En torno al epistolario Jaspers-Heidegger - cristobal holzapfel
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Siguiendo con Aristóteles, lo que se le opone al azar es lo que ocurre por necesidad, , y ello a su vez se enmarca dentro del destino, el fatum, la , pero el punto está en que es tal el poder que esta última podría tener que precisamente lo que se nos presenta como azaroso podría estar, en verdad, regido por el destino. P 4 Teniendo presente este pensamiento aristotélico, digamos, para los efectos de lo que aquí nos interesa, que lo fortuito puede ser de dos maneras: 1.Como lo meramente azaroso. En este caso la fortuna se presenta como azar, y este último se acerca al probabilismo. 2.Como destino, en el sentido de que, si bien algo es fortuito para nosotros, sin embargo obedece a un orden superior inaccesible, el cual se ha estimado que tal vez sólo pitonisos, brujos, profetas o chamanes podrían intuir y dar a conocer y casi siempre a través de un lenguaje cifrado. Respecto de ambos sentidos de lo fortuito, como mero azar o como destino, depende siempre por cierto de cada situación y de cada uno en particular que digamos en cada caso que lo fortuito tiene más un sentido que otro. Es más, muchas veces lo que en principio se presenta para los otros como meramente azaroso, se nos aparece a nosotros como destino. P 5 Y tres consideraciones más respecto de esta cuestión: 1.Lo que es mero azar es algo que está en armonía con una visión empirista del mundo; parece ser que la experiencia no nos permite ir más allá de reconocer que si algo ocurre, y aunque se trate de una probabilidad escasísima, es algo que siempre está dentro de cierto probabilismo estadístico. El destino, en cambio, ya la sola palabra implica la apelación a algo transempírico, un orden superior que comanda las cosas, que es imposible demostrar, y esto explica su presencia en religiones, mitologías y leyendas. 2.Expuesta esta distinción de esta forma y con tales alcances, claramente se observa que únicamente reconocemos grandeza en lo fortuito cuanto es destinal, mientras que lo meramente azaroso, lo que es nada más el resultado de una cierta combinatoria de probabilidades, es algo llano, que se acerca a lo trivial. 3.Tendemos a reconocer la presencia del destino especialmente en el orden de las relaciones humanas, ya que justamente en éstas estamos concientes de lo que depende de nosotros, y respecto de aquello que no depende de nosotros, y cuando ello a su vez trae repercusiones importantes o duraderas para nuestras vidas, tendemos a asociarlo con eso que llamamos el destino. ¿Sería éste precisamente el caso que aquí nos interesa: que la carta de Jaspers no llegó a Heidegger P 6 Dentro del Ciclo "El 'esclarecimiento existencial' de Karl Jaspers" continuamos el próximo miércoles a las 16,45 hrs. con el Capítulo "La sociedad de lucha". 72
“La fiesta del pensamiento” Realización: Cristóbal Holzapfel Programa No. 264 para la Radio de la Universidad de Chile Ciclo: “En torno al epistolario Jaspers-Heidegger” Audición: miércoles 24 de Enero del 2001 a las 16,45 hrs. Hemos estado analizando como en una relación humana, de amistad o de amor, o simplemente de conocimiento mutuo, hay muchas cosas que cada uno sabe o está conciente de ellas; me refiero a como cada uno se siente, las situaciones en que se desenvuelve, y otros. Pero, está claro que hay muchas situaciones que no dependen de uno u otro y que igual pueden tener tal fuerza que determinan el curso futuro de la relación, como para que ésta se enriquezca, se empobrezca, sufra algún traspié, o, si ha habido un distanciamiento, que se produzca entonces un reencuentro. Y, a propósito de ello, hemos definido como fortuito precisamente todo aquello que ocasiona sus efectos, aunque nosotros no lo hayamos previsto de ninguna forma. Lo fortuito nos ha conducido a su vez no solamente a hablar del azar y el probabilismo, sino también de su contrario: eso que solemos llamar "destino". P 1 Pues bien, tanto el azar como el destino comparten aquello de lo imprevisible, mas el azar a secas corresponde al mero llano probabilismo, mientras que el destino lo relacionamos normalmente con la intervención de algún orden superior que dirige los asuntos humanos y cósmicos. Mas, existe una posibilidad intermedia que todavía no hemos resaltado, y ésta es la del determinismo (e incluyo en ello el determinismo científico). Ella supone, a diferencia del destino, que aunque no haya el sometimiento de la cadena de acontecimientos a un supuesto orden superior, igual en un plano, diríamos puramente inmanente los acontecimientos se suponen por necesidad determinados, o más bien, pre-determinados. Éste es el caso de las concepciones filosóficas del determinismo, como la de Spinoza, por ejemplo, y de las que se presentan en la ciencia, como cuando Hawking dice que lo que uno está leyendo de su Historia del tiempo estaría necesariamente contenido en el big-bang. P 2 Pues bien, estas disquisiciones a propósito del azar y del destino han sido a propósito de cómo en el epistolario entre estos dos grandes pensadores del siglo XX - Jaspers y Heidegger - se hace presente aquello en distintas oportunidades, la última de las cuales ha sido la alusiva a una carta de febrero de 1949, en la que Jaspers invita manifiestamente a una reanudación de su amistad con Heidegger, carta que este último nunca recibió, y se enteró meses más tarde a través de un amigo que Jaspers le había escrito. Esta toma de conocimiento induce a Heidegger a su vez a responderle a Jaspers, invitando él por su cuenta, y sin conocer el contenido de la carta anterior, a que efectivamente la amistad entre ambos se reanude. Hemos visto relativamente a estas consideraciones como cuando en una relación se hace presente lo fortuito, aquello que no depende de nosotros, y que trae vastas consecuencias futuras para esa relación, sobre todo positivas, tendemos a ver en esa relación algo especial, en todo caso algo que la engrandece. 73
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Siguiendo con Aristóteles, lo que se le opone <strong>al</strong> azar es lo que ocurre por necesidad,<br />
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está en que es t<strong>al</strong> el poder que esta última podría tener que precisamente lo que se nos presenta<br />
como azaroso podría estar, en verdad, regido por el destino.<br />
P 4<br />
Teniendo presente este pensamiento aristotélico, digamos, para los efectos de lo que<br />
aquí nos interesa, que lo fortuito puede ser de dos maneras:<br />
1.Como lo meramente azaroso. <strong>En</strong> este caso la fortuna se presenta como azar, y este<br />
último se acerca <strong>al</strong> probabilismo.<br />
2.Como destino, en el sentido de que, si bien <strong>al</strong>go es fortuito para nosotros, sin embargo<br />
obedece a un orden superior inaccesible, el cu<strong>al</strong> se ha estimado que t<strong>al</strong> vez sólo pitonisos,<br />
brujos, profetas o chamanes podrían intuir y dar a conocer y casi siempre a través de un lenguaje<br />
cifrado.<br />
Respecto de ambos sentidos de lo fortuito, como mero azar o como destino, depende<br />
siempre por cierto de cada situación y de cada uno en particular que digamos en cada caso que lo<br />
fortuito tiene más un sentido que otro. Es más, muchas veces lo que en principio se presenta para<br />
los otros como meramente azaroso, se nos aparece a nosotros como destino.<br />
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Y tres consideraciones más respecto de esta cuestión:<br />
1.Lo que es mero azar es <strong>al</strong>go que está en armonía con una visión empirista del mundo;<br />
parece ser que la experiencia no nos permite ir más <strong>al</strong>lá de reconocer que si <strong>al</strong>go ocurre, y<br />
aunque se trate de una probabilidad escasísima, es <strong>al</strong>go que siempre está dentro de cierto<br />
probabilismo estadístico.<br />
El destino, en cambio, ya la sola p<strong>al</strong>abra implica la apelación a <strong>al</strong>go transempírico, un<br />
orden superior que comanda las cosas, que es imposible demostrar, y esto explica su presencia<br />
en religiones, mitologías y leyendas.<br />
2.Expuesta esta distinción de esta forma y con t<strong>al</strong>es <strong>al</strong>cances, claramente se observa que<br />
únicamente reconocemos grandeza en lo fortuito cuanto es destin<strong>al</strong>, mientras que lo meramente<br />
azaroso, lo que es nada más el resultado de una cierta combinatoria de probabilidades, es <strong>al</strong>go<br />
llano, que se acerca a lo trivi<strong>al</strong>.<br />
3.Tendemos a reconocer la presencia del destino especi<strong>al</strong>mente en el orden de las<br />
relaciones humanas, ya que justamente en éstas estamos concientes de lo que depende de<br />
nosotros, y respecto de aquello que no depende de nosotros, y cuando ello a su vez trae<br />
repercusiones importantes o duraderas para nuestras vidas, tendemos a asociarlo con eso que<br />
llamamos el destino.<br />
¿Sería éste precisamente el caso que aquí nos interesa: que la carta de <strong>Jaspers</strong> no llegó a<br />
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