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Drets humans al carrer, cuentos infantiles sobre derechos humanos

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drets <strong>humans</strong> <strong>al</strong> <strong>carrer</strong>. Cuentos <strong>infantiles</strong> <strong>sobre</strong> <strong>derechos</strong> <strong>humanos</strong><br />

—Ya basta! ¿No crees| Duérmete que mañana será otro día. —me respondió mi<br />

hermana, cansada ya de mis absurdas preguntas y pensamientos.<br />

El día siguiente no fue mejor. Nos levantamos y vimos a mi madre y a mi padre<br />

sentados uno <strong>al</strong> lado del otro. Al vernos nos hicieron sentar delante de ellos. Enseguida<br />

miré a mi hermana y le puse la típica cara de “Te lo dije, no eran suposiciones mías. Pasa<br />

<strong>al</strong>go”.<br />

Mi padre nos explicó que las cosas en casa iban muy m<strong>al</strong>, que les costaba mucho<br />

pagar los gastos que tenían y fue entonces cuando empezaron las explicaciones que yo<br />

tanto temía. Dijo que había un señor muy rico que tenía un centro donde iban muchas<br />

niñas, a las familias de las cu<strong>al</strong>es también les costaba mucho afrontar los gastos que<br />

tenían, y esa era una forma de ayudar, ya que ellas acudían <strong>al</strong> colegio sin que a los padres<br />

les supusiera más dinero del que podían gastar. En ese momento quería desaparecer,<br />

irme a mi habitación y dormir para poder despertarme <strong>al</strong> día siguiente y pensar que todo<br />

lo sucedido era, en re<strong>al</strong>idad, un sueño. Pero eso no era posible aunque quisiera porque<br />

todo era re<strong>al</strong>, nos íbamos la semana que viene. Nos vendrían a buscar el lunes a las doce<br />

del mediodía.<br />

Estuve evitando que llegara ese día, intentando convencer a mis padres de que todo<br />

eso era una gran equivocación. Ese día llegó, y como nos habían explicado, nos vinieron<br />

a buscar.<br />

El hombre que vino era corpulento, tenía la nariz muy ancha y carecía de expresión.<br />

Nos llevó a una casa donde había niñas como nosotras, pero que no tenían un aspecto<br />

muy s<strong>al</strong>udable puesto que estaban todas amoratadas y parecía que iban a ponerse a llorar<br />

en cu<strong>al</strong>quier momento.<br />

Todo ese lugar estaba en completo silencio y me pareció muy extraño que en un<br />

lugar donde había niños no hubiera ni juguetes o muñecas por el suelo ni se escucharan<br />

gritos.<br />

Nos enseñó nuestro cuarto, <strong>al</strong>lí teníamos un armario para las dos en el que podíamos<br />

dejar las pocas cosas que llevábamos con nosotras. En esa habitación también había más<br />

niñas que nos miraban con cara de extrañeza. Intentamos hablar con ellas pero hicieron<br />

como si no nos hubieran oído y empezaron a mirar de un lado a otro con cara de preocupación,<br />

como si <strong>al</strong>guien nos pudiera haber oído hablar.<br />

La noche de aquel primer día se me hizo eterna, procurando descubrir qué tipo de<br />

lugar era ese que se hacía llamar “colegio”.

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