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144 Patricia de la Torre A. Durante el año de 1988, se había suscrito un convenio entre la CONAIE y el Ministerio de Educación y Cultura (Convenio MEC-CONAIE), para que las organizaciones indígenas llevasen a cabo la educación bilingüe y bicultural. Un año más tarde, el 9 de mayo de 1989, en el Acuerdo de Sarayacu se había planteado la demanda integral de los pueblos respecto al malestar de la comunidad por el carácter ofensivo de las empresas petroleras. El Estado aparecía como responsable de la agravante situación en el Oriente ecuatoriano, pero el gobierno de Borja parecía interesado en buscar soluciones. Las petroleras han saqueado los recursos sin considerar que los territorios Amazónicos son posesiones históricas de nuestros pueblos […] el Estado aparece como único responsable de estas acciones que invariablemente han conducido a la expropiación (CONAIE-FEPE, 1991: 4). El primer levantamiento convocó a cientos de miles de indígenas que bloquearon vías, se tomaron las calles y plazas, dejando al país aislado y a la Policía desbordada. Los indígenas se presentaron ante la sociedad civil y las fuerzas del orden como un ente colectivo, de objetivos comunes y de conciencia de grupo, para demandar al gobierno de Rodrigo Borja la solución de los conflictos de tierras y el rechazo a la segregación. Sus objetivos consistían en el reconocimiento de sus territorios étnicos, para restaurar los lazos de la identidad indígena y promover un Estado Plurinacional. Con la presidencia de Durán Ballén se agudizó la conflictividad laboral, conducida por el Frente Unitario de Trabajadores (FUT), que radicalizó las reivindicaciones agrarias y medioambientales de organizaciones como la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) (Ortiz, 2011). Este era el resultado esperado del Plan de Modernización —privatización— del Estado. El vicepresidente Dahik fue acusado de peculado y huyó al extranjero. En vehemente oposición al «loco que ama», Abdalá Bucaram, la ciudadanía expresó su malestar desde el 5 de febrero de 1997, «en forma de marchas de protesta, desfiles de denuncia con banderas nacionales enlutadas y cacerolas vacías, cierre de vías y caminos en los sectores rurales y activas manifestaciones estudiantiles […] Se calcula que dos millones de habitantes urbanos y otros tres de campesinos participaron en esa masiva protesta popular, que provocó muertos y herido» (Núñez, 2011: 348-349). La actuación de los militares en el derrocamiento de Mahuad fue insigne, pues fueron los agentes catalizadores del orden social, tras los enfrentamientos políticos que amenazaron con desarmar al país. Se conformó entonces un Gobierno Popular integrado por: el Presidente de la CONAIE, Antonio Vargas, Carlos Solórzano Constantine y Lucio Gutiérrez, que «cedió su lugar al general Carlos Mendoza, jefe del Comando Conjunto, quien, a la madrugada del 22 de enero, entregó el poder al Vicepresidente de Mahuad, Gustavo Noboa Bejarano» (Núñez, 2011: 358). Finalmente, se produjo otro golpe de Estado, que esta vez tuvo como protagonista a la sociedad civil. Durante ocho días, desde el miércoles 13 hasta el miércoles 20 de abril de 2005, la democracia bajó a las calles, a las plazas y a las ondas de la radio. Se produjeron movilizaciones masivas, encuentros de pequeños grupos, asambleas, cacerolazos (Unda, 2005: 129-130); tras el amplio descontento que había provocado entre la sociedad civil y el enfrentamiento armado con las fuerzas del orden, el coronel Lucio Gutiérrez fue destituido, cerrando la etapa que pasaría a la historia como «la larga noche neoliberal». 3. Crisis económica 3.1. Neoliberalismo, salvataje bancario y dolarización El retorno a la democracia inició con la conclusión de una etapa de ferviente auge económico debido a las exportaciones del petróleo, que había permitido el desarrollo de infraestructura, educación y salud; además de un proceso urbano, que había dinamizado las relaciones sociales, sobre todo, en las zonas rurales. Sin embargo, la caída del precio del petróleo en el mercado exterior y los limitantes comerciales que impuso la banca internacional provocaron recesiones económicas, restringiendo a Ecuador los créditos exteriores y ahondado en la deuda interna del país (Hurtado, 2011: 1-14). Por otra parte, los problemas bélicos con el Perú, las catástrofes naturales: inundaciones, terremotos, que afectaron al Ecuador generaron gastos no planificados, implicando para el Estado costosas pérdidas. Pues se perjudicó la producción nacional, en especial, la agrícola; los caminos y vías fueron destruidos obstaculizando el comercio interno; y las sequías provocaron una elevación en los

LOS CONSTRUCTORES DEL ESTADO NACIONAL 1830-2010 145 precios de los productos. Con los préstamos internacionales cerrados para el Ecuador, el Estado no tuvo más opción que endurecer los impuestos para obtener recursos. De acuerdo a Núñez (2011: 336-337), hacia 1982, el monto total de la deuda externa ecuatoriana llegaba a 6185 millones de dólares; de los cuales 1500 millones correspondían a la deuda privada. Ese año las exportaciones generaron un ingreso de 2327 millones de dólares, por lo cual, el peso de esa deuda resultó asfixiante; solo para su servicio se requería un total de 2655 millones de dólares, es decir, un valor equivalente al 114% de las exportaciones ecuatorianas. Osvaldo Hurtado se acogió a las medidas de ajuste dictaminadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y firmó la primera Carta de Intención enviada el 24 de marzo de 1983. Las reservas internacionales netas del Banco Central del Ecuador habían declinado a cerca de 300 millones de dólares, produciendo el primer déficit global de balanza de pagos en cinco años (Explored, 18 de noviembre 1991). Durante la dictadura febrescorderista, se continuó defendiendo a ultranza la economía de mercado, las privatizaciones y el mínimo papel del Estado. Núñez (2011: 340) sostiene que el gobierno comenzó su acción económica reformando la sucretización de Hurtado: «desarrolló una agresiva política de liberalización, destinada a incrementar la inversión extranjera». Eliminó el control de precios, la flotación de la paridad cambiaria y de las tasas de interés, devaluó sucesivamente la moneda para beneficiar a los exportadores. Con Borja, la reserva monetaria tuvo un monto negativo de 330 millones de dólares; la moneda se devaluó en un 400%; la inflación bordeó el 70% anual y el déficit del sector público alcanzó el 10%. Pese a ello, hubo un importante incremento en las exportaciones no petroleras: 1989 (9%), 1990 (17%) y 1991 (20%). «En el caso del banano, estas se incrementaron en un 150% entre 1988 y 1992» (Núñez, 2011: 343-344). Durán Ballén, candidato del ocasional PUR, prometió la superación del desalentador cuadro económico dejado por Borja mediante soluciones liberales: elevadas tasas de inflación (superior al 50%), déficit fiscal y servicio de deuda externa con respecto al producto nacional (Ortiz, 2011). Sus propósitos económicos consistían en reducir la inflación y el déficit fiscal, privatizando las empresas públicas y atrayendo inversión extranjera: Siguiendo el ya conocido recetario económico del FMI, el gobierno de Durán Ballén inició su gestión aplicando un paquete de medidas de ajuste, que incluyó una devaluación monetaria del 35%, incrementos del 125% en el precio de los combustibles, aumentos de las tarifas eléctricas entre 25 y 90% y del gas doméstico en 191% (Núñez, 2011: 345). El marco jurídico de las reformas estructurales de la economía lo puso la Ley de Modernización del Estado, Privatizaciones y Prestación de Servicios Públicos, promulgada el 31 de diciembre de 1993 y cuya primera emanación fue el Consejo Nacional de Modernización (CONAM )161 (Ortiz, 2011). Este antecedente permite analizar dos factores. Por un lado, la alternativa planteada fue la privatización del sector público con el fin de solucionar el déficit nacional; sin embargo, el alto costo de vida que esto implicó causó la desestabilización de los precios de los productos en el mercado, generándose procesos inflacionarios que empobrecieron a los ecuatorianos. Por otro lado, la falta de intervención y regulación estatal evitó que el manejo de los fondos de las empresas públicas se concretaran en obras a largo plazo; estos fueron destinados al pago de la deuda privada. Al final del ejercicio, el programa de privatizaciones se encontraba paralizado; las empresas del Estado que pudieron venderse, como Ecuatoriana de Aviación y Cemento Nacional, lo fueron a unos precios considerados irrisorios por la oposición. Sin embargo, entre los saldos positivos de este gobierno cabe señalar mantenimiento —con excepción del bache del primer semestre de 1995— de unas aceptables tasas de crecimiento económico, gracias al aumento de las exportaciones de petróleo; además de la reducción de la inflación, al menos, a la mitad de lo que marcaba en 1992 (Ortiz, 2011). Los cortos gobiernos de Bucaram y su sucesor Fabián Alarcón sacaron a la luz pública los negociados de cifras monetarias nunca antes conocidas por el pueblo ecuatoriano. Se comprobó que cientos de miles de millones de sucres habían desaparecido de las arcas fiscales; las aduanas habían producido millonarios ingresos a los administradores relacionados con el gobierno. El 161 Con la finalidad de lograr la racionalización, agilización y eficiencia administrativa, la ley afirma que el CONAM deberá fusionar, reorganizar, reestructurar, desmonopolizar, privatizar o suprimir entidades públicas y delegar a la iniciativa privada el ejercicio de actividades antes mencionadas que las realizaba el sector público, mediante: aporte por acciones; arrendamiento; concesión de obra, uso, venta, transformación; fusión; escisión; liquidación o licencia (Ley de Modernización del Estado 1993, en: Paltán, 2009: 95).

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Patricia de la Torre A.<br />

Durante el año de 1988, se había suscrito un convenio entre la CONAIE y el Ministerio de Educación<br />

y Cultura (Convenio MEC-CONAIE), para que las organizaciones indígenas llevasen a cabo<br />

la educación bilingüe y bicultural. Un año más tarde, el 9 de mayo de 1989, en el Acuerdo de Sarayacu<br />

se había planteado la demanda integral de los pueblos respecto al malestar de la comunidad<br />

por el carácter ofensivo de las empresas petroleras. El Estado aparecía como responsable de la<br />

agravante situación en el Oriente ecuatoriano, pero el gobierno de Borja parecía interesado en buscar<br />

soluciones.<br />

Las petroleras han saqueado los recursos sin considerar que los territorios Amazónicos son posesiones históricas de nuestros<br />

pueblos […] el Estado aparece como único responsable de estas acciones que invariablemente han conducido a la<br />

expropiación (CONAIE-FEPE, 1991: 4).<br />

El primer levantamiento convocó a cientos de miles de indígenas que bloquearon vías, se tomaron<br />

las calles y plazas, dejando al país aislado y a la Policía desbordada. Los indígenas se presentaron<br />

ante la sociedad civil y las fuerzas del orden como un ente colectivo, de objetivos comunes y de<br />

conciencia de grupo, para demandar al gobierno de Rodrigo Borja la solución de los conflictos de<br />

tierras y el rechazo a la segregación. Sus objetivos consistían en el reconocimiento de sus territorios<br />

étnicos, para restaurar los lazos de la identidad indígena y promover un Estado Plurinacional.<br />

Con la presidencia de Durán Ballén se agudizó la conflictividad laboral, conducida por el Frente<br />

Unitario de Trabajadores (FUT), que radicalizó las reivindicaciones agrarias y medioambientales de<br />

organizaciones como la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) (Ortiz,<br />

2011). Este era el resultado esperado del Plan de Modernización —privatización— del Estado. El<br />

vicepresidente Dahik fue acusado de peculado y huyó al extranjero.<br />

En vehemente oposición al «loco que ama», Abdalá Bucaram, la ciudadanía expresó su malestar<br />

desde el 5 de febrero de 1997, «en forma de marchas de protesta, desfiles de denuncia con banderas<br />

nacionales enlutadas y cacerolas vacías, cierre de vías y caminos en los sectores rurales y<br />

activas manifestaciones estudiantiles […] Se calcula que dos millones de habitantes urbanos y otros<br />

tres de campesinos participaron en esa masiva protesta popular, que provocó muertos y herido»<br />

(Núñez, 2011: 348-349).<br />

La actuación de los militares en el derrocamiento de Mahuad fue insigne, pues fueron los agentes<br />

catalizadores del orden social, tras los enfrentamientos políticos que amenazaron con desarmar<br />

al país. Se conformó entonces un Gobierno Popular integrado por: el Presidente de la CONAIE,<br />

Antonio Vargas, Carlos Solórzano Constantine y Lucio Gutiérrez, que «cedió su lugar al general Carlos<br />

Mendoza, jefe del Comando Conjunto, quien, a la madrugada del 22 de enero, entregó el poder<br />

al Vicepresidente de Mahuad, Gustavo Noboa Bejarano» (Núñez, 2011: 358).<br />

Finalmente, se produjo otro golpe de Estado, que esta vez tuvo como protagonista a la sociedad<br />

civil. Durante ocho días, desde el miércoles 13 hasta el miércoles 20 de abril de 2005, la democracia<br />

bajó a las calles, a las plazas y a las ondas de la radio. Se produjeron movilizaciones masivas,<br />

encuentros de pequeños grupos, asambleas, cacerolazos (Unda, 2005: 129-130); tras el amplio<br />

descontento que había provocado entre la sociedad civil y el enfrentamiento armado con las fuerzas<br />

del orden, el coronel Lucio Gutiérrez fue destituido, cerrando la etapa que pasaría a la historia como<br />

«la larga noche neoliberal».<br />

3. Crisis económica<br />

3.1. Neoliberalismo, salvataje bancario y dolarización<br />

El retorno a la democracia inició con la conclusión de una etapa de ferviente auge económico<br />

debido a las exportaciones del petróleo, que había permitido el desarrollo de infraestructura, educación<br />

y salud; además de un proceso urbano, que había dinamizado las relaciones sociales, sobre todo,<br />

en las zonas rurales. Sin embargo, la caída del precio del petróleo en el mercado exterior y los limitantes<br />

comerciales que impuso la banca internacional provocaron recesiones económicas, restringiendo<br />

a Ecuador los créditos exteriores y ahondado en la deuda interna del país (Hurtado, 2011: 1-14).<br />

Por otra parte, los problemas bélicos con el Perú, las catástrofes naturales: inundaciones, terremotos,<br />

que afectaron al Ecuador generaron gastos no planificados, implicando para el Estado costosas<br />

pérdidas. Pues se perjudicó la producción nacional, en especial, la agrícola; los caminos y vías<br />

fueron destruidos obstaculizando el comercio interno; y las sequías provocaron una elevación en los

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