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Fuerzas profundas e identidad. Reflexiones en torno a su impacto ...

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33<br />

Este fue el tema dominante <strong>en</strong> la República temprana, la idea de América como<br />

experim<strong>en</strong>to, empr<strong>en</strong>dido <strong>en</strong> desafío a la historia, ll<strong>en</strong>o de riesgos y de re<strong>su</strong>ltados<br />

problemáticos. Sin embargo, también estaba <strong>su</strong>rgi<strong>en</strong>do una contra-tradición, con un<br />

ímpetu que se iba acumulando y que también t<strong>en</strong>ía raíces <strong>en</strong> el ethos calvinista.<br />

“El cristianismo histórico abarcaba dos p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos diverg<strong>en</strong>tes: que todos los<br />

pueblos estaban cerca de Dios; y que algunos estaban más cerca de Dios que otros. Al<br />

principio, Calvino había escrito <strong>en</strong> las Instituciones, Dios “eligió a los judíos como <strong>su</strong><br />

rebaño”; la “alianza de la salvación …] pert<strong>en</strong>ecía sólo a los judíos hasta que el muro<br />

fue derribado. Luego, con lo que Jonathan Edwards llamaba “la abolición de la<br />

desp<strong>en</strong>sa judía”, el muro, “fue derribado para el éxito más vasto del Evangelio”. El<br />

pueblo señalado <strong>en</strong> lo <strong>su</strong>cesivo fue el de los elegidos contra los réprobos. Con el tiempo,<br />

la idea de santos id<strong>en</strong>tificables d<strong>en</strong>tro de la historia desapareció <strong>en</strong> la trasc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de la<br />

Ciudad de Dios post-histórica” (Schlesinger, 1990: 31).<br />

Así, San Agustín puso al lado de la “historia provid<strong>en</strong>cial” –el asc<strong>en</strong>so y la<br />

decad<strong>en</strong>cia de las comunidades seculares <strong>en</strong> la historia– la idea de “historia red<strong>en</strong>tora”,<br />

el viaje de los elegidos a la salvación más allá de la historia. Los habitantes de Nueva<br />

Inglaterra p<strong>en</strong>saron que habían sido sacados de <strong>su</strong> hogar para soportar rigores y pruebas<br />

<strong>en</strong> una tierra peligrosa; por ello, <strong>su</strong>pusieron que algui<strong>en</strong> importante y por razones de<br />

<strong>en</strong>vergadura los había llamado. Sus propias tribulaciones parecían una prueba de que<br />

t<strong>en</strong>ían un papel <strong>en</strong> la historia red<strong>en</strong>tora y, <strong>en</strong> ese marco, com<strong>en</strong>zaron a id<strong>en</strong>tificar a<br />

Nueva Inglaterra con la Nueva Jerusalén. (Schlesinger, 1990: 31).<br />

Consecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, se consolidó la idea de que alianza de la salvación había<br />

pasado de los judíos a los colonos norteamericanos, y si bi<strong>en</strong>, como sostuvimos más<br />

arriba, esta línea de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to pasó por una etapa de secularización <strong>en</strong> el siglo XVIII<br />

no logró impedir que a partir de la idea secular de experim<strong>en</strong>to político se empezara a<br />

dar orig<strong>en</strong> a la idea mística de un destino nacional americano. El fervor patriótico llevó<br />

mucho más allá de la comunidad evangélica la idea de los americanos como pueblo<br />

elegido <strong>en</strong>cargado de una misión divina. La cre<strong>en</strong>cia de que eran un pueblo elegido no<br />

implicaba un viaje seguro y tranquilo hacia la salvación. Como la Biblia lo dejaba bi<strong>en</strong><br />

claro, el pueblo elegido <strong>su</strong>frió las más duras pruebas y a<strong>su</strong>mió las más dolorosas cargas.<br />

Así, las afirmaciones rivales –América como experim<strong>en</strong>to y América como destino–<br />

compartían la cre<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> el proceso de la prueba. Pero una ponía a prueba las obras, la<br />

otra la fe (Schlesinger, 1990: 33).<br />

Desde la perspectiva del <strong>impacto</strong> sobre la política exterior la idea de que el reino<br />

de Dios imperaba <strong>en</strong> América permitió recorrer rápidam<strong>en</strong>te la corta distancia <strong>en</strong>tre la<br />

salvación nacional y la salvación del mundo. Así se desarrolló la impresión de que <strong>en</strong><br />

los Estados Unidos de América el Todopoderoso había hallado una nación única por <strong>su</strong><br />

virtud y magnanimidad, ex<strong>en</strong>ta de las motivaciones que impulsaban a todos los otros<br />

Estados. Esta corri<strong>en</strong>te se ac<strong>en</strong>tuó <strong>en</strong> el siglo XX con el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to de Wilson y,<br />

cuatro décadas después, la teoría de América como salvadora del mundo recibió el<br />

impulso de John Foster Dulles, qui<strong>en</strong> fom<strong>en</strong>tó desde <strong>en</strong>tonces la participación <strong>en</strong><br />

Vietnam. En 1965 el presid<strong>en</strong>te Johnson declaró “La historia y nuestras propias<br />

realizaciones han arrojado sobre nosotros la principal responsabilidad para la protección<br />

de la libertad sobre la tierra” 9 . Así, la alucinación llevó a la República de la idea original<br />

9 Lyndon B. Jonson, Public Papers (Washington, 1963), I (1965), 180. Citado por Schlesinger, 1990, p. 34)

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