En torno al epistolario Jaspers-Heidegger - cristobal holzapfel
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Pero, claro está, la trascendencia hacia la que trascendemos en distintos ámbitos<br />
existenci<strong>al</strong>es, entre ellos, en la amistad no puede concebirse como <strong>al</strong>go separado, como ubicado<br />
en <strong>al</strong>gún ultramundo, sino que transcurre aquí y ahora, implicando esto que, si pensamos en la<br />
comunicación, suelen haber situaciones mundan<strong>al</strong>es que la interrumpen, y así también una<br />
amistad se puede interrumpir y fracasar por una carta extraviada.<br />
P 2<br />
Ahora bien, hemos dicho que en el hecho de que la carta de <strong>Jaspers</strong> de febrero del 49 no<br />
llegue a su destinatario es <strong>al</strong>go que tiene que ver con los avatares del mundo, pero junto con ello<br />
también, con lo fortuito.<br />
V<strong>al</strong>e la pena que nos detengamos a pensar sobre este punto, ya que en eso que llamamos<br />
lo "fortuito" se abre una ventana a lo que solemos llamar el "destino".<br />
Se trata en ello de que todo lo que está en dependencia nuestra, que se ajusta a nuestras<br />
decisiones y que podemos organizar, programar y producir, genera un orden, precisamente un<br />
orden que depende de nosotros. Por ejemplo, si decido hacer un viaje a un determinado lugar y<br />
efectivamente voy para <strong>al</strong>lá, como posteriormente si decido volver en t<strong>al</strong> fecha y lo hago, todo<br />
ello genera y está dentro de cierto orden. Y si, por el contrario, no emprendo el viaje t<strong>al</strong>, o lo<br />
postergo, o bien lo re<strong>al</strong>izo efectivamente, pero no vuelvo en la fecha programada, o postergo<br />
indefinidamente el regreso, o incluso, decido no volver nunca más de aquel lugar, cada una de<br />
esas posibilidades implica que he modificado el orden en el que en cada caso se debate mi<br />
existencia. Pero, en los ejemplos dados el mentado orden depende siempre de mí y aunque se<br />
trate de modificarlo.<br />
Pero, ¿qué pasa cuando lo programado es <strong>al</strong>terado, sin saber que ha habido en ello una<br />
<strong>al</strong>teración<br />
Volviendo a nuestro ejemplo: ¿qué pasa si yo - Karl <strong>Jaspers</strong> - le envío una carta a mi<br />
antiguo amigo Martin <strong>Heidegger</strong>, y esta carta no le llega por <strong>al</strong>gún motivo que desconozco, y<br />
más encima yo no se ni siquiera que no le llegó<br />
Es aquí donde podemos hablar de lo fortuito.<br />
P 3<br />
Pero eso - lo fortuito - da pie a que con ello abramos una ventana <strong>al</strong> destino.<br />
Mas, s<strong>al</strong>ta a la vista que se hace necesario hacer <strong>al</strong>guna distinción entre ambos términos.<br />
Ciertamente estamos ante un tema enorme que va más <strong>al</strong>lá de lo que podemos hacer<br />
aquí. Por eso, a continuación sólo <strong>al</strong>gunas indicaciones <strong>al</strong> respecto.<br />
Aristóteles ha pensado el azar en tanto (en latín 'casus') y , suerte o<br />
fortuna. A su vez, el azar se vincula con aquello que se supone no corresponde visiblemente a<br />
ninguna de las 4 causas que participan en cada fenómeno o acontecimiento (causa materi<strong>al</strong>,<br />
form<strong>al</strong>, eficiente y fin<strong>al</strong>), y en este sentido corresponde a lo accident<strong>al</strong>. Esto quiere decir que lo<br />
azaroso es lo excepcion<strong>al</strong>, lo que se aparta de lo que se espera que suceda, lo que tiene que ver<br />
con una estructura leg<strong>al</strong> que rige todo. Por ejemplo, es un accidente que yendo <strong>al</strong> ágora (la plaza<br />
pública) a comerciar aceite <strong>al</strong>guien me pague una deuda, o que el que construye una casa tenga<br />
la tez pálida, o una ardilla que come una mazorca.<br />
Se podría agregar relativamente a ello que una vez que sucede <strong>al</strong>go: que la ardilla<br />
efectivamente come una mazorca, aunque no sea lo que acostumbre, entonces esa situación de<br />
hecho, como toda situación, todo fenómeno, todo acontecimiento ya se rige por una necesidad, es<br />
decir, con ello rozamos el ingente problema del determinismo.<br />
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