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llas mal conducidas habían desatado, por lo tanto, tal crueldad<br />

y tal destrucción que empañaron la utopía de los primeros sublevados.<br />

Como medida alterna, Lizardi abandonó su proclividad a<br />

la lucha armada para imaginar una liberación pacífica gracias a la<br />

Constitución de Cádiz (esta aclaración trata de evitar malas lecturas<br />

que sostienen que escribió a favor de que permaneciera la<br />

colonización, obviando que siempre admiró los grandes ideales<br />

de Hidalgo y Morelos, pero temió y hasta aborreció su falta de<br />

habilidad táctico-militar).<br />

Una vez que el actual México obtuvo la independencia, proclamó<br />

a estos “héroes” como padres de la patria o nación. Eran<br />

patriotas auténticamente mexicanos que nos otorgaban una personalidad<br />

comunitaria para negociar en la escena internacional<br />

(“nación” deriva de natus nationis y de nascio¸ camada y nacido;<br />

o sea que los pueblos se organizan como una familia de hermanos<br />

y, por lo mismo, requieren de padres o antecesores; la demagogia<br />

posterior no aplica en el momento de fraguar, al estilo<br />

renacentista, una fratría).<br />

El tomo IV de El Periquillo Sarniento fue censurado por el<br />

Alcalde de Corte Felipe Martínez, quien puso rayas al margen<br />

y subrayó la palabra “negros” cuando la trama revela, en Filipinas,<br />

otra colonia española (entiéndase en México, porque a los<br />

“morenos” no se les reconoció oficialmente como humanos<br />

hasta 1825, cuando la apreciación lizardiana contra la discriminación<br />

que privó la escribió durante la Colonia). Martínez le ordena<br />

que las suprima por su carácter inoportuno, perjudicial y<br />

no político, o contrario a un “comercio permitido por el rey”<br />

(1990b: 208). La arbitrariedad de la Conquista y la Colonia entorpeció<br />

la publicación. Sin cambiar ni una palabra, Fernández<br />

de Lizardi guardó a buen resguardo este tomo y el siguiente, los<br />

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