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En torno al epistolario Jaspers-Heidegger - cristobal holzapfel

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P 2<br />

Como he destacado <strong>al</strong>guna vez, el género <strong>epistolario</strong> tiene sus propios códigos, y, en particular<br />

esto se hace notar en el <strong>epistolario</strong> entre estos dos pensadores que aquí an<strong>al</strong>izamos. Me atrevería<br />

a sostener que la complejidad no solamente de las epístolas, sino antes todavía, del estilo sin<br />

más, se hace más manifiesto en <strong>Jaspers</strong> que en <strong>Heidegger</strong>. <strong>En</strong> cierto modo, <strong>Heidegger</strong> es más<br />

directo en sus expresiones, sobre todo si atendemos a sus cartas, mientras que en <strong>Jaspers</strong> hay<br />

norm<strong>al</strong>mente más sinuosidades y distintas capas de sentido.<br />

Desde luego, esto no implica <strong>al</strong>guna consideración de tipo jerárquico de ninguna especie, ya<br />

que la profundidad y <strong>al</strong>cance del pensamiento de ambos, como lo que a su vez se revela en su<br />

<strong>epistolario</strong>, no tiene que ver con ese estilo de expresión más directo o más indirecto.<br />

Pues bien, por ejemplo la carta que ahora examinamos es patente que en lo que es<br />

absolutamente clara es en la intención hecha presente de muchos modos de reanudación de la<br />

amistad. Mas, en lo que concierne <strong>al</strong> modo como esto tendría lugar es sumamente compleja, y<br />

ello se debe en especi<strong>al</strong> a que ella está mediatizada por la cuestión de la explicación de lo<br />

sucedido durante los años del nazismo.<br />

P 3<br />

Por ejemplo, relativamente a este punto, esta carta de <strong>Jaspers</strong> parece en principio poder leerse<br />

como una carta de exculpación de <strong>Heidegger</strong>, pero, por otro lado, se revela en una segunda<br />

lectura que esa exculpación en cierto modo no está simplemente planteada, sino que depende de<br />

la consideración de varios hechos, el más importante de los cu<strong>al</strong>es es el que se refiere <strong>al</strong> silencio<br />

de <strong>Heidegger</strong>.<br />

Respecto de este punto, de entrada se asume que él no tendría que ver con cierto reproche de<br />

<strong>Heidegger</strong>. No olvidemos que la respuesta a la larga carta de mayo del 36 en la que <strong>Heidegger</strong> le<br />

cuenta a <strong>Jaspers</strong> acerca de su viaje a Roma, <strong>Heidegger</strong> nunca la recibió, y que a partir de ello<br />

decidió no escribirle más a su antiguo amigo. <strong>En</strong> este sentido, <strong>Jaspers</strong> no está del todo<br />

descaminado en este primer supuesto del reproche de su partner.<br />

Pero, como hemos visto, el mentado supuesto reproche queda simplemente planteado como una<br />

posibilidad de la cu<strong>al</strong> <strong>Jaspers</strong> no sabe nada, ya que él nunca se enteró que la respuesta a la carta<br />

sobre Roma no llegó a su destinatario.<br />

<strong>En</strong> razón de lo anterior (es decir, sobre la base de la ignorancia respecto del supuesto reproche),<br />

<strong>Jaspers</strong> pasa a lo que sería propiamente la exculpación, y si bien, él entrega argumentos para<br />

justificar esa exculpación, sin embargo, hay <strong>al</strong>go que no puede solucionar ni olvidar, y esto es lo<br />

del silencio.<br />

P 4<br />

Bien an<strong>al</strong>izado, si la cuestión de fondo es la esperada (y, por otra parte, ya no más esperada)<br />

explicación, ésta revela dos caras: 1. que es la que da el propio <strong>Jaspers</strong>, atendiendo a<br />

consideraciones gener<strong>al</strong>es (el papel secundario de la política, que una conducta como la de<br />

<strong>Heidegger</strong>, no se puede medir con criterios mor<strong>al</strong>izantes), y 2. por la contraparte, la oscuridad<br />

inerradicable de ese silencio.<br />

Esto se relaciona con la concepción del silencio que tanto <strong>Jaspers</strong> como <strong>Heidegger</strong> han<br />

desarrollado, en cuanto a que existe la posibilidad de un silencio auténtico (el hablar silente que<br />

dice lo esenci<strong>al</strong>) y el silencio inauténtico (que, en cierto modo, se identifica con lo sórdido), en<br />

el que hay un oculto rechazo o antipatía.<br />

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