Miguel Zugaza - Centro de Estudios Garrigues

dar que el principal objeto de las empresas
es generar beneficios. Sin embargo,
al mismo tiempo, las empresas tienen la
posibilidad de devolver a la sociedad
parte de los beneficios obtenidos de
ella, contribuyendo al logro de mejoras
sociales y medioambientales, e integrando
dichas variables en su estrategia.
Actualmente, las empresas, además
de ganar dinero, tienen que prestar
atención a cómo lo hacen y a cómo lo
valora la sociedad. La introducción de
las variables dimanantes del concepto
de sostenibilidad debe realizarse, por
tanto, desde un punto de vista estratégico,
debido a que el fin de las acciones
sociales a acometer por la empresa no
debe de tener un carácter meramente
filantrópico, sino de sinergia entre la
generación de valor tanto para la
empresa como para la sociedad.
Con el objeto de desarrollar una
estrategia en materia de responsabilidad
social se recomienda comenzar por
la realización de un diagnóstico que
identifique, desde un punto de vista
interno, los puntos críticos y oportunidades
de la organización en diferentes
áreas de actuación, como por ejemplo:
gobierno corporativo, derechos humanos,
regulación laboral, protección
medioambiental, gestión de las relaciones
con los clientes, control y evaluación
de proveedores y evolución económica.
Dicho diagnóstico se verá completado
con un análisis externo consistente
en un benchmarking de las mejores
prácticas en materia de RSE realizadas
por diferentes empresas de la competencia
y el análisis de la percepción
exterior de la empresa por parte de los
stakeholders (empleados, accionistas,
clientes, Administración Pública, proveedores,
etc.).
Con todo ello, se estará en disposición
de diseñar la política y el modelo de
negocio de RSE donde se valorará el
posicionamiento que debería perseguir
la compañía, así como la percepción
exterior deseada, lo que permitirá diseñar
una estrategia que cubra las deficiencias
detectadas. Dicha estrategia
queda plasmada en un Plan Estratégico
de Acción, con horizonte temporal definido,
en el que se fijen las líneas de
acción por objetivos, así como los recursos
económicos, humanos y técnicos
que se requieren para su consecución.
Asimismo, la empresa debería identificar
los indicadores para realizar el
seguimiento y gestión de la evolución
de los objetivos marcados.
Adicionalmente a la incorporación
de estos principios en su política y estrategia,
sería recomendable que la
empresa diseñara un plan de comunicación
a través del cual responda a la
demanda de información realizada por
los diferentes stakeholders, anticipándose,
mediante la publicación de informes
o memorias de sostenibilidad, a
posibles riesgos futuros que puedan
poner en peligro la situación financiera
de la organización por falta de transparencia
informativa.
De cara a desarrollar los trabajos
descritos, existen una infinidad de normas
y códigos que las organizaciones
pueden utilizar. Entre ellos, destacan las
Directrices GRI para elaborar memorias
de sostenibilidad (GRI Sustainability
Reporting Guidelines); la norma SA8000
sobre cumplimiento de parámetros
laborales; la Serie AA1000 de Accountability,
de contabilidad social y ambiental,
y el Modelo de Excelencia EFQM en
materia de gestión de calidad. A nivel
local, distintos organismos han elaborado
pautas y normas en la materia como,
por ejemplo, las normas SIGMA en el
Reino Unido, las normas SD21000 en
Francia, AS8003 en Australia, SI10000
en Israel y el proyecto de norma experimental
española PNE 165010 EX “Ética.
Sistema de Gestión de Responsabilidad
Social de la Empresa”.
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