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Drets humans al carrer, cuentos infantiles sobre derechos humanos

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120<br />

drets <strong>humans</strong> <strong>al</strong> <strong>carrer</strong>. Cuentos <strong>infantiles</strong> <strong>sobre</strong> <strong>derechos</strong> <strong>humanos</strong><br />

17<br />

El cruasán <strong>al</strong>ternativo<br />

Xavi Demelo<br />

Ilustración:<br />

Carlos Velázquez<br />

El cruasán y sus compañeros de bandeja se lo estaban pasando teta en el mostrador<br />

de aquella pastelería de barrio. Riv<strong>al</strong>izaban a ver quién tenía los cuernos<br />

más largos, más crujientes o más relucientes, consecuencia del <strong>al</strong>míbar con<br />

el que los acababa de pintar el aprendiz de la empresa. También tenían un<br />

pequeño concurso montado para ver cuál de ellos tardaba más en enfriarse y estar preparado<br />

para el consumo humano (concepto que, dicho sea entre nosotros, quizá ninguno<br />

de ellos entendía en su significado re<strong>al</strong>, es probable que, de hacerlo, no hubieran estado<br />

tan contentos y juguetones. ¿O sí| Vamos a verlo…). En ésas, un niño de unos doce años<br />

entró en el establecimiento y pidió un cruasán con los cuernos bien tostaditos. La dependienta,<br />

una moza que no paraba de explicar las hazañas de su novio (el cu<strong>al</strong> se encontraba<br />

en un safari fotográfico en Kenia y que, por lo que contaba la chica, se había olvidado la<br />

cámara digit<strong>al</strong> en la consigna del aeropuerto), envolvió el cruasán, le cobró cero noventa<br />

céntimos de euro <strong>al</strong> niño y le entregó el desayuno. Éste, ni corto ni perezoso, mientras se<br />

dirigía hacia la puerta del comercio, desenvolvió parci<strong>al</strong>mente el cruasán y le asestó con<br />

ansia un bocado que le arrancó un cuerno entero de cuajo.<br />

—Ayyyy… —Se quejó el cruasán— ten más cuidado, bruto, más que bruto…<br />

—Pero, ¿cómo…| ¡Puedes hablar! —el niño no s<strong>al</strong>ía de su asombro, abrió tanto la<br />

boca que la pelota medio masticada que había sido la extremidad izquierda de su víctima<br />

amenazaba con caer <strong>al</strong> suelo.

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