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94 Patricia de la Torre A. La obra de Alfredo Pareja Diezcanseco, La Hoguera Bárbara, marca un hito a nivel nacional. Debido a la fama de su autor, se constituyó en un referente biográfico de la vida de Alfaro. Así, algunas de las ideas que expresa esta novela se repitieron en biógrafos posteriores. Una de las frases que Pareja Diezcanseco atribuye al niño Eloy es: «Cuando yo sea grande, voy a pelear por la libertad». Así, inicia la construcción del héroe justiciero. Antes de salir de la adolescencia, Alfaro tuvo su primer hijo. Esto al parecer provocó su temprana implicación con los negocios de su padre. Así, a los 22 años se hizo cargo del negocio en ausencia de su padre, quien viajó a Europa. Alfaro aprovechó su acceso al dinero de la familia para financiar la primera montonera contra el gobierno garciano. A su discurso se le asignan las primeras características apocalípticas, en el sentido de que la Patria debía ser liberada de los tiranos que la mantenían secuestrada. Cuando la primera insurrección fue descubierta y traicionados por un militar, el joven Alfaro se marchó a su primer exilio en el istmo de Panamá. Posteriormente, se trasladó al Perú a esperar la oportunidad para regresar a su Patria a luchar contra la injusticia. Una vez en Manta, tuvo que huir nuevamente ante la derrota de las fuerzas de Urbina. La ciudad estaba conmovida. Desde el caserío de la Colina hasta los astilleros del Sur, el terror Garciano ponía sombras en los gestos de las gentes y en el aire que circulaba por los alrededores de la casa de gobierno. La audacia de Alfaro al acercarse a los dominios de la tiranía, se vio compensada: viejos amigos de don Manuel le ayudaron para que embarcase escondido (Pareja Diezcanseco, 1943: 39). En el tiempo que pasó en Panamá, prosperaron sus negocios e ingresó a la masonería. Ante el fallecimiento de su padre, se hizo cargo de sus hermanos menores y de la administración del hogar a la distancia. En 1872, contrajo matrimonio con Ana Paredes Arosemena. En aquellos años conoció a Juan Montalvo, con quien realizó una alianza a nivel ideológico y desarrolló una amistad de por vida. Después de la muerte de García Moreno y la ruptura de los liberales con Borrero, Alfaro regresó a Guayaquil y planificó una nueva insurrección aliándose con Veintimilla y siendo parte del ejército de Urbina. A pesar del triunfo, se vio nuevamente traicionado y de vuelta al exilio. En su siguiente regreso al Ecuador, fue descubierta su nueva aventura revolucionaria, por la cual fue encarcelado. Después de 30 días en el calabozo, firmó un convenio para salir de prisión y del país. 4.2. La revolución liberal y la búsqueda de la justicia En 1883, como jefe supremo de Manabí y Esmeraldas, Eloy Alfaro organizó un nuevo levantamiento contra Veintimilla. Tras el nombramiento de José María Plácido Caamaño por la Asamblea, se alineó nuevamente a la oposición y encabezó una nueva revuelta. Finalmente, ante el episodio de la «venta de la bandera» del Presidente Luis Cordero en 1895, encabezó la famosa Revolución Liberal en Guayaquil y fue proclamado Jefe Supremo. En 1897, la Asamblea Constituyente se pronunció por el liberalismo y lo declaró Presidente. Como podemos observar, la historia de Alfaro cuenta con todos los elementos del discurso apocalíptico y de la construcción de un héroe. La batalla contra la oscuridad y la tiranía fue una constante en la vida del ex presidente. Pero también lo fue su exilio y la separación de su amada Patria. Al igual que García Moreno, el arquetipo de «padre» también se encuentra presente. Por un lado, en las políticas educativas y sociales. Y por otro, en la reproducción de las características negativas del arquetipo: «Se dispuso a gobernar de acuerdo con la nueva Constitución pero las garantías fundamentales quedaron solo escritas, ya que continuamente se vio obligado a clausurar imprentas, encarcelar a los escritores y fusilar a algunos enemigos políticos» (Carrillo y Arregui, 1951: 248). Finalmente, otro paralelismo en la vida de estos dos personajes fue el final trágico. Alfaro murió asesinado por una turba. Se repitió la historia y las fuerzas del mal triunfaron una vez más en las manos de traidores y asesinos. La esperanza del próximo héroe se avivaría exactamente 100 años más tarde. 5. Las constituciones políticas Como se ha dicho, son las constituciones los mecanismos legales mediante los cuales cada constructor del Estado ecuatoriano sella con relativo éxito su proyecto político. No obstante, las cartas fundamentales, que corresponden al período de crisis precedente, reglamentan instituciones y formas de organización político-administrativa que complementan el ambiente inestable y crónico. El período de crisis correspondiente a Eloy Alfaro (1875-1895) dio como frutos

LOS CONSTRUCTORES DEL ESTADO NACIONAL 1830-2010 95 a dos cartas fundamentales que cronológicamente fueron: la de 1878, durante la presidencia de Ignacio de Veintimilla; y la de 1884, durante la presidencia de José María Plácido Caamaño, novena y décima en el orden de emisión de constituciones del Ecuador. La CP de 1878, en cuanto a las garantías, estipuló que la Nación garantizaba a los ecuatorianos la inviolabilidad de la vida; y, en consecuencia, quedaba abolida la pena de muerte para los delitos políticos y crímenes comunes. Sin embargo, el asesinato cometido en la persona del padre o madre legítimos o naturales no estaba comprendido en esta garantía (CP 1878, Art. 17). Sostuvo que la religión de la República era la Católica, Apostólica, Romana, con exclusión de cualquier otra. Los poderes políticos estaban obligados a protegerla y hacerla respetar (CP 1878, Art. 20). Había elecciones populares por votación directa y secreta, en los términos señalados por la ley. Eran elegidos de esta manera el presidente de la República, los senadores y diputados, y las demás autoridades (CP 1878, Art. 21). En cuanto al régimen administrativo interior, mantuvo la división político-administrativa del territorio en provincias, cantones y parroquias (CP 1878, Art. 102). En cada provincia había un gobernador, que era agente inmediato del Poder Ejecutivo; en cada cantón, un jefe político; y en cada parroquia, un teniente (CP 1878, Art. 103). Sin embargo, demostró un espíritu anti-garciano al inaugurar la creación de las Cámaras Provinciales, que no eran sino la muestra más fehaciente de la descentralización del poder a nivel local: Para la administración de los intereses seccionales habrá Cámaras Provinciales en los lugares que determine la ley, y Municipalidades en todos los Cantones, sin más dependencia que la establecida por ella o por la Constitución. La ley determina sus atribuciones en todo lo concerniente a la policía, educación e instrucción de los habitantes de la localidad, mejoras materiales, creación, recaudación, manejo e inversión de sus rentas, fomento de los establecimientos públicos y demás objetos a que deban contraerse (CP 1878, Art. 104). Así, los asuntos en materia pública fueron concentrados a nivel provincial e incluso cantonal, dejando nuevamente al Estado como un partícipe marginal en cuestión de obra pública, presupuesto, impuestos y educación. Este hecho implicó un retroceso considerable respecto a la política nacional de García Moreno. Posteriormente, la Constitución expedida en 1884 estableció las bases jurídicas para el funcionamiento de un sistema político que subsistió 14 años. Se regularon y limitaron las facultades especiales que había tenido el presidente: se prohibió la reelección presidencial, al menos durante dos períodos después de haber dejado el cargo, con el subsiguiente debilitamiento del Ejecutivo (CP 1884, Art. 86). Se dictaron normas para garantizar la libertad de reunión y asociación para la convocatoria anual del Congreso; y se suprimieron los requisitos de propiedad o solvencia económica, para ejercer funciones de representación política (Vela A., 2008: 415-416). En lo que concierne a la división político-administrativa, la CP de 1884 mantuvo a las autoridades seccionales, gobernador, jefe político y teniente (CP 1884, Art. 117). Sin embargo, respecto a la CP anterior (de Veintimilla), eliminó las Cámaras Provinciales y estableció directamente las Municipalidades. La ley determinó su organización y atribuciones en todo lo concerniente a: educación e instrucción de los habitantes de la localidad; policía; mejoras materiales; creación, recaudación, manejo e inversión de las rentas; fomento de los establecimientos públicos y más objetos de su incumbencia (CP 1884, Art. 118). Con el triunfo de la Revolución Liberal de Eloy Alfaro, se dio paso a la redacción de la CP de 1897, previa reunión de la décimo primera Asamblea Constituyente de 1896. Esta Constitución fue la primera del período liberal; el mismo que se caracterizó por tener, al igual que el período garciano, un claro proyecto de unificación nacional y de construcción del Estado ecuatoriano. Esta constitución no introdujo mayores normas relativas al régimen seccional, porque no tuvo un carácter «reglamentario», como las otras en las que se incluyeron elementos que podían haber sido dejados para las leyes secundarias o los reglamentos. Conservó la división políticoadministrativa en provincias, cantones y parroquias; y sus respectivas autoridades: gobernador, jefe político y teniente político. 93 93 «El territorio de la República se divide en provincias, cantones y parroquias» (CP 1897, Art. 120). «En cada provincia habrá un Gobernador; en cada cantón un Jefe Político; y en cada parroquia, un Teniente. La ley determinará sus atribuciones» (CP 1897, Art. 121). «No se ejecutarán los acuerdos municipales en lo que se opongan a la Constitución o a las leyes; caso que, sobre esta materia se suscitase alguna controversia entre la Municipalidad y la autoridad política, se decidirá por la

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Patricia de la Torre A.<br />

La obra de Alfredo Pareja Diezcanseco, La Hoguera Bárbara, marca un hito a nivel nacional.<br />

Debido a la fama de su autor, se constituyó en un referente biográfico de la vida de Alfaro. Así, algunas<br />

de las ideas que expresa esta novela se repitieron en biógrafos posteriores. Una de las frases<br />

que Pareja Diezcanseco atribuye al niño Eloy es: «Cuando yo sea grande, voy a pelear por la<br />

libertad». Así, inicia la construcción del héroe justiciero.<br />

Antes de salir de la adolescencia, Alfaro tuvo su primer hijo. Esto al parecer provocó su<br />

temprana implicación con los negocios de su padre. Así, a los 22 años se hizo cargo del negocio en<br />

ausencia de su padre, quien viajó a Europa. Alfaro aprovechó su acceso al dinero de la familia para<br />

financiar la primera montonera contra el gobierno garciano. A su discurso se le asignan las primeras<br />

características apocalípticas, en el sentido de que la Patria debía ser liberada de los tiranos que la<br />

mantenían secuestrada.<br />

Cuando la primera insurrección fue descubierta y traicionados por un militar, el joven Alfaro se<br />

marchó a su primer exilio en el istmo de Panamá. Posteriormente, se trasladó al Perú a esperar la<br />

oportunidad para regresar a su Patria a luchar contra la injusticia. Una vez en Manta, tuvo que huir<br />

nuevamente ante la derrota de las fuerzas de Urbina.<br />

La ciudad estaba conmovida. Desde el caserío de la Colina hasta los astilleros del Sur, el terror Garciano ponía sombras<br />

en los gestos de las gentes y en el aire que circulaba por los alrededores de la casa de gobierno. La audacia de Alfaro al<br />

acercarse a los dominios de la tiranía, se vio compensada: viejos amigos de don Manuel le ayudaron para que embarcase<br />

escondido (Pareja Diezcanseco, 1943: 39).<br />

En el tiempo que pasó en Panamá, prosperaron sus negocios e ingresó a la masonería. Ante el fallecimiento<br />

de su padre, se hizo cargo de sus hermanos menores y de la administración del hogar a la<br />

distancia. En 1872, contrajo matrimonio con Ana Paredes Arosemena. En aquellos años conoció a<br />

Juan Montalvo, con quien realizó una alianza a nivel ideológico y desarrolló una amistad de por vida.<br />

Después de la muerte de García Moreno y la ruptura de los liberales con Borrero, Alfaro regresó<br />

a Guayaquil y planificó una nueva insurrección aliándose con Veintimilla y siendo parte del ejército<br />

de Urbina. A pesar del triunfo, se vio nuevamente traicionado y de vuelta al exilio. En su siguiente<br />

regreso al Ecuador, fue descubierta su nueva aventura revolucionaria, por la cual fue encarcelado.<br />

Después de 30 días en el calabozo, firmó un convenio para salir de prisión y del país.<br />

4.2. La revolución liberal y la búsqueda de la justicia<br />

En 1883, como jefe supremo de Manabí y Esmeraldas, Eloy Alfaro organizó un nuevo levantamiento<br />

contra Veintimilla. Tras el nombramiento de José María Plácido Caamaño por la Asamblea, se alineó<br />

nuevamente a la oposición y encabezó una nueva revuelta. Finalmente, ante el episodio de la<br />

«venta de la bandera» del Presidente Luis Cordero en 1895, encabezó la famosa Revolución Liberal<br />

en Guayaquil y fue proclamado Jefe Supremo. En 1897, la Asamblea Constituyente se pronunció por<br />

el liberalismo y lo declaró Presidente.<br />

Como podemos observar, la historia de Alfaro cuenta con todos los elementos del discurso<br />

apocalíptico y de la construcción de un héroe. La batalla contra la oscuridad y la tiranía fue una<br />

constante en la vida del ex presidente. Pero también lo fue su exilio y la separación de su amada Patria.<br />

Al igual que García Moreno, el arquetipo de «padre» también se encuentra presente. Por un lado,<br />

en las políticas educativas y sociales. Y por otro, en la reproducción de las características negativas del<br />

arquetipo: «Se dispuso a gobernar de acuerdo con la nueva Constitución pero las garantías fundamentales<br />

quedaron solo escritas, ya que continuamente se vio obligado a clausurar imprentas, encarcelar a<br />

los escritores y fusilar a algunos enemigos políticos» (Carrillo y Arregui, 1951: 248).<br />

Finalmente, otro paralelismo en la vida de estos dos personajes fue el final trágico. Alfaro murió<br />

asesinado por una turba. Se repitió la historia y las fuerzas del mal triunfaron una vez más en las manos<br />

de traidores y asesinos. La esperanza del próximo héroe se avivaría exactamente 100 años más tarde.<br />

5. Las constituciones políticas<br />

Como se ha dicho, son las constituciones los mecanismos legales mediante los cuales cada<br />

constructor del Estado ecuatoriano sella con relativo éxito su proyecto político. No obstante,<br />

las cartas fundamentales, que corresponden al período de crisis precedente, reglamentan instituciones<br />

y formas de organización político-administrativa que complementan el ambiente inestable<br />

y crónico. El período de crisis correspondiente a Eloy Alfaro (1875-1895) dio como frutos

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