En torno al epistolario Jaspers-Heidegger - cristobal holzapfel

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“La fiesta del pensamiento” Realización: Cristóbal Holzapfel Programa No. 261 para la Radio de la Universidad de Chile Ciclo: “En torno al epistolario Jaspers-Heidegger” Audición: miércoles 3 de enero del 2001 a las 16,45 hrs. Estamos analizando la decisiva carta fechada en Basilea el 6.2.1949 de Jaspers a Heidegger, a través de la cual se da pie a que la amistad entre ambos se reanude. Esa clara intención de Jaspers se pone de manifiesto ya a los inicios de la carta, pero especialmente en lo que concierne a lo que circunda a una explicación que Jaspers habría esperado de su amigo, respecto de su equívoca actuación durante el régimen nacional-socialista, ya que sucede que al final termina diciendo que si Heiedegger no le da la tal explicación, él igualmente lo acepta. Y lo cierto es que todo lo que sigue en la carta se lo puede ver en el sentido de que esa amistad se reanude a como de lugar, incluso en el sentido de enfrentar y darle al mismo tiempo una solución a diversas cuestiones que pudieren constituir algún impedimento como para que aquel propósito se lleve a feliz término. Hay que tomar en cuenta a su vez que para llegar a escribir esta carta han transcurrido doce años de un largo silencio. Y este silencio durante toda la época del nacional-socialismo, si bien ha sido recíproco, sin embargo cabe aducir que quien, al menos visto esto desde fuera, fue gravemente perjudicado, fue Jaspers con su mujer, ambos a punto de ser transportados a las barracas en cualquier momento. Pues bien, vistas las cosas de este modo, es el silencio de Heidegger el que resulta extraño, por decir lo menos. Fijémonos en este sentido como en una relación humana, por de pronto los silencios hablan, y en algunos casos, como el que estamos analizando, lo que el silencio dice no queda claro en principio, de tal manera que corresponde dilucidarlo. P 1 Si en la primera parte de esta carta de febrero del 49 lo relevante ha sido sobre todo la renuncia a una explicación, lo relevante de esta segunda parte es la cuestión del silencio, y es a su vez en razón de ello que más adelante en la misma carta Jaspers hablará de una suerte de inevitable oscuridad que habría que asumir en la relación entrambos. El silencio se vuelve a hacer presente de manera tácita en el siguiente pasaje de la carta, pero de un modo tal que Jaspers entra inmediatamente en la aceptación de él, a tal punto que se le ocurre relacionarlo primero con algún posible reproche de parte de Heidegger. En ese tenor, leemos lo siguiente: "Lo que Ud. me reprocha, y quizás con razón, no lo se". En lo que sigue, Jaspers se preocupa incluso de descargar a Heidegger de toda posible culpabilidad que pudiera sentir, aunque no sin dejar entrever cierta extrañeza ante el silencio prolongado que ha habido: "Por mi parte puedo decir que no lo culpo, porque su comportamiento en esta transformación del mundo no se encuentra en primer lugar en un nivel de aclaraciones moralizantes. El duelo infinito desde 1933 y el estado actual de las cosas, en el cual mi alma alemana padece cada vez más, no nos ha unido, sino tácitamente separado. Lo tremendo, que es algo distinto que mera política, en los largos años de mi rechazo y amenaza vital no incitó a una palabra en correspondencia con ello. Como seres humanos nos hemos alejado". 64

P 2 Como he destacado alguna vez, el género epistolario tiene sus propios códigos, y, en particular esto se hace notar en el epistolario entre estos dos pensadores que aquí analizamos. Me atrevería a sostener que la complejidad no solamente de las epístolas, sino antes todavía, del estilo sin más, se hace más manifiesto en Jaspers que en Heidegger. En cierto modo, Heidegger es más directo en sus expresiones, sobre todo si atendemos a sus cartas, mientras que en Jaspers hay normalmente más sinuosidades y distintas capas de sentido. Desde luego, esto no implica alguna consideración de tipo jerárquico de ninguna especie, ya que la profundidad y alcance del pensamiento de ambos, como lo que a su vez se revela en su epistolario, no tiene que ver con ese estilo de expresión más directo o más indirecto. Pues bien, por ejemplo la carta que ahora examinamos es patente que en lo que es absolutamente clara es en la intención hecha presente de muchos modos de reanudación de la amistad. Mas, en lo que concierne al modo como esto tendría lugar es sumamente compleja, y ello se debe en especial a que ella está mediatizada por la cuestión de la explicación de lo sucedido durante los años del nazismo. P 3 Por ejemplo, relativamente a este punto, esta carta de Jaspers parece en principio poder leerse como una carta de exculpación de Heidegger, pero, por otro lado, se revela en una segunda lectura que esa exculpación en cierto modo no está simplemente planteada, sino que depende de la consideración de varios hechos, el más importante de los cuales es el que se refiere al silencio de Heidegger. Respecto de este punto, de entrada se asume que él no tendría que ver con cierto reproche de Heidegger. No olvidemos que la respuesta a la larga carta de mayo del 36 en la que Heidegger le cuenta a Jaspers acerca de su viaje a Roma, Heidegger nunca la recibió, y que a partir de ello decidió no escribirle más a su antiguo amigo. En este sentido, Jaspers no está del todo descaminado en este primer supuesto del reproche de su partner. Pero, como hemos visto, el mentado supuesto reproche queda simplemente planteado como una posibilidad de la cual Jaspers no sabe nada, ya que él nunca se enteró que la respuesta a la carta sobre Roma no llegó a su destinatario. En razón de lo anterior (es decir, sobre la base de la ignorancia respecto del supuesto reproche), Jaspers pasa a lo que sería propiamente la exculpación, y si bien, él entrega argumentos para justificar esa exculpación, sin embargo, hay algo que no puede solucionar ni olvidar, y esto es lo del silencio. P 4 Bien analizado, si la cuestión de fondo es la esperada (y, por otra parte, ya no más esperada) explicación, ésta revela dos caras: 1. que es la que da el propio Jaspers, atendiendo a consideraciones generales (el papel secundario de la política, que una conducta como la de Heidegger, no se puede medir con criterios moralizantes), y 2. por la contraparte, la oscuridad inerradicable de ese silencio. Esto se relaciona con la concepción del silencio que tanto Jaspers como Heidegger han desarrollado, en cuanto a que existe la posibilidad de un silencio auténtico (el hablar silente que dice lo esencial) y el silencio inauténtico (que, en cierto modo, se identifica con lo sórdido), en el que hay un oculto rechazo o antipatía. 65

“La fiesta del pensamiento”<br />

Re<strong>al</strong>ización: Cristób<strong>al</strong> Holzapfel<br />

Programa No. 261 para la Radio de la Universidad de Chile<br />

Ciclo: “<strong>En</strong> <strong>torno</strong> <strong>al</strong> <strong>epistolario</strong> <strong>Jaspers</strong>-<strong>Heidegger</strong>”<br />

Audición: miércoles 3 de enero del 2001 a las 16,45 hrs.<br />

Estamos an<strong>al</strong>izando la decisiva carta fechada en Basilea el 6.2.1949 de <strong>Jaspers</strong> a <strong>Heidegger</strong>, a<br />

través de la cu<strong>al</strong> se da pie a que la amistad entre ambos se reanude.<br />

Esa clara intención de <strong>Jaspers</strong> se pone de manifiesto ya a los inicios de la carta, pero<br />

especi<strong>al</strong>mente en lo que concierne a lo que circunda a una explicación que <strong>Jaspers</strong> habría<br />

esperado de su amigo, respecto de su equívoca actuación durante el régimen nacion<strong>al</strong>-soci<strong>al</strong>ista,<br />

ya que sucede que <strong>al</strong> fin<strong>al</strong> termina diciendo que si Heiedegger no le da la t<strong>al</strong> explicación, él<br />

igu<strong>al</strong>mente lo acepta.<br />

Y lo cierto es que todo lo que sigue en la carta se lo puede ver en el sentido de que esa amistad<br />

se reanude a como de lugar, incluso en el sentido de enfrentar y darle <strong>al</strong> mismo tiempo una<br />

solución a diversas cuestiones que pudieren constituir <strong>al</strong>gún impedimento como para que aquel<br />

propósito se lleve a feliz término.<br />

Hay que tomar en cuenta a su vez que para llegar a escribir esta carta han transcurrido doce<br />

años de un largo silencio. Y este silencio durante toda la época del nacion<strong>al</strong>-soci<strong>al</strong>ismo, si bien<br />

ha sido recíproco, sin embargo cabe aducir que quien, <strong>al</strong> menos visto esto desde fuera, fue<br />

gravemente perjudicado, fue <strong>Jaspers</strong> con su mujer, ambos a punto de ser transportados a las<br />

barracas en cu<strong>al</strong>quier momento. Pues bien, vistas las cosas de este modo, es el silencio de<br />

<strong>Heidegger</strong> el que resulta extraño, por decir lo menos.<br />

Fijémonos en este sentido como en una relación humana, por de pronto los silencios hablan, y<br />

en <strong>al</strong>gunos casos, como el que estamos an<strong>al</strong>izando, lo que el silencio dice no queda claro en<br />

principio, de t<strong>al</strong> manera que corresponde dilucidarlo.<br />

P 1<br />

Si en la primera parte de esta carta de febrero del 49 lo relevante ha sido sobre todo la renuncia<br />

a una explicación, lo relevante de esta segunda parte es la cuestión del silencio, y es a su vez en<br />

razón de ello que más adelante en la misma carta <strong>Jaspers</strong> hablará de una suerte de inevitable<br />

oscuridad que habría que asumir en la relación entrambos.<br />

El silencio se vuelve a hacer presente de manera tácita en el siguiente pasaje de la carta, pero de<br />

un modo t<strong>al</strong> que <strong>Jaspers</strong> entra inmediatamente en la aceptación de él, a t<strong>al</strong> punto que se le ocurre<br />

relacionarlo primero con <strong>al</strong>gún posible reproche de parte de <strong>Heidegger</strong>. <strong>En</strong> ese tenor, leemos lo<br />

siguiente: "Lo que Ud. me reprocha, y quizás con razón, no lo se".<br />

<strong>En</strong> lo que sigue, <strong>Jaspers</strong> se preocupa incluso de descargar a <strong>Heidegger</strong> de toda posible<br />

culpabilidad que pudiera sentir, aunque no sin dejar entrever cierta extrañeza ante el silencio<br />

prolongado que ha habido:<br />

"Por mi parte puedo decir que no lo culpo, porque su comportamiento en esta transformación<br />

del mundo no se encuentra en primer lugar en un nivel de aclaraciones mor<strong>al</strong>izantes. El duelo<br />

infinito desde 1933 y el estado actu<strong>al</strong> de las cosas, en el cu<strong>al</strong> mi <strong>al</strong>ma <strong>al</strong>emana padece cada vez<br />

más, no nos ha unido, sino tácitamente separado. Lo tremendo, que es <strong>al</strong>go distinto que mera<br />

política, en los largos años de mi rechazo y amenaza vit<strong>al</strong> no incitó a una p<strong>al</strong>abra en<br />

correspondencia con ello. Como seres humanos nos hemos <strong>al</strong>ejado".<br />

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