islandia-revolucion-bajo-el-volcan-xavier-moret.epub_
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p<strong>el</strong>igro, y no: en Islandia todo está funcionando perfectamente. En mi<br />
país se registra una erupción cada cuatro años, pero esto no significa que<br />
la actividad se paralice. En absoluto. Estamos preparados y todo continúa<br />
funcionando. Es más, en Reykiavik ni tan siquiera notamos los efectos de<br />
la erupción. Los han notado más en <strong>el</strong> continente, hacia donde <strong>el</strong> viento<br />
ha empujado <strong>el</strong> humo y las cenizas, que en la isla, donde sólo unas pocas<br />
granjas han sufrido la furia d<strong>el</strong> volcán. De hecho, la erupción ha afectado<br />
únicamente a un 1% de la superficie de Islandia».<br />
Mientras avanzaba por <strong>el</strong> largo pasillo hacia la recogida de equipajes<br />
me fijé en que ya no estaba <strong>el</strong> anuncio que había originado una polémica<br />
meses atrás. En él se preguntaba al turista recién llegado: «¿Vienes a<br />
Islandia por la naturaleza o por <strong>el</strong> tipo de cambio». Era un guiño que<br />
quería ser simpático sobre la devaluación, claro, pero a algunos islandeses<br />
les pareció una promoción de mal gusto y las autoridades optaron<br />
por retirarlo. Era evidente que con la crisis algunos islandeses se<br />
habían vu<strong>el</strong>to muy susceptibles. En los muros d<strong>el</strong> aeropuerto se repetía<br />
ahora <strong>el</strong> clásico anuncio con <strong>el</strong> maravilloso paisaje islandés y <strong>el</strong> sol de<br />
medianoche como fondo: «En verano mantenemos la luz encendida 24<br />
horas para usted». Mucho más suave, mucho menos polémico.<br />
Al otro lado de la aduana me esperaba mi amigo Einar con una sonrisa<br />
de oreja a oreja y los brazos abiertos de par en par. A primera vista no<br />
parecía que la crisis le hubiera afectado demasiado; ni a él ni a su país.<br />
Todo estaba en su sitio: los mismos acabados de diseño nórdico, los<br />
abundantes folletos de promoción, los 4x4 de apariencia poderosa y unas<br />
cuantas parejas aparentemente f<strong>el</strong>ices paseando con unos cuantos hijos<br />
rubios vestidos con colores llamativos a su alrededor. Por otra parte,<br />
lucía un sol espléndido y la b<strong>el</strong>la silueta nevada d<strong>el</strong> volcán Snaef<strong>el</strong>lness,<br />
aquél por <strong>el</strong> que Julio Verne imaginó un viaje al centro de la Tierra, se dejaba<br />
ver al otro lado de la bahía como un buen augurio para mi estancia<br />
en la isla. Todo estaba tan igual que hasta me pareció ver la sombra de un