islandia-revolucion-bajo-el-volcan-xavier-moret.epub_
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–Hoy ha venido <strong>el</strong> fontanero porque <strong>el</strong> agua salía demasiado caliente<br />
–me explicó Margrét–. Cuando le he preguntado si podía ser por culpa<br />
d<strong>el</strong> volcán se ha echado a reír.<br />
Por lo visto, comentó Einar, en los últimos días de cualquier cosa<br />
aciaga que sucediera en Islandia le echaban la culpa al volcán... o al persistente<br />
cambio climático que amenazaba con convertir a Islandia en <strong>el</strong><br />
futuro Mediterráneo de Europa. Esta segunda eventualidad, por cierto,<br />
divertía a los islandeses, que se entretenían calculando hasta cuánto se<br />
multiplicaría <strong>el</strong> precio de sus casas en <strong>el</strong> caso de que Reykiavik se convirtiera,<br />
gracias al cambio de temperatura, en una especie de Barc<strong>el</strong>ona<br />
d<strong>el</strong> norte.<br />
–Aquí tienes al nuevo miembro de la familia –dijo Einar con orgullo<br />
mientras me invitaba a salir al jardín.<br />
Tenía ante mi a un perro pastor islandés, pequeño, blanco con manchas<br />
marrones, ojos inquietos y actitud traviesa.<br />
–Se llama Hekla, un nombre muy...<br />
–¿Volcánico –apunté, recordando que Hekla era uno de los <strong>volcan</strong>es<br />
más activos de la isla. Desde 874 había entrado en erupción unas veinte<br />
veces, la última en <strong>el</strong> año 2000.<br />
–Exacto –rió Einar–. Iba a decir muy islandés pero es verdad que también<br />
es un nombre muy volcánico, muy adecuado para los tiempos que<br />
corren.<br />
Como si entendiera que estábamos hablando de <strong>el</strong>la, Hekla se puso a<br />
girar sobre si misma a una v<strong>el</strong>ocidad increíble, como un torb<strong>el</strong>lino, o<br />
como un volcán en erupción.<br />
Me costó dormirme después de una buena cena a base de salmón,<br />
cerveza y buena conversación, todo muy islandés. El sol de medianoche<br />
reinaba en un ci<strong>el</strong>o sin nubes e iluminaba <strong>el</strong> paisaje de colinas suaves y<br />
casas de cuento con una cálida luz, a medio camino entre <strong>el</strong> color de la<br />
mi<strong>el</strong> y <strong>el</strong> d<strong>el</strong> whisky, que indicaba sin ningún género de dudas que estaba