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En torno al epistolario Jaspers-Heidegger - cristobal holzapfel

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su fuera el Presidente de una nación. Hay una razón suficiente para que en estos momentos vaya<br />

para <strong>al</strong>lá o para otro lado, o incluso en definitiva desista de ir. Hay una razón suficiente para<br />

decir lo que decimos, preocuparnos por <strong>al</strong>go, apoyar una causa, trabajar, luchar o viajar.<br />

Decíamos entonces también que el hombre, y sobre todo el hombre contemporáneo, está<br />

bajo el agobio de esa razón suficiente existenci<strong>al</strong>, encontrando pocos espacios para vacar de ella.<br />

Mas, el punto está en que de todos modos esas posibilidades de vacar de la razón suficiente, de<br />

ponerla en suspenso, efectivamente los hay.<br />

Y estas posibilidades de ese vacar o suspender tienen que ver con aquellos actos que<br />

podríamos llamar de "entrega". <strong>En</strong> otras p<strong>al</strong>abras, cuando nos entregamos a <strong>al</strong>go, sin mediar en<br />

ello la razón suficiente que ello tendría. Estos serían los actos más radic<strong>al</strong>es a través de los<br />

cu<strong>al</strong>es verdaderamente crecemos y hacen posible lo que podemos llamar una experiencia, es<br />

decir, tener una experiencia con <strong>al</strong>go. Por ejemplo, si leo un libro, el libro no lo leo propiamente<br />

si acaso le estoy encontrando permanentemente una razón suficiente <strong>al</strong> leerlo más bien que no<br />

leerlo. El libro en cuestión únicamente lo leo cuando me entrego a leerlo, esto es, fluyo con su<br />

lectura, lo que me lleva t<strong>al</strong> vez incluso a no darme cuenta de donde estoy o qué hora es mientras<br />

lo leo.<br />

Asimismo, podríamos decir ese acto de entrega tiene que determinar nuestro mirar, oír, e<br />

incluso hasta el pensar mismo. <strong>En</strong> efecto, yo no puedo de veras oír, escuchar la Dichterliebe,<br />

Amor del poeta de Robert Schumann si no me entrego a oírlo, como tampoco puedo mirar, ver la<br />

escultura "Los burgueses de C<strong>al</strong>ais" de Auguste Rodin, sino no me entrego a ver ese conjunto. E<br />

indudablemente cabe decir también que el pensador verdaderamente piensa cuando se entrega a<br />

pensar, cuando los pensamientos, en cierto modo, él los ve pasar delante de sí, cab<strong>al</strong>gando como<br />

en una película.<br />

Y volviendo sobre el <strong>epistolario</strong> de nuestros pensadores, hagamos fe de que, a pesar de<br />

tanta publicidad y de su consiguiente factor de distorsión, ellos verdaderamente se entregaron a<br />

ese <strong>epistolario</strong>.<br />

Mientras no se justifique encontrar <strong>al</strong>gún punto en el que la intimidad, la espontaneidad<br />

y la autenticidad de ese <strong>epistolario</strong> se ha perdido, debemos pues fiarnos de que ellas<br />

efectivamente están presentes, y si hemos de resumir todo ello en una sola p<strong>al</strong>abra, digamos que<br />

estaría presente la veracidad.<br />

P 7<br />

Dentro del Ciclo "El 'esclarecimiento existenci<strong>al</strong>' de Karl <strong>Jaspers</strong>" continuamos el próximo<br />

miércoles a las 16,45 hrs. con el Capítulo "La sociedad de lucha".<br />

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