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Cuadernos de Investigación 8 (PDF) - Arqueología Ecuatoriana

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POLÍTICA INDÍGENA EN COTOPAXI<br />

35<br />

<strong>de</strong> segundo grado y las bases, implicaba el planteamiento más general y amplio <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>clarar al Estado ecuatoriano como “Pluricultural”, modificando el primer artículo <strong>de</strong><br />

la constitución política <strong>de</strong> la república (Almeida, 1993: 167-168). Este planteamiento<br />

<strong>de</strong> la interculturalidad, tiene que ser percibido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una perspectiva que reconozca la<br />

capacidad <strong>de</strong> cambio en la estructura estatal que pue<strong>de</strong> ocurrir a partir <strong>de</strong> la acción <strong>de</strong><br />

un movimiento social eficaz. En este sentido, es interesante tomar el planteamiento <strong>de</strong><br />

Touraine al i<strong>de</strong>ntificar los movimientos sociales como generadores <strong>de</strong> acciones colectivas<br />

mediante las cuales se pueda modificar las relaciones <strong>de</strong> dominación sobre los recursos<br />

culturales, es <strong>de</strong>cir la modificación (la corrección) <strong>de</strong> una norma o un valor <strong>de</strong> la sociedad<br />

(Touraine, 1984: 94).<br />

Sin embargo la efectiva acción movilizadora alcanzada por el MICC en el plano <strong>de</strong>l<br />

levantamiento <strong>de</strong> 1990 implicó una apelación al Estado, una apelación a la inclusión<br />

<strong>de</strong> parte <strong>de</strong>l Estado <strong>de</strong> unas <strong>de</strong>mandas particulares (las <strong>de</strong>l respeto al indígena a través<br />

<strong>de</strong>l planteamiento <strong>de</strong> la plurinacionalidad), pero que simplemente se dirigió a corregir<br />

un elemento “enfermo” <strong>de</strong>l Estado pero no <strong>de</strong> la sociedad. En este sentido, este primer<br />

momento <strong>de</strong> aparición <strong>de</strong>l MICC como actor <strong>de</strong>finido implicó el reconocimiento, <strong>de</strong> parte<br />

<strong>de</strong> la sociedad local, simplemente <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> un movimiento consolidado pero<br />

que no lograría cambios significativos en el <strong>de</strong>venir cotidiano <strong>de</strong> las normas y las reglas<br />

sociales. Un planteamiento similar mantiene Ospina al afirmar que:<br />

“El cambio en las estructuras elementales <strong>de</strong>l racismo cotidiano <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> multitud <strong>de</strong><br />

transformaciones moleculares en actitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> cientos, miles, millones <strong>de</strong> agentes individuales<br />

y grupos dispersos. La ley <strong>de</strong> la costumbre no se cambia por la ley <strong>de</strong>l Estado” (Ospina,<br />

2006: 34).<br />

La fuerza que tuvo el levantamiento <strong>de</strong> 1990 en Cotopaxi adquirió un significado<br />

estructural en la organización provincial. A partir <strong>de</strong>l levantamiento se reconoció al MICC,<br />

no sólo por parte <strong>de</strong> la sociedad urbana blanco-mestiza <strong>de</strong> Cotopaxi, como organización<br />

política indígena, sino también para los propios indígenas el levantamiento constituyó<br />

un hito clave en el <strong>de</strong>sarrollo político. A partir <strong>de</strong>l levantamiento las cosas empezaron<br />

a caminar mejor al interior <strong>de</strong> la organización; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ahí se entendió que el movimiento<br />

podía tener fuerza y que tenía la capacidad <strong>de</strong> generar propuestas y convocar a las bases.<br />

El ejercicio <strong>de</strong> lo político por parte <strong>de</strong>l grupo, en este caso <strong>de</strong>l MICC como estructura a<br />

partir <strong>de</strong>l levantamiento <strong>de</strong>l 90, pue<strong>de</strong> ser interpretado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una visión <strong>de</strong> la antropología<br />

política procesualista, a través <strong>de</strong> la cual este ejercicio <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la implementación <strong>de</strong><br />

objetivos públicos al interior <strong>de</strong> un grupo <strong>de</strong>terminado <strong>de</strong> la sociedad. Estos objetivos<br />

públicos, en el caso <strong>de</strong>l MICC, estarían traducidos en la lucha por el <strong>de</strong>recho a ser<br />

reconocidos y ser respetados. Aquellos objetivos públicos “para” los miembros <strong>de</strong>l MICC<br />

implican “el establecimiento <strong>de</strong> una nueva relación con otro grupo o grupos” (Varela,<br />

2005: 100); que vendría a ser la sociedad blanco-mestiza, que no otorga el reconocimiento<br />

y el respeto al indígena y que son el contenido central <strong>de</strong> las <strong>de</strong>mandas para la adquisición<br />

<strong>de</strong> un <strong>de</strong>terminado po<strong>de</strong>r que irá aumentando hasta años posteriores en que se participa<br />

electoralmente y se acce<strong>de</strong> a cargos importantes como la prefectura o la alcaldía.

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