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Patricia de la Torre A.<br />

local y el poder imperial. Posteriormente, durante la Colonia —cerebro límbico—, el carácter privado<br />

de la conquista, la ausencia real del Estado español, la progresiva apropiación de tierras, la inestable<br />

dependencia de la Real Audiencia de Quito frente a los Virreinatos de Nueva Granada y el Perú<br />

dieron origen a la configuración de poderes privados y locales, encarnados en las élites americanas.<br />

Finalmente, en los albores de la República, la vigencia señorial de los intereses privados y locales,<br />

frente a un poder central en formación, generó nuevos episodios de conflicto en cuestiones de<br />

administración pública a nivel interior.<br />

Si solo nos ubicamos en el año de fundación del Estado republicano —cerebro cortical—,<br />

fueron las élites criollas, diversificadas en propietarios terratenientes, militares posindependencia<br />

y clero de alto rango, los que ascendieron al poder político como los únicos sectores capacitados<br />

para dotarle al país de un nuevo ordenamiento social. No obstante, sus características como poderes<br />

privados y locales, constituidos desde la época colonial, desencadenaron formas contrarias a las<br />

características de un Estado nacional. En primer lugar, estos intereses se afincaron de forma relevante<br />

en la hacienda, de corte serrano, y en la banca, de corte guayaquileño.<br />

• La hacienda como trama de intereses privados<br />

En los inicios de la República, la reproducción social de la mayoría de la población —indígenas—<br />

estuvo garantizada por las unidades comunales de producción y explotación de la tierra. 34 Es frente<br />

al debilitamiento de este rezago colonial, constituido a finales del siglo XVIII, que se fue abriendo<br />

paso un nuevo sistema: la hacienda.<br />

En nuestro concepto, en este período, se producen cambios dentro de la organización y funcionamiento<br />

del Estado ecuatoriano y, con ello, se modifican, de modo particular, el estatus y las<br />

condiciones de reproducción de los sectores indígenas, especialmente, de aquellos de comunidad.<br />

Estas modificaciones estuvieron guiadas por un intento de igualar a los indígenas a la condición<br />

de ciudadanos, lo que a su vez hizo que el Estado dejara insubsistentes a las estructuras de<br />

organización comunales, cabildos. Así, pasaron a depender sus miembros o vecinos de los concejos<br />

municipales. Asimismo, las formas de propiedad comunales que daban sustento a los cabildos<br />

son derogadas en favor de la propiedad municipal de esas tierras: «se sientan así las bases para<br />

un debilitamiento de las unidades comunales […] que actuarán positivamente para que la hacienda<br />

consolide su hegemonía». 35<br />

Además, tras la desarticulación de la producción textil orientada al mercado de Potosí, se<br />

provocó «la reorientación económica de la región serrana hacia la producción agrícola…» (Vega, 1991:<br />

22). Así, la hacienda fue el modelo de producción dominante en el Ecuador, a partir de mediados del<br />

siglo XIX, pasando por el primer auge cacaotero y, posteriormente, hasta bien avanzado del siglo XX.<br />

Con ello, ya podríamos vislumbrar los estrechos lazos de esta forma de poder económico con<br />

el poder político. Según Hurtado (1977: 78), la influencia de los propietarios de la tierra (considerando<br />

que eran pocos) sobre la región debió ser determinante para el gobierno local. Tanto así que<br />

«si algún funcionario intenta aplicar las leyes se encuentra con que el gamonal ejerce un poder ilimitado<br />

en su dominio territorial, frente al cual no cuenta la autoridad del estado o los controles legales<br />

que son relegados a un lugar subalterno». Es por demás significativo que los sectores indígenas<br />

acudan a sus patrones y soliciten «protección frente a los agentes municipales y estatales, estableciéndose<br />

nuevas relaciones de producción y poder». 36<br />

Pero, más allá de ese dominio del hacendado sobre sus extensas tierras y la no-injerencia,<br />

léase no-importancia de la legalidad y legitimidad del Estado, «...el hacendado se sirve del aparato<br />

represivo del Estado para aplacar las manifestaciones de protesta de las clases dominadas» (De la<br />

Torre A., 1989: 78-79).<br />

Es decir, no solo hay una autonomía del poder sobre gran parte del territorio, sino también un uso de lo<br />

público desde la trama de intereses privados: «al coincidir el “interés general” con el mantenimiento de las<br />

relaciones sociales de explotación, todos de alguna manera se encuentran comprometidos con la supervivencia<br />

de la estructura productiva de la hacienda, fuente de privilegios y beneficios» (Hurtado, 1993: 78-79).<br />

34 Fuentealba, Gerardo.. «Sobre la producción textil o manufacturera en distintos contextos históricos de la formación social ecuatoriana y en particular<br />

de su forma artesanal» (tesis de grado), Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito, p. 73.<br />

35 Ibíd., p. 73.<br />

36 Ibíd., p. 73.

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