En torno al epistolario Jaspers-Heidegger - cristobal holzapfel

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"El alma, en efecto, que posee la escala más larga y que más profundo puede descender: /.../ - el alma más vasta, la que más lejos puede correr y errar y vagar dentro de sí; la más necesaria, que por placer se precipita al azar: / el alma que es, y se sumerge en el devenir; la que posee , y quiere sumergirse en el querer y el desear: / la que huye de sí misma, que a sí misma se da alcance en los círculos más amplios; el alma más sabia, a quien más dulcemente habla la necedad: / la que más se ama a sí misma, en la que todas las cosas tienen su corriente y su contracorriente, su flujo y su reflujo /.../". Nietzsche, Así habló Zaratustra He aquí un parámetro de la grandeza de alma, de aquello que Aristóteles (haciendo un parangón) definiera como megalopsiquía, y que podríamos traducir como 'magnanimidad', que tiene que ver con la espacialidad que determina al hombre. Con Arnold Gehlen (El hombre) podemos decir que la evolución humana ha consistido en una paulatina "interiorización de la exterioridad", vale decir en la formación de una cavidad en el hombre en la que cabría el universo entero, más aún, el ser en todas sus manifestaciones, a saber, valores, mitos, números, leyes científicas, leyes jurídicas, centauros, el "Quijote de la Mancha", los dinosaurios, el big-bang, y hasta universos posibles hipercríticos o hipocríticos en cuanto a la relación entre gravitación y expansión. En ello podemos reconocer que al mismo tiempo que el mundo se ha ido ensanchando, en términos del universo físico, por otro lado, se ha ido estrechando en relación a los mitos, las religiones y la mística. Esa interiorización, en tanto paulatina formación de una cavidad, es dinámica y procesual, y ello quiere decir que involucra una espacialidad singular. Esto significa que este "ente abierto al mundo", como nos caracteriza también Gehlen, a través del gestarse, del desarrollarse de esa espacialidad despliega lo más esencial de él. La interiorización de la exterioridad implica a su vez que este "diseño especial de la naturaleza", que somos, es apertura, el "ente-abierto-al-mundo", que, al mismo tiempo, contribuye a formar (al mundo), en lo que se distingue del animal que depende de su "circummundo", el entorno. Esta espacialidad que caracteriza al ser humano, la podemos entender, en particular desde Heidegger en adelante, como "espacialidad existencial", aludiendo ésta más precisamente a la relación del hombre con el espacio cósmico. Al hombre lo llama Heidegger 'Da-sein', término que ha sido traducido como 'ser-ahí', lo cual ya de por sí es decidor respecto de la espacialidad, en el sentido de que somos el 'ahí del ser', esto es, el ámbito abierto en el que se revela o se oculta el ser y todo aquello de lo que decimos que es: gaviota, higuera, número , "El libro de arena" de Borges, Marduk, las "Guerras Médicas". Cristóbal Holzapfel 118

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"El <strong>al</strong>ma, en efecto, que posee la esc<strong>al</strong>a más larga y que más profundo puede descender: /.../ - el<br />

<strong>al</strong>ma más vasta, la que más lejos puede correr y errar y vagar dentro de sí; la más necesaria, que<br />

por placer se precipita <strong>al</strong> azar: / el <strong>al</strong>ma que es, y se sumerge en el devenir; la que posee , y<br />

quiere sumergirse en el querer y el desear: / la que huye de sí misma, que a sí misma se da<br />

<strong>al</strong>cance en los círculos más amplios; el <strong>al</strong>ma más sabia, a quien más dulcemente habla la<br />

necedad: / la que más se ama a sí misma, en la que todas las cosas tienen su corriente y su<br />

contracorriente, su flujo y su reflujo /.../".<br />

Nietzsche, Así habló Zaratustra<br />

He aquí un parámetro de la grandeza de <strong>al</strong>ma, de aquello que Aristóteles (haciendo un parangón)<br />

definiera como meg<strong>al</strong>opsiquía, y que podríamos traducir como 'magnanimidad', que tiene que<br />

ver con la espaci<strong>al</strong>idad que determina <strong>al</strong> hombre.<br />

Con Arnold Gehlen (El hombre) podemos decir que la evolución humana ha consistido en una<br />

paulatina "interiorización de la exterioridad", v<strong>al</strong>e decir en la formación de una cavidad en el<br />

hombre en la que cabría el universo entero, más aún, el ser en todas sus manifestaciones, a saber,<br />

v<strong>al</strong>ores, mitos, números, leyes científicas, leyes jurídicas, centauros, el "Quijote de la Mancha",<br />

los dinosaurios, el big-bang, y hasta universos posibles hipercríticos o hipocríticos en cuanto a la<br />

relación entre gravitación y expansión.<br />

<strong>En</strong> ello podemos reconocer que <strong>al</strong> mismo tiempo que el mundo se ha ido ensanchando, en<br />

términos del universo físico, por otro lado, se ha ido estrechando en relación a los mitos, las<br />

religiones y la mística.<br />

Esa interiorización, en tanto paulatina formación de una cavidad, es dinámica y procesu<strong>al</strong>, y ello<br />

quiere decir que involucra una espaci<strong>al</strong>idad singular.<br />

Esto significa que este "ente abierto <strong>al</strong> mundo", como nos caracteriza también Gehlen, a través<br />

del gestarse, del desarrollarse de esa espaci<strong>al</strong>idad despliega lo más esenci<strong>al</strong> de él.<br />

La interiorización de la exterioridad implica a su vez que este "diseño especi<strong>al</strong> de la natur<strong>al</strong>eza",<br />

que somos, es apertura, el "ente-abierto-<strong>al</strong>-mundo", que, <strong>al</strong> mismo tiempo, contribuye a formar<br />

(<strong>al</strong> mundo), en lo que se distingue del anim<strong>al</strong> que depende de su "circummundo", el en<strong>torno</strong>.<br />

Esta espaci<strong>al</strong>idad que caracteriza <strong>al</strong> ser humano, la podemos entender, en particular desde<br />

<strong>Heidegger</strong> en adelante, como "espaci<strong>al</strong>idad existenci<strong>al</strong>", <strong>al</strong>udiendo ésta más precisamente a la<br />

relación del hombre con el espacio cósmico.<br />

Al hombre lo llama <strong>Heidegger</strong> 'Da-sein', término que ha sido traducido como 'ser-ahí', lo cu<strong>al</strong> ya<br />

de por sí es decidor respecto de la espaci<strong>al</strong>idad, en el sentido de que somos el 'ahí del ser', esto<br />

es, el ámbito abierto en el que se revela o se oculta el ser y todo aquello de lo que decimos que<br />

es: gaviota, higuera, número , "El libro de arena" de Borges, Marduk, las "Guerras Médicas".<br />

Cristób<strong>al</strong> Holzapfel<br />

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