Fuerzas profundas e identidad. Reflexiones en torno a su impacto ...
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Entre los rasgos típicos del paradigma idealista se destacan: la confianza <strong>en</strong> la<br />
armonía de intereses basada <strong>en</strong> la idea liberal de David Ricardo sobre que si todos nos<br />
especializamos ganamos; una visión antropológica optimista y el reconocimi<strong>en</strong>to de la<br />
educación como medio de <strong>su</strong>peración de las pasiones; la fe <strong>en</strong> el progreso; el énfasis <strong>en</strong><br />
la razón prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te de la influ<strong>en</strong>cia del Iluminismo francés; el respeto por la moral y la<br />
justicia; la búsqueda de la paz mundial a través de una teoría normativa basada <strong>en</strong> el<br />
derecho internacional público que permita <strong>en</strong>contrar mecanismos para evitar otra<br />
conflagración mundial y la creación de un organismo mundial –la Sociedad de Naciones<br />
primero y las Naciones Unidas después– destinado a resolver a través del<br />
establecimi<strong>en</strong>to de instituciones y leyes los conflictos mundiales de manera tal que el<br />
uso de la fuerza sea sólo ocasional. Todas estas propuestas son coincid<strong>en</strong>tes con el<br />
ideario nacional liberal.<br />
Además, el idealismo le otorga importancia a la vig<strong>en</strong>cia de los valores<br />
democráticos de los sistemas políticos internos como garantes de la def<strong>en</strong>sa de los<br />
derechos de los individuos, pero también como una condición que facilita la<br />
conviv<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre las naciones. Consecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, el internacionalismo liberal hace<br />
hincapié <strong>en</strong> la necesidad de la difusión de los valores político-institucionales<br />
estadounid<strong>en</strong>ses hacia el resto del mundo. Esta característica es la que explica ciertas<br />
coincid<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los objetivos neoconservadores de los och<strong>en</strong>ta y los planteados con<br />
posteridad al 11 de septiembre de 2001 con los sectores liberales de derecha que aún<br />
permanec<strong>en</strong> <strong>en</strong> el partido demócrata. Ambos valoran la necesidad de t<strong>en</strong>er una política<br />
exterior activa ligada al tipo de régim<strong>en</strong> imperante <strong>en</strong> otras naciones.<br />
Durante la segunda posguerra, como ya vimos, se produce <strong>en</strong> los Estados Unidos<br />
un r<strong>en</strong>acer del conservadurismo que también t<strong>en</strong>drá <strong>su</strong> manifestación <strong>en</strong> el campo<br />
teórico de las Relaciones Internacionales a través de la consolidación del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to<br />
realista.<br />
El paradigma realista <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> ese período <strong>su</strong> apogeo <strong>en</strong> la política exterior<br />
norteamericana. La discusión teórica de la época estaba influida por una coyuntura<br />
histórica especial: los Estados Unidos se habían convertido <strong>en</strong> una pot<strong>en</strong>cia hegemónica<br />
y la cuestión fundam<strong>en</strong>tal era determinar qué objetivos debían ori<strong>en</strong>tar ese rol<br />
hegemónico. Desvanecido el proyecto de un ord<strong>en</strong> global pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te hegemónico (idea<br />
roosveliana de incorporar la URSS a un sistema único guiado por los valores<br />
americanos), la tradición idealista marcaba dos caminos: la aceptación de un ord<strong>en</strong><br />
distinto o la continuación del conflicto para imponer el ord<strong>en</strong> liberal sobre la base de la<br />
fuerza. Rechazadas ambas por la clase política norteamericana se imponía la búsqueda<br />
de otra respuesta.<br />
Dicha respuesta se <strong>en</strong>contró <strong>en</strong> la propuesta realista, la cual no t<strong>en</strong>ía una base<br />
ideológica <strong>en</strong> la tradición liberal norteamericana, sino que as<strong>en</strong>taba <strong>su</strong>s propuestas <strong>en</strong> la<br />
realidad internacional del mom<strong>en</strong>to. Esta postura ganó la batalla y pres<strong>en</strong>tó un conjunto<br />
de conceptos <strong>en</strong>tre los que se destacó la idea de cont<strong>en</strong>ción (confrontación sin guerra)<br />
que, tanto desde el punto de vista teórico como político, terminó ubicando a bu<strong>en</strong>a parte<br />
del realismo de posguerra <strong>en</strong> un punto intermedio <strong>en</strong>tre las dos opciones idealistas.<br />
La teoría de la cont<strong>en</strong>ción elaborada por George K<strong>en</strong>nan se alejaba notoriam<strong>en</strong>te<br />
de la propuesta idealista <strong>en</strong> la determinación del objetivo c<strong>en</strong>tral para la política exterior