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74 Patricia de la Torre A. El descontento del sector indígena tuvo su origen en los tributos que estaban obligados a pagar, a través de dispositivos legales que permitían el control de la clase terrateniente. Según Saint- Geours, en Ayala (1990: 60), las obligaciones que debían cumplir eran: Prisión por deudas, leyes contra la vagancia y la mendicidad, tributo y luego contribución general, trabajo forzado (contribución subsidiaria), diezmos, pago de alcabalas por toda venta de tierras (a partir de 1863), leyes sobre el cercado de las propiedades (que impidan el libre acceso de los campesinos a las tierras de pastoreo), leyes sobre tierras baldías y sobre el remate de tierras de resguardo, encuartelamiento, toda la legislación apuntaba al mismo objetivo. 48 De acuerdo a lo expuesto, las fugas de indígenas, los motines, las revueltas, los levantamientos, la resistencia a pagar impuestos, tributos o contribuciones, reflejaron la marcada disociación entre los propietarios terratenientes y la mano de obra encargada de dinamizar la producción. Pese a que el Ecuador había entrado en una lógica moderna, la estructura de dominación colonial, con todas las desventajas que representaba para el sector dominado, se encontraba casi intacta. En estos 30 años, Quintero y Silva (1991: 146-47) registran 35 sublevaciones indígenas y otras formas de resistencia. Durante la etapa del militarismo extranjero (1830-1845), se sucedieron ocho episodios en contra de las contribuciones en las provincias de Imbabura y Chimborazo. Durante la etapa del militarismo nacional (1850-1859), 27 formas de resistencia a lo largo de toda la región Sierra, con un mínimo de un suceso por año y un máximo de ocho (ver Anexo 16). Espinoza y Achig, en Ayala (1990: 84-86), afirman: En 1835, en Gualaceo, el intento de apropiación de tierras comunales por parte de un terrateniente de la localidad, fue la causa de uno de los mayores levantamientos campesinos de la región. Los indios de la comunidad de Chumcari resistieron el intento armados de piedras y palos, dando muerte a dos lacayos del hacendado José Jerves, impidiendo la entrada a los terrenos de disputa, sin embargo, un año después se renovó el problema, pero esta vez cayeron abatidos varios indígenas en la revuelta, sin lograr el terrateniente sus propósitos. Saint-Geours, en Ayala (1990: 64), comenta al respecto: Hubo momentos en que la resistencia fue mucho más violenta, desembocando en levantamientos contra el poder central y contra la legislación. En 1843, por ejemplo, la revuelta contra la ley de contribución general (que no concernía únicamente a los indígenas) se extendió por toda la sierra centro-norte y llegó al extremo del asesinato de Adolfo Klinger, propietario de Guachalá. Finalmente, eximidos los blancos, la revuelta fue sangrientamente aplastada. La contraposición estructural de las relaciones sociales que se heredaron del cerebro reptiliano-inca, con sus lazos comunitarios, chocó contra las formas de organización y administración del cerebro límbico-colonial. Sin embargo, uno y otro, una vez asentados en el proceso de formación del Estado moderno-republicano, procrearon el germen de un malestar social, que años más tarde se traduciría en otra red sináptica de inestabilidad política del país. 3. Crisis económica 3.1. Agroexportación y deuda inglesa Durante los primeros treinta 30 de República, Quito, Guayaquil y Cuenca constituyeron los tres ejes locales representantes de las distintas actividades económicas de cada región. De todas ellas, fue la agricultura la que constituyó la mayor fuente de empleo y eje de acumulación principal, tanto para la Sierra como para la Costa, hacienda y plantación, respectivamente. Si bien la esclavitud desapareció en 1852, el concertaje constituyó la nueva forma de explotación al interior de las haciendas. Mientras en las regiones Sierra Centro-Norte y Sierra Sur la relación de producción fue de tipo semifeudal: terrateniente-indígina o campesino concierto; en la Costa, al interior de las plantaciones, la relación fue de tipo precapitalista: oligarquía comerciante-peón asalariado, sembrador. Estas diferencias entre clase terrateniente y oligarquía comercial (exportadora-importadora), respecto al control de la mano de obra indígena, campesina y negra, creó un conflicto sociopolítico entre los intereses de ambos sectores dominantes. Cabe añadir que las divergencias en cuanto 48 Durante la Colonia, desde los primeros años de la conquista, el Rey de España estableció un tributo a todo habitante indígena que cifraba entre los 18 y 50 años de edad, que consistía en el pago de una cierta suma en dinero o en especie (Correa, 1982: 12).

LOS CONSTRUCTORES DEL ESTADO NACIONAL 1830-2010 75 a las políticas económicas de cada grupo económico (medidas proteccionistas para la producción textil serrana e intereses comerciales entre las casas importadoras de Guayaquil) también influyeron en este conflicto. Durante este período, el Ecuador sentó sus bases como principal proveedor de cacao a nivel mundial. Según datos presentados por Paredes W. (1990: 114-15), la dinámica de la plantación cacaotera fue creciente: pasó de 400 000 pesos de exportación en 1820, a 2 388 981 en 1865 y 6 937 510 en 1879. La economía de plantación, el llamado período cacaotero y la agroexportación fueron las formas que aseguraron la articulación de la economía ecuatoriana, principalmente, desde el Puerto de Guayaquil a los centros de acumulación, con Inglaterra a la cabeza 49 (ver Anexo 17). Para Correa J. (1982: 13): Las ventas de este noble producto seguían dirigiéndose a España, ya que los mayores exportadores de la época eran los españoles Luzárraga y Juan José Casal, vinculados comercialmente con su Patria. Se realizaban también, aun cuando en menor cantidad, exportaciones a otros sitios de Europa y a Estados Unidos. Pese al boyante desarrollo producido por la exportación del cacao, 1 498 057 pesos en 1859 (Paredes W., 1990: 124), el presupuesto general del Estado se declaraba con frecuencia en «bancarrota». El principal ingreso lo constituyeron las aduanas, que cobraban el 3% sobre las importaciones, pero también existían tributos del aguardiente, la pólvora y el tabaco. La crisis del fisco se debía a la desorganización en el reparto de las asignaciones y los egresos presupuestarios, además de la dependencia casi exclusiva de los impuestos indirectos ya mencionados. El Estado tenía poca capacidad de regulación de la política fiscal, mientras Guayaquil, como centro comercial local, vivía el auge de sus exportaciones. Como se dijo anteriormente, la mano de obra en disputa: indios, campesinos y esclavos negros, fue una de las prerrogativas que se heredó de la estructura de dominación colonial, pues su utilidad derivaba de la importancia de estos sectores dominados a los propósitos de enriquecimiento de los grupos dominantes. En este sentido, uno de los pilares económicos del fisco representó la estructura tributaria indígena, según datos presentados por Correa J. (1982: 15-17) en el año de 1850; el rendimiento de ese tributo se estimaba aproximadamente en 145 000 pesos, equivalentes al 12% de la totalidad de los ingresos fiscales. De acuerdo al mismo autor, el presupuesto del Estado, en 1831, alcanzaba la suma de 387 973 pesos; de los cuales aproximadamente 200 000 pesos se destinaban para gastos militares y del Ejército y el resto servía para gastos de administración y la realización de pequeñas y contadas obras públicas (Correa J., 1982: 11). Durante el período Floreano (1830-1845), el presupuesto se orientó a la represión de las sublevaciones políticas internas, así como a la defensa de las fronteras. No obstante, el mayor agravante del fisco durante este período fue la deuda contraída con Gran Bretaña, por las guerras de emancipación: la «deuda inglesa». Juan José Flores no envió representante a las negociaciones de la deuda entre Inglaterra, Colombia y Venezuela, por lo cual, el total de la deuda imputada al Ecuador por concepto de las contrataciones externas fue de 1 424 579 libras y 5 chelines. El 13 de abril de 1837, el Congreso Nacional aprobó dicha deuda siendo la posición del gobierno del Presidente Rocafuerte favorable a la fórmula, por considerar la base de la población como justa para el arreglo (Naranjo, s. f.: 4). En 1843, bajo el mandato de Juan José Flores, la Convención ordenó que el pago de esta deuda se hiciera por la venta o el arriendo de las tierras baldías. Gran Bretaña envió negociadores. Posteriormente, durante el Gobierno de Vicente Ramón Roca (1845-1849), sin el conocimiento del gabinete ni de la opinión pública, se reiniciaron las conversaciones con los acreedores británicos, representados por Pedro Conroy; Ecuador estuvo representado por Bernardo y Agustín Roca, sobrinos del Presidente. Entre 1852 y 1854, el Ecuador llegó a un acuerdo económico basado en la entrega de terrenos baldíos, por demás desfavorable para el país. Con la firma del Convenio Espinel-Mocatta en 1854, se reconocieron intereses sobre las 400 000 libras esterlinas incorporadas en la deuda consolidada, con lo cual la deuda se fijó en la cantidad de 1 824 000 libras esterlinas, equivalentes a 9 120 000 pesos ecuatorianos (ver Anexo 18). El presupuesto del Estado de estos años se orientó a gastos administrativos, mientras la inversión en obras públicas o servicios sociales fue escasa. Habría que añadir que existían clases 49 Mientras la producción agrícola de la Sierra: cebada, maíz, papa, trigo, avena, cereales, quina, frutas, caucho, cascarilla y ganado, se orientó al consumo interno; la producción en el Litoral: cacao, café, banano, arroz, caña, sombreros de Jipijapa, tabaco y caucho, se orientó a los mercados internacionales —España, Estados Unidos, México, Francia, Perú, Chile, Alemania e Inglaterra—.

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a las políticas económicas de cada grupo económico (medidas proteccionistas para la producción<br />

textil serrana e intereses comerciales entre las casas importadoras de Guayaquil) también influyeron<br />

en este conflicto.<br />

Durante este período, el Ecuador sentó sus bases como principal proveedor de cacao a nivel<br />

mundial. Según datos presentados por Paredes W. (1990: 114-15), la dinámica de la plantación cacaotera<br />

fue creciente: pasó de 400 000 pesos de exportación en 1820, a 2 388 981 en 1865 y 6 937 510 en<br />

1879. La economía de plantación, el llamado período cacaotero y la agroexportación fueron las formas<br />

que aseguraron la articulación de la economía ecuatoriana, principalmente, desde el Puerto de Guayaquil<br />

a los centros de acumulación, con Inglaterra a la cabeza 49 (ver Anexo 17). Para Correa J. (1982: 13):<br />

Las ventas de este noble producto seguían dirigiéndose a España, ya que los mayores exportadores de la época eran los<br />

españoles Luzárraga y Juan José Casal, vinculados comercialmente con su Patria. Se realizaban también, aun cuando en<br />

menor cantidad, exportaciones a otros sitios de Europa y a Estados Unidos.<br />

Pese al boyante desarrollo producido por la exportación del cacao, 1 498 057 pesos en 1859 (Paredes<br />

W., 1990: 124), el presupuesto general del Estado se declaraba con frecuencia en «bancarrota».<br />

El principal ingreso lo constituyeron las aduanas, que cobraban el 3% sobre las importaciones,<br />

pero también existían tributos del aguardiente, la pólvora y el tabaco. La crisis del fisco se debía<br />

a la desorganización en el reparto de las asignaciones y los egresos presupuestarios, además de<br />

la dependencia casi exclusiva de los impuestos indirectos ya mencionados. El Estado tenía poca<br />

capacidad de regulación de la política fiscal, mientras Guayaquil, como centro comercial local, vivía<br />

el auge de sus exportaciones.<br />

Como se dijo anteriormente, la mano de obra en disputa: indios, campesinos y esclavos negros,<br />

fue una de las prerrogativas que se heredó de la estructura de dominación colonial, pues su utilidad<br />

derivaba de la importancia de estos sectores dominados a los propósitos de enriquecimiento de<br />

los grupos dominantes. En este sentido, uno de los pilares económicos del fisco representó la<br />

estructura tributaria indígena, según datos presentados por Correa J. (1982: 15-17) en el año de<br />

1850; el rendimiento de ese tributo se estimaba aproximadamente en 145 000 pesos, equivalentes<br />

al 12% de la totalidad de los ingresos fiscales.<br />

De acuerdo al mismo autor, el presupuesto del Estado, en 1831, alcanzaba la suma de 387 973<br />

pesos; de los cuales aproximadamente 200 000 pesos se destinaban para gastos militares y del Ejército<br />

y el resto servía para gastos de administración y la realización de pequeñas y contadas obras<br />

públicas (Correa J., 1982: 11). Durante el período Floreano (1830-1845), el presupuesto se orientó a<br />

la represión de las sublevaciones políticas internas, así como a la defensa de las fronteras. No obstante,<br />

el mayor agravante del fisco durante este período fue la deuda contraída con Gran Bretaña,<br />

por las guerras de emancipación: la «deuda inglesa».<br />

Juan José Flores no envió representante a las negociaciones de la deuda entre Inglaterra,<br />

Colombia y Venezuela, por lo cual, el total de la deuda imputada al Ecuador por concepto de las contrataciones<br />

externas fue de 1 424 579 libras y 5 chelines. El 13 de abril de 1837, el Congreso Nacional<br />

aprobó dicha deuda siendo la posición del gobierno del Presidente Rocafuerte favorable a la fórmula,<br />

por considerar la base de la población como justa para el arreglo (Naranjo, s. f.: 4).<br />

En 1843, bajo el mandato de Juan José Flores, la Convención ordenó que el pago de esta<br />

deuda se hiciera por la venta o el arriendo de las tierras baldías. Gran Bretaña envió negociadores.<br />

Posteriormente, durante el Gobierno de Vicente Ramón Roca (1845-1849), sin el conocimiento del<br />

gabinete ni de la opinión pública, se reiniciaron las conversaciones con los acreedores británicos,<br />

representados por Pedro Conroy; Ecuador estuvo representado por Bernardo y Agustín Roca, sobrinos<br />

del Presidente.<br />

Entre 1852 y 1854, el Ecuador llegó a un acuerdo económico basado en la entrega de terrenos<br />

baldíos, por demás desfavorable para el país. Con la firma del Convenio Espinel-Mocatta en 1854,<br />

se reconocieron intereses sobre las 400 000 libras esterlinas incorporadas en la deuda consolidada,<br />

con lo cual la deuda se fijó en la cantidad de 1 824 000 libras esterlinas, equivalentes a 9 120 000<br />

pesos ecuatorianos (ver Anexo 18).<br />

El presupuesto del Estado de estos años se orientó a gastos administrativos, mientras la<br />

inversión en obras públicas o servicios sociales fue escasa. Habría que añadir que existían clases<br />

49 Mientras la producción agrícola de la Sierra: cebada, maíz, papa, trigo, avena, cereales, quina, frutas, caucho, cascarilla y ganado, se orientó al<br />

consumo interno; la producción en el Litoral: cacao, café, banano, arroz, caña, sombreros de Jipijapa, tabaco y caucho, se orientó a los mercados<br />

internacionales —España, Estados Unidos, México, Francia, Perú, Chile, Alemania e Inglaterra—.

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