10.01.2015 Views

Drets humans al carrer, cuentos infantiles sobre derechos humanos

Drets humans al carrer, cuentos infantiles sobre derechos humanos

Drets humans al carrer, cuentos infantiles sobre derechos humanos

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Iyara en el mágico mundo de las mariposas amarillas<br />

23<br />

de toda la clase <strong>al</strong> decir que sólo a mí se me podía ocurrir ir vestida de semejante forma<br />

a la escuela, y que si iba <strong>al</strong> baño sería mejor que me desbaratara ese nido de avispas que<br />

tenía en la cabeza.<br />

Ante eso, la reacción no se hizo esperar. Me puse a llorar y me oriné encima a plena<br />

luz del día, en el aula. Mis amigas más cercanas se solidarizaron con mi dolor y le dijeron<br />

a la maestra que era el día de mi cumpleaños y que ese comportamiento era muy injusto.<br />

Ella, la maestra, no encontró las p<strong>al</strong>abras para disculparse públicamente, pero una vez<br />

terminada la clase, cuando nos quedamos solas, se disculpó con una voz entrecortada<br />

que parecía s<strong>al</strong>ir desde lo profundo de su estómago. Por un momento, me sentí infinitamente<br />

conmovida sin entender lo que pasaba. Solo sé que me hice pequeñita en medio<br />

de aquel lamento y sin entender ni una sola p<strong>al</strong>abra de lo que me decía. De un momento<br />

a otro, sentí un abrazo <strong>sobre</strong>cogedor que envolvía mi cuerpo con manos de gigante acongojado,<br />

sediento de ternura. Ella, la maestra, grande, negra, gorda y furiosa se derritió en<br />

su humanidad y sin darse cuenta, se puso a llorar junto a mí.<br />

En ese momento, sentí toda su soledad, su tristeza tan grande como su gordura.<br />

Imaginé que t<strong>al</strong> vez a ella no había celebrado su cumpleaños. Tenía necesidad de afecto,<br />

de familia, de ternura. Ese día quedó grabado en mi <strong>al</strong>ma.<br />

Regresé toda mojada, con el vestido blanco hecho un harapo y con mis lágrimas que<br />

inundaban todo el pueblo como si hubiese caído el más fuerte de los aguaceros. Estaba<br />

muy triste por mi vestido, por mi nido de avispas, pero <strong>sobre</strong> todo estaba muy triste<br />

por mi maestra. La mayoría la veía como una bruja m<strong>al</strong>vada y en re<strong>al</strong>idad era solo una<br />

pequeña grande, indefensa y solitaria”.<br />

¡Qué tristeza! ¡Escuchar cómo una mujer ya adulta recordaba la celebración de sus<br />

ocho años con dolor y con tanta nost<strong>al</strong>gia me encogía el corazón! Por todo ello, ese día me<br />

hice una promesa> reg<strong>al</strong>ar <strong>al</strong>egría dibujando nubes de abrazos y sonrisas en cada rincón<br />

de la tierra para que el cumpleaños se pueda festejar todos los días, en cu<strong>al</strong>quier lugar<br />

del mundo. Y es que el cumpleaños es la fiesta de la vida, de la memoria. Es una danza<br />

que debe durar hasta el infinito para podernos sentir Siemprevivas y en armonía con el<br />

universo mágico de las mariposas amarillas y los monos azules.<br />

Empecé una danza solitaria y silenciosa con las <strong>al</strong>as abiertas para poder sentir los<br />

acordes silenciosos de cantares lejanos... Pero poco después de haber comenzado la<br />

danza, sin darme cuenta, empezaron a llegar una detrás de otra, muchas mariposas.<br />

Hassai, venia de otro mundo mágico> el mundo de las mujeres del desierto. Ella, hija de

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!