En torno al epistolario Jaspers-Heidegger - cristobal holzapfel
En torno al epistolario Jaspers-Heidegger - cristobal holzapfel
En torno al epistolario Jaspers-Heidegger - cristobal holzapfel
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Más bien, hay que decir a propósito de ello, que desde luego el señ<strong>al</strong>ado factor de<br />
distorsión está y, más todavía, en muchos casos puede darse, pero ello no es estrictamente<br />
necesario.<br />
Con el fin de an<strong>al</strong>izar este punto, absolutamente necesario de atender a la hora de hacer<br />
un análisis, como el que hacemos, del <strong>epistolario</strong> de estos pensadores, cabe aducir que, por de<br />
pronto, la intimidad es un concepto que suele no ser suficientemente comprendido. Lo cierto es<br />
que la intimidad, por ejemplo, de una carta ante todo radica en que en ella se expresan<br />
contenidos, emociones, sentimientos, pensamientos person<strong>al</strong>es acerca de uno mismo, de otras<br />
personas o situaciones, pero, y esto es lo más importante, ellos no necesariamente pierden ese<br />
carácter, en primer lugar, porque se den a conocer, y, en segundo lugar, ni siquiera porque <strong>al</strong><br />
momento de escribir esos contenidos yo esté conciente que ellos serán dados a conocer<br />
posteriormente.<br />
Hemos dicho que el riesgo, el peligro de ello está, pero no esto no involucra una<br />
necesidad.<br />
Lo que estamos diciendo aquí respecto de la intimidad supone <strong>al</strong>go muy especi<strong>al</strong> y que<br />
t<strong>al</strong> vez se puede hacer más entendible en distintas situaciones: por ejemplo, el beso que se da en<br />
una plaza pública no deja de ser un beso íntimo porque haya sido dado precisamente <strong>al</strong>lí y la<br />
pareja del beso sepa de antemano que están rodeados de gente. No, la intimidad radica<br />
precisamente en esa presencia de la interioridad de cada cu<strong>al</strong> <strong>al</strong> momento de darse el beso, que<br />
ambos lo estén verdaderamente sintiendo.<br />
Es así como el beso no porque se de en una plaza deja de ser íntimo, como tampoco<br />
pierde con ello necesariamente su carácter de espontaneidad y autenticidad.<br />
Despejado este punto, corresponde agregar que el factor de distorsión del que hemos<br />
hablado no se limita ciertamente <strong>al</strong> <strong>epistolario</strong> de dos personajes públicos, sino, sin duda <strong>al</strong>guna,<br />
a todos sus actos.<br />
El Presidente de una nación sabe de antemano que cada uno de sus actos, sus p<strong>al</strong>abras,<br />
sus movimientos, sus gestos están siendo sopesados, an<strong>al</strong>izados e interpretados en todo<br />
momento, si acaso se lleva de ellos <strong>al</strong>gún registro, y aunque el Presidente en cuestión esté<br />
durmiendo. Basta con que haya en la cercanía una cámara que lo filma en el acto de dormir, para<br />
que ulteriormente, <strong>al</strong> s<strong>al</strong>ir esa filmación a la luz pública, comience ese proceso de aquilatamiento<br />
y análisis de porque el Presidente duerme así, supongamos boca arriba, o porque ronca tan<br />
fuerte, o porque precisamente en esa hora que no es la hora en que se acostumbra dormir, etc.<br />
<strong>En</strong> todo caso, quizás el ejemplo que ponemos aquí del dormir no sea muy apropiado<br />
desde el momento que se trata de un acto que por definición no es conciente. Pero, entonces<br />
limitémoslo <strong>al</strong> hecho de que <strong>al</strong> momento de dormir el Presidente en cuestión sabe que está<br />
siendo filmado en ese acto, no por ello necesariamente el ponerse en disposición a dormir habrá<br />
por ello de dejar de ser un acto espontáneo y, en cierto sentido, auténtico.<br />
Lo que estamos an<strong>al</strong>izando nos conecta, en rigor, con el tema que hemos desarrollado en<br />
nuestro anterior Ciclo sobre la razón de ser. Se trata de que norm<strong>al</strong>mente el hombre actúa<br />
movido por una razón suficiente, que llamábamos "existenci<strong>al</strong>" en lo que hace y deja de hacer, y<br />
agregábamos en su oportunidad que precisamente en este sentido el hombre se comporta como<br />
77