Grecia clásica hasta hoy.<br />

Entre los griegos, por ejemplo, está el filósofo Demócrito, que basándose en las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> su<br />

maestro Leucipo <strong>de</strong>sarrolló la teoría <strong>de</strong>l atomismo (aunque en un sentido muy distinto y que<br />

tiene que ver muy poco con las teorías físicas actuales), según la cual toda la realidad pue<strong>de</strong><br />

explicarse a partir <strong>de</strong> infinitos átomos (“partículas no divisibles”) que se mueven en el vacío,<br />

no por azar sino necesariamente. Todo lo que ocurre, ocurre, pues, según Demócrito, necesaria<br />

y mecánicamente. En otras palabras: la libertad no existe, es una pura ilusión que tenemos<br />

<strong>de</strong>bido a que no conocemos todos los factores que nos <strong>de</strong>terminan.<br />

Esta concepción materialista <strong>de</strong>l mundo también tuvo sus seguidores en la época romana<br />

(su mayor representante fue Lucrecio, con su obra De la naturaleza <strong>de</strong> las cosas), y en la medieval;<br />

y a partir <strong>de</strong> los siglos XVII y XVIII influyó en otras corrientes materialistas, entre<br />

ellas el empirismo, el positivismo, el darwinismo y el nihilismo.<br />

(El empirismo es la doctrina filosófica según la cual el fundamento <strong>de</strong>l conocimiento científico<br />

es la experiencia sensible. El positivismo, como <strong>de</strong>rivado <strong>de</strong>l empirismo, es la teoría que<br />

no admite otra realidad que los hechos ni otro tipo <strong>de</strong> investigación que no sean las relaciones<br />

existentes entre los hechos positivos. El darwinismo -la teoría <strong>de</strong> la evolución <strong>de</strong> Darwin-,<br />

<strong>de</strong>fien<strong>de</strong> que los organismos superiores proce<strong>de</strong>n <strong>de</strong> otros inferiores por la influencia <strong>de</strong> la<br />

selección natural y la lucha por la existencia. Y finalmente, el nihilismo, en el que se distinguen<br />

varios tipos, es, ontológicamente, una ten<strong>de</strong>ncia a la negación <strong>de</strong> la realidad o <strong>de</strong> cualquier<br />

principio estable, y epistemológicamente supone la negación y el rechazo <strong>de</strong> todo conocimiento<br />

fundado en verda<strong>de</strong>s generales; en el caso extremo, la negación radical <strong>de</strong> toda posibilidad<br />

<strong>de</strong> conocimiento. La historia <strong>de</strong>l nihilismo [con el que se emparenta el escepticismo],<br />

se extien<strong>de</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Gorgias hasta Schopenhauer y Nietzsche en la actualidad.)<br />

En todas estas variantes <strong>de</strong>l materialismo encontramos también algunos elementos comunes<br />

que las caracterizan: 1) en primer lugar, no existe, a diferencia <strong>de</strong>l caso anterior, un principio<br />

supremo o una inteligencia or<strong>de</strong>nadora superior al hombre; y todo lo que ocurre, ocurre<br />

por necesidad; 2) en segundo lugar, la actividad supuestamente espiritual es sólo resultado <strong>de</strong><br />

la actividad mecánica <strong>de</strong>l cuerpo, que es a su vez reducible a intercambios físicoquímicos <strong>de</strong><br />

materia y energía; 3) tercero, estos intercambios físicoquímicos son más complejos en el<br />

hombre que en el animal, pero <strong>de</strong> la misma naturaleza y obe<strong>de</strong>cen por tanto a las mismas leyes<br />

(esto significa, <strong>de</strong> hecho, negar la libertad); 4) y cuarto, como consecuencia <strong>de</strong> lo anterior,<br />

si la especie humana <strong>de</strong>sapareciera <strong>de</strong> la Tierra, en realidad nada especialmente importante se<br />

per<strong>de</strong>ría, ya que el hombre es sólo un elemento más <strong>de</strong> la Naturaleza, una especie como otra<br />

cualquiera <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l reino animal.<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 27


Una variante muy significativa <strong>de</strong> la imagen <strong>de</strong>l “homo faber” es la concepción marxista<br />

<strong>de</strong>l hombre, que ha sido capital durante todo el siglo XX y que lo sigue siendo todavía hoy. Al<br />

igual que las anteriores, y simplificando mucho, esta visión no reconoce ningún tipo <strong>de</strong> trascen<strong>de</strong>ncia<br />

y se auto<strong>de</strong>fine como materialista. Ve al hombre como un eslabón más en la ca<strong>de</strong>na<br />

<strong>de</strong> la Naturaleza, y le contempla sólo como una fuerza <strong>de</strong> trabajo. Finalmente, concibe la historia<br />

humana según una mecánica dialéctica y <strong>de</strong>terminista, que en esquema es la siguiente: a<br />

partir <strong>de</strong> una cierta infraestructura económica (dada por el modo <strong>de</strong> producción o <strong>de</strong> relación<br />

<strong>de</strong>l hombre con la naturaleza), <strong>de</strong> ella surgen mecánicamente (es <strong>de</strong>cir, necesariamente), unas<br />

estructuras y superestructuras socioculturales <strong>de</strong>terminadas.<br />

Y bien, ¿qué papel juega la educación en la imagen <strong>de</strong>l “homo faber” Frente al optimismo<br />

ilimitado <strong>de</strong>l “homo sapiens”, la imagen <strong>de</strong>l “homo faber” es más bien pesimista: en principio,<br />

la educación parecería limitarse a permitirle al hombre nada más que adaptarse a su medio<br />

y apren<strong>de</strong>r a sobrevivir entre las <strong>de</strong>más especies <strong>de</strong>l reino animal. Pero bien miradas las<br />

cosas, el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la educación en la imagen <strong>de</strong>l “homo faber” es ambivalente: en un sentido<br />

es muy reducido, pero en otro es prácticamente total.<br />

1. Es reducido en el sentido <strong>de</strong> que las posibilida<strong>de</strong>s espirituales y <strong>de</strong> perfeccionamiento<br />

ilimitado que tenía en la imagen <strong>de</strong>l “homo sapiens”, aquí no existen. No hay espiritualidad ni<br />

trascen<strong>de</strong>ncia, y por tanto no tiene sentido hablar <strong>de</strong> perfeccionamiento ilimitado.<br />

2. Ahora bien, por otra parte, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> esas posibilida<strong>de</strong>s más reducidas que tiene el hombre,<br />

el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la educación pue<strong>de</strong> llegar a ser prácticamente total. Veámoslo en dos ejemplos,<br />

el conductismo radical y el marxismo. En el primer caso, el hombre es entendido como<br />

un mecanismo que actúa a base <strong>de</strong> estímulos y respuestas. Y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la educación es total<br />

porque el hombre pue<strong>de</strong> llegar a ser cualquier cosa si se le aplican los estímulos convenientes<br />

(esto significa enten<strong>de</strong>rlo como infinitamente plástico o mol<strong>de</strong>able). En el marxismo ocurre<br />

algo parecido, aunque con una contradicción <strong>de</strong> fondo. Por un lado se dice que todo está <strong>de</strong>terminado<br />

por el modo <strong>de</strong> producción, y en este sentido el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la educación es nulo,<br />

puesto que, como la cultura -y como todas las <strong>de</strong>más instituciones pertenecientes a la estructura<br />

y a la superestructura-, está <strong>de</strong>terminada por ese modo <strong>de</strong> producción. Pero por otro lado,<br />

los marxistas aseguran que la educación tiene una gran importancia, por ejemplo al consi<strong>de</strong>rarla<br />

necesaria para adquirir “conciencia <strong>de</strong> clase”. Ahora bien, si todo está pre<strong>de</strong>terminado,<br />

¿cómo es posible adquirir “conciencia <strong>de</strong> clase” mediante la educación<br />

Si comparamos ahora las dos gran<strong>de</strong>s imágenes clásicas, la espiritualista y la materialista,<br />

po<strong>de</strong>mos sacar las conclusiones siguientes: 1) la primera, que representan dos interpretaciones<br />

antropológicas contrapuestas, y ambas con una importancia pedagógica que resulta <strong>de</strong>cisiva;<br />

2) la segunda es que, con distintas variantes, las dos recorren toda la historia occi<strong>de</strong>ntal, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

la antigüedad hasta nuestros días; 3) y la tercera, que, a pesar <strong>de</strong> estar enfrentadas, les une sin<br />

embargo una clara ten<strong>de</strong>ncia disgregadora <strong>de</strong> los dos elementos que integran al ser humano: el<br />

cuerpo y el espíritu. La imagen <strong>de</strong>l “homo sapiens” tien<strong>de</strong> a menospreciar el cuerpo, mientras<br />

que la <strong>de</strong>l “homo faber” tien<strong>de</strong> a negar la dimensión espiritual.<br />

2.5.2. Las imágenes contemporáneas<br />

Frente a esta ten<strong>de</strong>ncia disgregadora <strong>de</strong> las imágenes clásicas, las imágenes contemporáneas<br />

se presentan sobre todo con una intención integradora. Las llamamos contemporáneas<br />

por ser recientes; todas ellas han sido elaboradas a lo largo <strong>de</strong>l siglo XX.<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 28


2.5.2.1. La imagen <strong>de</strong> las gradaciones (Max Scheler)<br />

El filósofo alemán Max Scheler (1874-1928) es consi<strong>de</strong>rado, <strong>de</strong>cíamos, como el iniciador<br />

<strong>de</strong> la Antropología Filosófica contemporánea. Toda su obra antropológica es el ensayo <strong>de</strong><br />

conciliar las dos gran<strong>de</strong>s imágenes clásicas que acabamos <strong>de</strong> ver, y para ello se esforzó en<br />

integrar las aportaciones tanto <strong>de</strong> las ciencias <strong>de</strong> la naturaleza como las <strong>de</strong> las ciencias <strong>de</strong>l<br />

espíritu. Este intento <strong>de</strong> conciliación lo lleva a cabo en su teoría <strong>de</strong> las gradaciones, con la que<br />

busca dar una solución al problema <strong>de</strong> si la diferencia entre el hombre y el animal es una diferencia<br />

<strong>de</strong> naturaleza (cualitativa), es <strong>de</strong>cir, una diferencia esencial, o es solamente una diferencia<br />

<strong>de</strong> grado (cuantitativa, <strong>de</strong> más o menos).<br />

En todos los seres vivos, dice Scheler, tanto en las plantas como en los animales y en el<br />

hombre, hay un impulso vital que pue<strong>de</strong> alcanzar tres grados (<strong>de</strong> ahí el nombre <strong>de</strong> gradaciones).<br />

El primer grado es la naturaleza orgánica, cuasi-material, que es el que observamos en el<br />

reino vegetal, pero que también está presente en el animal y en el hombre. El segundo es <strong>de</strong><br />

naturaleza psíquica, y se caracteriza por la capacidad <strong>de</strong> imaginación, asociación, adaptación e<br />

inteligencia práctica. Lo poseen los animales, y también el hombre, algo más perfeccionado,<br />

pero <strong>de</strong> la misma naturaleza. Y finalmente, el tercer grado es <strong>de</strong> naturaleza espiritual, que es<br />

exclusivo <strong>de</strong>l ser humano, y lo que le diferencia <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> los seres vivos, e incluso <strong>de</strong> sí<br />

mismo, ya que le confiere la capacidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>sdoblamiento o reflexión. Una vez llegado aquí,<br />

Scheler trata <strong>de</strong> buscar una explicación a la naturaleza espiritual en un cuarto y último grado,<br />

que sería el <strong>de</strong> la divinidad creadora, pero duda y, finalmente, opta por explicarlo a partir <strong>de</strong><br />

una especie <strong>de</strong> fusión entre estos dos últimos, el tercero y el cuarto (la naturaleza espiritual<br />

humana y la naturaleza divina). Esta solución hace <strong>de</strong>l hombre lo que Scheler llama una “autoconcentración<br />

<strong>de</strong>l espíritu divino”, pero con ella corre el riesgo <strong>de</strong> convertir al espíritu<br />

humano en algo absoluto (es <strong>de</strong>cir, divino). Para evitarlo, dice que el espíritu no posee energía<br />

propia, sino que la recibe <strong>de</strong>l impulso vital orgánico proveniente <strong>de</strong>l primer nivel, con lo cual<br />

evita efectivamente el peligro <strong>de</strong> absolutizar el espíritu humano, pero al precio <strong>de</strong> caer en un<br />

reduccionismo al hacer <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r a éste <strong>de</strong>l impulso vital. Scheler se enfrenta a este nuevo<br />

problema e intenta resolverlo diciendo que esa <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia es sólo inicial (<strong>de</strong> la misma manera<br />

-por ejemplo- que un coche necesita <strong>de</strong> la batería para poner el motor en marcha, pero una<br />

vez arrancado ya no la necesita); pero que ni el impulso vital <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong>l espíritu, ni éste <strong>de</strong><br />

aquél, sino que cada uno tiene sus propias leyes. Así, el espíritu es capaz <strong>de</strong> proponerse valores<br />

a sí mismo, es capaz <strong>de</strong> crear cultura, <strong>de</strong> tomar <strong>de</strong>cisiones, etc. Aunque no pue<strong>de</strong> cambiar<br />

la naturaleza <strong>de</strong> los impulsos, sí pue<strong>de</strong> sin embargo regularlos, controlarlos y orientar su espontaneidad<br />

natural. Es <strong>de</strong>cir, pue<strong>de</strong> sublimarlos o elevarlos, darles un sentido.<br />

Para Scheler, por tanto, el proceso <strong>de</strong> perfeccionamiento o humanización consiste en sublimar<br />

(o elevar) la naturaleza humana, y la imagen <strong>de</strong>l hombre que ofrece es especialmente<br />

interesante para la educación. Dejarse llevar por los instintos, dice, es permanecer en el nivel<br />

animal; sublimarlos significa elevarse mediante la educación al nivel espiritual propio <strong>de</strong>l<br />

hombre.<br />

2.5.2.2. La imagen <strong>de</strong> los estratos (Nicolai Hartmann)<br />

Hartmann (1882-1950), siguiendo los pasos <strong>de</strong> Scheler, <strong>de</strong> quien fue discípulo, i<strong>de</strong>ntifica,<br />

tanto en el hombre como en la Naturaleza, cuatro niveles que él <strong>de</strong>nomina estratos, y que son:<br />

el estrato inorgánico o material, el orgánico o biológico, el anímico o psíquico y el espiritual.<br />

Con la <strong>de</strong>nominación <strong>de</strong> estratos, Hartmann quiere dar a enten<strong>de</strong>r que cada uno <strong>de</strong> ellos se<br />

asienta sobre el inmediatamente inferior y recibe <strong>de</strong> éste los condicionamientos que le afectan,<br />

<strong>de</strong> manera que cada estrato necesita <strong>de</strong>l anterior. Así, no es posible, dice Hartmann, que haya<br />

vida orgánico-biológica sin el soporte físico-inorgánico, ni pue<strong>de</strong> haber vida anímica o psí-<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 29


quica sin la física, ni pue<strong>de</strong> darse la espiritual sin la anímica.<br />

Lo interesante <strong>de</strong> la imagen <strong>de</strong> Hartmann es que en el estrato superior, el espiritual, distingue<br />

tres tipos <strong>de</strong> espíritu, que llama, respectivamente, el personal o subjetivo, el objetivo y el<br />

objetivado. 1) El espíritu personal o subjetivo es el que permite al hombre tener una visión <strong>de</strong><br />

sí mismo diferenciada <strong>de</strong> lo que no es él, y consiste en la capacidad <strong>de</strong> sobreponerse a los instintos<br />

o ten<strong>de</strong>ncias espontáneas; es la capacidad <strong>de</strong> previsión, <strong>de</strong> conciencia <strong>de</strong> los valores y<br />

<strong>de</strong> ser libre; 2) el espíritu objetivo, contrapuesto al subjetivo, se i<strong>de</strong>ntifica con todos los productos<br />

culturales adquiridos e interiorizados por el hombre (el lenguaje, las costumbres, la<br />

ciencia, el arte, la religión...) en cuanto que esos productos afectan y condicionan al espíritu<br />

subjetivo, es <strong>de</strong>cir, la cultura <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> cada ser humano concreto. 3) Y finalmente,<br />

el espíritu objetivado lo i<strong>de</strong>ntifica Hartmann con esos mismos productos culturales,<br />

pero consi<strong>de</strong>rados ahora en sí mismos, en cuanto que son creados por el hombre pero que, una<br />

vez creados, son in<strong>de</strong>pendientes <strong>de</strong> él y perviven en la historia, a través <strong>de</strong>l tiempo, en forma<br />

<strong>de</strong> culturas y géneros <strong>de</strong> vida diferentes. (Por ejemplo, las instituciones sociales. La familia,<br />

como institución, es un producto cultural, una creación <strong>de</strong>l hombre, pero que se realiza <strong>de</strong><br />

manera diferente en las distintas épocas y culturas, a las que sobrevive como institución; y así<br />

ocurre con todos los <strong>de</strong>más productos culturales: los rituales, la religión, el <strong>de</strong>recho, etc.)<br />

Aunque las imágenes <strong>de</strong> Scheler y <strong>de</strong> Hartmann presentan algunas diferencias, se trata <strong>de</strong><br />

diferencias <strong>de</strong> matiz y <strong>de</strong> punto <strong>de</strong> vista inicial, y en realidad po<strong>de</strong>mos consi<strong>de</strong>rarlas como<br />

variantes <strong>de</strong> una misma imagen que posee dos características fundamentales: 1) la primera, el<br />

intento <strong>de</strong> integración, frente a las imágenes clásicas, <strong>de</strong> cuerpo y espíritu; es <strong>de</strong>cir, el intento<br />

<strong>de</strong> ofrecer una imagen completa <strong>de</strong>l hombre en sí mismo; 2) la segunda, el intento <strong>de</strong> integrar<br />

a éste en la globalidad <strong>de</strong>l cosmos, pretendiendo ofrecer una imagen más ajustada y realista<br />

<strong>de</strong>l hombre, más humil<strong>de</strong>, podríamos <strong>de</strong>cir. Y esto supone dos cosas: a) por una parte, y a<br />

diferencia <strong>de</strong> la imagen <strong>de</strong>l “homo sapiens”, supone no absolutizar lo que en el hombre hay <strong>de</strong><br />

espiritual, puesto que presenta elementos comunes con los <strong>de</strong>más grados o estratos <strong>de</strong> la naturaleza.<br />

El ser humano, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> espíritu, es también y a la vez materia, biología y psicología,<br />

y en su naturaleza hay una <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia estructural <strong>de</strong> los niveles superiores con respecto<br />

a los inferiores; b) y, por otra parte, a diferencia <strong>de</strong> la imagen <strong>de</strong>l “homo faber”, esta <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />

estructural no impi<strong>de</strong> que cada nivel tenga sus funciones propias, siendo las más específicas<br />

<strong>de</strong>l hombre las que se realizan en el nivel espiritual.<br />

Ahora bien, la imagen que ofrecen Scheler y Hartmann, siendo integradora, es sin embargo<br />

una imagen <strong>de</strong> carácter filosófico, lo que hace que sea <strong>de</strong>masiado abstracta. Otros autores, sin<br />

renunciar a la pretensión integradora, han preferido acercarse más a los datos experimentales<br />

que ofrecen las distintas ciencias, sobre todo la Biología y la Psicología. Veamos algunos<br />

ejemplos.<br />

2.5.2.3. La imagen biologista<br />

Empezamos por la imagen biologista. Los autores que la proponen tien<strong>de</strong>n a fundamentar<br />

sus conclusiones en la Etología comparada, contrastando los resultados <strong>de</strong> las investigaciones<br />

sobre el hombre con los resultados <strong>de</strong> las investigaciones sobre animales. (La Etología es la<br />

parte <strong>de</strong> la Biología que estudia el comportamiento <strong>de</strong> los animales; entre los etólogos ha <strong>de</strong>stacado<br />

especialmente, en el siglo XX, el austriaco Konrad Lorenz [1903-1989].)<br />

Dentro <strong>de</strong> la imagen biologista vamos a <strong>de</strong>stacar dos mo<strong>de</strong>los: el compensatorio <strong>de</strong> Arnold<br />

Gehlen y el prematurista <strong>de</strong> Adolf Portmann.<br />

1. Mo<strong>de</strong>lo compensatorio <strong>de</strong> Arnold Gehlen<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 30


Muy brevemente resumido, Gehlen (1904-1976) parte <strong>de</strong> la consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong>l hombre como<br />

un ser que, cuando llega al mundo, se encuentra completamente in<strong>de</strong>fenso y <strong>de</strong>svalido.<br />

Sus órganos son inmaduros y sus instintos no están claramente <strong>de</strong>finidos, a diferencia <strong>de</strong> lo<br />

que suce<strong>de</strong> en los animales. En estas condiciones, piensa Gehlen, todo el <strong>de</strong>sarrollo posterior<br />

<strong>de</strong>l hombre tendrá que orientarse a compensar sus carencias (<strong>de</strong> ahí el nombre <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>lo<br />

compensatorio), actuando, por una parte, sobre sí mismo para darse una especie <strong>de</strong> segunda<br />

naturaleza protectora (o sea, una cultura); y por otra, y valiéndose <strong>de</strong> esa segunda naturaleza,<br />

actuando sobre el medio para transformarlo y adaptarlo a las propias necesida<strong>de</strong>s.<br />

La crítica principal que cabe hacer a Gehlen es que parece reducir todas las activida<strong>de</strong>s y<br />

realizaciones humanas a la compensación <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>ficiencias biológicas, es <strong>de</strong>cir, reduce la<br />

cultura a la biología. (Esto resulta, cuando menos, bastante dudoso. El arte, por ejemplo la<br />

música, ¿respon<strong>de</strong> realmente a una necesidad biológica [entendiendo necesidad en el sentido<br />

fuerte <strong>de</strong> la palabra como una necesidad <strong>de</strong> subsistencia] Parece que no; y la prueba es que se<br />

pue<strong>de</strong> sobrevivir sin música.)<br />

2. Mo<strong>de</strong>lo prematurista <strong>de</strong> Adolf Portmann<br />

A diferencia <strong>de</strong> Gehlen, Portmann (1897-1982) no se limita a comparar al hombre con el<br />

animal sólo en el momento <strong>de</strong>l nacimiento, sino que extien<strong>de</strong> esa comparación a los primeros<br />

años <strong>de</strong> vida, e incluso al periodo <strong>de</strong> gestación; y llega a la conclusión -es lo que dicen las<br />

ciencias- <strong>de</strong> que el hombre nace antes <strong>de</strong> tiempo; es, por tanto, un prematuro fisiológico. Pero<br />

esto, dice, no es una <strong>de</strong>sventaja (como parece verlo Gehlen), sino todo lo contrario. El nacimiento<br />

prematuro es la causa <strong>de</strong> que el sujeto esté abierto, y <strong>de</strong> que permanezca ya abierto<br />

durante toda su vida, tanto en su psicología como en su comportamiento y su evolución espiritual,<br />

a todo tipo <strong>de</strong> aprendizajes y estimulaciones que le llegan <strong>de</strong>l medio. Son estas estimulaciones<br />

y el modo en que se respon<strong>de</strong> a ellas lo que acaba <strong>de</strong> formar la estructura psíquica <strong>de</strong>l<br />

sujeto. Y la diferencia con el animal está justamente en que el ser humano queda <strong>de</strong>finitivamente<br />

abierto ante los estímulos <strong>de</strong>l ambiente en un grado muy superior a aquél, que también<br />

lo está, pero mucho menos. (El animal está abierto a su entorno inmediato en el tiempo y en el<br />

espacio; está abierto al aquí y ahora, pero cerrado tanto al pasado como al futuro; e, igualmente,<br />

su atención no va más allá <strong>de</strong>l espacio inmediato que abarcan sus sentidos.)<br />

La conclusión a la que llega Portmann es que el ser humano es superior al animal incluso<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el mismo estado embrionario, ya que, en su opinión, todo parece estar internamente<br />

or<strong>de</strong>nado hacia el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong>l espíritu, que para Portmann está presente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el comienzo.<br />

En <strong>de</strong>finitiva, lo que tratan <strong>de</strong> hacer estos dos autores es situar al hombre en una posición<br />

intermedia entre lo infrahumano (el animal) y lo sobrehumano (lo divino). Los dos mantienen<br />

al hombre en un estado <strong>de</strong> tensión entre lo biológico y lo espiritual, buscando la integración<br />

<strong>de</strong> ambos polos, aunque vemos cómo cada autor opta finalmente por acercarse más a uno que<br />

al otro. (Gehlen más hacia lo biológico, lo que nos une al animal; Portmann, hacia lo que nos<br />

separa, lo espiritual.)<br />

2.5.2.4. La imagen ambientalista<br />

Otros autores intentan dar una imagen <strong>de</strong>l hombre <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la influencia que éste recibe <strong>de</strong>l<br />

ambiente. El ambientalismo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> la Psicología, es una teoría según la<br />

cual en el origen y <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la mente, la inteligencia y la personalidad, la influencia <strong>de</strong>l<br />

ambiente se consi<strong>de</strong>ra mayor que la <strong>de</strong> la herencia. El ambientalismo radical llega incluso a<br />

negar la influencia <strong>de</strong> esta última. Des<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> la Pedagogía, el ambientalismo<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 31


es la teoría que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> que en el proceso educativo <strong>de</strong> un individuo tiene más peso el ambiente<br />

que la herencia (las capacida<strong>de</strong>s innatas).<br />

Dentro <strong>de</strong> las corrientes ambientalistas, la que más ha <strong>de</strong>stacado es el conductismo, una<br />

teoría que consi<strong>de</strong>ra que el objeto <strong>de</strong> estudio propio <strong>de</strong> la Psicología es la actividad observable,<br />

esto es, la conducta o comportamiento <strong>de</strong> los organismos, y no el alma o la mente que -<br />

aun concediendo que existan- en todo caso no son observables. El fundador <strong>de</strong>l conductismo<br />

fue el psicólogo norteamericano John Watson (1878-1958), y los autores que le siguieron,<br />

sobre todo los más radicales, parecen abandonar una intención integradora para inclinarse<br />

claramente por una imagen <strong>de</strong>l hombre mecanicista y reduccionista. Destacamos dos variantes<br />

<strong>de</strong> la imagen ambientalista: la reflexológica y la cibernética.<br />

1. Mo<strong>de</strong>lo reflexológico<br />

Según este mo<strong>de</strong>lo sólo cuentan, pues, las conductas, que son hechos observables y por<br />

tanto mensurables. Las activida<strong>de</strong>s psíquicas y espirituales no son más que reacciones mecánicas<br />

a los estímulos que recibimos <strong>de</strong>l ambiente; estas reacciones son más complicadas que<br />

en el animal, pero en el fondo <strong>de</strong> la misma naturaleza. La libertad y la dignidad humanas no<br />

son aquí, por tanto, más que puras especulaciones, conceptos vacíos <strong>de</strong> contenido. En realidad,<br />

todo está <strong>de</strong>terminado y sujeto a la ley <strong>de</strong>l estímulo-respuesta (E-R), es <strong>de</strong>cir, a la ley <strong>de</strong><br />

los reflejos y <strong>de</strong> los refuerzos (<strong>de</strong> ahí el nombre <strong>de</strong> reflexológico).<br />

¿Cómo se explica entonces la conducta humana <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este mo<strong>de</strong>lo A través <strong>de</strong> los estímulos<br />

y los reflejos. Los estímulos son sucesos que tienen lugar en el interior <strong>de</strong> un organismo o<br />

fuera <strong>de</strong> él, y que contribuyen a <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nar una respuesta (conducta). En un momento <strong>de</strong>terminado,<br />

pue<strong>de</strong>n influir sobre un individuo estímulos con distintos grados <strong>de</strong> complejidad:<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la temperatura hasta los factores presentes en una situación social o los patrones culturales.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> los estímulos están también los reflejos, que son respuestas involuntarias o<br />

automáticas emitidas por los órganos efectores, motores (músculos) o secretores (glándulas),<br />

como consecuencia <strong>de</strong> una estimulación sobre un receptor o un grupo <strong>de</strong> receptores. Y finalmente<br />

los refuerzos, que no son sino estímulos presentados bien en forma <strong>de</strong> recompensas o<br />

bien <strong>de</strong> castigos con objeto <strong>de</strong> aumentar la frecuencia <strong>de</strong> una respuesta o conducta <strong>de</strong>terminada.<br />

Skinner (1904-1990) es el principal representante <strong>de</strong> este mo<strong>de</strong>lo. La educación se reduce<br />

en esta imagen a simple y pura manipulación <strong>de</strong>l educando. Una <strong>de</strong> las principales críticas que<br />

se han hecho a Skinner y sus seguidores es el haber extrapolado al caso humano los resultados<br />

obtenidos con animales, sin mediar experimentaciones específicamente humanas. Hans-<br />

Jürgen Eysenck (1916-1997), también psicólogo conductista, aunque no radical, y uno <strong>de</strong> los<br />

mayores estudiosos <strong>de</strong> la personalidad humana en el siglo XX, señala como crítica fundamental<br />

al mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> Skinner que los individuos no son máquinas que actúan automáticamente,<br />

sino que tienen un temperamento (<strong>de</strong> base biológica) y una personalidad (<strong>de</strong> base psíquica)<br />

que les hace totalmente distintos a unos <strong>de</strong> otros. No hay dos temperamentos ni dos personalida<strong>de</strong>s<br />

que sean idénticas -ni siquiera en los gemelos monocigóticos- ni, por tanto, que reaccionen<br />

<strong>de</strong> la misma manera ante un mismo estímulo. Entre el estímulo y la respuesta se encuentran<br />

siempre el temperamento y la personalidad, lo que hace que sus reacciones sean, al<br />

menos hasta cierto punto, siempre imprevisibles.<br />

2. Mo<strong>de</strong>lo cibernético<br />

El mo<strong>de</strong>lo cibernético acentúa todavía más, si cabe, el mecanicismo <strong>de</strong>l mo<strong>de</strong>lo reflexológico<br />

al i<strong>de</strong>ntificar al hombre no ya con la biología animal sino con la física <strong>de</strong> la máquina. El<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 32


ser humano se entien<strong>de</strong>, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este punto <strong>de</strong> vista, como un sistema mecánico autorregulado<br />

capaz <strong>de</strong> mantener el propio equilibrio interno, es <strong>de</strong>cir, como una máquina compleja. Los<br />

autores <strong>de</strong> este mo<strong>de</strong>lo reducen las activida<strong>de</strong>s culturales a principios físicos y matemáticos.<br />

Todo en el hombre -ésta es la tesis que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n- es explicable (y si no ahora, en el futuro) a<br />

través <strong>de</strong> sistemas <strong>de</strong> ecuaciones físicas y matemáticas. (Generalmente se trata <strong>de</strong> científicos<br />

“duros”, con una fe absoluta en las posibilida<strong>de</strong>s y el valor <strong>de</strong> la ciencia, y que tien<strong>de</strong>n a fijarse<br />

en lo estrictamente racional <strong>de</strong>l hombre, porque lo racional es lo más controlable <strong>de</strong>l ser<br />

humano, a diferencia <strong>de</strong> lo afectivo y lo emocional, siempre más difuso, contradictorio e imprevisible.)<br />

2.5.2.5. La imagen psicodinámica<br />

Frente a los mo<strong>de</strong>los anteriores, que llegan hasta el extremo reduccionista <strong>de</strong> hacer <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r<br />

toda la actividad <strong>de</strong>l hombre <strong>de</strong> los estímulos que recibe <strong>de</strong>l exterior, otros autores intentan<br />

buscar el origen <strong>de</strong> la actividad cultural o espiritual en el interior <strong>de</strong>l sujeto, en su psicología,<br />

propiciando así una imagen psicodinámica <strong>de</strong>l ser humano. Destacan también dos mo<strong>de</strong>los<br />

en esta imagen: el psicoanalítico freudiano y el psicohumanista <strong>de</strong> Maslow.<br />

1. Mo<strong>de</strong>lo psicoanalítico freudiano<br />

En la teoría <strong>de</strong> Freud (1856-1939), muy simplificadamente, las activida<strong>de</strong>s espirituales <strong>de</strong>l<br />

hombre obe<strong>de</strong>cen a las pulsiones o fuerzas inconscientes, concretamente a dos gran<strong>de</strong>s pulsiones<br />

o instintos: el instinto <strong>de</strong> vida y placer, <strong>de</strong> orientación positiva, y el instinto <strong>de</strong> muerte y<br />

<strong>de</strong>strucción, <strong>de</strong> orientación negativa (“eros” y “tánatos”, respectivamente, son los nombres<br />

técnicos que les da Freud). La conclusión a la que llega este autor es que todos los fenómenos<br />

psíquicos son, en el fondo, distintas manifestaciones <strong>de</strong> estas dos pulsiones básicas. Ahora<br />

bien, con esta conclusión, Freud, pese a su intención primera no reduccionista, cae en un nuevo<br />

<strong>de</strong>terminismo, <strong>de</strong> carácter biológico, en el cual los instintos explican todo el hacer humano,<br />

y en consecuencia no queda lugar ni para la libertad, ni para la responsabilidad, ni, por tanto,<br />

tampoco para la educación. (Este <strong>de</strong>terminismo en el que <strong>de</strong>sembocan las teorías <strong>de</strong> Freud fue<br />

la causa <strong>de</strong>l temprano abandono que éste sufrió por parte <strong>de</strong> Jung y <strong>de</strong> Adler, sus principales<br />

discípulos).<br />

2. Mo<strong>de</strong>lo psicohumanista<br />

El psicólogo norteamericano Abraham Maslow (1908-1970) organiza a partir <strong>de</strong> los años<br />

sesenta un mo<strong>de</strong>lo psicohumanista con la intención <strong>de</strong> corregir los excesos que a su juicio<br />

cometen tanto el conductismo como el psicoanálisis. Maslow preten<strong>de</strong> re<strong>de</strong>scubrir al hombre<br />

rehumanizándolo, <strong>de</strong>volviéndole, dice, su condición humana, que tanto el conductismo como<br />

el psicoanálisis le han negado. Para ello, adopta tres principios como punto <strong>de</strong> partida: a) el<br />

primero es la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> totalidad <strong>de</strong>l ser humano; b) el segundo, la orientación hacia los valores<br />

y el sentido <strong>de</strong> la vida; y c) el tercero, la fe en la originalidad o fuerza creadora <strong>de</strong>l hombre.<br />

Maslow integra estos tres principios en el siguiente razonamiento: según el principio <strong>de</strong> totalidad,<br />

dice, al hombre, o se le compren<strong>de</strong> íntegramente en todas sus facetas, o no es posible<br />

compren<strong>de</strong>rle en absoluto. Ahora bien, compren<strong>de</strong>r íntegramente al hombre supone contemplarle<br />

en sí mismo, pero supone a la vez contemplarle también inmerso en su medio sociocultural,<br />

el cual le propone valores y le facilita la ayuda que necesita para su propia autorrealización.<br />

Pero esta autorrealización, dice Maslow, no se lleva a cabo <strong>de</strong> una manera automática,<br />

sino gracias a la originalidad o fuerza creadora <strong>de</strong> cada individuo, que es, en el fondo, el responsable<br />

<strong>de</strong> su propia vida.<br />

¿Qué se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> este mo<strong>de</strong>lo La crítica que podría hacérsele es quizá que parece<br />

Antropología <strong>de</strong> la Educación. Capítulos 1 y 2. Página 33


conce<strong>de</strong>r una importancia excesiva al aspecto psíquico <strong>de</strong>l hombre en perjuicio <strong>de</strong> la vertiente<br />

empírica y sociocultural. Sin embargo, su i<strong>de</strong>a principal, que es la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l individuo como<br />

actor o autor <strong>de</strong> su propia vida, coinci<strong>de</strong> plenamente con el i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> la educación tal como<br />

nosotros lo enten<strong>de</strong>mos, esto es: el <strong>de</strong> ayudar al individuo a <strong>de</strong>sarrollarse plenamente en todas<br />

sus dimensiones, orientándole y ofreciéndole el apoyo que necesite.<br />

2.5.2.6. La imagen existencial<br />

Y tenemos, por último, la imagen existencial, que se <strong>de</strong>be al creador <strong>de</strong> la logoterapia, Victor<br />

Emil Frankl (1902-1997). La logoterapia, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la Psicología y la Pedagogía, tiene dos<br />

sentidos distintos: uno, el más general, es el <strong>de</strong>l tratamiento terapéutico <strong>de</strong> los trastornos <strong>de</strong>l<br />

lenguaje. En este sentido, el término “logoterapia” es sinónimo <strong>de</strong> “logopedia”, que es una<br />

reeducación <strong>de</strong> los trastornos <strong>de</strong>l lenguaje, especialmente <strong>de</strong> los trastornos <strong>de</strong> la expresión<br />

oral. Por ejemplo la tartamu<strong>de</strong>z, problemas <strong>de</strong> articulación, ciertas afasias (pérdidas <strong>de</strong>l habla<br />

como consecuencia <strong>de</strong> algún <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n cerebral), etc. 2) En otro sentido, aunque relacionado<br />

con el anterior, la logoterapia es también una técnica terapéutica, pero ahora relacionada con<br />

el sentido <strong>de</strong> la vida. Se dirige, pues, a las personas que no encuentran sentido a su existencia,<br />

siendo esta falta <strong>de</strong> sentido el origen <strong>de</strong> su psicopatología, según la interpretación <strong>de</strong> Frankl.<br />

La terapia que propone, llamada terapia existencial, intenta ayudar a los pacientes a encontrar<br />

o a dar un sentido a su vida; ahora bien, este sentido no lo da el terapeuta (aunque quisiera no<br />

podría hacerlo), sino que es el propio paciente quien <strong>de</strong>be <strong>de</strong>scubrirlo. Cada cual da sentido a<br />

su propia vida pero nadie pue<strong>de</strong> hacerlo por otro.<br />

Con su mo<strong>de</strong>lo, Frankl se propone buscar un punto medio entre el psicoanálisis, que a su<br />

juicio rebaja al hombre <strong>de</strong>masiado, y la psicología humanista, que lo eleva más <strong>de</strong> la cuenta.<br />

Trata pues <strong>de</strong> encontrar un equilibrio entre el ser somático (la dimensión corporal), el ser psíquico<br />

(la dimensión mental) y el ser espiritual (la dimensión trascen<strong>de</strong>nte). Y aquí ‘espiritual’<br />

ya no se i<strong>de</strong>ntifica con ‘cultural’ sino con lo trascen<strong>de</strong>nte al hombre y al mundo (con Dios). El<br />

objeto <strong>de</strong> la educación en este mo<strong>de</strong>lo consiste en procurar la ayuda necesaria al educando <strong>de</strong><br />

forma que pueda evitar -en palabras <strong>de</strong> Frankl- “la frustración existencial que representaría la<br />

no satisfacción <strong>de</strong> su impulso hacia una existencia lo más llena posible <strong>de</strong> sentido”. Dicho<br />

más sencillamente, se trata <strong>de</strong> evitar que se produzca en él el “vacío existencial” consecuencia<br />

<strong>de</strong> la falta <strong>de</strong> sentido. Frankl consi<strong>de</strong>ra, finalmente, que un sentido pleno <strong>de</strong> la vida humana<br />

sólo pue<strong>de</strong> tener su fundamento en algo distinto y superior a ella, en algo o alguien trascen<strong>de</strong>nte,<br />

que él i<strong>de</strong>ntifica con la divinidad. (Es importante <strong>de</strong>cir que Frankl, autor judío, sufrió la<br />

experiencia <strong>de</strong> los campos <strong>de</strong> concentración y exterminio nazis. En ellos se dio cuenta -es su<br />

intuición fundamental y punto <strong>de</strong> partida <strong>de</strong> sus teorías- <strong>de</strong> que aquellas personas capaces <strong>de</strong><br />

encontrar y dar un sentido a la vida en medio <strong>de</strong> los horrores cotidianos, eran las que mejor<br />

resistían, día a día y sin <strong>de</strong>rrumbarse, el sufrimiento <strong>de</strong> las torturas físicas y psíquicas.)<br />

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